La mano del SBU de Ucrania llega cada vez más lejos: asesinan al jefe de la defensa nuclear rusa
Según el CIR, la bomba fue accionada cuando Kirílov salía de su domicilio con su ayudante, que también murió en el atentado
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Hacía solamente un día que el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) había emitido una orden de arresto contra el teniente general Ígor Kirílov, jefe de la defensa radiológica, química y biológica de Rusia, por presuntos crímenes de guerra contra las fuerzas de Kiev. Horas después, un patinete bomba acaba con su vida en Moscú, informó el Comité de Instrucción de Rusia (CIR). Ucrania ha reivindicado el asesinato del militar ruso, según ha informado una fuente anónima del Servicio de Seguridad ucraniano a la agencia pública de noticias ucraniana, Ukrinform.
Este martes, Kirílov salía de su domicilio junto con su ayudante y, al pasar por delante de un patinete eléctrico, fueron víctimas de una explosión de una potencia equivalente a 300 gramos de trilita. Los dos murieron en el atentado, según el CIR.
La explosión, que se produjo pasadas la 06.00 hora local (03.00 GMT), fue de tal potencia que saltaron los cristales de las ventanas de las tres primeras plantas del inmueble. Hasta el lugar de los hechos, en el este de Moscú, se han desplazado investigadores, que están llevando a cabo actividades de búsqueda encaminadas a establecer las circunstancias de ataque, y agentes de las fuerzas de seguridad.
Ígor Kirílov es el militar más destacado que ha sido asesinado desde que Rusia empezó su invasión a gran escala en febrero de 2022. Para el SBU ucraniano, la operación especial era extremadamente necesario porque el militar "era un criminal de guerra y un objetivo totalmente legítimo". Además, han subrayado que Kirillov "dio orden para usar armas químicas prohibidas contra el Ejército ucraniano" y han agregado que "un final así de ignominioso es lo que les espera a todos los que matan ucranianos". "El castigo por los crímenes de guerra es inevitable", han zanjado.
El teniente era responsable de las tropas que están encargadas de la lucha contra los efectos de las armas nucleares, radiológicas, biológicas y químicas, conocidas en general como armas de destrucción masiva, y también de las operaciones de seguridad civil en caso de accidente nuclear, bacteriológico, químico o medioambiental.
Reino Unido ya había alertado previamente sobre las acciones del jefe de la defensa nuclear rusa y emitieron sanciones contra él "por el despliegue de armas químicas bárbaras en Ucrania", incluido el agente asfixiante tóxico cloropicrina. También afirmó que es "un portavoz importante de la desinformación del Kremlin", en referencia a las reuniones informativas públicas en las que acusaba regularmente a Kiev de conspirar para utilizar armas químicas y desarrollar una “bomba sucia” nuclear.
Kirílov afirmó, sin aportar pruebas, que Ucrania tenía planes de utilizar drones especiales diseñados por Estados Unidos que transportaban "mosquitos infectados" que propagarían la malaria entre las fuerzas rusas.
Además de las acusaciones del Gobierno británico, el Departamento de Estado de Estados Unidos señaló anteriormente que Rusia ha utilizado el agente químico cloropicrina contra las fuerzas ucranianas, en violación de la Convención sobre Armas Químicas de 1993. Por su parte, los servicios de Inteligencia de Ucrania (SBU) habían declarado a Kirílov "criminal" sospechoso de atacar y herir a alrededor de 2.000 miembros de Ejército ucraniano con munición K-1 que contenía gases químicos irritantes CS y CN y fueron incluidos en los drones que Rusia utiliza contra las trincheras ucranianas.
Un atentado en pleno corazón de Moscú
El atentado de este martes ha sido una de las operaciones más significativas de Ucrania dentro de territorio ruso. Desde el inicio de la guerra, Kiev ha estado ampliando la red de espías en el país para llevar a cabo asesinatos selectivos a militares clave en el marco de la invasión rusa, así como actos de sabotaje contra la infraestructura militar.
El asesinato de un general del corazón del estamento militar ruso en pleno Moscú refleja una vez más el cada vez mayor alcance de los servicios de inteligencia y operaciones ucranianos fuera de sus fronteras. El SBU (seguridad nacional) y el GUR (inteligencia militar) han protagonizado operaciones contra objetivos rusos en lugares tan remotos como Sudán o Mali (contra mercenarios de Wagner u otras compañías militares subcontratadas).
Cada uno de estos golpes, quizá por la sorpresa, son un golpe de mano espectacular, pero también van acumulando ganancias operativas: dejando claro a Rusia que sus militares no pueden estar a salvo en ningún lugar. En Sudán, drones presuntamente ucranianos atacaron a militares de Wagner en Jartum. En Mali, Ucrania habría apoyado a los rebeldes tuaregs que se anotaron una significativa victoria contra el Ejército maliense y los milicianos rusos que los apoyaban.
Se llegó incluso a especular (y así lo reportaron algunos medios ucranianos, aunque han trascendido mayores pruebas) que operativos ucranianos habían participado en el entrenamiento en drones de los milicianos rebeldes que lanzaron la ofensiva en Siria contra el gobierno de Bashar Al Asad.
"Llevar a cabo operaciones encubiertas no requiere necesariamente grandes recursos, tanto económicos como humanos. Dado el importante papel desempeñado por Wagner en ciertos sectores de la línea del frente en Ucrania, a Kiev le interesa degradar las capacidades e ingresos de los grupos para limitar cualquier posible apoyo al esfuerzo bélico de Rusia y eliminar a combatientes experimentados que podrían volver a luchar en Ucrania", apunta Federico Borsari analista militar para el Center for European Policy Analysis (CEPA). "Al mismo tiempo, la realización de operaciones encubiertas similares representa una gran oportunidad para que los operadores especiales del GUR adquieran experiencia y mejoren sus habilidades en diferentes perfiles de misión y entornos de combate", añade.
Los nombres de las víctimas del SBU y el GUR en África u Oriente Medio no trascienden, pero sí lo han hecho otros asesinatos anotados a estas agencias de seguridad e inteligencia ucranianas en la propia Rusia. Son relativamente habituales los atentados bomba o disparos solitarios contra oficiales rusos en territorios ocupados como Mariúpol, Crimea o Berdyansk, de la mano de saboteadores u operativos infiltrados.
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En diciembre, un coche bomba mató al exdirector de prisiones en la Donetsk ocupada por Rusia: Kiev lo hacía responsable de la masacre de Olenivka, una cárcel donde decenas de prisioneros de guerra ucranianos murieron en una explosión y el fuego que arrasó la prisión. Las agencias de inteligencia no se atribuyeron públicamente el asesinato. En otros casos, como el asesinato a martillazos del coronel Dmitry Golenkov, oficial del 52 regimiento de bombarderos, asesinado en Bryansk en octubre, Ucrania sí se atribuye el mérito.
Pero quizá el atentado en el mismísimo Moscú que más atrajo los focos sobre la labor de los servicios de inteligencia ucranianos fue la muerte de Darya Dugina, hija del reconocido filósofo ultranacionalista ruso Alexander Dugin, en un atentado con coche bomba que iba dirigido a su padre. Nuevamente, Ucrania no reconoció la autoría, pero fuentes estadounidenses al New York Times aseguraron que la operación había sido llevada a cabo por orden del Gobierno ucraniano.
Hacía solamente un día que el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) había emitido una orden de arresto contra el teniente general Ígor Kirílov, jefe de la defensa radiológica, química y biológica de Rusia, por presuntos crímenes de guerra contra las fuerzas de Kiev. Horas después, un patinete bomba acaba con su vida en Moscú, informó el Comité de Instrucción de Rusia (CIR). Ucrania ha reivindicado el asesinato del militar ruso, según ha informado una fuente anónima del Servicio de Seguridad ucraniano a la agencia pública de noticias ucraniana, Ukrinform.