Atracón en Nochebuena, Ozempic en Navidad: por primera vez, EEUU 'adelgaza'... pero a qué precio
Por un lado, es la solución esperada al problema de la obesidad, con un 42% de la población afectada. Por otro, ¿qué tipo de vida es esta, comiendo alimentos ultraprocesados y luego inyectándonos Ozempic?
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Por primera vez en más de una década, las tasas de obesidad en Estados Unidos han bajado... ligeramente. Un último estudio, publicado por la revista de salud JAMA Health Forum este diciembre, registró que la tasa de obesidad en EEUU pasó del 46% en 2022 al 45,5% en 2023. La caída es mínima, pero es la primera en más de diez años en un país que acaricia siempre el podio mundial, si quitamos las micronaciones-islas, con sus propios problemas de salud. El motivo, apuntan los expertos, no parece ser un cambio de hábitos, sino un medicamento.
El medicamento Ozempic, que en realidad es la semaglutida que se usa desde hace años para tratar a las personas con diabetes de Tipo 2, ha penetrado en la cultura popular estadounidense. Lo sugieren los memes en las redes sociales y los debates internos que empiezan aflorar en la inminente Administración Trump. Un remedio rápido contra el sobrepeso, con algunos efectos secundarios.
Según el Centro Médico Davis, de la Universidad de California, lo que hace el Ozempic es imitar una hormona intestinal que retrasa nuestro proceso digestivo y le dice a nuestro cerebro que estamos llenos y que, por tanto, no necesitamos comer más. Como consecuencia, perdemos peso. El Ozempic, así como el Wegovy, se administra con inyecciones semanales. La diferencia es que el Ozempic contiene dosis más bajas de semaglutida que el Wegovy y está aprobado por el regulador como sintético para bajar peso. La empresa danesa Novo Nordisk produce ambos.
Como apunta el prospecto de Ozempic, sus efectos secundarios pueden ser la náusea, el dolor abdominal, la diarrea, el estreñimiento o los vómitos. En casos extremos, Time Magazine ha recopilado testimonios de algunas personas que casi se mueren usando este medicamento para tratar su diabetes. Dos estudios independientes han relacionado el Ozempic con la pérdida de visión, lo cual está siendo investigado por los reguladores médicos de la Unión Europa.
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La aparente eficacia de Ozempic y Wegovy, usados por famosos como Elon Musk, Oprah Winfrey o Khloé Kardashian, ha suscitado un debate sobre el estilo de vida norteamericano. Por un lado, se trata de la solución fácil, largamente esperada, al problema de la gordura en un país donde más del 42% de la gente es obesa. Por otro, ¿qué manera de vivir es esta, atiborrándonos de alimentos malos, baratos y ultraprocesados para luego pincharnos Ozempic en el abdomen? Es como si la sociedad fuera un ovillo en manos de los enormes gatos que son las industrias.
“Nada haría más por mejorar la salud, la esperanza y la calidad de vida de los americanos que hacer que los inhibidores de GLP [el tipo de medicamento que es el Ozempic] sean de coste superbajo para el público”, escribió Elon Musk en la red social de su propiedad, X. “Nada se le acerca”.
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Mucha gente debe de pensar igual que Elon Musk. Gracias a Ozempic y Wegovy, la empresa Novo Nordisk ha facturado 50.000 millones de dólares acumulados hasta septiembre de 2024. Una cantidad que pronto puede superar su presupuesto de investigación de los últimos 30 años. Y puede que sus productos solo estén cogiendo impulso. Congresistas de Washington piensan que los precios de Ozempic y Wegovy, de 968 dólares y 1.349 mensuales, respectivamente y sin receta, están inflados.
Otros medicamentos similares, como Saxenda o Zepbound, están vendiendo a rebufo de las estrellas del mercado. Y hay empresas que quieren presentar una medicina similar pero sin lo incómodo de las inyecciones. La gigante Nestlé, por ejemplo, va a lanzar un supresor “natural” del apetito que se podrá beber, como si fuera un batido. Es menos potente que el Ozempic. Y menos intrusivo.
Como describe The New York Times, los médicos desearían que los estadounidenses combatieran el sobrepeso a la antigua: con una mezcla de autocontrol, ejercicio y alimentos saludables. Pero la experiencia científica les indica que, habiendo una droga en el mercado, estos consejos suelen caer en saco roto. Lo mismo sucedió con la diabetes de Tipo 2 en los años noventa. Muchas personas podrían haberla evitado o controlado de forma natural, pero al final tuvieron que recurrir a la farmacia.
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Pero, además de Elon Musk, dentro del entorno de Trump está Robert Kennedy Jr., nominado para dirigir el Departamento de Salud. Y Kennedy tiene una opinión muy distinta respecto a los medicamentos de adelgazamiento. Antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, Kennedy declaró en Fox News que las farmacéuticas que producen estos medicamentos “están contando con vendérselos a los americanos porque somos así de estúpidos y de adictos a las drogas”.
El punto esencial de la agenda de Kennedy, que presume de buena forma física con vídeos sin camiseta en los que levanta pesas o hace dominadas, está resumido en su trumpiano eslogan de campaña: “Hacer a América saludable de nuevo” (MAHA, por sus siglas en inglés). Un programa basado en la idea de luchar contras las grandes industrias alimenticias y farmacéuticas, que habría “envenenado en masa” a los estadounidenses con elementos que, por ejemplo, son ilegales en la UE.
Por eso ha sido crítico con Ozempic y compañía, como su asesora, Calley Means. “El problema no es que exista Ozempic”, dejo Means en un tuit reciente. El problema “es el hecho de que esta empresa danesa ha sido capaz de pagar a los reguladores de EEUU, los medios y los legisladores para forzar este medicamento por nuestras gargantas como la única opción”. Robert Kennedy Jr., recientemente, ha reconocido que estos medicamentos “tienen un lugar” en el paisaje de la salud.
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Kennedy, que, en el curso de menos de un año, ha pasado de demócrata, a independiente y aliado de Donald Trump, tiene un historial muy polémico de opiniones médicas. El ejemplo más visible es el de haber relacionado las vacunas con el autismo, pese a que el estudio que una vez lo sugirió fue retirado y sucesivos estudios científicos demostraron que no existía tal vínculo.
Mientras tanto, estos medicamentos continúan su curva ascendente, aunque no sin baches. A veces el seguro sanitario los cubre y a veces no, y uno de los efectos del Ozempic y compañía es que, si se deja de tomar, el usuario puede volver a recuperar rápidamente el peso que había perdido, lo cual genera una dependencia. Algo que comprendieron los habitantes de Michigan que tenían la droga cubierta por la aseguradora Blue Cross Blue Shield, que un día decidió limitar dicha cobertura. Miles de personas se quedaron sin sus inyecciones de una semana para otra. “La esperanza se ha terminado”, dijo una mujer. Había perdido 15 kilos en diez meses.
Por primera vez en más de una década, las tasas de obesidad en Estados Unidos han bajado... ligeramente. Un último estudio, publicado por la revista de salud JAMA Health Forum este diciembre, registró que la tasa de obesidad en EEUU pasó del 46% en 2022 al 45,5% en 2023. La caída es mínima, pero es la primera en más de diez años en un país que acaricia siempre el podio mundial, si quitamos las micronaciones-islas, con sus propios problemas de salud. El motivo, apuntan los expertos, no parece ser un cambio de hábitos, sino un medicamento.