Ni belenes ni churros: este es el verdadero reclamo turístico de los mercadillos de navidad en Europa
La Navidad viene acompañada de consumo y Madrid no es la única capital que cuenta con este atractivo de dulces y artesanías. De los más de 1.370 puestos, 291 están relacionados con el comercio de estas fechas.
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"Pero si esto parece Alemania, con el vino caliente", se escucha a una pareja que pasea entre los puestos navideños situados en Plaza España, en el centro de Madrid. Las luces no son el único reclamo de la ciudad. Como otras muchas en Europa, la capital española ha adoptado este sistema comercial al aire libre como símbolo propio de estas fechas.
Entre espumillones, el sonido de las bombetas contra el suelo y el olor dulce que no se distingue entre canela o azúcar, los mercadillos navideños se consolidan como dinamizadores de la economía en estos tiempos. “Aparte de las transacciones comerciales que se pueden hacer en los propios mercadillos, son un motor para redirigir a los visitantes a otras zonas de la ciudad que no tienen por qué ser estrictamente el puro centro”, confirma Marta Rivera de la Cruz, delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid.
En este 2024, la capital cuenta con 291 puestos relacionados con la actividad navideña según el Portal de Datos Abiertos del Ayuntamiento de Madrid. Lo que supone que uno de cada cinco (de los más de 1.370, de todo tipo, instalados en la capital), giran en torno al comercio propio de estas fechas.
Sin embargo, hay ciertas actividades que no tienen por qué encontrarse disponibles durante todo el año y que sí son propias de estas fechas: mercadillo de pinos, abetos y otros elementos vegetales de carácter ornamental navideño; mercado tradicional de navidad; puestos de algodón y palomitas; puestos de artículos navideños no alimenticios; puestos de churros y freiduría; puestos de complementos, bisutería y artesanía; puestos de pequeños juguetes; puestos de confitería, frutos secos y patatas fritas envasadas; situados de artesanía y venta ambulante de barquillos.
Así, la zona del centro se convierte en el principal distrito para esta actividad, con 30 puestos registrados en estas categorías. Entre los tres tipos de casetas que se pueden encontrar más veces caminando son los quioscos de churros y freidurías, los mercadillos de pinos y abetos, y los relacionados con complementos, bisutería y artesanía.
La Plaza Mayor es el corazón del sector en estas fiestas y donde se concentra la mayor parte de los puestos. La actividad se reparte por otras zonas de la capital como Moncloa, el Retiro o Vallecas también cuentan con situados de estas características.
Para ejercer este tipo de actividades en España, y, en concreto, en Madrid, los comerciantes necesitan obtener una licencia o autorización municipal para operar. Por su parte, los ayuntamientos delimitan los espacios donde se pueden instalar los puestos y establecen días y horarios de funcionamiento. Además, los trabajadores deben estar registrados como autónomos o empleados según la normativa vigente y cumplir con las regulaciones de la Seguridad Social.
La estacionalidad se convirtió en 'pop-up'
Los mercadillos navideños siempre se han situado como la oportunidad para muchos comerciantes de no solo dar visibilidad a su producto sino contar con un pico de ventas. Sin embargo, esta tendencia está cambiando.
Si bien es cierto que, por ejemplo, la venta de figuras de belenes o el pesebre sí que están sujetas a cierta estacionalidad, para otras actividades comerciales, los mercadillos navideños solo son una vía para tener un punto físico con el que a lo largo del año no cuentan. “Nosotras vendemos todo el año online”, confirman desde el otro lado del mostrador Meryem Must, una marca de joyas que ha aprovechado para contar con un puesto en Plaza España. Lo mismo le sucede a la confitería Sweet Nuts. Cuando les preguntan por punto físico para adquirir las garrapiñadas, que ahora mismo dan a probar de forma gratuita responden: “No tenemos”.
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Tras la pandemia, y con las nuevas tecnologías, el no contar con un punto físico convierte el comercio ambulante en una alternativa para los comerciantes para desarrollar su actividad de forma complementaria y no a la inversa como sigue siendo para muchos.
Aún así, los artículos de bromas, ornamentos o la imaginería navideña son un sello de identidad que se desvanece a partir del mismo 25 de diciembre. Ahora bien, no hace falta tener un puesto de estas características para caer en las consecuencias de la estacionalidad. Luis y Maria del Carmen llevan desde 1969 con su tienda “Belenes El Perfumista”. Se dedican a la creación de forma artesanal de las figuras del nacimiento. “Nunca nos hemos planteado los puestecillos porque las condiciones son muy duras”, aseguran. Ahora están jubilados, pero complementaban su actividad con una perfumería, de ahí el nombre del comercio.
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Por su parte, aquellos dedicados a ornamentos florales también suelen adaptarse a la temporada sin perder su actividad a lo largo del resto del año. Y muchos de los puestos han comenzado a ser espacios publicitarios para grandes marcas de cerveza, cadenas de comida rápida o hasta empresas de electricidad o energía. Así, los mercadillos navideños ya no son solo un enclave para un comercio de nicho sino que van mutando desde los propios comerciantes hasta la distribución de las licencias.
El equilibrio entre tradición y globalización
“Estos mercadillos ya son parte de la tradición navideña de Madrid. Creo que hay mucha gente que lo que busca cuando viene a Madrid es esa visita a los diferentes mercadillos, a los puestos de comida, a los puestos de recuerdos, a los puestos de regalos, de decoración navideña”, confirman desde el Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid.
Sin embargo, la estética, el que haya productos internacionales, como el vino caliente, o la reducción de la concesión de licencias hace que tanto para comerciantes como para usuarios estos puestos sigan siendo “una moda más” en nuestras calles que lo convierte en un reclamo más allá de los servicios que ofrece. Además, para muchos usuarios pone en riesgo al comercio local. En 2023, contaban con 180 situados, diez más que este año.
“Desde el Ayuntamiento no se dan más puestos, pero la ciudad sigue creciendo”, asegura Nicolas Rodríguez, coordinador de la Asociación para la promoción y el desarrollo del comercio ambulante (APRODECA). Al trasladar las peticiones de los comerciantes ambulantes destaca esta ampliación de licencias y, también, de horarios para que el comercio local pueda sacar más rentabilidad en este periodo.
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En esta transición también se han visto ciudades como Viena. Con el nuevo concepto para el mercado navideño se intentó "caminar sobre la cuerda floja entre la tradición y un paso hacia la modernidad", afirma Katrin Edtmeier, actual director general de Imperial Markets, al periódico austriaco Der Standard. Los comerciantes, por su parte, defendieron que durante este proceso “no se descuidara la artesanía”.
Del mismo modo, desde la organización de este tipo de eventos son conscientes de cuáles son los principales reclamos. En el caso de los mercadillos navideños de la capital es el vino o ponche caliente. Han creado su propia clientela fija: familias y niños. Según informa Der Standard, las encuestas han demostrado que, para muchos, la expectación por su “ponche favorito” es una razón importante para visitarlos.
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Así, los puestos de restauración se encuentran muy solicitados. Según la ubicación, el precio del establecimiento oscila entre 12.500 y 43.000 euros por un puesto de ponche en Navidad. Esto no ha impedido a los comercios dejar de apostar por esta actividad, ya que el 94% de los restauradores ya estaban representados en alguno de los mercados en 2022, según confirma Hannes Dejaco, director general de MagMag, organizadora cuatro de los 14 mercados de Viena (Schloss Belvedere, Maria-Theresien-Platz y Stephansplatz, Campus Universidad de Viena) y el mercado de Adviento en la Abadía de Klosterneuburg.
Su agencia lleva 25 años organizando los puestos del mercado. Las decisiones —quién se instala y dónde— se toman "en función de la experiencia y de las gamas de productos presentadas”, señala.
Bulgaria, donde antes no estaba de moda
En los últimos años, estos mercadillos han experimentado un notable crecimiento en países como Bulgaria, abarcando desde productos agrícolas hasta artesanías y moda local. Antes considerados una rareza, los mercadillos navideños ahora están presentes en la mayoría de las grandes ciudades del país. De hecho, cerca de la capital, Sofía, crearon un pueblo navideño que se ha convertido en atractivo para visitantes locales.
Sin embargo, organizadores y comerciantes se enfrentan a muchas dificultades. Desde el medio nacional Mediapol.bg confirman que la única ayuda de la administración local es la exención de tasas municipales por el uso de espacios públicos como plazas y parques. Los organizadores afirman que, en la mayoría de los casos, se trata de un gasto elevado y que, de tener que pagarlo, supondría un aumento de los alquileres para los participantes, por lo que se convertiría en un obstáculo para la participación.
Sin embargo, la principal queja es la burocracia. Levena Lazarova, organizadora de eventos comerciales al aire libre y quien ha coordinado hasta el año pasado el mercado navideño de un mes de duración en una de las plazas centrales de Sofía, afirma que se tarda aproximadamente un mes en recibir todos los permisos del ayuntamiento, tanto si el evento es de uno o dos días como si es de un mes entero.
Además, los permisos suelen expedirse la víspera del evento, lo que hace que las cosas sean muy inciertas. Los organizadores no saben si el evento podrá celebrarse hasta el último minuto, aunque hayan trabajado para ello durante meses.
"Estos eventos no se ven como algo que ayude a la imagen de la ciudad"
“El último evento que hicimos fue un festival de vino caliente. Lo organizamos junto con el distrito de Oborishte (uno de los distritos del municipio de Sofía). Y aun así fue muy difícil”, confirma Lazarova. Según ella, la administración local cree que la exención de tasas es un gesto suficiente hacia este sector. “Estos eventos no se ven como algo que ayude a la imagen de la ciudad, al desarrollo del turismo, al apoyo a artistas y pequeñas empresas, y a la creación de comunidades”, reivindica la organizadora.
España, financiación y el comercio ambulante
Al margen de la actividad navideña, el comercio ambulante resulta un sector inestable y complejo dentro del entramado económico de un país. “No llegan las ayudas europeas porque se acaba quedando en el comercio minorista”, reclama Nicolás Rodriguez. Hace mención a la situación de países como Italia donde desde los sectores minoristas se reclaman ayudas para una distribución comercial más diversa y donde se integre al comercio ambulante como otra alternativa más. En Madrid cuentan con una línea de ayudas centrada en la modernización de la infraestructura y la logística. Sin embargo, la estacionalidad sigue siendo un frente a tener en cuenta.
Aunque desde el Ayuntamiento confirman que estas licencias de espacio público son compatibles con otras ayudas o licencias comerciales, para los ambulantes no son suficientes. El coordinador de APRODECA destaca la falta de ayudas económicas para la estacionalidad de los comerciantes que se ven determinados por la temporalidad de su mercancía asegurando que muchos propietarios “llegan a pagar por no tener actividad”, mientras que destaca que este tipo de comercio es “el que sostiene la identidad del comercio local en nuestro país”.
"Pero si esto parece Alemania, con el vino caliente", se escucha a una pareja que pasea entre los puestos navideños situados en Plaza España, en el centro de Madrid. Las luces no son el único reclamo de la ciudad. Como otras muchas en Europa, la capital española ha adoptado este sistema comercial al aire libre como símbolo propio de estas fechas.