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"Yo, o el caos': la guerra intestina entre izquierdas que está dinamitando Bolivia
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Una crisis de la que no se atisba el final

"Yo, o el caos': la guerra intestina entre izquierdas que está dinamitando Bolivia

Morales ya denunciaba en 2022 que había un plan urdido desde el Gobierno para "destrozarlo" a él y a otros dirigentes cocaleros, pero la actual crisis estalla en junio de 2023, cuando Arce ratifica en su cargo

Foto: Partidarios de Luis Arce celebran fallo que quita la presidencia del MAS a Evo Morales. (EFE/Luis Gandarillas)
Partidarios de Luis Arce celebran fallo que quita la presidencia del MAS a Evo Morales. (EFE/Luis Gandarillas)

Hubo un día en que Evo Morales presentaba a Luis Arce como “garantía de estabilidad, crecimiento económico y redistribución de la riqueza”. Era enero de 2020. El líder indígena estaba en el exilio y presentaba desde Argentina a su ex ministro de Economía durante más de una década como candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS). Arce ganó las elecciones en noviembre y solo un día después de su asunción como presidente Morales regresó al país.

Eran tiempos de unidad que ya no existen. La formación de izquierdas hegemónica en Bolivia vive ahora un crítico conflicto interno entre quienes apoyan a Morales y quienes apoyan a Arce. La pugna por el poder ha provocado una grave crisis política, la paralización del aparato estatal, multitudinarias manifestaciones, bloqueos de caminos, y batallas campañes en un contexto en el que ha llegado incluso a darse un confuso intento de Golpe de Estado mientras se produce, además, una fuerte crisis económica.

Foto: El presidente del Frente de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina.

Las alabanzas han pasado a profundas descalificaciones. Morales considera ahora a Arce un “traidor” que ha avanzado hacia una “dictadura” y se ha “derechizado” y, además, acusó al Gobierno boliviano en octubre de querer asesinarlo y sacarlo de la carrera presidencial que se celebrará en agosto de 2025. El presidente, por su parte, denuncia que el líder indígena quiere acabar con su Gobierno y acusa a Morales de querer perpetuarse en el poder.

“Es difícil detectar otras diferencias entre las facciones enfrentadas del MAS que no sean las derivadas de las disputas de poder entre los allegados de Evo, que compusieron la crema y nata de la burocracia estatal en los 14 años de su Gobierno y la gente que los reemplazó durante la Administración Arce, algo así como una segunda fila de gente más joven y menos conocida anteriormente”, comenta a El Confidencial el abogado y analista poilítico boliviano Gonzalo Mendieta.

Una polémica candidatura a la reeleción

Quizás los primeros atisbos de discordia dentro de las bases del MAS se dieron en 2016, cuando Morales perdió un referéndum sobre la reelección presidencial por la mínima. Ya entonces algunos arquearon las cejas ante el intento del entonces presidente de correr para un cuarto mandato después de haber estado en la cúspide del poder desde 2006 mientras algunas de las culturas indígenas bolivianas apuestan por la renovación de líderes.

El artículo 168 de la Constitución de 2009, que el mismo Morales supervisó y aprobó, estipula que “el periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua” y buena parte de la disputa gira alrededor de esa disposición de la Carta Magna.

En aquella ocasión un muy polémico fallo judicial permitió a Morales presentarse como candidato en 2019 argumentando que presentarse a las elecciones es un “derecho humano”, al estilo de los fallos que permitieron anteriormente las postulaciones de Oscar Arias en Costa Rica, Daniel Ortega en Nicaragua y Juan Orlando Hernández en Honduras. Esto se permitió a pesar de que las Constituciones de esos países lo prohibían, unas maniobras que, a la vista está, no entienden de ideologías y se han repetido después en El Salvador con Nayib Bukele.

Foto: Xi Jinping junto a Dina Boluarte. (Reuters/Agustín Marcarian)

El fallo emanó del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) que la oposición consideraba entonces como afín a Morales. Esa corte ya había permitido anteriormente el tercer mandato consecutivo del líder indígena argumentando que el país se había refundado tras la aprobación en 2009 de la actual Carta Magna.

Después llegaron las polémicas elecciones de 2019, que ganó oficialmente Morales. La oposición denunció un fraude y la Organización de Estados Americanos (OEA) lo secundó, aunque nunca ha llegado a ser probado, se produjeron bloqueos en todo el país, fuertes enfrentamientos y finalmente Morales dimitió y dejó el país denunciando un Golpe de Estado en su contra.

Jeanine Áñez, ahora en prisión, se convirtió en presidenta interina y Morales desde el exilio recompuso sus fuerzas bajo la figura de Arce pero esperando retener el liderazgo dentro del partido para una nueva intentona presidencial. El que había sido su ministro de economía durante buena parte de sus tres mandatos era una figura muy popular al haber sido visto como el responsable del “milagro económico” boliviano durante los años de altos precios de las materias primas, cuando el Gobierno de Morales logró reducir sustancialmente la pobreza y la desigualdad y lograr un crecimiento acelerado.

La división comienza por el gabinete de ministros

Las primeras divisiones comienzan a los pocos días de llegar Arce al poder y volver Morales a Bolivia, cuando el flamante presidente nombra a un consejo de ministros con figuras de la izquierda pero con perfiles alejados de los más afines al líder indígena. A Morales le quedó muy claro que su delfín quería nadar solo y distinguirse de su figura. Desde entonces inció una campaña contra algunas de las figuras del Gabinete que fue increscendo con el paso de los meses.

“Evo quiso reemplazar con sus lugartenientes políticos a ministros de confianza del presidente e insistió prematuramente con su candidatura, de modo que o Arce se alineaba y se resignaba a ser un mero delegado de Evo, o jugaba a ser presidente realmente. No fue raro que Arce optara por eso último. Las exigencias de subordinación de Evo han debido ser irritantes”, cree el analista Mendieta.

Morales ya denunciaba en 2022 que había un plan urdido desde el Gobierno para “destrozarlo” a él y a otros dirigentes cocaleros pero la actual crisis estalla en junio de 2023, cuando Arce ratifica en su cargo, mediante varias maniobras inusuales, a su ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, un izquierdista de Santa Cruz, región opositora tradicionalmente al líder indígena, que había sido censurado en la Asamblea Legislativa por parlamentarios afines al ex mandatario.

Foto: El director de origen Wayuu David Hernández Palmar

El cisma cristalizó en septiembre del pasado año, cuando el líder indígena ya se refería a Arce como un simple “cajero” desligando a la figura del presidente del “milagro económico” boliviano. Morales confirmó entonces su postulación presidencial. “Me han convencido de que voy a ser candidato, me han obligado”, anunció en su programa en la emisora local Kawsachun Coca.

Unas semanas después, en octubre, los sectores afines a Morales realizaron un congreso del MAS en el que designaron al líder indígena como jefe del partido y el único candidato del partido hegemónico de la izquierda para los comicios de 2025, pero a finales de ese mes el Tribunal Supremo Electoral anuló los resultados de ese cónclave y reclamó la realización de una nueva deliberación que contase con todos los actores del partido, algo que nunca ha llegado a realizarse.

Morales con el apoyo de cocaleros y Arce de los sindicatos

Durante esos meses se generó la división en dos bandos. El grupo parlamentario del MAS se divisió entre “evistas” (más numerosos en el legislativo) y “arcistas” y desde entonces las decisiones en la Asamblea Nacional están paralizadas porque los legisladores afines al líder indígena votan en contra de las iniciativas de ley del Gobierno junto a la oposición tradicional.

La base del apoyo a Morales está en la región cocalera del Chapare y las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba que han secundado todas sus reivindicaciones con manifestaciones y bloqueos.

placeholder El presidente de Bolivia, Luis Arce, participa en un ritual ancestral a la 'Pachamama' este jueves en El Alto (Bolivia). (EFE /Luis Gandarillas)
El presidente de Bolivia, Luis Arce, participa en un ritual ancestral a la 'Pachamama' este jueves en El Alto (Bolivia). (EFE /Luis Gandarillas)

Arce, por su parte, se apoya en el Pacto de Unidad, conformado por algunas de las mayores organizaciones sindicales, campesinas e indígenas del país, que tienen mucha fuerza y constituyen la base del MAS. Aunque ha habido movimientos en esos apoyos, contar con el poder presupuestario del Estado ha sido clave para que el presidente pudiese retener algunas de esas adhesiones.

“Internamente ambos apelan a los mismos movimientos sociales, sindicatos y gremios. Su nacionalismo de izquierda es indistinguible, aunque a veces Arce luzca más doctrinario en sus acciones y rigidez que Evo. Este es, a fin de cuentas, un sindicalista de formación, con el pragmatismo que eso implica, dentro de una retórica ardiente y de sus fobias”, comenta el analista Mendieta.

La batalla jurídica de Morales para postularse

La candidatura de Morales sufrió un fuerte revés en diciembre de 2023, cuando el TCP falló que la reelección indefinida no existe y que tampoco es un derecho humano, invalidando su futura postulación.

Sobre esa decisión hay distintas interpretaciones de los analistas. Algunos creen que el máximo tribunal interpreta de forma correcta la Carta Magna pero otros señalan que el artículo 168 no especifica si la prohibición aplica también a mandatos discontinuos y que Morales tendría derecho a presentarse.

En esta ocasión fue el “evismo” quien denunció que el Constitucional estaba politizado en favor de Arce y lanzó una batalla en los tribunales y la Asamblea. El legislativo está paralizado por decisión de los afines a Morales hasta la celebración de elecciones judiciales que cambiarán a los magistrados de las altas cortes. En Bolivia los jueces se eligen por voto popular después de ser seleccionados en el parlamento, un sistema muy similar al que va a implementarse en México.

Esos comicios deberían haberse celebrado el año pasado pero han sido retrasados hasta este 15 de diciembre en medio de la disputa entre ambos líderes. El resultado de esas elecciones es obviamente clave porque los futuros jueces podrían revisar fallos anteriores.

Aumento de la tensión tras el intento de golpe de junio

La tensión en Bolivia ha crecido de forma exponencial en 2024. El pasado 26 de junio Juan José Zúñiga, un general del Ejército, protagonizó un extravagante intento de Golpe de Estado contra el Gobierno de Arce, irrumpiendo con una tanqueta y un retén de soldados en la plaza Murillo, donde se encuentra la sede principal del Gobierno.

El militar había dicho un día antes que detendría a Morales por querer volverse a presentar a las elecciones y Arce lo había citado a su despacho para destituirlo por esos dichos en un apoyo a quien ahora es su rival.

Zuñiga no tardó en rendirse. Morales convino que Arce “engañó y mintió al pueblo boliviano y al mundo” y lo acusó de tramar algo parecido a un “autogolpe”. Esa es la sensación que le quedó también a buena parte de la oposición, mientras el Gobierno denunció un Golpe de Estado genuino y Arce le pedía al líder indígena que no se pusiese de lado “del fascismo”.

Foto: Las fuerzas de seguridad de Bolivia se enfrentan a seguidores del expresidente Evo Morales en Parotani. (Reuters/Claudia Morales)

Lejos de calmar los ánimos, la acción del general rebelde agitó aún más las aguas. Evo Morales lideró en septiembre una “marcha para salvar Bolivia” conformada por unas 5.000 personas que recorrió el país en protesta contra la crisis económica y reclamando la candidatura del líder indígena a las elecciones, algo que Arce vio como un nuevo intento de Golpe en su contra. La marcha terminó con una batalla campal que dejó decenas de heridos. Morales, eso sí, no logró imponer su agenda.

Acusación de estupro y atentado contra morales

Unos días después, a principios de octubre, la Fiscalía cursó una orden de arresto contra Morales por haber supuestamente violado a una menor de 15 años a cambio de beneficios económicos para los padres de ella y con quien habría tenido un hijo en 2017, algo que el líder indígena niega y que considera una persecución en su contra.

La orden fue anulada, y después reactivada, pero no se ha producido detención alguna y, mientras tanto, el “evismo” ha denunciado supuestos abusos de Arce contra una ex empleada.

A finales de ese mes el líder indígena denunció un intento de asesinato en su contra orquestado por el Gobierno después de que la camioneta en la que se movilizaba por el Chapare recibiese hasta 14 disparos. El “arcismo” consideró lo sucedido como un montaje por parte de Morales, sin que haya habido, por ahora, mayor esclarecimiento.

La situación se calmó con un llamado al diálogo con la Defensoría del Pueblo como mediadora, pero esos debates también fracasaron.Recientemente, sin embargo, el líder indígena recibió otro varapalo, porque los magistrados electorales, que él considera partidario de Arce, le dieron el liderazgo del partido a Grover García, un cercano aliado del presidente.

Evo se queda así sin partido, pero no parece dispuesto a tirar la toalla. Hace unos días ya sugirió a los suyos la posibilidad de presentarse bajo las siglas de otra formación y, en cualquier caso, todo podría cambiar tras las elecciones judiciales del 15 de diciembre.

Una tercera vía

Numerosos intelectuales y sindicalistas han reclamado a ambos líderes que busquen una solución. Muchos creen que el fin del conflicto pasa por la tercera vía que supondría presentar como candidato presidencial único al presidente del Senado, el joven Andrónico Rodríguez, que supondría un relevo generacional dentro de la izquierda boliviana y cuenta con apoyos dentro de las dos tendencias.

Él se ha mantenido equidistante y parece en espera de acontecimientos para mover ficha. El problema sería, eso sí, el mismo que con Arce: Evo Morales no parece dispuesto a renunciar a volver al poder.

Foto: Evo Morales. (Reuters)

La mayoría de analistas consideran, en cualquier caso, que el MAS se recompondría rápidamente si los dos líderes dan un paso al costado. “No hay un tema ideológico de fondo. Se trata de una disputa por el poder del partido y del Estado, pero me parece que el límite de esa división va a ser el riesgo de perder el poder”, comenta el analista político boliviano Carlos Cordero.

“Ambas facciones comparten vínculos internacionales, aunque recientemente el Grupo de Puebla salió a favor de Morales en declaraciones públicas. Pero tanto Morales como Arce comparten relaciones con los gobiernos cubano, nicaragüense y venezolano y, en general, el alineamiento boliviano en el mundo ha cambiado poco”, recuerda, por su parte, el abogado Mendieta.

La oposición está muy dividida

Ante esa división del MAS la oposición tradicional parece también dispuesta a concurrir dividida. No hay alicientes para generar un frente amplio opositor y ya hay decenas de precandidaturas.

En cabeza están la del ex presidente derechista Jorge ‘Tuto’ Quiroga (2001 - 2002), la del empresario Samuel Doria y la del ex presidente centrista Carlos Mesa (2003 - 2005) que ha liderado infructuosamente a la oposición en las tres elecciones presidenciales más recientes.

Este gran número de candidatos tampoco juega a favor de los opositores. “La división del MAS no le garantiza a la oposición una victoria. Afecta a la izquierda pero no es determinante. No es mecánico que si se divide el MAS gana la oposición”, cree el analista Cordero.

“Hay segunda vuelta en Bolivia y se estima que en 2025 sea la primera vez que vaya a darse una competencia en esa instancia. Por eso los opositores juegan a eventualmente conquistar el porcentaje que les permita calificar para la segunda vuelta, aunque fuera modesto. Si se diera la presidencia sería solo consecuencia del cansancio del electorado por las banderas del MAS, pero obviamente puede ocurrir que el Gobierno resultante sea débil y deba hacer pactos en el Congreso, para enfrentarse inmediatamente al ajuste económico que le será inevitable”, cree Mendieta.

Crisis económica

Porque todo esto se produce en mitad de una fuerte crisis económica que está generando mucho descontento en el país y minando la popularidad de Arce, que en algunas encuestas aparece con un nivel de aprobación inferior al 15%. Morales tiene más apoyo pero hay un 70% de Bolivianos que no votarían por él, minando también sus opciones.

La bajada de los precios internacionales del gas boliviano, así como una reducción del suministro disponible, han dejado a Bolivia sin divisas y con un déficit elevado, algo que ha acabado generando un desabastecimiento de combustible y grandes problemas en el comercio local, así como movilizaciones. El Gobierno ha intentado recurrir a crédito y la oposición y el “evismo” lo han impedido en el legislativo hasta que se produzcan elecciones judiciales.

Por otro lado, la inflación, que durante años estuvo controlada, poniéndose incluso a Bolivia como ejemplo, alcanza ahora casi el 9% del PIB. La economía crecerá apenas un 1,4% desde 3,1% del año anterior. La situación actual augura un 2025 muy tenso en el país sudamericano.

Hubo un día en que Evo Morales presentaba a Luis Arce como “garantía de estabilidad, crecimiento económico y redistribución de la riqueza”. Era enero de 2020. El líder indígena estaba en el exilio y presentaba desde Argentina a su ex ministro de Economía durante más de una década como candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS). Arce ganó las elecciones en noviembre y solo un día después de su asunción como presidente Morales regresó al país.

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