Es noticia
¿Una 'mano rusa' en la crisis de Groenlandia? La carta falsa que quiso explotar la ambición de Trump
  1. Mundo
Terreno fértil para sembrar división

¿Una 'mano rusa' en la crisis de Groenlandia? La carta falsa que quiso explotar la ambición de Trump

La carta publicada en 2019, y probablemente falsificada por Rusia, es un ejemplo de la facilidad con la que se puede explotar una crisis entre países democráticos

Foto: Un avión privado de Donald Trump en Groenlandia durante la visita de su hijo Donald Trump Jr., el pasado 7 de enero. (Reuters/Emil Stach Ritzau)
Un avión privado de Donald Trump en Groenlandia durante la visita de su hijo Donald Trump Jr., el pasado 7 de enero. (Reuters/Emil Stach Ritzau)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

No es una exageración afirmar que, de prosperar las demandas de Donald Trump para que Groenlandia se convierta en propiedad de Estados Unidos, esto podría desencadenar la mayor crisis transatlántica en décadas. Que la persona a punto de ocupar la Casa Blanca diga que no descarta el uso de la coerción económica o militar a no ser que Dinamarca —un estrecho colaborador de Estados Unidos y socio clave en la OTAN— se pliegue a sus demandas territoriales, pasando por encima de la legislación internacional y ante la oposición de sus aliados europeos, es algo potencialmente muy grave.

Existen numerosas razones por las que Groenlandia es de interés para EEUU. La isla, de hecho, lleva en el punto de mira de Trump desde su primera presidencia, tal y como reveló en exclusiva el diario The Wall Street Journal en agosto de 2019. La confirmación por parte de su equipo de que realmente se estaba considerando la idea provocó una pequeña crisis entre ambos países cuando la primera ministra danesa Mette Frederiksen calificó la propuesta de “absurda”, lo que llevó a Trump a calificarla a ella de “desagradable” y a cancelar un viaje oficial a Dinamarca.

El senador Tom Cotton, por su parte, publicó una pieza de opinión en el diario The New York Times defendiendo la iniciativa: “La adquisición de Groenlandia aseguraría intereses estratégicos vitales para Estados Unidos, económicamente beneficiaría tanto a nosotros como a los groenlandeses, e iría en línea con las tradiciones diplomáticas estadounidenses y danesas”, escribió. También recordó que la Administración Truman le había ofrecido ya 100 millones de dólares a Dinamarca en 1946 a cambio de la isla, y que China también ha mostrado interés en establecerse en este territorio por sus propias y poderosas razones.

Foto: Paisaje de Groenlandia. (Reuters)

En otros foros, Cotton se atribuyó el haber sido él quien le metió a Trump en la cabeza la idea de comprar Groenlandia, que el presidente describió como “un trato inmobiliario, solo que a lo grande”. Y mientras todo esto sucedía, Rusia tomaba buena nota de ello.

“La sugerencia estadounidense es aceptable”

En noviembre de ese año se hizo pública una supuesta carta en la que la ministra groenlandesa de Educación, Cultura, Iglesia y Asuntos Exteriores, Ane Lone Bagger, se dirigía a Cotton pidiéndole ayuda financiera para organizar un referéndum de independencia en la isla para vencer la obstrucción de Dinamarca.

“De parte de nuestro gobierno de Groenlandia quiero expresarle nuestro aprecio por apoyar nuestro país en la lucha por un futuro mejor. Compartimos su postura sobre la necesidad de desarrollar una cooperación mutuamente beneficiosa entre Estados Unidos y Groenlandia […] Su puesta en marcha de forma exitosa indudablemente depende del grado de integración entre EEUU y Groenlandia. Nuestro gobierno va a superar todas las barreras legales y políticas en este sentido y organizar un referéndum sobre la independencia de Groenlandia tan pronto como sea posible”, decía la misiva, que añadía: “Hemos considerado aceptable la sugerencia estadounidense sobre el futuro estatus de Groenlandia como un ‘territorio organizado no alineado’. Al mismo tiempo, el gasto de organizar el evento, así como los gastos relacionados han excedido el límite planeado. Respecto a eso, se requiere por su parte un incremento financiero del 30% de la cantidad inicial”.

La carta, publicada en internet días antes de que Bagger viajase a Estados Unidos y poco después de que una delegación norteamericana visitase la isla para promover la inversión estadounidense, era una falsificación bastante obvia, que pretendía hacer creer que EEUU estaba detrás de algún tipo de negociación secreta con el gobierno de Groenlandia. Dado lo improbable de que un montaje tan burdo pudiese llegar a provocar un cisma entre Copenhague y Washington, el objetivo probablemente era el engañar a una parte de la sociedad danesa y agitar los sentimientos antiestadounidenses, aprovechando el desencuentro con Trump.

placeholder La carta falsificada. (Archivo)
La carta falsificada. (Archivo)

La falsificación incluía el encabezamiento del gobierno autónomo de Groenlandia y mostraba la que parecía ser la firma real de Bagger. Según señaló entonces el diario Politiken, el más importante de Dinamarca, era “la primera vez en la historia reciente en la que una falsificación de este tipo aparece en mitad de una situación tensa para la política exterior danesa”.

“El momento de publicación de esta carta es absolutamente extraordinario. Este es un asunto muy serio para Dinamarca y la Mancomunidad [danesa]”, declaró entonces el mayor Steen Kjaergaard, analista militar de la Academia Danesa de Defensa, a Politiken. “Dinamarca es uno de los aliados más estrechos de EEUU y ser capaz de dividirlos sería un gran logro. Aquí, se está explotando el Ártico para un objetivo mayor, que es la división en Occidente y dentro de la OTAN”, añadió.

Un responsable cada vez más claro

En aquel momento las autoridades danesas no se atrevieron a atribuir la falsificación a ningún actor, aunque Rusia y China, dos países con importantes intereses en el Ártico, figuraban como los dos principales sospechosos. Otros analistas independientes señalaron varios indicios que apuntaban a una probable autoría rusa, desde ciertos errores gramaticales en la carta (típicos de un rusoparlante expresándose en inglés) hasta la aparición simultánea de otros mensajes promoviendo la cuestión de la propiedad estadounidense de Groenlandia en ciertos canales rusos, pasando por el alto nivel de seguridad operativa de estos post, que indicaban la probable participación de un servicio de inteligencia extranjero.

No obstante, el panorama cambió en los años siguientes y en 2022, el Servicio de Inteligencia y Seguridad Interior de Dinamarca (PET) publicó un informe en el que ya se apuntaba directamente a Rusia. “Es altamente probable que la carta fuese creada y compartida en internet por agentes de influencia rusos, que querían crear confusión y un posible conflicto entre Dinamarca, EEUU y Groenlandia”, decía el documento.

El embajador ruso en Dinamarca, Vladimir Barbin, negó toda participación de Rusia en el incidente y trató de explicar las alegaciones como un intento de desviar la atención por la revelación, el año anterior, de que la inteligencia danesa había ayudado a la NSA a espiar a políticos europeos, como Angela Merkel o el ministro de exteriores alemán Frank-Walter Steinmeier. Barbin aseguró que las acusaciones “deben ser consideradas exclusivamente como una operación para cubrir el escándalo de que las autoridades danesas proporcionaron a la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU acceso a cables de comunicación que pasan por territorio danés”.

Foto: Donald Trump Jr. junto con Jorgen Boassen en su visita a Nuuk, Groenlandia. (Reuters/Emil Stach Ritzau Scanpix)

Un experto danés en desinformación ha confirmado a El Confidencial que “hoy el PET no tiene ninguna duda de que Rusia estuvo detrás de aquella falsificación”. “No ha habido ningún gran movimiento en particular en el campo de la desinformación rusa sobre Groenlandia en los últimos días. Pero Rusia, por supuesto, está feliz de que haya división entre países de la OTAN. Y es bueno para el Kremlin que Francia y Alemania hayan defendido a Dinamarca y Groenlandia, creando una brecha entre naciones y estados occidentales”, señala este especialista, que trabaja para una importante institución nacional y no puede dar su nombre al no estar autorizado a hacer declaraciones públicas.

No hay evidencias de que Cotton llegara jamás a ver la supuesta carta, o que se hiciese un intento real por hacérsela llegar. Cinco años después, el apetito de Trump por Groenlandia no solo no ha desaparecido, sino que se ha afianzado. De momento, las autoridades rusas, a través de Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, solo han dicho que están “siguiendo la situación muy de cerca”. Y en todo este drama, el episodio de la carta no deja de ser anecdótico, pero sigue siendo un ejemplo de la facilidad con la que en ocasiones se puede explotar una crisis entre países democráticos, tratando de ahondarla y profundizarla.

No es una exageración afirmar que, de prosperar las demandas de Donald Trump para que Groenlandia se convierta en propiedad de Estados Unidos, esto podría desencadenar la mayor crisis transatlántica en décadas. Que la persona a punto de ocupar la Casa Blanca diga que no descarta el uso de la coerción económica o militar a no ser que Dinamarca —un estrecho colaborador de Estados Unidos y socio clave en la OTAN— se pliegue a sus demandas territoriales, pasando por encima de la legislación internacional y ante la oposición de sus aliados europeos, es algo potencialmente muy grave.

Donald Trump
El redactor recomienda