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¿Parálisis o calma Bruselas? A la Unión Europea le cuesta responder a Musk porque no habla su idioma
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¿Parálisis o calma Bruselas? A la Unión Europea le cuesta responder a Musk porque no habla su idioma

La Comisión no logra dar una respuesta contundente al comportamiento de Musk, en gran medida porque solo se siente cómoda en el terreno de las normativas europeas

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE/Anthony Anex)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE/Anthony Anex)
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El hombre más rico del mundo está poniendo en una situación muy incómoda a la Unión Europea. A medida que Elon Musk ha incrementado su nivel de interferencia en la política interna de Alemania y de socios de la Unión como el Reino Unido, la presión ha aumentado para que haya una reacción desde este lado del Atlántico. Pero cuando los ojos se dirigen a la Comisión Europea, lo que hay es una parálisis casi total. Los portavoces repiten una y otra vez los mismos mensajes vacíos, evitan moverse de la línea oficial y se mantienen a la espera, todo mientras la presidenta, Ursula von der Leyen, se encuentra fuera de juego por una neumonía grave. La figura de la alemana es tan importante en el actual Ejecutivo comunitario que su ausencia genera un entumecimiento general.

Pero el problema va más allá del hecho de que Von der Leyen, muy celosa de su territorio y de no ceder ningún poder a nadie, no esté en Bruselas. La Comisión no está acostumbrada a estos juegos. Como ocurrió al inicio de la primera presidencia de Donald Trump, cuando el magnate jugaba a atemorizar a sus aliados a golpe de tuits y mensajes en redes sociales, Bruselas se mueve con torpeza en este entorno. El Ejecutivo comunitario se siente cómodo en su hábitat natural, las largas y tediosas conversaciones, las reuniones llenas de documentos, referencias permanentes a las normas y regulaciones europeas. Pero no en el mano a mano, no en la era de los zascas digitales, las informaciones falsas y las respuestas rápidas a la provocación.

En la anterior legislatura, la Unión Europea se dotó de herramientas para hacer frente al nuevo entorno digital con el Acta de Servicios Digitales (DSA) y el Acta de Mercados Digitales (DMA), cuyas reglas han empezado a aplicarse en los últimos meses. De hecho, X, la antigua Twitter, la red social que Elon Musk compró y ha convertido en su herramienta para interferir de manera clara en los debates internos, está siendo sometida a una investigación desde diciembre de 2023. Y a ello se aferran. No es que no estén haciendo nada: se están moviendo en el terreno habitual de la Comisión. El problema es que ahora todo se mueve mucho más rápido, y que las herramientas que se han creado en el pasado no siempre son útiles en el presente.

La DSA está pensada para establecer multas millonarias cuando hay un incumplimiento de la norma, una norma que está centrada en fallos graves en los sistemas, no precisamente para lidiar con el comportamiento individual del dueño de una red social. Por ejemplo, el hecho de que Musk pueda estar potenciando su propio perfil para maximizar su impacto e influencia, un asunto que no es una de las líneas de investigación de la Comisión Europea, no tiene que ser necesariamente una violación de la DSA, ya que existe la posibilidad de que las redes destaquen perfiles, aunque esa excepción se pueda hacer pensando más por ejemplo en casos de catástrofes naturales o información importante para los ciudadanos, que pensando en un perfil como el de Musk.

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Sin embargo, eso no ha hecho que desde algunas capitales no se pida dureza a Bruselas. "O la Comisión Europea aplica con la mayor firmeza las leyes que existen para proteger nuestro espacio único o no lo hace, y en ese caso debería pensar en devolver la capacidad de hacerlo a los Estados miembros de la UE", ha asegurado Jean-Noel Barrot, ministro de Asuntos Exteriores francés. Su presidente, Emmanuel Macron, ha denunciado que Musk está detrás de una "internacional reaccionaria". Alexander de Croo, primer ministro en funciones de Bélgica, también señaló que pedirá a la Comisión Europea que actúe. "La libertad de expresión es importante para mí, pero no puede utilizarse como pretexto para mentiras y manipulaciones (...) Voy a pedir una intervención", señaló el político liberal ante el parlamento belga.

Las peticiones de que la Comisión Europea tome cartas en el asunto de manera inmediata llegan también desde las propias instituciones. "Trump y Musk solamente respetan la fuerza. Es nuestra debilidad la que les anima a pisotearnos así. Nos sentimos impotentes, pero en realidad tenemos los medios para actuar y asumir la responsabilidad del equilibrio de poder", ha señalado Raphael Glucksmann, eurodiputado francés de los socialdemócratas europeos. Glucksmann considera que el Ejecutivo comunitario debe tener el "coraje" de cerrar las investigaciones abiertas contra X a través de la DSA y anunciar medidas, que deben incluir "multas masivas".

placeholder Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, durante un Consejo Europeo. (EFE)
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, durante un Consejo Europeo. (EFE)

Calma y mano izquierda

Hasta ahora, el mensaje dentro de la Comisión Europea es que lo que se busca es no provocar. Muchos consideran que Musk y Trump quieren generar nerviosismo y hacer que la UE cometa errores no forzados que les ayuden más adelante en la posición negociadora de Estados Unidos en distintos aspectos, como por ejemplo son los aranceles que el presidente electo ha anunciado. Por el momento, los portavoces han esquivado las preguntas sobre una posible invasión de Groenlandia por parte de Estados Unidos, refiriéndose a ello como "asuntos muy hipotéticos". No quieren entrar en las provocaciones de Trump.

La cuestión es que muchos creen que las maniobras de Musk deberían tener algún tipo de respuesta que no sea regulatoria, sino política. No dejar que su discurso quede sin respuesta. Pero el liderazgo político de la Comisión lo ejerce una única persona, Von der Leyen, que a pesar de sufrir una "neumonía severa", que según la agencia de noticias alemana DPA provocó su hospitalización durante una semana, ha decidido no ceder ese bastón de mando. Y no se puede separar la respuesta política a Musk de una realidad: formará parte de la próxima administración americana, la misma que viene obsesionando a los miembros del Ejecutivo comunitario desde hace meses, que tratan de encontrar una manera de lidiar con ella.

En todo caso, este jueves por la noche, al mismo tiempo que Musk entrevistaba en su red social a la líder del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, Von der Leyen y António Costa, presidente del Consejo Europeo, el foro de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, emitían un mensaje conjunto en dicha plataforma. "Estados Unidos es uno de nuestros socios más cercanos y estamos comprometidos a fortalecer el vínculo transatlántico. Para la UE es esencial proteger y fortalecer nuestros valores democráticos fundamentales, hacer que nuestra economía sea más competitiva y sostenible, ampliar nuestra red global de asociaciones e invertir más en nuestra seguridad", explicaban.

Primero el piropo, luego la línea defensiva. Ambos líderes subrayaban después que "la UE siempre protegerá a nuestros ciudadanos y la integridad de nuestras democracias y libertades". Y el mensaje terminaba, de vuelta, con buenas voluntades y reconocimiento del papel americano en el mundo: "Esperamos tener una relación positiva con la próxima administración estadounidense, basada en nuestros valores comunes e intereses compartidos. En un mundo difícil, Europa y Estados Unidos son más fuertes juntos".

El hombre más rico del mundo está poniendo en una situación muy incómoda a la Unión Europea. A medida que Elon Musk ha incrementado su nivel de interferencia en la política interna de Alemania y de socios de la Unión como el Reino Unido, la presión ha aumentado para que haya una reacción desde este lado del Atlántico. Pero cuando los ojos se dirigen a la Comisión Europea, lo que hay es una parálisis casi total. Los portavoces repiten una y otra vez los mismos mensajes vacíos, evitan moverse de la línea oficial y se mantienen a la espera, todo mientras la presidenta, Ursula von der Leyen, se encuentra fuera de juego por una neumonía grave. La figura de la alemana es tan importante en el actual Ejecutivo comunitario que su ausencia genera un entumecimiento general.

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