Alerta de viaje: Israel teme que otros países arresten a sus soldados
Las Fuerzas de Defensa de Israel ha pedido a los combatientes en Gaza evitar viajar al extranjero debido a las acusaciones de crímenes de guerra presentadas por varios grupos activistas
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Recientemente, a decenas de soldados israelíes que participaron en los combates en Gaza se les ha pedido evitar viajar al extranjero debido a acusaciones de crímenes de guerra presentadas por grupos activistas antiisraelíes y propalestinos. Los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que han sido desplegados en la Franja deben informar al Ejército si planean salir del país, con el propósito de evaluar los riesgos vinculados al lugar de destino. Por su parte, a los reservistas se les recomienda consultar con el Ministerio de Relaciones Exteriores para valorar el nivel de amenaza que podría implicar el viaje.
Estos grupos de activistas identifican a los soldados a través de las imágenes y publicaciones que compartieron en sus redes sociales sobre sus acciones durante el servicio, a pesar de la prohibición explícita del Ejército de hacerlo. Una restricción que buscaba prevenir, precisamente, que dicho material sea utilizado en su contra en procesos relacionados con acusaciones de crímenes de guerra. Algunos de los combatientes ya estaban en otros países y se les pidió volver de inmediato, temiendo que fueran arrestados. Visitaban Chipre, Eslovenia y Holanda, que se sepa hasta la fecha.
La preocupación de las FDI es que algunas naciones tomen acciones legales por iniciativa propia, pero también que oficiales de alto rango sean arrestados para ser procesados en la Corte Penal Internacional (CPI), que ya emitió una orden de arresto contra el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y su exministro de Defensa Yoav Gallant por supuestos crímenes de guerra. Se especula con que los procesos individuales de soldados en el extranjero se podrían basar en el fallo de la CPI y en pruebas recopiladas en redes sociales y medios de comunicación.
"Me da miedo volar al extranjero, sí. Por eso, trato de no hacer nada que me pueda autoincriminar o ponerme en un lugar en el que me puedan acusar de hacer algo específico o haber participado en algo", cuenta Michael Ofer Ziv, exsoldado, uno de los cientos que firmaron hace meses una carta dirigida al primer ministro en la que se negaban a seguir sirviendo mientras no hubiera un alto el fuego inmediato y un intercambio de rehenes por prisioneros palestinos.
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Ofer Ziv, pese a no ser combatiente, era oficial en una sala de mando que dirigía a las tropas en el campo de batalla. Se negó a volver al servicio después de que tropas israelíes mataran por error a tres rehenes que se habían escapado de sus captores, iban sin camisa y con banderas blancas. El profundo desprecio por la vida humana en la guerra en general, queriendo o sin querer, y la laxitud del gatillo israelí en este conflicto en particular, lo convencieron para no volver y ahora se enfrenta a una posible sentencia con prisión en Israel. Y si viaja al extranjero, tal vez se exponga al mismo destino por haber participado en la guerra.
"Espero que como me opongo a esta guerra y estoy luchando contra ella, eso me dé al menos el beneficio de la duda. Pero da miedo y es también muy triste. Cuando la Corte Internacional emitió la orden de arresto contra el primer ministro fue algo muy triste. Pienso que él es perverso y malvado y que se lo merece, pero igual sigue siendo muy triste ser un ciudadano de un país que está en esta situación", relata.
Hasbará como respuesta
Los grupos activistas monitorean cuidadosamente las cuentas en redes sociales de los combatientes que han compartido contenido relacionado con su servicio en Gaza, atentos a si publican imágenes de sus viajes al extranjero. En tales casos, planean presentar cargos locales en contra de los poco precavidos soldados, según reportó la plataforma Ynet en diciembre.
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Un usuario relató en X que un israelí logró escapar por los pelos de un proceso judicial durante su visita a Sri Lanka. Supuestamente, había pruebas de que se jactaba de haber matado a civiles. Un grupo propalestino presentó una petición a los tribunales de aquel país, pero en el último momento, funcionarios de del país avisaron al gobierno de Israel. Hace un mes, ocurrió un caso similar en Chipre.
La opinión de diferentes analistas es que esta tendencia va rumbo de intensificarse a medida que la opinión pública mundial se vuelve cada vez más en contra Israel. Quizás por ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha intensificado significativamente sus esfuerzos para influir en la opinión pública, destinando 150 millones de dólares —veinte veces la asignación habitual para esta partida, además de lo que recibe en condiciones normales— a la llamada diplomacia pública o hasbará, un término hebreo que significa "explicación" o "esclarecimiento", lo que ya indica por dónde van los tiros. No obstante, el ministro de Exteriores, Gideon Sa’ar, no simpatiza con el término y prefiere denominarlo "guerra de conciencia".
La situación actual es la de una amplia mayoría de soldados que no exhiben lo que hacen en su servicio (o que muestran el lado más humano, incluyendo amabilidad con la población palestina o salvamento de mascotas); una minoría exhibicionista que sí expone sus actividades ilegales, con muchas ganas de comunicar y con un gran volumen de posteos, y otra porción pequeña, pero en aumento, que abandona el servicio como Ofer Ziv, aunque la mayoría lo hace en silencio. El gran bulto del ejército sigue órdenes. Y el aparato político busca modos de esclarecerlas a la audiencia extranjera.
El problema para el Estado es el enorme volumen de material disponible por parte de los soldados exhibicionistas y que fue expuesto recientemente por el Washington Post. En Israel el fenómeno se conocía y había sido denunciado en diversas ocasiones. La investigación del Post mostraba vídeos publicados por soldados israelíes durante los primeros catorce meses de guerra que difundían acciones que podrían violar tanto las órdenes militares como el derecho internacional.
El medio dijo haber revisado y verificado 120 fotos y videos entre los miles publicados en redes sociales por soldados, “un vasto archivo que ofrece una rara y preocupante visión de cómo algunos elementos del ejército israelí se han comportado”. Se trataba de videos y fotografías en los que demolían edificios enteros de todo tipo, también residencias y escuelas, y saqueaban e incendiaban casas. También había imágenes de soldados posando junto a cadáveres y usando palabras insultantes, burlonas y vengativas contra los palestinos.
Hay soldados que dicen que sin duda los motivaba la venganza. "Se lo merecen, después de lo que nos hicieron. Hay que dejarles las cosas claras y eso es solo por la fuerza, es el único modo de que otro 7 de octubre no vuelva a pasar nunca. No creo que haya inocentes en Gaza", dice a El Confidencial P., un combatiente de 21 años que prefiere no revelar nada más de su identidad.
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Shimon Zuckerman, quien publicó videos de demoliciones de edificios, dijo que el ejército le pidió que dejara de hacerlo. Pero, según declaró al Post: "Tomé estos videos para levantar la moral del pueblo en casa y no me arrepiento en absoluto".
Periodistas volando edificios
Cuando Danny Cushmaro, el popular periodista israelí y buque insignia del canal comercial más visto, el 12, hizo volar un edificio en el Líbano en uno de sus reportajes, los límites entre información y propaganda quedaron definitivamente desdibujados. Y el enaltecimiento de lo bélico, nada ajeno a la sociedad israelí, se hizo más evidente y legítimo.
Tras la emisión de otro de sus reportajes sobre la guerra en octubre (los medios se han acomodado a la eternidad de esta contienda y todo lo que ella genera), Cushmaro terminó el informe haciendo los honores a los soldados a quienes había entrevistado, presionando un botón que detonó explosivos en un edificio en el pueblo de Ayta ash Shab, en el sur del Líbano. Tras la acción, sonrió a la cámara y dijo: "No se metan con los judíos".
Según el historiador Adam Raz, "los miles de vídeos, no cientos, sino miles de vídeos que suben los soldados con la increíble violencia que perpetran, suceden porque hay permiso para esa violencia". Raz extrae la misma conclusión que el exsoldado Ofer Ziv: que esto pasa porque esos soldados no creen que algo les puede pasar. "En el último año, estas acciones se han hecho rutina. Hay un comportamiento establecido para con la población palestina, con la ayuda humanitaria, con los edificios palestinos, con el espacio palestino. Y como no se han corregido las acciones, se han vuelto rutina", explica. Y, según expone, esa rutina afecta enormemente a la ciudadanía. "Ahí se crea la deshumanización".
Raz considera que el permiso para la violencia, su rutinización y la deshumanización —la una coadyuvante de la otra— resultan en una guerra que nada tiene que ver con las contiendas anteriores. "No es la del 48, 67 o 73. Esta es una guerra supermoderna en la que también mueren soldados israelíes, pero es una guerra con artilugios modernísimos que permiten a muchos de los soldados ni siquiera saber qué pasa en el terreno tras sus acciones, que son muy específicas y se ejecutan a la distancia. Muchos de ellos, como los pilotos o quienes manejan drones, no necesariamente se enfrentan a las consecuencias físicas y morales de sus actos, salvo que les interese investigarlo", sentencia.
Recientemente, a decenas de soldados israelíes que participaron en los combates en Gaza se les ha pedido evitar viajar al extranjero debido a acusaciones de crímenes de guerra presentadas por grupos activistas antiisraelíes y propalestinos. Los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que han sido desplegados en la Franja deben informar al Ejército si planean salir del país, con el propósito de evaluar los riesgos vinculados al lugar de destino. Por su parte, a los reservistas se les recomienda consultar con el Ministerio de Relaciones Exteriores para valorar el nivel de amenaza que podría implicar el viaje.