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Sabotaje y secuestros: así fue vivir las tácticas represivas del chavismo antes de la toma de posesión
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"Se disfrazan y salen vestidos de civiles"

Sabotaje y secuestros: así fue vivir las tácticas represivas del chavismo antes de la toma de posesión

La persecución a la oposición ha dejado un total de más de 1.800 presos políticos, según datos de la ONG Foro Penal, de los cuales apenas 300 fueron apresados antes de las elecciones del 28 de julio

Foto: La líder antichavista María Corina Machado saluda a una de sus seguidoras en Caracas. (EFE/Miguel Gutiérrez)
La líder antichavista María Corina Machado saluda a una de sus seguidoras en Caracas. (EFE/Miguel Gutiérrez)
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Después de meses en la clandestinidad, Machado ha reaparecido en Caracas en una manifestación convocada en apoyo de la juramentación de Edmundo González Urrutia como presidente un día antes de la la toma de posesión. Según el equipo de Machado, varios colectivos armados [bandas paramilitares de civiles adeptos al Gobierno] dispararon contra las motos que la transportaban al terminar la demostración, tumbándola y llevándosela a la fuerza, pero que la liberaron después de “forzarla a grabar varios vídeos”. Es el clímax de un cambio de estrategia del Gobierno chavista, que optó por el sabotaje y los ataques encubiertos después de años recurriendo al asesinato y detención arbitraria de la disidencia política, ya fuera en las calles o en sus propias casas.

Poco antes, centenares de personas rodeaban una furgoneta sobre la cual estaba Machado en la Calle Elice, en Chacao. A menos de 50 metros se encontraban los Cuerpos de la Policía Nacional Bolivariana, con escudos y carabinas de perdigones. Estos separaban a los manifestantes opositores de una tarima en la que varios animadores bailaban y cantaban consignas a favor de Nicolás Maduro frente a los asistentes cuya cifra resultaba mínima frente al número de manifestantes al otro lado de la línea policial. Pero tampoco eran tantos como los motorizados que llegaban desde el centro comercial 'Líder' donde pocos momentos antes acosaban a quienes habían acudido a protestar en contra del Gobierno chavista.

El 'Líder' era uno de los cuatro puntos señalados por Machado para las protestas de este jueves, pero se vieron interrumpidas por el montaje de una de estas tarimas. Era la última de varias que aparecieron a lo largo de la avenida Francisco de Miranda, tocando salsa a volúmenes ensordecedores. Algunas, como la ubicada en Los Palos Grandes, tenían a más personas montadas que en frente. La que apareció en la Plaza Francia en Altamira, logró acumular alrededor de un centenar de asistentes. “¡Tienen miedo a la furia bolivariana!”, chillaba una de las animadoras.

"Que se vayan con sus cuentos de las actas, tenemos el mejor sistema electoral del mundo”, dijo, haciendo referencia a las actas electorales certificadas que presentó el equipo de Machado, según las cuales las elecciones del pasado 28 de julio dieron como ganador definitivo . Después de casi medio año, el Centro Nacional Electoral (CNE) no ha producido pruebas para dar la victoria al presidente Nicolás Maduro. Entregaron la causa al Tribunal Supremo de Justicia, que emitió una sentencia a favor de sus afirmaciones.

Foto: María Corina Machado, en una de sus últimas imágenes (Reuters/Maxwell Briceno)

Quienes llegaban desde el oeste al 'Líder' se encontraban con un grupo de oficialistas que bailaban en la calle con canciones ensalzando el legado del difunto expresidente y su sucesor, Maduro. Desde hace años abundan los testimonios de que el chavismo obliga a los trabajadores públicos a apoyar estas demostraciones y contramarchas bajo riesgo de penalizaciones laborales o incluso penas de cárcel. En este punto, varios se devolvían, sin dejar de buscar otro sitio para concentrarse. La mayoría de este lado son personas de mediana edad.

“Yo sé que muchos jóvenes se fueron del país, pero nosotros tenemos que perder el miedo porque, si no, no vamos a salir de este gobierno”, admite Mayerling, que, como la mayoría de los entrevistados, prefiere que no se publique su nombre real por miedo a represalias. “No tenemos armas como las que tienen ellos, pero el triunfo de haber elegido a un presidente democrático nos da valor”.

A pocos pasos se encuentra el Núcleo Endógeno Socialista Francisco de Miranda, donde los encargados están montando una bandera en la reja. Una de ellos declara que el oficialismo no se opone a las manifestaciones, siendo este un “país democrático donde todos pueden protestar”, a pesar de la seguridad que expresa de que “ganó Maduro”. “Otra cosa es si se ponen violentos y usan armas, que tú sabes que tienen toda su logística para [dar un golpe], pero como quien dice: candelita que se prende, candelita que se apaga”.

Mientras tanto, del lado este del centro comercial, una tromba de motociclistas y peatones con vuvuzelas y banderas a favor de Maduro empujaban a los opositores, presionándolos e intimidándolos para alejarlos del punto convocado. Los manifestantes responden pasándose al otro lado de la valla, poniéndose a la sombra y con una barrera física entre ellos y los representantes del oficialismo, varios de los cuales llevan máscaras, tapabocas idénticos con la bandera de Venezuela y teléfonos móviles con los que los graban a los opositores. Un uniforme que cumplía incluso una de las personas montadas en una furgoneta que llevaba un equipo de sonido con música y a dos mujeres bailando.

“Esos son polícias, son del SEBIN, (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), que se disfrazan y salen vestidos de civiles”, grita una mujer después de reclamarle a uno de los enmascarados que los dejaran pasar. Lo que cuenta tiene sus antecedentes más recientes en la temporada poselectoral, durante agosto del año pasado, en la que las fuerzas armadas y bandas paramilitares ejercieron una serie de ataques contra opositores a través de la llamada "Operación Tun Tun". Esta incluía la revisión de los móviles, los sapeos (chivatazos) contra vecinos y el dibujo de símbolos de equis para marcar puertas señaladas de activistas, líderes políticos o incluso quienes asistían a protestas.

Foto: Un hombre sostiene una pancarta en la que se lee «por la libertad de Venezuela», mientras venezolanos residentes en España participan en una concentración ante el Parlamento español. (REUTERS/Violeta Santos Moura)

Otra señora, que llegaba desde La Candelaria y sostenía una bandera con el eslógan “FUERA DICTADURA”, expresa su temor de un escalamiento. “No nos atacan [directamente], pero cuando llegan así con las motos, nos obligan a retroceder, y va a llegar un momento en el que no puedan más y nos van a agredir, ellos son así”, lamenta. Otro joven muestra un vídeo por el que recibió amenazas. “Yo estaba grabando y este hombre”, dice, señalando la pantalla, “me dijo que iba a caerme a tiros, a partirme la cara, las piernas”. Él anda con un bastón de senderismo porque sufre de esclerosis múltiple y síndrome de persona rígida, “el mismo de Celine Dion”. “Pero nosotros regresamos, esta lucha es de todos”.

A través de las rejas encima de las barreras de hormigón que separan las calles, los opositores y los chavistas se gritan y se provocan, pero aparecen algunos que logran hablar e incluso darse la mano. María Gabriela Cuevas, profesora universitaria de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello y la única entrevistada en dar su nombre, se dirige a los chavistas para encontrar un punto en común, compartiendo consignas a favor del trabajo, la educación y la democracia, y en contra del hambre. Mirándolos a los ojos, en sus palabras, les llama para “buscar el ser humano que son”. “Lo haría aunque fueran personas convencidas, pero sé que muchos de ellos están cumpliendo el papel que les toca por el trabajo que tienen. Muchos de ellos simplemente guardan silencio, otros nos gritan que nos vayamos, pero otros escuchan y contestan”.

Mientras obligan a retroceder a los opositores por los dos carriles, se acaba la separación física entre las dos calles y los motorizados y enmascarados se envalentonan. Incluso hacen acto de presencia los tupamaros, un grupo de tendencia comunista con un historial de violencia terrorista. La mayoría de los manifestantes abandonan la escena para dirigirse a Chacao, donde lograrán ver a María Corina, pero los que se quedan tienen que aguantar el acoso de los chavistas, que avanzan hasta hacerlos retroceder, los rodean y se burlan de ellos. A una señora mayor la acorralan y le obligan a ponerse una banda tricolor en los hombros que varios de ellos comparten.

"Yo lo que estoy es cansada, yo no quiero vivir con una bolsita de arroz"

“Ustedes están molestos porque María Corina los abandonó y porque Edmundo no pudo reunirse con [el presidente electo estadounidense Donald] Trump, que va a trabajar con Maduro, ¡váyase a su casa!”, le dice con sorna uno de los motorizados. Sin saber si lo que dice es verdad, ella le responde: “Yo lo que estoy es cansada, yo no quiero vivir con una bolsita de arroz que me dé el gobierno todos los meses; yo quiero poder escoger. En la cuarta República [periodo anterior al mandato de Chávez] yo podía comprar todo lo que yo quisiera, pero mi pensión de jubilada no me da sino para un paquete de cigarrillos y una teta de helado”.

En Chacao también se registraron provocaciones de este tipo antes de la llegada de María Corina Machado. “Aquí también vinieron los tupamaro a medir si nos correteaban”, dice Yendri, que había llegado varias horas antes. “Los motorizados habían llegado mientras todavía no llegaban tantas personas, pero cuando intentaron cargar contra los que estábamos, nos echamos encima de ellos, y ellos no pudieron sino dar la vuelta e irse”, cuenta.

También sospecha de la pasividad de los CPNB que se encontraban en la manifestación con equipo de antidisturbios. “Para mí que ahí hay un acuerdo”, dice, repitiendo las sospechas de muchos venezolanos después de que Machado declarara que está en comunicación con policías y militares para que den la espalda al régimen y tomen una decisión entre “ser un tirano [que] reprime o un héroe que defiende a su pueblo”, como expresó en una conferencia de prensa virtual.

placeholder Simpatizantes de la oposición venezolana se reúnen antes de la toma de posesión de Maduro. (Reuters/Tomás Cuesta)
Simpatizantes de la oposición venezolana se reúnen antes de la toma de posesión de Maduro. (Reuters/Tomás Cuesta)

Los rumores y la desinformación son otra arma en el arsenal del chavismo, que ya tenía 'granjas de trolls' en redes sociales desde antes de que se volvieran famosas gracias a los escándalos surgidos en las elecciones presidenciales que le dieron la victoria a Trump. Los rumores sobre la situación de María Corina Machado y Nicolás Maduro vuelan a la velocidad de la luz, y varias iniciativas de periodistas y activistas se dedican a la difusión de informaciones contrastadas y a desmentir bulos como el pronunciado por aquel motorizado chavista.

Militarización de las ciudades

Estos hechos siguen a las medidas de militarización en varias ciudades del país que responden a la promesa al objetivo de evitar que González Urrutia se juramente este 10 de enero como presidente. Hasta el 8 de enero, los cuerpos policiales y militares, la Guardia Nacional Bolivariana y grupos de civiles armados adeptos al chavismo patrullaban las calles de las grandes ciudades del país, varios de ellos con los rostros escondidos por capuchas y pasamontañas. Varios testigos reportaron que en las ciudades de Caracas y Barquisimeto y en los estados de Zulia, Bolívar y Táchira se montaron puntos de control para detener y registrar vehículos, generando embotellamientos del tráfico.

Este miércoles, el Gobierno entregó armamento militar a funcionarios de las instituciones públicas que fueron juramentados como Cuerpos Combatientes. Durante la ceremonia, que tomó lugar en las afueras del Palacio de Miraflores, el mandatario explicó a los trabajadores de distintos ministerios, instituciones políticas y empresas estatales (como Venezolana de Televisión, PDVSA, Banco de Venezuela e Hidrocapital) que se incorporarían al llamado Órgano de Dirección de Defensa Integral de Venezuela, que aglutina las fuerzas armadas, policías y milicianos y que estará operativo para garantizar su investidura. Durante este evento, Maduro anunció la “captura” de “siete mercenarios extranjeros”, dos de EEUU, dos “de la guerra de Ucrania” y “dos sicarios colombianos”.

Con este anuncio, Maduro declaró que se suman 125 extranjeros aprehendidos a los que ha acusado de pertenecer a operaciones de terrorismo y desestabilización política, incluyendo a 10 estadounidenses y dos españoles a los que señala como agentes del Centro Nacional de Investigación (CNI), pese a las negativas de la agencia española.

La persecución a la oposición ha dejado un total de más de 1.800 presos políticos, según datos de la ONG Foro Penal, de los cuales apenas 300 fueron apresados antes de las elecciones del 28 de julio. A estos se les ha negado el derecho a presentar abogados privados en su defensa y a poder proseguir sus juicios en libertad. Entre los detenidos en la última semana se encuentran Rafael Tudares, yerno de González Urrutia; Enrique Márquez, excandidato presidencial; Carlos Correa, director de la Espacio Público; y otros dirigentes políticos y activistas.

Después de meses en la clandestinidad, Machado ha reaparecido en Caracas en una manifestación convocada en apoyo de la juramentación de Edmundo González Urrutia como presidente un día antes de la la toma de posesión. Según el equipo de Machado, varios colectivos armados [bandas paramilitares de civiles adeptos al Gobierno] dispararon contra las motos que la transportaban al terminar la demostración, tumbándola y llevándosela a la fuerza, pero que la liberaron después de “forzarla a grabar varios vídeos”. Es el clímax de un cambio de estrategia del Gobierno chavista, que optó por el sabotaje y los ataques encubiertos después de años recurriendo al asesinato y detención arbitraria de la disidencia política, ya fuera en las calles o en sus propias casas.

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