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Por qué Dinamarca no debe tomarse a risa el deseo de Trump de comprar Groenlandia
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Por qué Dinamarca no debe tomarse a risa el deseo de Trump de comprar Groenlandia

Hace décadas que EEUU ambiciona controlar el territorio por su posición militar estratégica, sus recursos naturales, y para mantener a China alejada del Ártico

Foto: Paisaje de Groenlandia. (Reuters)
Paisaje de Groenlandia. (Reuters)
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Aún faltan dos semanas para que Donald Trump tome posesión como 47º presidente de los Estados Unidos, pero el magnate republicano ya ha tenido tiempo para sacudir el tablero de la política internacional. Y uno de los puntos por los que ha empezado es Groenlandia.

En una cadena de mensajes publicados en su propia red social, Truth Social, el futuro presidente de los EEUU declaró que "la propiedad y el control" de Groenlandia, actualmente un territorio autónomo que forma parte del Reino de Dinamarca, "es de absoluta necesidad" para su país. Poco le ha importado a Trump crear una disputa al cuestionar la soberanía de un territorio de uno de sus aliados en la OTAN, ya que la isla ártica representa un caramelo que Washington lleva décadas persiguiendo.

De hecho, la idea de poseer la inmensa extensión de 2.16 millones de kilómetros cuadrados —con un 80% de su superficie cubierta por hielo— no es una nueva ocurrencia de Trump. El republicano ya lo intentó en el año 2019 y el episodio terminó con el presidente estadounidense cancelando una visita oficial en Copenhague tras la negativa de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, a discutir la posible venta de Groenlandia. Esta vez, la reacción en el palacio de Christiansborg (la sede del Gobierno y el parlamento de Dinamarca) ha sido anunciar un incremento de millones de euros para reforzar la presencia militar en el ártico y la defensa de Groenlandia, mientras que diputados del parlamento han tildado de "inaceptable" que uno de sus aliados más importantes reclame partes de su territorio.

Desde Nuuk, la capital groenlandesa, el presidente del gobierno autonómico, Múte Egede, también se ha expresado de forma clara respecto a los ofrecimientos de Trump. "No estamos en venta y nunca lo estaremos", sentenció en la cadena pública danesa DR. Egede, no obstante, quiso remarcar que el gobierno de la isla ártica busca la colaboración con otros países: "estamos abiertos a la cooperación y al comercio con todo el mundo, especialmente con nuestros vecinos".

Foto: Trump, durante la recepción al presidente rumano este martes en la Casa Blanca. (Reuters)

En Dinamarca, los analistas advierten que los mensajes de Donald Trump expresando sus ambiciones con Groenlandia no son meramente un estruendo en redes sociales como los que el mundo se acostumbró bajo su último mandato en la Casa Blanca. El investigador en el Instituto Danés de Estudios Internacionales (DIIS), Mikkel Runge Olesen, alertaba de que "nos lo tenemos que tomar muy seriamente". Olesen argumentaba que la propuesta de Donald Trump para controlar Groenlandia puede ser una estrategia "para sacudir las cosas como están actualmente y, quién sabe, abrir oportunidades para incrementar una mayor presencia estadounidense o hacer más estrechas las relaciones con el gobierno de Nuuk".

¿Qué quieren los EEUU de Groenlandia?

Estados Unidos desea Groenlandia desde hace más de 150 años cuando, al mismo tiempo que adquirió la región de Alaska a Rusia, intentó comprar Groenlandia e Islandia, pero no prosperó. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la administración estadounidense presidida por Eisenhower ofreció a Dinamarca cien millones de dólares por la isla ártica (que geográficamente forma parte de Norteamérica), pero desde Copenhague volvieron a decir que no.

Hoy, los intereses de Estados Unidos en Groenlandia se centran en "consolidar su presencia como potencia en el ártico, la defensa militar, y la extracción de recursos naturales" explicaba Jon Rahbek-Clemmensen, investigador especializado en la región del ártico en la Academia de Defensa danesa. La base militar más septentrional que tiene el ejército norteamericano es la de Pituffik, y se encuentra en el extremo noroeste de la costa groenlandesa. Esta base, que ha sido modernizada y ampliada en los últimos años, forma parte del sistema de aviso y defensa antimisiles de EEUU, ya que, en caso de un ataque con proyectiles de larga trayectoria, la isla serviría de escudo antes de que se pudiera alcanzar la costa oeste de América. Clemmensen añade que también serviría al ejército estadounidense "para controlar y cazar a submarinos rusos en el atlántico norte".

Pero más allá de la importancia geoestratégica, el mayor atractivo de Groenlandia para los intereses norteamericanos se encuentra bajo tierra. Según las estimaciones del Servicio Geológico de los EEUU, en las aguas de Groenlandia se podrían extraer 17.500 millones de barriles de petróleo crudo en yacimientos aún por explorar, y 4,19 billones de metros cúbicos de gas natural. Además de los recursos naturales fósiles, en el subsuelo también se encuentra oro, uranio, aluminio y grandes cantidades de tierras raras. Estos minerales son esenciales para el desarrollo de la industria en sectores tan estratégicos como la tecnología, la defensa y las energías verdes. Sin embargo, actualmente China controla el 80% de las reservas globales de estos elementos, lo que garantiza su monopolio en la producción.

En este sentido "uno de los principales intereses norteamericanos en Groenlandia es mantener alejadas a las grandes potencias hostiles" dice el investigador Mikkel Runge Olesen. 2Para EEUU es tan importante utilizar Groenlandia por sus propios fines como asegurarse de que China y Rusia no consigan una presencia significativa en el territorio", añade.

Acercar Washington y Nuuk

Por primera vez desde 1957, en el año 2020 EEUU abrió un consulado en Nuuk para garantizar que los intereses norteamericanos eran tratados directamente con la administración groenlandesa sin pasar por Copenhague. Al mismo tiempo, el gobierno estadounidense donó 12 millones de dólares para el desarrollo de la isla ártica, en un momento en que las relaciones entre Dinamarca y Groenlandia no pasaban por el mejor momento, unas tensiones que continúan en la actualidad. "En Groenlandia hay una mayoría considerable en favor de la independencia, pero muchos groenlandeses no están dispuestos a independizarse a menos que se garantice que la economía del país sigue funcionando" dice Mikkel Runge Olesen.

Foto: Nuuk, en Groenlandia. (EFE)

Actualmente, Dinamarca aporta más de la mitad del presupuesto público anual de Groenlandia, lo que equivale al 20% de su PIB. Por eso, muchas voces en Groenlandia hablan en el futuro de un "acuerdo de libre asociación" con Dinamarca o con otros países, que consiste en una forma de asociación entre países más laxa, similar a la que EEUU ya mantiene con pequeñas naciones insulares del pacífico como las Islas Marshall, Palau o la Micronesia. Esta idea también es compartida y fue expresada por Alexander Gray, antiguo jefe de gabinete del Consejo de Seguridad Nacional en la primera administración Trump, pocas semanas después de las elecciones. "Parece que Groenlandia está más interesada en separarse de Dinamarca y, por lo tanto, EEUU debería estar preparada con la mano extendida (...) Trump tiene la oportunidad de conseguir el acuerdo del siglo", afirmaba Gray en su columna en el The Wall Street Journal.

Para el investigador del DIIS Mikkel Runge Olesen, "la estrategia de Donald Trump parece estar más en la dirección de provocar una salida más temprano que tarde, estar allí, causar una perturbación y ver si eso abre alguna posibilidad para los EEUU en Groenlandia". Sin embargo, los analistas también señalan que cualquier acuerdo para transferir la soberanía de Groenlandia a otro país sería una infracción del derecho internacional si no contara con la aprobación de los 56.000 habitantes de la isla.

Según Millen Curen, profesora en la facultad de derecho en la Universidad de Copenhague, "primero de todo haría falta un referéndum para garantizar que los groenlandeses quieren formar parte de los EEUU". De momento, el gobierno actual en Nuuk está liderado desde las elecciones de 2021 por el partido inuit Ataqatigiit (una formación progresista, verde e independentista) que ha cumplido la promesa con la que llegó al poder de suspender los planes para iniciar la extracción de uranio e hidrocarburos en el sur del país, unas políticas que no parecen coincidir mucho con las ambiciones de Trump en Groenlandia.

Aún faltan dos semanas para que Donald Trump tome posesión como 47º presidente de los Estados Unidos, pero el magnate republicano ya ha tenido tiempo para sacudir el tablero de la política internacional. Y uno de los puntos por los que ha empezado es Groenlandia.

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