El escenario más oscuro: la Siria de después de Al Asad, según las Fuerzas de Seguridad españolas
Aumenta la preocupación de que los combatientes que hasta ahora estaban neutralizados en las prisiones de Al Asad estén saliendo ahora a la calle como parte de las excarcelaciones masivas de presos
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La dictadura de Bashar al Asad es ya historia y se abre una nueva etapa para Siria en la que todo son incógnitas. La visión optimista sobre el futuro del país contempla la posibilidad de que se establezca un gobierno de unidad nacional que respete a las minorías e idealmente les conceda igualdad de derechos políticos, que se llegue a un acuerdo de paz entre las facciones que siguen combatiendo (especialmente las milicias kurdas y las apoyadas por Turquía) y que Hayat Tahrir Al Sham (HTS), la organización islamista nacida de la antigua rama siria de Al Qaeda que ha liderado la ofensiva rebelde, realmente haya roto con su pasado yihadista y encabece un ejecutivo responsable, como han hecho tantas organizaciones violentas tras acceder al poder a lo largo de la historia.
Tal vez no sea una quimera: es lo que piden millones de sirios, tanto dentro y fuera del país. Algunas medidas iniciales del nuevo gobierno de salvación, como la colocación de un estandarte con la profesión de fe islámica junto a la bandera de la Siria libre, han generado un rechazo importante, pero por ahora la respuesta de HTS ha sido la de escuchar a las masas y dar marcha atrás inmediatamente. Reino Unido y EEUU, por ejemplo, ya estudian la posibilidad de sacar a HTS de la lista de organizaciones terroristas y retirar la recompensa de 10 millones de dólares sobre la cabeza de su líder Abu Mohamed Al Jolani, para poder establecer un diálogo con este grupo. Es lo que proponen también instituciones tan importantes como el think tank sobre prevención de conflictos International Crisis Group.
Pero en los servicios de inteligencia occidentales, la comunidad antiterrorista y las fuerzas de seguridad impera una perspectiva mucho más pesimista. Para múltiples expertos en estos sectores consultados por El Confidencial resultan mucho más probables otros escenarios más oscuros, como el estallido de una nueva guerra civil, que produzca nuevas olas de refugiados y donde no haya contrapesos para un resurgimiento del Estado Islámico. O peor aún: que tras consolidarse en el poder, HTS se desenmascare como una organización yihadista de carácter transnacional y Siria acabe convertida en un nuevo “Yihadistán”.
La historia de Hayat Tahrir Al Sham, el grupo que ha llevado el peso militar de la revuelta que ha depuesto a Al Asad, es compleja. Son herederos del Frente Al Nusra, la filial que tuvo Al Qaeda en el enjambre de siglas que participaron en la guerra civil siria tras la primavera árabe en ese país, pero mantienen un encarnizado enfrentamiento con el Estado Islámico. Teóricamente, esta organización ha roto con su pasado yihadista y se ha enfocado en una lucha de carácter exclusivamente nacional, e incluso rompió formalmente con Al Qaeda a finales de la década pasada. Pero muchos no creen que esa transformación sea real, ni que se pueda considerar a HTS un grupo “moderado”.
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“Que una organización terrorista se haga con el poder de un país es el peor escenario posible, sobre todo si tiene agenda internacional”. Así de tajante se muestra un alto mando de las fuerzas de seguridad españolas dedicado a la lucha antiterrorista. No olvida los años posteriores al establecimiento del autoproclamado Estado Islámico entre Siria e Irak bajo el mandato de Abu Bakr Al Baghdadi. A mediados de la década pasada, acudieron a la llamada yihadista internacional (que estos grupos denominan de forma propagandística la hégira, usando el mismo término con el que se describe la huida de Mahoma desde La Meca a Medina en el año 622, antes del triunfo del Islam en Arabia) alrededor de 250 radicales proyihadistas seducidos por la promesa de un Estado propio con instituciones bajo las normas de la sharía. Llegaron a acuñar su propia moneda.
Algunos fantasmas de aquella época han regresado estos días a los despachos de los servicios de Información de la Policía y la Guardia Civil. Cuando este mando alude a la “agenda internacional” del terrorismo yihadista se refiere a atacar a Occidente, si bien aprecia algunas diferencias con respecto al precedente de 2014. Señala el pretendido discurso conciliador de los rebeldes que han derrocado a la dictadura de Al Asad: “Llama la atención que en su entrada en las ciudades no se hayan visto apenas la exhibición de banderas”. Con todo, se mantiene cauteloso. No descarta que tenga más que ver con no provocar la alarma internacional mientras terminan de eliminar todos los resortes de una dictadura, la de los Asad, que ha estado en el poder durante 54 años.
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Existe un término islámico para referirse a esta forma de proceder, la ‘taqika’, que significa “disimulo u ocultación de las propias creencias”. Esta doctrina islámica establece que es lícito fingir otro credo o ideología si está en riesgo la propia supervivencia. La idea procede del islam chií, aunque también ha sido adoptada por movimientos islamistas suníes como estrategia de infiltración hasta que llegue el momento de revelar su verdadero rostro. El ejemplo más notorio es el del Ayatolá Jomeini, cuyas promesas de moderación se desvanecieron a los pocos días de alcanzar el poder.
“Es un desafío a medio largo plazo. Daesh ya tenía sus propios departamentos. Ahora van a tener tiempo para pensar, no van a tener que esconderse y si encima se presentan con la legitimidad de haber derrocado a un régimen autoritario como era el anterior, puede suponer un problema”, comenta, si bien asume que en un primer momento parecen tener más urgencias en el ámbito regional.
“Se va a reactivar una preocupación que hasta ahora teníamos en menor medida”, añade en referencia a todos esos radicales que partieron de España y “se les perdió la pista”. Una cuarentena de los que se marcharon volvieron, varias decenas se sabe que están en otros países. Pero este mando recuerda que hay un número indeterminado en paradero desconocido o en cárceles o en campos de refugiados que ahora han sido liberados. Remarca que hace años se les otorgaron recursos importantes para combatir la amenaza de Estado Islámico que ahora pueden ser de nuevo necesarios.
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Casi todos los servicios de inteligencia europeos están muy pendientes de estos yihadistas internacionales, y no se descarta que algunos a quienes se había dado por muertos reaparezcan vivos y coleando, dado que el Mujabarat sirio —el servicio secreto de Al Asad— no era demasiado cooperativo con sus homólogos occidentales y parte de su información podría ser deficitaria o engañosa. También preocupa su dispersión por el país. Según fuentes francesas, hasta ahora los yihadistas de nacionalidad gala estaban recluidos en Idlib y sus movimientos eran monitorizados por la DGSE, el servicio de inteligencia exterior de Francia. Pero en este nuevo escenario, el temor es que puedan desaparecer del radar y reaparecer en Europa para cometer atentados.
De hecho, el experto francés, Wassim Nasr, que ha pasado algún tiempo en las zonas bajo control de HTS en la región de Idlib y conoce muy bien los entresijos de este grupo, ha identificado a varios yihadistas galos que han tomado parte en la ofensiva rebelde que ha tumbado a Al Asad, en vídeos filmados y subidos por ellos mismos a sus canales propagandísticos. Estos combatientes no se integran necesariamente dentro de HTS, sino que en muchos casos son parte de milicias independientes, lo que los hace aún más difíciles de controlar.
Otra fuente consultada por El Confidencial, especialista en el análisis de Inteligencia de las fuerzas de seguridad españolas, coincide en sus temores a largo plazo sobre lo que puede suceder en Siria. No obstante, tampoco espera una especial beligerancia en un corto medio plazo. “Lo que vamos a ver es un intento de blanquear a Hayat Tahrir Al Sham”, dice.
Legitimarse a nivel internacional
“La principal diferencia con lo que pasó hace diez años en Siria es que Daesh llegó y ya instauró un califato y la sharía. Ahora lo que han hecho los rebeldes es decir que van a respetar a las minorías. Hay un intento de legitimarse de cara a la comunidad internacional casi más que internamente”, comenta este experto en Inteligencia que, sin embargo, mantiene su escepticismo respecto a lo que pueda pasar a largo plazo.
De cara a establecer comparaciones, se fija antes en el precedente del regreso de los talibanes al poder en Afganistán. Tras veinte años de intentos de consolidar una democracia en aquel país, los islamistas regresaron con promesas de mayor aperturismo que se han diluido con el tiempo a medida que la comunidad internacional dejó de prestar atención. El régimen talibán, hoy, no entraña muchas diferencias respecto al que fue derrocado a principios de siglo por la comunidad internacional en represalia por el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001.
Respecto al riesgo de que elementos radicales en España vean en Siria un reclamo para desplazarse a su territorio como la década pasada, este especialista comenta que actualmente el grupo terrorista con más poder de convocatoria sigue siendo Estado Islámico. “Daesh ha censurado la actuación de HTS, dice que es inmoral y lo ha calificado incluso de una revolución preislámica”, detalla. Añade que los rebeldes sirios tienen sus propias estructuras, pero nadie ha contado hasta la fecha con un aparato de propaganda tan potente como el que tuvo el Estado Islámico.
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Otra de las incógnitas que deja el nuevo escenario sirio es la relación de los nuevos dirigentes del país con las bolsas de población kurda, reforzada por Estados Unidos como muro de contención contra el yihadismo durante la guerra. En caso de enfrentamientos, esta fuente tampoco encuentra verosímil el desplazamiento de filiales yihadistas procedentes de otras regiones en las que tienen fuerte presencia como el Sahel. “Actualmente, esas filiales en territorio africano tienen una agenda marcadamente regional”, opina.
Lo que sí preocupa, y mucho, es que combatientes que hasta ahora estaban neutralizados en las prisiones de Al Asad estén saliendo ahora a la calle como parte de las excarcelaciones masivas de presos que se están produciendo estos días. Otro escenario, algo más remoto, es que una nueva oleada de inestabilidad pueda hacer que las llamadas Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) de mayoría kurda pierdan el control de algunas prisiones, o que se produzcan operaciones para liberar a yihadistas destacados, como ya ha sucedido en alguna ocasión.
Pero sobre todo, uno de los peligros más inmediatos es que si desaparecen los poderes fácticos que hoy contienen al Estado Islámico, este pueda renacer una vez más y hacerse con el control de grandes franjas de territorio, reconstruyendo parte del Califato, con todo lo que eso implicaría. Las estadísticas de ataques del Daesh en Siria e Irak durante el último año, de hecho, ya apuntan a un resurgimiento efectivo de esta organización terrorista, incluso antes de la caída de Al Asad. Tanto si HTS solidifica su control sobre el resto del país como si no, en Siria puede estar fraguándose la tormenta perfecta.
La dictadura de Bashar al Asad es ya historia y se abre una nueva etapa para Siria en la que todo son incógnitas. La visión optimista sobre el futuro del país contempla la posibilidad de que se establezca un gobierno de unidad nacional que respete a las minorías e idealmente les conceda igualdad de derechos políticos, que se llegue a un acuerdo de paz entre las facciones que siguen combatiendo (especialmente las milicias kurdas y las apoyadas por Turquía) y que Hayat Tahrir Al Sham (HTS), la organización islamista nacida de la antigua rama siria de Al Qaeda que ha liderado la ofensiva rebelde, realmente haya roto con su pasado yihadista y encabece un ejecutivo responsable, como han hecho tantas organizaciones violentas tras acceder al poder a lo largo de la historia.