Erdogan y el legado otomano: la ambición de Turquía va más allá de Siria
Turquía emerge como el gran vencedor tras la caída de Al Asad. Erdogan consolida su influencia en Siria y Asia Central, proyectándose como el líder regional más ambicioso
La caída del régimen de Al Asad en Siria ha alterado radicalmente el equilibrio geopolítico en Oriente Medio. Mientras Irán, Rusia y Líbano pierden un aliado estratégico y ven amenazada la continuidad de sus intereses en el Mediterráneo, Israel y Estados Unidos aprovechan el vacío de poder para reforzar su influencia, avanzando sobre territorios clave y buscando redefinir el mapa político de la zona. En este contexto, Turquía emerge como el gran vencedor, al consolidar su posición en el norte de Siria gracias al apoyo a diversas milicias y a su control sobre zonas estratégicas.
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La Turquía de Erdogan se muestra cada vez más ambiciosa, buscando una proyección global que rememore el pasado otomano. Ha ampliado su influencia más allá del Cercano Oriente, especialmente en Asia Central, donde impulsa la Organización de los Estados Turcos para fortalecer lazos comerciales y limitar la dependencia de Rusia. Además, expansiva se extiende hasta Xinjiang, en China, donde la presencia de población uigur turcófona, podría convertirse en un problema para Pekín. Turquía no tiene pretensiones sobre esta región, pero una minoría de iugures islamistas radicalizados ha participado en el conflicto sirio y podría convertirse en una amenaza de seguridad.
La relación ambivalente de Ankara con Europa y Rusia refleja su estrategia pragmática en el nuevo panorama global. Aunque Turquía es miembro de la OTAN, Erdogan mantiene una relación especial con Putin. En repetidas ocasiones, ha tomado posiciones divergentes respecto a sus socios occidentales, especialmente en la guerra de Ucrania. Por otro lado, su expansión unilateral en Siria, el respaldo a actores islamistas y la posible instrumentalización de flujos migratorios generan inquietud en la Unión Europea. Turquía está más cerca de integrarse a los BRICS que de avanzar hacia la adhesión a la UE. No obstante, la coyuntura actual ofrece a Erdogan una oportunidad única para consolidar a Turquía como líder regional y potencia puente entre Occidente y las potencias emergentes, siempre que logre equilibrar intereses sin agravar tensiones o conflictos.
La caída del régimen de Al Asad en Siria ha alterado radicalmente el equilibrio geopolítico en Oriente Medio. Mientras Irán, Rusia y Líbano pierden un aliado estratégico y ven amenazada la continuidad de sus intereses en el Mediterráneo, Israel y Estados Unidos aprovechan el vacío de poder para reforzar su influencia, avanzando sobre territorios clave y buscando redefinir el mapa político de la zona. En este contexto, Turquía emerge como el gran vencedor, al consolidar su posición en el norte de Siria gracias al apoyo a diversas milicias y a su control sobre zonas estratégicas.
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