No hay paz para Siria: Turquía e Israel redibujan el mapa con ofensivas al norte y al sur
Las fuerzas sunís árabes, respaldadas por Turquía, han aprovechado el actual vacío de poder para atacar el cantón de Afrín y las ciudades kurdas de Tell Rifaat y Manbij
La nueva Siria está naciendo y por el momento son más los interrogantes que las certezas. Una semana después de la caída del régimen de Bashar al Asad en ataque relámpago liderado por la coalición islamista al frente de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), son cientos los sirios que siguen celebrando el inicio de una nueva etapa de un país que ha estado sometido a la represión más brutal por más de 40 años. Las banderas de Siria libre — las enseñas que los grupos rebeldes empleaban durante la guerra civil y que estaban prohibidas por el régimen baazista — ondean desde hace días en las calles del país como símbolo de la nueva etapa siria. Un escenario inimaginable hasta hace poco para los miles de sirios que llevan décadas esperando ser libres.
En la jornada de ayer, miles de sirios se congregaron en la emblemática mezquita de los Omeyas, en Damasco, para celebrar el primer rezo del viernes desde la caída del Al-Asad. Los alrededores del templo se convirtieron en una fiesta. Cientos de banderas de Siria libre colgaban de los cuellos de los creyentes que, entre aplausos y gritos de alegría, daban gracias a Alá por el fin del régimen. La Yumu'ah, u oración islámica del viernes que se lleva a cabo en el mediodía, estuvo dedicado a todos aquellos sirios que "lucharon y consiguieron superar la tiranía", según el sermón emitido en la mezquita por el nuevo primer ministro, Mohamed Al Bashir . Con los gritos de fondo de "uno, uno, uno, ¡el pueblo sirio es uno!", los ciudadanos han celebrado, emocionados y entre lágrimas, su libertad, como muestran los vídeos difundidos en las redes sociales. "Ahora somos libres para poder ir a donde queramos", afirma Sarah Kassim, ciudadana de Homs, en su cuenta personal de X. "Esta es la primera vez que visito la mezquita porque el régimen no lo permitía".
Sin embargo, para Siria, el tiempo de las celebraciones es limitado. Una vez pasada la euforia inicial, el país tiene que hacer frente una transición política plagada de incertidumbre, al mismo tiempo que se abren — o se reactivan — nuevos frentes de guerra. Aunque "ha habido avances hacia una estabilización provisional en algunos aspectos”, señaló el enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, en su última visita al país, "la situación sigue siendo muy inestable".
Si durante el conflicto civil las líneas de combate se multiplicaron entre diferentes facciones, ahora estos frentes, que se han mantenido de forma inestable durante estos últimos años, son nuevos focos de tensión que reabren el conflicto y añaden más inestabilidad al impredecible futuro del país árabe. Uno de estos núcleos se encuentra en la región autónoma del norte y este del Kurdistán, controlado por las milicias kurdas. Estas consiguieron erigirse como un bastión de resistencia contra el avance yihadista del Daesh cuando el grupo terrorista controlaba una gran parte del territorio sirio e iraquí.
Sin embargo, los ataques yihadistas no fueron los únicos a los que los kurdos hicieron frente durante la guerra civil: Turquía, quien considera al PKK y a las milicias kurdas que mantienen vínculos con el Partido como organizaciones terroristas, ha perpetrado diferentes ofensivas en estos últimos años con el fin de acabar con la presencia kurda. Algo que Turquía no consiguió, pero que con la nueva etapa política, el escenario podría cambiar.
En estos últimos días, las fuerzas sunís árabes, respaldadas por Turquía, han aprovechado el actual vacío de poder para atacar el cantón de Afrín y las ciudades kurdas de Tell Rifaat y Manbij, situadas al oeste del río Eufrates. Al asegurar ambas ciudades, Turquía ha consolidado su control sobre áreas clave al oeste del Éufrates y ha creado una nueva zona de amortiguación a lo largo de sus límites territoriales. Estos territorios han sido un objetivo primordial para el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan, quien ya lanzó, años antes de la caída de Al-Asad, operaciones militares para expulsar a los combatientes kurdos de lo que el mandatario turco considera "sus fronteras".
Tras estos ataques, el comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias, la alianza militar kurdo-árabe, anunció que se había acordado un alto el fuego, con la mediación estadounidense, en la ciudad de Manjib con el fin de proteger a los civiles. Esta es la segunda ciudad de mayoría árabe en la que las FDS han retirado sus tropas desde la caída del régimen. Los kurdos, quienes también controlan la seguridad de las cárceles de la zona, donde están encarcelados cientos de yihadistas, también han advertido sobre la creciente amenaza del grupo Daesh en la zona ante el vacío de poder.
Así, el jefe de las FDS, el general Abdi Mazloum, ha informado que el grupo terrorista está comenzando a resurgir. "El Daesh es ahora más fuerte en las zonas desérticas. Antes estaban escondidos en zonas remotas, pero ahora tienen más libertad de movimiento. En las áreas que controlamos también hemos visto un incremento en sus actividades", afirmó en una entrevista para SkyNews. "Hace tan solo tres días, tres miembros de las FDS fueron asesinados cerca de Hasakah por un ataque del Daesh y sabemos que sus planes por conseguir escapar de las cárceles están siempre en su agenda".
El grupo terrorista consiguió imponer su "califato" durante cinco años en diferentes partes de Siria e Irak. En el caso de Siria, los yihadistas proclamaron su capital en la ciudad siria de Raqqa e implementaron su durísima interpretación de la Sharía en todo el territorio que estaba bajo su control. Para conseguir frenar su expansión, Estados Unidos brindó apoyo económico y militar a las milicias kurdas de las Unidades de Protección Mixtas (YPG) y las Unidades de Protección Femeninas (YPJ), además de las FDS. Tras años de combates, los kurdos proclamaron en el año 2019 la derrota del Califato yihadista. En ese mismo año, Turquía inició la operación "Manantial de Paz" contra las facciones kurdas, dejando decenas de muertos y el desplazamiento de 100.000 personas, según la ONU.
Alrededor de 1.000 soldados estadounidenses de Operaciones Especiales están presentes en las bases del este y noreste de Siria y continúan trabajando con las milicias kurdas. El pasado domingo, el presidente estadounidense, Joe Biden, autorizó varios ataques aéreos contra campamentos y posiciones del Daesh dentro de Siria a través de un ataque protagonizado por aviones de combate B-52, F-15 y A-10. Según los funcionarios estadounidenses, los ataques aéreos alcanzaron más de 75 objetivos en el centro de Siria.
Biden, además, señaló que EEUU apoyaría la región "en caso de que cualquier amenaza llegue desde Siria durante este período de transición. Tenemos claro que el ISIS [el Daesh] tratará de aprovechar cualquier vacío para restablecer su capacidad, para crear un refugio seguro", señaló."No permitiremos que eso ocurra". Sin embargo, a menos de dos meses de que Biden traspase la presidencia al republicano Trump, las milicias kurdas temen que el futuro presidente vuelva a "traicionarles" como ya ocurrió en el año 2019, cuando Trump decidió retirar las tropas estadounidenses y no brindar apoyo a los kurdos durante la ofensiva turca.
"Las milicias kurdas temen que Trump vuelva a "traicionarles" como ya ocurrió en el año 2019, cuando Trump decidió retirar las tropas"
De hecho, Trump ya ha advertido que la guerra en Siria no es la guerra de los estadounidenses. "Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo y Estados Unidos no debería tener nada que ver con ello. Esta no es nuestra lucha. Dejemos que (la situación) se desarrolle. No se involucren", escribió en su cuenta de Truth, tras el rápido avance de los insurgentes sobre el país árabe.
Además de Manjib y Afrin, las facciones islamistas lideradas por HTS anunciaron, el pasado martes, la toma de la ciudad de Deir ez-Zor y sus alrededores, donde las fuerzas kurdas consiguieron avanzar tras la retirada de las tropas sirias.
Israel lanza más de 400 ataques
Junto con los ataques contra las posiciones kurdas y el cada vez más creciente despertar de las células durmientes del Daesh, Israel ha estado atacando el sur de Siria y los alrededores de Damasco durante estos últimos días. En un nuevo ataque terrestre, Israel también ha desplegado tropas más allá de la zona de amortiguación, desmilitarizada por primera vez como consecuencia de la caída del régimen.
El Ejército israelí informó que había perpetrado un total de 480 ataques en "todo el país". La razón, siguiendo a la retórica del Gobierno israelí, tiene que ver con la defensa de Israel y la preservación de la seguridad de sus ciudadanos. "El colapso del régimen sirio es el resultado directo de los duros golpes que hemos asestado a Hamás, Hezbolá e Irán", afirmó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante una rueda de prensa. "El eje [chií] aún no ha desaparecido, pero como prometí, estamos cambiando la faz de Oriente Medio".
Netanyahu defiende los ataques alegando que están logrando que los "terroristas no consigan controlar las zonas", algo que también ha apoyado el ministro de Defensa israelí, Israel Katz: "El ejército de Israel ha estado operando en Siria en los últimos días para golpear y destruir las capacidades estratégicas que suponen una amenaza para Israel", afirmó. "Debido a lo que está sucediendo en Siria, existe una enorme importancia de seguridad para nuestra defensa del pico Hermón y se debe hacer todo lo posible para garantizar los preparativos de las FDI en el área".
El ejecutivo de Netanyahu también ha recalcado que no las fuerzas israelíes no se irán de Siria hasta que no se configure un nuevo Gobierno que no suponga una amenaza para su existencia. Hasta el momento, el único nombre que se ha dado a conocer es el del nuevo primer ministro perteneciente al HTS,Mohamed Al Bashir. La organización, quien cortó sus relaciones con Al-Qaeda en el año 2017, defiende quela construcción del nuevo Estado sirio es responsabilidad de "todos". Al Bashir también ha pedido abordar el futuro del país con la "reconciliación" como base".
De hecho, en estos últimos meses, Israel se ha mostrado abierto a entablar relaciones con el Kurdistán y defiende que este territorio comparte muchos intereses con el pueblo israelí. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Sa'ar, en uno de sus primeros discursos oficiales, describió al pueblo kurdo como "una gran nación, una de las más importantes sin independencia política". Sa'ar, quien asumió el cargo tras el reajuste en el Gabinete de Benjamín Netanyahu que incluyó el despido repentino del ministro de Defensa, Yoav Gallant, destacó que los kurdos han sido "víctimas de la opresión y la agresión por parte de Irán y Turquía (...) debemos acercarnos a ellos y reforzar nuestros vínculos".
Sin embargo, analistas de la zona creen que esta es solo una estrategia de Israel para acabar con sus enemigos chiíes y conseguir expandir su influencia en la región.
La nueva Siria está naciendo y por el momento son más los interrogantes que las certezas. Una semana después de la caída del régimen de Bashar al Asad en ataque relámpago liderado por la coalición islamista al frente de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), son cientos los sirios que siguen celebrando el inicio de una nueva etapa de un país que ha estado sometido a la represión más brutal por más de 40 años. Las banderas de Siria libre — las enseñas que los grupos rebeldes empleaban durante la guerra civil y que estaban prohibidas por el régimen baazista — ondean desde hace días en las calles del país como símbolo de la nueva etapa siria. Un escenario inimaginable hasta hace poco para los miles de sirios que llevan décadas esperando ser libres.
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