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¿El principio del fin de la guerra en Ucrania? Lo que 2024 revela sobre los próximos 12 meses
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En febrero, se cumplirán tres años de guerra

¿El principio del fin de la guerra en Ucrania? Lo que 2024 revela sobre los próximos 12 meses

Kiev y Moscú se adentran en el cuarto año de invasión a gran escala, un año que puede acelerar el desenlace de la guerra

Foto: Una mujer llora durante la ceremonia fúnebre de tres soldados ucranianos caídos. (EFE)
Una mujer llora durante la ceremonia fúnebre de tres soldados ucranianos caídos. (EFE)
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La guerra mata a los que luchan y desgasta a los que esperan. En Kiev y en Europa, dentro y fuera de las trincheras. Muchos pronosticaron un año terrible para Ucrania. La falta de grandes movimientos, el dinero y el coste humano erosionaban la confianza en Ucrania. La atención viró a Gaza, Estados Unidos retrasó su ayuda, Hungría bloqueó la europea y Rusia ganaba metros en el Donbás. El principio del fin. Doce meses más tarde, echar la mirada hacia atrás regala alguna sorpresa.

En enero de 2024, desde El Confidencial seleccionamos 7 factores para mirar con cierto optimismo el año entrante de Ucrania: industria militar, socios occidentales, la llegada de los primeros F-16, la expulsión rusa del mar Azov — y los problemas logísticos creados a Moscú —, el desgaste militar del Kremlin y la sombra de los acuerdos de Minsk.

De todos ellos, cinco han cumplido o superado las expectativas, otro las excedió ampliamente — con sorpresa incluida — y un último continúa a la espera de Donald Trump y el papel de la Unión Europea. Retos que sumar a otros nuevos en 2025. Este es el compendio de cifras, claves y tendencias para repasar el año del que salimos y entender al que entramos.

“Intento ser realista. Nuestros soldados llevan dos años desplegados sin descanso, nos faltan hombres, y Europa no envía proyectiles. No hay ningún motivo para imaginar una contraofensiva exitosa en los próximos meses”, lamentaba Pavlo en diciembre de 2023. Voluntario del ejército, donante de miles de euros cada mes, su opinión reflejaba un importante cambio en la sociedad ucraniana. La moral, que tantas veces había sostenido a Kiev, caía en picado. Putin lograba meterse en la cabeza de los ucranianos con fuego, muerte y cortes de luz en pleno invierno. El pesimismo impregnó la agenda europea.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo eslovaco, Robert Fico. (Sputnik/Gavriil Grigorov)
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Pero la moral exige siempre cautela.

Igual que un año antes muchos ucranianos soñaban con una — imposible — Navidad en Crimea, las pesadillas exageradas de una derrota meses más tarde carecían de sentido. Los números no daban ni sobre el papel ni sobre el terreno. El dinero también indicaba lo contrario. Hasta Zara reabrió sus puertas en la capital de Ucrania. La moral, como un termómetro, necesita luz, y no calor, para devolver con precisión la temperatura adecuada.

La propaganda confunde, la calculadora no tanto

Enero de 2024. Las fuerzas armadas ucranianas retroceden. Pavlo ve el futuro negro. “¿Me tendré que alistar?”. Rusia lleva casi tres meses de ofensiva sobre Avdiivka, fortaleza inexpugnable durante una década, que terminaría cayendo en febrero. Ucrania se enfrenta a un grave problema de reclutamiento. Moscú caza puestos de mando con bombas aéreas y satura las líneas de importantes brigadas como la 110 o la 47 con asaltos mecanizados.

Un año más tarde, el Kremlin ha capturado 2.800 kilómetros de Ucrania. El mayor avance desde febrero de 2022. ¿Qué significa en una guerra de desgaste conquistar menos del 0,5% del país?

Poco, sin entender antes tres cosas: el coste que paga Rusia para sostener dichos avances, la naturaleza del 'botín' y los 800 kilómetros que Moscú ha perdido de su propio territorio (llegó a ser el doble), dejando un saldo favorable final de 2.000 km².

Foto: Válvula de un gasoducto de Gazprom en Demodedovo, Rusia. (EFE/Maxim Shipenkov)

Para lograrlo, Rusia ha ‘quemado’ más de 500 piezas de equipo militar en Kursk (un 50% más que Ucrania) y 2.142 en la dirección de Avdiivka, cuatro veces más que Ucrania, de acuerdo a las imágenes geolocalizadas por el analista de fuentes abiertas Naalsio26.

¿Qué ha obtenido Rusia tras 15 meses de ofensiva? Enclaves del este del país como Vulhedar, Niu York, Selidove o partes de Kurájovo y Toretsk. Ciudades del Donbás vaciadas y semiderruidas que las tropas de la 'Z' asaltan desde 2022. Avdiivka, la más importante en tamaño, apenas acogía a 30.000 personas antes de la invasión, unos pocos cientos el día de su caída. Una ciudad en los suburbios de Donetsk capital y en la primera línea del frente desde 2014.

El coste humano, social y simbólico para Kiev es innegable. También para la estrategia militar, cuya defensa estaba asentada en dichas posiciones. No obstante, la ingente cantidad de blindados, cañones, tanques y hombres que Rusia pierde para clavar su bandera muestra los problemas de Putin para lograr sus objetivos en el Donbás. Su “prioridad número uno”, según declaró en septiembre. Un deseo que comenzó tras la retirada de sus columnas de Kiev en marzo de 2022 y que no ha satisfecho todavía.

Socios 'fiables' e industria militar

Hay dos factores claves en la resistencia ucraniana: el desarrollo de su industria bélica y el apoyo Occidental. La tecnología sostiene el frente a falta de hombres y el desarrollo no para. “En un año o poco más veremos un frente sin soldados. Con robots y pilotos en la lejanía… No será lo mismo”, vaticina Oleksandr, jefe de un centro de innovación de aeronaves de la 31 brigada mecanizada del Ejército ucraniano.

Kiev perfecciona robots terrestres, naves marinas, vehículos aéreos de corta y larga distancia, misiles propios, además de cañones, blindados o aparatos de guerra electrónica. La producción es creciente y con la ayuda de empresas extranjeras, Ucrania se está convirtiendo en el principal 'hub' de desarrollo armamentístico de Europa.

Pero está lejos de ser suficiente.

Foto: Médicos sin Fronteras ofrece ayuda psicológica en Cherkasy, Ucrania. (Cedida por MSF)

Quizás por eso, o por los problemas de hace un año para cerrar los paquetes de ayuda de la UE y EEUU, Volodímir Zelenski dedicó gran parte de 2024 a cerrar acuerdos bilaterales de seguridad. Veintidós entre febrero y julio, varios de ellos por una década. Ayuda, compromiso y, sobre todo, la creación de un sistema que suavice los cuellos de botella para convertir la asistencia en un flujo más estable que se reduzca con el tiempo. Un logro complicado en un año complejo. Además de elecciones nacionales, la Unión Europea y Estados Unidos celebraron comicios. Y nunca es fácil pedir votos gastando billetes en una guerra a miles de kilómetros de casa.

La administración Biden ha asegurado en sus últimos coletazos miles de millones para Ucrania, antes de que Donald Trump llegue a la Casa Blanca el 20 de enero. Sin embargo, al igual que sucede con los kilómetros cuadrados, hace meses que el dinero total recibido dejó de ser la medida correcta para calibrar el apoyo a Kiev. Un ejemplo simple, pero ilustrativo: diez tanques nuevos no cuestan lo mismo que seis y cuatro reparaciones.

Un avance sorpresa y la larga distancia

De tener que morir, Serhii, soldado de la 80 brigada, prefería no hacerlo lejos de su hogar. Por eso, cuando le desplegaron en Kursk pensó que sus jefes se habían vuelto locos. Su anterior comandante, Emil Ishkulov, respetado militar, fue relevado del cargo días antes. Se opuso al plan por el riesgo para sus hombres.

Foto: Un peregrino en el Camino de Santiago. (Europa Press/Ana Fernández)

Muchos dijeron entonces que la operación tan solo era una incursión, que duraría poco y que terminaría con el colapso del frente este. La opinión pública no sabía todavía que miembros del grupo paracaidista cruzaron la frontera dos días antes de comenzar la ofensiva con unidades de fuerzas especiales para facilitar la ruptura posterior y crear caos.

El ataque más importante contra la 'Madre Patria' desde la Segunda Guerra Mundial no fue un movimiento simbólico. O no solo. Voló por los aires todas las líneas rojas y amenazas de Putin de ataques nucleares. También obligó a movilizar decenas de miles de hombres de otros frentes destinados a tumbar la línea ucraniana antes de las elecciones estadounidenses. Y a alistar miles de soldados norcoreanos para suplir la falta de efectivos.

Cinco meses después, Ucrania sigue en suelo ruso y mantiene el control de la mayoría de núcleos clave del Donbás, mientras Rusia avanza lento con ataques frontales. En apenas un año, las embestidas mecanizadas se han ido transformando en el cada vez más habitual asalto a pie o coche civil. Una estrategia sangrienta que funciona con cierto éxito.

Foto: El nuevo sistema de combate robótico Droid TW 12.7. .(Ministerio de Defensa de Ucrania)

"La pregunta no es cuánto destruimos, sino si es suficiente. La gente se ríe cuando ven a los orcos correr en pequeños grupos y claro que les castigamos, pero al final nos obligan a retroceder", reconocía Geniy, un comandante de batallón encargado de un sector de la defensa de la dirección de Pokrovsk a El Confidencial en primavera. Hoy, él y sus hombres combaten en suelo ruso.

Crimea, logística y problemas

Quizás el lugar de la ofensiva, y no la capacidad ucraniana, fue la sorpresa del año. Los movimientos de tropas, el entrenamiento de hombres en Europa y la destrucción de material escogido con meticulosidad desde verano de 2023 apuntaban a un movimiento importante. La expulsión de la flota rusa del mar de Azov, y los ataques crecientes a la península ocupada de Crimea, sugerían que el sur era el sitio.

El último día de 2024, la inteligencia ucraniana publicó un video de un dron marino derribando un helicóptero ruso en la zona. Quizás adelantando que los apuros que Moscú podría pasar de las aguas al aire y la tierra en 2025.

Ayudará el segundo lote de F-16 llegó a Ucrania en diciembre, anunciado por Zelenski, además de los Mirage franceses y varias docenas de cazas más que están por llegar.

“Imponer la neutralidad a Ucrania no traerá una paz duradera a Europa. Al contrario, dejaría a Ucrania a merced de Putin y prepararía el terreno para una nueva invasión rusa”, denfendió Mykola Bielieskov, investigador del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos de Ucrania, en un artículo en Atlantic Council, a finales de año.

La misma idea defendida por Borrell en Europa hasta el fin de su mandato y que Kaja Kallas, su sucesora, parece que continuará. El peligro: algunas grietas en la UE, como Hungría, Eslovaquia o el fantasma de las elecciones alemanas, que amenaza con dificultar un apoyo que aguarda la investidura de Trump con más recelo que temor. En el peor año de la invasión, Kiev apenas ha perdido el 0,5% de su territorio. Pero, como sucede en el amor, en la guerra los números no son lo más importante. Tampoco los malos pronósticos equivocados. La sombra de una paz impuesta continúa sobrevolando Kiev.

La guerra mata a los que luchan y desgasta a los que esperan. En Kiev y en Europa, dentro y fuera de las trincheras. Muchos pronosticaron un año terrible para Ucrania. La falta de grandes movimientos, el dinero y el coste humano erosionaban la confianza en Ucrania. La atención viró a Gaza, Estados Unidos retrasó su ayuda, Hungría bloqueó la europea y Rusia ganaba metros en el Donbás. El principio del fin. Doce meses más tarde, echar la mirada hacia atrás regala alguna sorpresa.

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