Es noticia
Todas las opciones de Ucrania son malas. Pero hay que evitar las catastróficas
  1. Mundo
HORIZONTES 2025

Todas las opciones de Ucrania son malas. Pero hay que evitar las catastróficas

Ucrania no tiene buenas opciones en 2025. Pero los socios europeos deben evitar las más catastróficas y asegurar que lo que quede del país será seguro y soberano

Foto: Ilustración: Sofía Sisqués.
Ilustración: Sofía Sisqués.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Cada año, poco antes de Navidad, Vladímir Putin concede una larguísima rueda de prensa. En ella, suele mostrar empatía con las preocupaciones de los ciudadanos comunes, pero se dedica sobre todo a exaltar el pujante papel de Rusia en el mundo y la fortaleza de su propio liderazgo.

En la última, celebrada el pasado 19 de diciembre, que duró cuatro horas, no alteró el guion. Reconoció el problema de la inflación. Pero afirmó que Rusia no ha perdido nada con la caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria, a pesar de que durante décadas le ha prestado un enorme apoyo militar y que de él dependía la existencia de la única base militar rusa en el Mediterráneo. Dijo que las relaciones de su país con China son muy sólidas, aunque lo cierto es que Rusia es claramente el socio menor y, potencialmente, un mero siervo en esa relación. Y dedicó la mayor parte del tiempo a expresar su optimismo sobre los progresos de Rusia en Ucrania.

Dijo que su Ejército seguirá avanzando en el campo de batalla gracias al progresivo debilitamiento de las fuerzas ucranianas. "Si paramos una semana, eso significaría darle al enemigo la oportunidad de fortalecerse en sus posiciones, darle la opción de descansar", afirmó. También dijo que estaba dispuesto a negociar con el presidente entrante de Estados Unidos, Donald Trump, el fin de la guerra. "No necesitamos un alto el fuego. Necesitamos la paz", dijo, a pesar de que sus problemas militares y económicos hacen pensar que un parón temporal del conflicto no le vendría mal. Al día siguiente, bombardeó Kiev, destruyó su catedral católica y mató e hirió a decenas de personas.

Se ha especulado mucho sobre cómo sería esa hipotética paz negociada entre Trump y Putin, en la que el Gobierno de Ucrania y los de la Unión Europea tendrían un papel secundario, aunque luego deberían asumir buena parte de las consecuencias. Pero si se revisan los verdaderos motivos por los que Putin inició la invasión de Ucrania en dos fases, primero en 2014 y luego en 2022, es posible hacerse una idea de qué entiende él por "paz" y qué relato intentará venderle a Trump este 2025.

Los precedentes

La mitología histórica rusa sostiene que Rusia (la Gran Rusia), Ucrania (la Pequeña Rusia) y Bielorrusia (la Rusia Blanca) son una unidad. Los accidentes históricos pueden haber colocado fronteras entre ellas y motivado discrepancias puntuales, pero en última instancia su destino es formar parte de una sola entidad gobernada por el Estado y la Iglesia con sede en Moscú. El objetivo de esta unidad, y del control político del Kremlin sobre una parte aún mayor de Europa del Este, sería preservar una civilización única y defender las fronteras de Rusia del expansionismo intelectual, político y militar de Occidente. Este expansionismo, de acuerdo con este pensamiento, quedó de manifiesto no solo con la invasión napoleónica (1812) y la nazi (1941), sino también, durante la era soviética, con los intentos de Occidente de desestabilizar Hungría (1956) o Checoslovaquia (1968). Y, durante la posguerra fría, con las conversaciones para que Bielorrusia y Ucrania formaran parte de la OTAN (1994-1995) y el tratado de libre comercio entre Ucrania y la Unión Europea (2012).

Así, no solo defenderse de las invasiones, obviamente, sino intervenir en esos países está justificado para defender la Gran Rusia. Y también lo están, dentro de ella, las políticas autoritarias y la completa sumisión del individuo, la sociedad, la economía, la prensa y cualquier libertad básica a los intereses defensivos o expansionistas del Estado. Putin repitió de manera tácita en su conferencia de prensa que, sean cuales sean los problemas de Rusia, esta ha demostrado que es soberana, y que eso es lo único importante.

¿Qué condiciones para la paz?

En consecuencia, las conversaciones que mantendrán Putin y Trump este año partirán de la idea de una "paz por territorios". Con ella, Rusia no lograría su primer objetivo —invadir por completo Ucrania, destruir a su élite política y cultural e imponer un régimen sumiso parecido al de Bielorrusia—, pero sí un buen premio de consolación. Con él, el Imperio ruso se expandiría unos cientos de kilómetros hacia el oeste y demostraría su capacidad de resistencia ante Occidente. Para ello, Putin exigiría a Trump que se creen unas nuevas fronteras en la línea del frente actual. Lo cual significaría para Ucrania la pérdida de cuatro provincias que se incorporarían a Rusia, en las que el nuevo Gobierno seguiría con sus políticas de purgas, detenciones y secuestros y establecería medidas para rusificar por la fuerza a los ciudadanos. Putin también exigiría que Ucrania se comprometiera a no unirse a la Unión Europea ni a la OTAN, trucaría las elecciones para que nunca ganaran las fuerzas prooccidentales y exigiría políticas educativas y culturales que reconocieran el carácter ruso de Ucrania.

Requeriría, además, que se levantaran las sanciones a su país, que, aunque de manera mucho más lenta y parcial de lo que se esperaba, han tenido un fuerte impacto en la economía rusa, que hoy se halla totalmente sometida a la guerra y camino de la asfixia. Además, Rusia pediría que se reconociera su legitimidad para intervenir libremente en los países de su "área de influencia". Ucrania, como ya es el caso de Bielorrusia, pero puede serlo también el de Georgia o, según el deseo expresado por Moscú, el de las naciones bálticas, dejaría de ser un país soberano. Y si en algún momento pretendiera volver a serlo, Rusia se sentiría libre para invadirla de nuevo e intentar tomar la capital y matar a sus líderes, o al menos quedarse con un trozo mayor de su superficie. La "paz por territorios" significa exactamente esto: 35 años después de la caída del Muro, aceptar que los países de Europa del Este no son soberanos y deben someterse a Moscú.

Eso sería una catástrofe para Ucrania. Pero, tristemente, las soluciones ideales son imposibles. Por mucho que los líderes de la UE exhiban su compromiso, a corto plazo Ucrania no podrá ser un Estado miembro. Tampoco entrará en la OTAN. Ni siquiera se hallará una fórmula que permita que, aunque no sea un miembro de la Organización, los países europeos se comprometan a defenderla en el caso de que se produzcan nuevas agresiones de Rusia. Algunos socios del Este de Europa, los más conscientes del peligro ruso, podrían aceptar mandar soldados a Ucrania; también Francia parece dispuesta a hacerlo. Pero es impensable que Alemania haga algo parecido. Y, aun así, todo esto resultaría insuficiente si Estados Unidos no se comprometiera públicamente a respaldar esas acciones con su propia fuerza.

Foto: Ejercicios militares Quadriga de la OTAN. (DPA/Kay Nietfeld)

Precisamente por este motivo, si es inevitable que Ucrania renuncie a su unidad, sus socios no deben aceptar el marco de la "paz por territorios" que Trump parece impulsar y que refuerza los argumentos de Putin. Deben centrarse en la "paz por seguridad y soberanía". El Gobierno de Ucrania debe ser totalmente soberano en el territorio que le quede y no someterse a los deseos imperiales de Rusia. Para conseguirlo, es necesario que, con independencia de lo que haga Estados Unidos, Europa no se olvide de que la guerra de Ucrania es también un asunto existencial para ella y que su seguridad de posguerra le incumbe.

Es imprescindible que el Gobierno de Alemania que salga de las elecciones del próximo mes de febrero se comprometa a ayudar económica y militarmente a Ucrania más que el actual. Es importante que todos los países del continente, incluida España, dediquen una parte mayor de su presupuesto a la defensa y dejen claro a Rusia que actuarán si ataca las regiones de Ucrania que, tras ese hipotético tratado de paz con partición, aún sean soberanas. Hay que seguir estudiando la posibilidad de que la reconstrucción del país corra a cargo del ocupante, por medio de las reservas del banco central ruso en el exterior que se congelaron al principio de la guerra. La materialización de estos objetivos es difícil. Pero Europa debe ser firme. Trump podría ayudar a ello con un coste mínimo para Estados Unidos. De hecho, la fortaleza europea podría darle más margen de negociación.

La invasión de Ucrania es fruto de la concepción mítica de la historia que tiene la élite gobernante rusa. Cualquier paz que esta esté dispuesta a aceptar tendrá que encajar con esa visión romántica y expansionista. Pero, sea cual sea su formulación, Rusia se la saltará en el momento en que lo crea conveniente, como ha hecho en casos similares en el pasado. Sus líderes están dispuestos a sacrificarlo todo para restaurar una noción de soberanía que en realidad es imperial. A esa noción se suman otras circunstancias adversas. Como las discrepancias entre los países europeos sobre su capacidad para garantizar la seguridad de la Ucrania de posguerra, la idea de Trump de que la única cuestión internacional en la que su país debe implicarse de verdad es la rivalidad con China y el hecho cierto de que las fuerzas ucranianas están en declive. Ucrania no tiene buenas opciones en 2025. Pero los socios europeos deben evitar las más catastróficas y asegurar que lo que quede del país será seguro y soberano.

Cada año, poco antes de Navidad, Vladímir Putin concede una larguísima rueda de prensa. En ella, suele mostrar empatía con las preocupaciones de los ciudadanos comunes, pero se dedica sobre todo a exaltar el pujante papel de Rusia en el mundo y la fortaleza de su propio liderazgo.

Conflicto de Ucrania Horizontes 25
El redactor recomienda