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Mis adorables vecinos: cómo los odios de los Balcanes secuestraron el sueño de la UE para Macedonia del Norte
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El turbulento camino hacia la UE

Mis adorables vecinos: cómo los odios de los Balcanes secuestraron el sueño de la UE para Macedonia del Norte

El último golpe a Macedonia del Norte fue la decisión de los Estados miembros de la UE de separar su proceso de adhesión del de Albania, con el que llevaba de la mano más de una década

Foto: Macedonia del Norte celebra 30 años de independencia. (EFE/Georgi Licovski)
Macedonia del Norte celebra 30 años de independencia. (EFE/Georgi Licovski)

Cuando uno aterriza en Skopje, capital de Macedonia del Norte, lo primero que transita tras salir del aeropuerto es la Autopista de la Amistad, el eje por carretera que atraviesa el país y une Serbia con Grecia. Este nombre resulta toda una paradoja en una región con infinitas cuentas pendientes, controversias históricas y disputas identitarias entre vecinos, algo que en el caso de Macedonia del Norte ejemplifica como nada su turbulento camino a la UE pese a que en el pasado fue reconocido como el alumno aventajado de los Balcanes.

Víctima de un proceso de adhesión cooptado por sus vecinos y que le convierte en blanco fácil para injerencias extranjeras, el último golpe a Macedonia del Norte fue la decisión de los Estados miembros de la UE de separar su proceso de adhesión del de Albania, con el que llevaba de la mano más de una década. Aunque de naturaleza simbólica, abrir el primer capítulo de negociaciones con Albania evidencia que Tirana ha adelantado a Skopje, que se queda ahora en un extraño limbo en un proceso en el que lleva a la cola desde 2004.

"La gente está demasiado cansada de esperar. Sienten que no hemos pasado por un proceso justo. Los criterios y condiciones para nosotros no valían para otros estados", explica a este medio Vesna Poposka, investigadora principal del Instituto Prespa. Se refiere al viacrucis para cambiar el nombre oficial y añadir el adjetivo 'norte' en una concesión a Grecia, vecino con el que se disputaba el nombre del país desde 1991.

El acuerdo de Prespa sellado con Alexis Tsipras en 2018 puso fin a esta polémica y sirvió para allanar el camino a la integración euroatlántica, aunque en la práctica solo ayudó a la entrada en la OTAN y no para confirmar avances en la UE. Después llegarían los vetos, primero de Francia, y luego de Bulgaria, que mantiene congelado el proceso hasta que Skopje enmiende su propia Constitución para reconocer a la minoría búlgara en el país.

Foto: El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tras las elecciones venezolanas. (Europa Press)

Estos baches en la carretera a la UE no hicieron, sino lastrar las aspiraciones y aumentar el pesimismo local. En 2023, el apoyo a la UE cayó al 60%, el peor dato hasta la fecha, e incluso era menor entre los jóvenes, del 53%. Además, una mayoría de normacedonios considera que no se progresó nada en el último año y un 30% piensa que el país nunca ingresará en el bloque comunitario.

Con este panorama, desvincular el proceso de adhesión de Albania y Macedonia de Norte solo va a aumentar esa sensación de "traición", argumenta el politólogo y escritor, Jasmin Mujanovic, quien señala que este paso evidencia lo injusto y politizado del proceso de Ampliación de la UE. "Desde Bruselas, siempre se ha afirmado que el proceso era técnico y se basaba en los méritos y no en lo que los demás pensaban de ti. El caso macedonio-albanés muestra completamente lo contrario", remacha.

placeholder Policías mirando el móvil en Skopje. (EFE/EPA/Georgi Licovski)
Policías mirando el móvil en Skopje. (EFE/EPA/Georgi Licovski)

Queda muy lejos el optimismo generado hace casi una década con la negociación con Grecia y Bulgaria para encaminar la integración en la UE y la OTAN. Ahora Macedonia del Norte se encuentra confundida y con unos ciudadanos que ven que su lugar en Europa y en el mundo no coincide con lo que han presentado las élites políticas.

Como muestra de la virulencia que genera este debate, tras saltar la noticia de que la UE separaría ambos procesos, el ex primer ministro y líder del partido búlgaro más numeroso, Boyko Borissov, se congratuló de la noticia y tuvo comentarios gruesos para decir que Skopje se encargue "de la mierda que ha creado", al no aplicar la enmienda constitucional. Más a su derecha, el dirigente populista Toshko Yordanov afirmó que Macedonia del Norte no debería ni soñar con abrir las negociaciones mientras mantenga la petición "demencial" de renegociar el acuerdo con Bulgaria.

Foto: Rueda de prensa tras la cumbre con los Balcanes. (EFE)

Para Poposka el problema no es tanto esta concesión a Bulgaria, sino que todo derive en nuevas demandas por parte de sus vecinos."Escucho las mismas palabras que de Moscú hacia Ucrania, cuestionando si es un país, si tienen una lengua inventada, una falsa nación y cosas del estilo. Esto son narrativas que como macedonios oímos de Sofía", apunta.

Una de las primeras consecuencias internas del siniestro camino a la UE es que la proeuropea Unión Socialdemocrática (SDSM) se desplomó en las elecciones del pasado mes de mayo. Se dejó la mitad de los escaños en favor de la derecha nacionalista de VMRO del nuevo primer ministro, Hristijan Mickoski, próximo a los líderes de Hungría, Viktor Orbán, y de Serbia, Aleksandar Vučić. Volvía así al poder una formación que discursivamente sigue apostando por la UE, pero que ya en el pasado generó tensión con el bloque y abrió el país al capital ruso y chino. El VMRO fue aupado al poder con la promesa de reabrir el acuerdo de Prespa, dar la batalla para usar el antiguo nombre del país y negarse a aplicar la reforma constitucional que solicita Bulgaria.

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Von der Leyen habla con Mickoski durante una visita a Skopje. (Reuters/Ognen Teofilovski)

Otra de las consecuencias de la parálisis europea es que se abren avenidas para que otros actores ocupen el hueco que deja el bloque. Macedonia del Norte es terreno fértil a la propaganda rusa, que llega en su mayoría a través de Serbia, mediante la influencia de la lengua y la iglesia ortodoxa, y cada vez más gente ve con buenos ojos figuras autoritarias como la del presidente serbio, Aleksandar Vučić. "Para una nación desesperada, es un ejemplo de un político que ayuda a su propia nación a sentirse más segura de su identidad", sostiene la académica Ivana Jordanovska en un artículo de New Lines Institute.

De momento, las autoridades de la UE defienden que no hay grandes cambios en la agenda del Gobierno tras la llegada de Mickoski, pero ya en el pasado su formación congeló proyectos que eran prioritarios para Europa y perdió acceso a fondos por el retraso acumulado en obras de infraestructuras clave.

Un proceso de negociación enquistado

Así las cosas, su proceso de adhesión se acerca peligrosamente a los 20 años de vida sin que se hayan abierto siquiera las negociaciones de los primeros capítulos, un abandono que hace saltar las alarmas sobre una política, la de Ampliación, secuestrada por el poder de los Estados miembros pero también por la falta de interés real en la UE de abrir el club a más de 30 miembros.

Tanto es así que en Skopje dudan de la oportunidad histórica para la ampliación de la que tanto habla la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En su segundo mandato, está llamada a acelerar el proceso de integración de Ucrania y los Balcanes, con la vista puesta en 2030, aunque Poposka cuestiona que exista siquiera ese famoso momentum. Por contra, pide una reacción contundente de Bruselas para acelerar el proceso y disuadir cualquier atisbo de potencias extranjeras, Rusia y China, de medrar en la región.

"Es importante entender para quién es este momentum: ¿Es para la UE o es para los países de los Balcanes? Porque tenemos que admitir que en realidad el progreso se estancó durante más de una década", apunta por su lado Doris Malaj, investigadora de la Universidad de Tirana, mientras que Mujanovic pierde la paciencia al hablar la cuestión y tacha de "pura ficción" que algún candidato acceda a la UE para 2030. "Habría que dejar de hablar de estas fechas, porque es extraordinariamente cruel dar estas falsas promesas. No va a ocurrir", concluye.

Foto: Los líderes de Macedonia del Norte, Albania y la Comisión Europea (EFE/Stéphanie Lecocq)

La entrada de nuevos miembros se rige por la unanimidad de los países de la UE, una regla a la que difícilmente renunciarán los pertenecientes al club. "O la UE cambia algo para dar a los países una perspectiva realista, o si no quiere cambiar nada, tiene que intentar que los países se integren en grupo", añade la investigadora de la Universidad de Tirana, sobre cómo eludir más bloqueos y vetos.

A fin de cuentas, para los países de los Balcanes todo se resume en formar parte de este club o no. "O estás dentro de la UE, o estás fuera de la UE. No es que no hayamos progresado nada en los últimos 20 años, (...) pero para haber pasado 20 años, no estoy segura de que esto signifique mucho avance", resume por su lado Poposka, mientras cae la noche en un bar en el barrio universitario de Skopje.

Cuando uno aterriza en Skopje, capital de Macedonia del Norte, lo primero que transita tras salir del aeropuerto es la Autopista de la Amistad, el eje por carretera que atraviesa el país y une Serbia con Grecia. Este nombre resulta toda una paradoja en una región con infinitas cuentas pendientes, controversias históricas y disputas identitarias entre vecinos, algo que en el caso de Macedonia del Norte ejemplifica como nada su turbulento camino a la UE pese a que en el pasado fue reconocido como el alumno aventajado de los Balcanes.

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