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¿Error de las defensas antiaéreas rusas? Puede, pero Moscú se aferra su versión de "choque de aves" en la caída del Azerbaiyan Airlines
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¿Error de las defensas antiaéreas rusas? Puede, pero Moscú se aferra su versión de "choque de aves" en la caída del Azerbaiyan Airlines

Según denuncia la prensa azerí, el avión Embraer 190 intentó aterrizar en al menos otros dos aeropuertos rusos, pero se le denegó. El avión, ya siniestrado, tuvo que cruzar 400 kilómetros hasta el otro lado del mar Caspio

Foto: Trabajadores de emergencia en el lugar del incidente. (Ministerio de Emergencias de Kazajistán)
Trabajadores de emergencia en el lugar del incidente. (Ministerio de Emergencias de Kazajistán)
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En 2014, todo lo que los servicios de emergencia pudieron encontrar fue los cadáveres desmembrados de los pasajeros del MH17 entre los restos del equipaje y el fuselaje del avión. En esta ocasión, ha habido más suerte: el vuelo J2-8243 de Azerbaijan Airlines con destino Grozni (Chechenia, Rusia), que se estrelló este día de Navidad cerca de Aktau, Kazajistán, dejó 29 supervivientes del total de 67 personas abordo.

También dejó toda una ristra de vídeos, grabados en los teléfonos de las víctimas, que recogen los últimos minutos del avión. Entre los rezos, mensajes a los seres queridos e histéricas despedidas, en los fondos se pueden ver los agujeros de metralla del fuselaje, sangre en el pasillo; se puede escuchar el ruido de una explosión externa... Esos vídeos están permitiendo esclarecer qué pasó exactamente para que un avión en buenas condiciones acabara estrellándose antes de llegar a su destino. Y la respuesta que encuentra de momento el gobierno de Azerbaiyán es que fue un misil de la defensa antiaérea rusa. Tanto Rusia como Kazajistán niegan haber llegado por el momento a ninguna conclusión.

La idea, sin embargo, era otra: según denuncia la prensa azerí, tras presuntamente recibir el impacto de un misil tierra-aire del sistema de defensa antiaérea Pantsir-S ya en espacio aéreo ruso, los angustiados pilotos del avión Embraer 190 intentaron efectuar un aterrizaje de emergencia en Grozny, capital de Chechenia y su lugar de destino. "Estoy perdiendo el control del avión", se le oye decir a uno de los pilotos, según una conversación publicada en el canal de Telegram VChK-OGPU. Se le denegó. Desesperados, solicitaron vía libre para aterrizar en los aeropuertos rusos de Majachkala y Mineralnye Vody, todos en Rusia. Se le denegó también. Desorientados, y sin que sus datos de vuelo aparecieran en los registros gracias a los sistemas de guerra electrónica rusos (EW), que bloquearon las señales, fueron redirigidos a Aktau, en Kazajistán. El avión, ya siniestrado, tendría que hacer más de 400 kilómetros hasta llegar al otro lado del mar Caspio.

Lo logró, pero solo gracias a la pericia de la tripulación (de la que la mayoría ha fallecido). Se estrellaron a pocos kilómetros de la pista de aterrizaje. "Se puede suponer que esta recomendación [de volar hasta Aktau] tenía un objetivo: que el avión se estrellara en el mar Caspio, donde todos los testigos morirían y el avión se hundiría", acusa el diario azerí Caliber. Otros medios del país apuntan en la misma línea, incluida la agencia de noticias estatal, controlada por el Gobierno. Es decir, que las pruebas que hipotéticamente apuntaran a Rusia acabaran perdiéndose en el mar.

"Las versiones alternativas que circulan en los medios rusos son intentos deliberados de desinformación para engañar a la opinión pública" —continúa Caliber, y varios diputados azeríes toman el testigo. "En Rusia están actuando para organizar una campaña mediática que oculte el rastro de lo que ha pasado", afirmó el diputado Rasim Musabayov, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias gubernamental Turan.

Según las últimas informaciones disponibles, las autoridades azeríes responsables de la investigación de las causas del siniestro apuntan sin ambages a un misil tierra-aire de las defensas antiaéreas rusas Pantsir-S, según ha reportado Reuters, Euronews y la prensa azerí, cada uno de ellos citando a sus propias fuentes dentro del gobierno de Bakú. El impacto dejó múltiples agujeros de metralla en el fuselaje del avión y, según vídeos publicados desde el interior del avión, provocó heridas sangrantes en algunos pasajeros. De acuerdo con un fragmento de audio compartido por la cadena rusa RT, Subkhankul Rahimov, uno de los supervivientes, afirmó que algo explotó en el tercer intento de aterrizaje sobre Grozni. "Los expertos y los especialistas darán su opinión, pero hubo una explosión. Seguro que hubo una explosión. Todo el mundo la oyó. Busqué mi chaleco salvavidas. Lo cogí y vi que tenía un agujero, provocado por la metralla".

Justo ese día, los sistemas de defensa antiaérea rusos estaban intentando repeler un ataque con drones ucranianos. El jefe del Consejo de Seguridad de la República de Chechenia, Ramzán Kadírov, confirmó la mañana del 25 de diciembre que la región había sufrido dicho ataque, asegurando que no hubo ni víctimas ni daños. Un día después, incluso, Kadyrov entregó a su hijo una medalla por "Servicios a la República Chechena" por "derribar drones". "El hecho de que entre estos drones estuviera un avión de pasajeros de Azerbaijan Airlines (AZAL) con 67 personas abordo no ha avergonzado a Ramzán Kadírov", informa ácidamente la agencia de noticias estatal de Azerbaiyán, que recogía la noticia.

En medio de un ataque con drones ucranianos, los sistemas de guerra electrónica, claves para inutilizar sistemas de guiado como el GPS, estaban a pleno rendimiento. Lo que coincide con la información disponible del recorrido del vuelo J2-8243. Salió de Bakú para desaparecer al poco de empezar a sobrevolar territorio ruso, cerca de Grozni. Apreció de nuevo brevemente para volver a desaparecer hasta llegar a territorio de Kazajistán. "El avión quedó completamente ciego". Las interferencias impidieron también que el piloto pudiera comunicarse de manera adecuada con la aerolínea o sus aeropuertos.

En estas situaciones, en los que la defensa antiaérea está en plena alerta, lo correcto y habitual sería que la parte rusa cerrara su espacio aéreo a aviones civiles (como ya hace con vuelos cerca de la frontera con Ucrania), algo que no hizo. "Por qué no se declaró una zona de exclusión aérea sobre Chechenia sigue siendo una cuestión importante", apunta el medio Azertag, citando a fuentes de la investigación.

Fuentes del gobierno azerí insisten en que no creen que el vuelo J2-8243 fuera derribado a propósito, sino que más bien es un caso de negligencia, especialmente de las autoridades chechenas, con Ramzán Kadírov a la cabeza. Conforme avanzaban las noticias de que el culpable del incidente habría sido un misil tierra-aire ruso, más voces dentro de Azerbaiyán demandaban una "disculpa", "depuración de responsabilidades", "investigación completa" y "pago de una compensación" por parte de Moscú o Chechenia.

También se han quejado de la reticencia rusa. Desde el inicio de la crisis, las autoridades y medios rusos han apuntado a otras hipótesis. En su reporte preliminar el miércoles, Rusia aseguró que una densa niebla había obligado al avión a desviarse de su aterrizaje previsto en Grozni para, en su lugar, tratar de tomar tierra en Kazajistán, donde acabaría estrellándose después de haber chocado, probablemente, "con una bandada de pájaros".

Tras publicarse las primeras noticias apuntando a un error de la defensa antiaérea rusa, el portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, advirtió contra "las otras hipótesis" antes de que terminen las pesquisas. "Es un error formular hipótesis antes de que se conozcan las conclusiones de la investigación", aseguró. Eso es todo. Lo demás, silencio.

Las aerolíneas, de momento, no van a esperar. Azerbaijan Airlines suspendió todos los vuelos a Grozni y Makhachkala hasta que concluya la investigación, lo que sugiere que el mal tiempo o las bandadas de aves no son la única consideración de la aerolínea. La aerolínea israelí El Al también anunció que cancelaba sus vuelos en ruta hacia Rusia "durante toda la semana", citando "los últimos eventos en el espacio aéreo de Rusia".

No es la primera vez que Rusia o fuerzas aliadas a Rusia derriban un avión civil de pasajeros. Hace algo más de 10 años se derribó sobre Ucrania el vuelo MH17 de Malaysia Airlines en 2014, cuando un misil Buk, fabricado en Rusia y lanzado por separatistas prorrusos, acabó con la vida de 298 personas. En aquel caso, las investigaciones internacionales concluyeron que el misil fue disparado desde una zona controlada por separatistas, en un contexto de intensa militarización y confusión en el espacio aéreo. El permiso a los milicianos para disparar vino directamente desde Vladímir Putin.

En un contexto de alerta máxima, tampoco es la primera vez que una defensa aérea derriba por error un avión. En enero de 2020, las Fuerzas Armadas iraníes derribaban "en un desastroso error" un Boeing 737-800 que hacía la ruta Teherán-Kiev con 176 personas a bordo. En aquel entonces, la defensa antiaérea iraní confundió el avión ucraniano con "un objetivo hostil", en el contexto del asesinato por EEUU, apenas unos días antes, del líder de la Guardia Revolucionaria iraní, Qassem Soleimaini.

Azerbaijan Airlines suspendió todos los vuelos, lo que sugiere que el mal tiempo o las bandadas de aves no son la única consideración de la aerolínea

La prensa azerí se aferra también al caso del derribo de un helicóptero ruso por parte de Azerbaiyán en 2020, durante la penúltima guerra de Nagorno-Karabaj. Entonces, un misil azerí derribó un helicóptero Mi-24 ruso sobre Armenia, matando a dos miembros de la tripulación e hiriendo a un tercero. Bakú admitió el error y pidió disculpas, además de asegurar que los responsables se enfrentarían a responsabilidades penales y que pagaría una compensación.

Si la relación con Azerbaiyán puede tensarse si Rusia se mantiene en sus trece con negar su participación o una disculpa, Moscú tampoco está en un buen momento con Kazajistán, en cuyas manos queda la investigación definitiva. Ni Azerbaiyán ni Kazajistán son enemigos de Rusia, pero tampoco amigos abiertos. ¿Cederá Rusia y pedirá disculpas, o será Azerbaiyán quien agache la cabeza?

En 2014, todo lo que los servicios de emergencia pudieron encontrar fue los cadáveres desmembrados de los pasajeros del MH17 entre los restos del equipaje y el fuselaje del avión. En esta ocasión, ha habido más suerte: el vuelo J2-8243 de Azerbaijan Airlines con destino Grozni (Chechenia, Rusia), que se estrelló este día de Navidad cerca de Aktau, Kazajistán, dejó 29 supervivientes del total de 67 personas abordo.

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