¿Tras EEUU, Alemania?: Elon Musk y su extraño romance con AfD
Hay dos respuestas: o ignorancia, o un plan "lógico y metódico para debilitar a Alemania"
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En los meses previos a las elecciones estadounidenses, Elon Musk puso toda su maquinaria financiera y digital (abanderada por su control de X, antiguo Twitter) en apoyar a Donald Trump, entonces candidato republicano a la Casa Blanca. Más de 250 millones de dólares y decenas campañas de publicidad oscura. La apuesta, como ya sabemos, salió bien: Donald Trump arrasó a Kamala Harris.
Puede que la victoria de Trump ya estuviera hecha y realmente no necesitara de los tejemanejes de Musk, pero ayudó… O así al menos lo creen fervientemente tanto Donald Trump, que ha recompensado la lealtad de Musk con al menos un ostentoso ministerio y mucha manga ancha, y por supuesto, el propio Musk, que ha tocado el cielo con las manos. Ha demostrado que, sin ser candidato, puede cambiar unas elecciones.
Empezó con unas de las elecciones más importantes del mundo —posición que todavía mantiene EEUU, por acción o por omisión— pero entonces el canciller alemán, Olaf Scholz, rompió la coalición de gobierno y convocó elecciones anticipadas para este febrero. En racha y desde el púlpito que es su cuenta de X, Elon Musk miró a Alemania. Y… ¿por qué no?
Empezó con un tuit: “AfD es el único que puede salvar a Alemania”.
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“Los ciudadanos alemanes están siendo as*sinados y v*olados por inmigrantes. Están siendo sacrificados en los mercadillos de Navidad. Si hablan en contra de la inmigración masiva, se enfrentarán a más duras consecuencias que las de los inmigrantes que cometen crímenes. ¡Alemania necesita un nuevo liderazgo antes de que el país esté fuera de opción de salvarlo!”, decía un tuit de un usuario cualquiera en la red X. Acaban de morir cinco personas, atropelladas en un mercadillo de Navidad de Magdeburgo (Alemania). Antes de que se identificara al presunto terrorista, las primeras sospechas del público apuntaron sin dudar a una motivación islamista (que luego se probó errónea). Ese fue el hilo que recogió Musk para su tuit de apoyo a Alternativa por Alemania (AfD), la principal formación de ultraderecha populista del país.
Only AfD can save Germany https://t.co/8TNZVEZGh5
— Kekius Maximus (@elonmusk) December 22, 2024
Los políticos alemanes levantaron la ceja, pero ahí quedó la cosa.
Unas semanas después, Musk continuó con su apuesta en un editorial del diario conservador Welt, publicado este fin de semana, explicando la motivación de su mensaje. En el texto, Musk sostenía que el partido de ultraderecha era “la última chispa de esperanza para el país” que estaría “al borde de un colapso económico y cultural”. Solo AfD sería capaz de resucitar la economía y evitar el colapso de la identidad germana a través de “políticas de inmigración controlada”. Según Musk, el hombre más rico del mundo, sus “importantes inversiones en Alemania” le dan el derecho de hablar sobre el estado político del país y las próximas elecciones del 23 de febrero.
El editorial ha sacudido los tranquilos días de Fin de Año tanto en el mundo político alemán como el periodístico. Este lunes, una de las editoras jefas de la sección de opinión de Welt anunció su dimisión por haberse publicado el artículo; según los confidenciales de prensa alemana, el artículo finalmente se publicó después de días de discusiones internas y reuniones de crisis sobre si se estaban cruzando esas líneas invisibles de la expresión, el periodismo y la influencia política.
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Para los políticos, casi de todo el espectro alemán (excepto AfD, por supuesto), había menos dudas. “Efectivamente, Musk está tratando de influir en las elecciones alemanas”, afirmó una portavoz del Gobierno alemán. Lo que está intentando hacer Musk es “empujar a Alemania al caos”, un objetivo análogo al del presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró el secretario general de los Socialdemócratas (SPD), Lars Klingbeil. “Ambos quieren influenciar nuestras elecciones y, específicamente, apoyar a los enemigos de la democracia AfD”, añadió. El líder de los conservadores democristianos (CDU, que lidera las encuestas por delante de AfD), Friedrich Merz, describió el artículo de Musk una injerencia “sin precedentes”, “intrusiva y pretenciosa”.
Muy seguramente, los políticos no están hablando del editorial, un texto sin especial profundidad y que pillará de sorpresa a muy pocos. La injerencia es, más bien, a ese mundo que abrió tan públicamente Musk en las elecciones estadounidenses y reafirmó cuando forzó a suspender el último acuerdo presupuestario bipartito en Washington: uno donde el dinero a espuertas alza o hunde campañas y elecciones.
Diagnóstico correcto, ¿solución mágica?
Musk se siente que es capaz y ha elegido a AfD como su caballero blanco. Pero, ¿por qué?
Junto a la columna de opinión de Musk, el futuro jefe de edición del grupo Welt, Jan Philipp Burgard, publicaba un artículo en el que defendía que el diagnóstico de Musk (en el que pinta a una Alemania anquilosada y al borde de una crisis económica) “es correcto, pero su enfoque terapéutico, de que solo AfD puede salvar a Alemania, es fatalmente erróneo”.
Efectivamente, es curioso que Elon Musk haya elegido a AfD, y no por ejemplo el partido liberal, algo más cercano a sus ideales de desregulación, pero dentro de los estándares europeos. Demuestra, en esos pocos párrafos, que sabe poco de política alemana: empezando por las medidas antiinmigración y acabando con la propia inversión de Tesla en Alemania.
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En su texto, Elon Musk pedía que se mirara a AfD más allá de las etiquetas, usando un colorido ejemplo: “A quienes condenan a AfD como extremista, les digo: no dejéis que la etiqueta que se les atribuye os desanime. La descripción de la AfD como extremista de derecha es claramente falsa, ¡teniendo en cuenta que Alice Weidel, la líder del partido, tiene una pareja del mismo sexo de Sri Lanka! ¿Eso les suena a Hitler? ¡Por favor!".
Hagamos caso a Musk. Miremos más allá de las etiquetas, y el diagnóstico tampoco sale muy bien.
Lejos están los días en los que la canciller Angela Merkel abrió las puertas a la oleada de refugiados sirios que huían del régimen de Bashar Al Asad. El aumento de la narrativa antiinmigrante en el país ha empujado la ventana de Overton, que muestra lo “aceptable” en política, tanto a la derecha, que todos los partidos políticos, de la derecha a los socialdemócratas o incluso los Verdes, están apoyando políticas antiinmigratorias y de devolución de refugiados a sus países de origen. Es resultado de un movimiento habitual que hemos visto en otros países: para controlar a la extrema derecha y sus narrativas identitarias, se acaban asimilando muchas de sus posturas. En Alemania, la inmigración es una de ellas.
“Si por AfD fuera, no habría ninguna inversión de Musk en Alemania. Quizá debería recordarlo”
Y seguimos. AfD, con reconocidos vínculos prorrusos, pretende que Alemania abandone la OTAN, reactive el gasoducto Nord Stream 2 (en la práctica, sellando la dependencia energética alemana de Rusia)… Una agenda no solo pro Putin, sino anti intereses que alinean Alemania con EEUU. Ahora que Musk está tan cercano al Gobierno de Trump, ¿es ese su interés real a largo plazo?
En términos de mantener a una Alemania “fuerte económicamente”, tampoco encajan las intenciones de AfD de abandonar la Eurozona, del que depende el 40% del comercio exterior alemán. Sin la Eurozona, es de prever que la economía alemana sufrirá un importante golpe del que le costará años recuperarse.
Y sobre la desregulación de AfD… Curiosamente, fue este partido uno de los que más se posicionó en contra de la construcción de una fábrica de Tesla en Grünheide (Brandenburgo) en 2022, la que iba a ser la primera gigafábrica en la Unión Europea de la compañía del magnate. “Si por AfD fuera, no habría ninguna inversión de Elon Musk en Alemania. Quizá debería recordarlo”, escribió en un mensaje en X Jens Spahn, un importante miembro del partido conservador CDU.
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“Nadie necesita a la AfD para reducir la regulación, frenar la inmigración ilegal masiva y oponerse a las políticas energéticas ideológicas. Otros partidos también defienden eso, pero sin extremistas de extrema derecha, teóricos de la conspiración y antisemitas en sus filas”, concluye el mismo político.
Pero no es ignorancia, apuntan algunos, sino un plan determinado para debilitar a Alemania.
En su discurso de Año Nuevo, el vicecanciller alemán Robert Habeck advirtió: el apoyo de Elon Musk a AfD es un teatro “lógico y sistemático. Musk está fortaleciendo a aquellos que debilitan a Europa. Una Europa débil interesa a aquellos para los que las regulaciones de la Unión Europea son una limitación inapropiada de su poder”. Un poder que está demostrándose cada vez más sin parangón, ni social, ni político.
En los meses previos a las elecciones estadounidenses, Elon Musk puso toda su maquinaria financiera y digital (abanderada por su control de X, antiguo Twitter) en apoyar a Donald Trump, entonces candidato republicano a la Casa Blanca. Más de 250 millones de dólares y decenas campañas de publicidad oscura. La apuesta, como ya sabemos, salió bien: Donald Trump arrasó a Kamala Harris.