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Cuando los soldados españoles trepaban un volcán para hacer la pólvora con la que dominar el Pacífico
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"España descubrió todo y más"

Cuando los soldados españoles trepaban un volcán para hacer la pólvora con la que dominar el Pacífico

El escritor e investigador español Juan Carlos Rey presenta su libro 'Una alianza en el mar de Célebes. Siau-España 1581-1677', donde desentierra una parte de la historia "olvidada de España"

Foto: El volcán indonesio Ruang, al norte de la isla de Célebes. (EFE/Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate)
El volcán indonesio Ruang, al norte de la isla de Célebes. (EFE/Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate)
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"España fue la potencia en el Pacífico. Estuvimos en Filipinas, Brunei, Las Maríanas, Carolinas, las Molucas, Las Salomón, Vanuatu… España descubrió todo y más", explica Juan Carlos Rey, investigador y escritor español que lleva años viviendo y viajando por esta parte del mundo para desenterrar una parte de la historia hispana olvidada.

La sombra de la Conquista de América y el peso que eso ha tenido en la historia española, ha hecho que se olviden hechos históricos ocurridos en la otra costa del gran océano como los que narra un nuevo libro que acaba de publicarse: “Una alianza en el mar de Célebes. Siau-España 1581-1677” (Editorial Belagua).

El texto, escrito junto al historiador español Antonio Campo y el profesor indonesio Nurachman Iriyanto, narra los sucesos reales, aunque en ocasiones parezca una novela de aventuras, de cuando España y el reino de Siau cerraron una alianza que duró casi un siglo. Los hoy indonesios acudieron a pedir protección a la que entonces era la potencia mundial hegemónica para defenderse de algún enemigo común local que contaría con el apoyo de la entonces potencia incipiente neerlandesa. “Los locales cambiaban sus alianzas y sus acuerdos según sus intereses con las naciones europeas”. Españoles, portugueses y holandeses eran entonces los que se disputaban el control del comercio de las especias”, señala Rey.

El libro, en el que los tres autores han navegado en documentos de los archivos históricos de ambos países, cuenta además con el valor de la presencia sobre el terreno de los investigadores. “Un día leyendo un libro supe que en la isla de Siau hubo un fuerte español, llamado Santa Rosa. No había más referencias. Tomé un avión y un barco y me presenté allí para investigar lo que quedaba de él”, recuerda Rey. ¿Sabían los locales de la existencia de un destacamento español en su isla hace cuatro siglos? “Sabían que hubo presencia europea, pero no tenían claro si fueron españoles o portugueses. Hay una escuela junto al que fuera fuerte que se llama Santa Rosa” explica el autor.

Foto: Trincheras de EEUU en la guerra de Filipinas. (iStock)

La presencia española en Las Molucas comienza años antes del tratado firmado entre España y Siau. “La primera interacción de los castellanos con las Islas Molucas tuvo lugar el 8 de noviembre de 1521 con la llegada a Tidore de los navíos Trinidad y Victoria, pertenecientes a la expedición de Magallanes-Elcano”, señala el libro.

A partir de ahí, y especialmente desde el asentamiento hispano en Las Filipinas, empiezan a sucederse expediciones de navíos por los mares limítrofes. En 1526, el navío Santa María del Parral, encalla en la isla de Sangihe, al norte de Siau, tras protagonizarse un motín a bordo. “Algunos de los tripulantes de la S.M. de Parral después del naufragio decidieron quedarse en Sangihe (…) Estos tripulantes españoles se integraron en la población de Sangihe y sirvieron de referencia e intérpretes a los misioneros que unos años más tarde llegaron de Filipinas”, dice el texto.

Foto: Grabado de 1850. De izda. a dcha: dos dayaks de Borneo y tres nativos de Java (un sacerdote, una dama y un caballero).  (Getty Images)

Efectivamente, la nueva capitanía de Manila se llena de un cuerpo mitad burocrático mitad religioso que tendrá un papel clave en el desembarco en Las Molucas. “Manila necesitaba funcionarios. Necesitaba gente instruida, culta, que supiera leer y escribir, y ese espacio lo cubrieron muchas veces religiosos que desde esa posición se encargaban también de promulgar la fe”, explica Rey.

Esos eran años donde el cristianismo buscaba asentarse en Asia y parar el enorme crecimiento que estaba experimentando la religión musulmana. Entre los planes de expansión estuvo, incluso, el de conquistar y evangelizar China. “Los religiosos españoles empujaron para que eso se produjera. Se elaboró incluso un plan desde la Capitanía de Manila, pero finalmente Felipe II lo desechó”, afirma el autor. “Los religiosos también tomaban parte en las juntas de guerra que se celebraban en Manila. Su influencia era muy significativa en la política decidida en Filipinas”, añade.

Lo que no se desechó es bajar hacía el sur de Las Filipinas. Había varios motivos para ello. Por un lado, las especias eran entonces un mercado que generaba enormes ganancias. Por otro, se produce la unión bajo Felipe II de los reinos de España y Portugal (1580-1640) y desde España se controla un vasto imperio en el que hay una clara amenaza: Holanda. Los holandeses siguieron la ruta de los portugueses hacia Asia y van peleando las posesiones ibéricas. “Las Molucas eran un muro de contención contra Holanda que atacó repetidamente Filipinas. En 1642, de hecho, atacaron Manila y se llevaron, como hacían siempre, toda la cartografía hispana. Nadie navegó el Pacífico como los españoles y los holandeses pretendían conocer cómo cruzar el océano desde Asia a América”, explica Rey.

Foto: El Galeón de Manila, la ruta que no pudieron controlar los ingleses

Así que de alguna manera, ese pequeño reguero de islas entre las actuales Indonesia y Filipinas, explica el libro, se vuelve un campo de batalla con dobles intereses. Por un lado, las constantes peleas entre pequeños reinos locales, y por otro, acuerdos con potencias europeas que luchaban por controlar el comercio marítimo. Llegaron a aquellas islas, como los describió el Iman Ridjali , cronista de Ambon, los hombres con “ojos de color de gato”.

Esa llegada deja secuencias casi cinematográficas de soldados hispanos trepando por volcanes activos para recolectar azufre con el que fabricar la pólvora. “Debido a la escasez de pólvora en las santabárbaras de los buques de la armada de López de Villalobos, se envió una misión bajo el mando ‘del guipuzcoano Martín de Aguirre, acompañado por diez castellanos’, con el fin de buscar azufre en el cráter del volcán de la isla de Tagolanda, al sur de la isla de Siau. Desde entonces, el norte de las Célebes se convirtió en la despensa para la fabricación de la pólvora”, señala el libro.

La llegada a Siau de los españoles se produce finalmente en 1581. El Sultán de Ternate, enemigo del reino de Siau, primero echa a los portugueses en 1575. Seis años más tarde, son los españoles los que alcanzan un acuerdo de protección con el reino de Siau que duraría casi un siglo. El Gobernador de Filipinas le encomienda al alférez Francisco de Dueñas que viaje hasta la isla. Lo hace, especifican las crónicas, “vestido al modo de la china”, para pasar desapercibido. El rey de Siau entiende que el español Felipe II es ahora rey de Portugal, así que abraza el nuevo acuerdo con los hispanos, llamados en la región “los castillas”. Años después de ese primero acuerdo, “el 16 de agosto de 1593, el rey de Siau realizó el juramento de obediencia a Felipe II”, cuenta la obra.

"El comercio entre China y Nueva España reportaba enormes beneficios"

Desde entonces, hay toda una serie de rifirrafes entre españoles y neerlandeses. España gastaba el 30% de su presupuesto en Filipinas en sus destacamentos de defensa en Las Molucas. En 1606, pese a que la unión entre España y Portugal es más política que de facto, una armada con naves de ambos países parte a la conquista del archipiélago.

Las derrotas y victorias se suceden, el texto las explica con detalles y rigor histórico, pero no se quiebra la unión entre ambos reinos. Siau se convierte en la única isla que no es un sultanato musulmán. Los misioneros, soldados de Dios, evangelizan a los locales que en muchos casos participan con tropas españolas en enfrentamientos alejados de sus costas. “Se unieron a expediciones militares alejadas de las islas, como la del año 1639 en Mindanao, donde se registró una compañía de 300 soldados siaus”, explica el libro.

Sin embargo, la paz de Westfalia, que pone fin a la larga guerra de 80 años entre España y Holanda, le quita cierta importancia a Las Molucas como muro de contención de las naves de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC). “El comercio de las especias deja de ser tan rentable como lo era las décadas anteriores y España se vuelca en mantener y controlar una ruta que le generaba muchos más beneficios como el Galeón de Manila. Para España, el comercio entre China y Nueva España reportaba enormes beneficios”, explica Rey.

Foto: Palawan, Filipinas (Fuente:iStock)

Manila deja una pequeña guarnición en las islas. En 1671, se comienza a construir el fuerte de Santa Rosa, el que será el último fuerte español en la actual Indonesia. Holanda, pese al acuerdo de paz, quiere el total control de la Ruta de las Especias y usa al sultán de Ternate para conquistar Siau. Finalmente, se produce el encontronazo entre los viejos enemigos europeos de forma indirecta. En 1677, una flota de la VOC y de guerreros de Ternate aparece frente al fuerte español. Los holandeses se muestran como simples garantes de los derechos de sus aliados, una especie de observadores que no intervienen en la contienda. Envían una muy educada carta al capitán español, Andrés Serrano, jefe del fuerte santa rosa, que está al mando de un pequeña guarnición.

Rescatar una página de la historia

El hispano había pedido unos refuerzos a Manila que no llegaron. La misiva no es bien recibida. “El capitán español respondió al holandés indicándole que no le volviera a escribir en neerlandés, ya que en esa isla nadie lo entendía. Si quería escribir otra carta, la próxima podría hacerlo en latín, portugués, catalán, italiano, celebés, tagalo o malayo, pero no en neerlandés”, explica el libro.

Serrano pretendía recordar al holandés que su país no tenía ninguna relación con esa isla. El holandés, muy ofendido por el desprecio a su idioma, replicó que “felizmente ya no estaban bajo el yugo de España”, y el español volvió a replicar que le sorprendía que no le gustara el idioma español ya que en el pasado “todos los gobernadores neerlandeses de las Molucas no tenían problemas de escribirlo y leerlo”.

Foto: Los últimos de Filipinas. El teniente Saturnino Martín Cerezo está sentado, segundo por la izquierda.

Finalmente las tropas del sultán de Ternate, que usa la artillería vendida por los holandeses, acabaron tomando el fuerte Santa Rosa y los españoles rindiéndose el 1 de noviembre de 1677. Acababa así la presencia y dominio español en Las Molucas y en mar de Célebes.

350 años después, el libro que recuerda esa historia, y que acababa de ser traducido al indonesio, será presentado el 17 de enero en Siau, el 22 de enero en Yakarta, y el 24 en Ternate gracias a el apoyo del embajador español en Indonesia, Francisco Aguilera, que se ha empeñado en poner un altavoz a un libro que rememora un desconocido pasado común entre ambos países. “Estoy muy orgulloso de presentar allí, traducido al indonesio, este trabajo que hemos hecho Campo, Iriyanto y yo”, explica Rey. “Se rescata una página oculta de la historia común del reino de Siau y España, recuperando la olvidada historia de una alianza forjada entre dos reinos cristianos en el remoto mar de Célebes”, concluye la obra.

"España fue la potencia en el Pacífico. Estuvimos en Filipinas, Brunei, Las Maríanas, Carolinas, las Molucas, Las Salomón, Vanuatu… España descubrió todo y más", explica Juan Carlos Rey, investigador y escritor español que lleva años viviendo y viajando por esta parte del mundo para desenterrar una parte de la historia hispana olvidada.

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