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EEUU ensaya estrategias para defender islas y archipiélagos: España (y Europa) deberían tomar nota
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El mayor desafío de la defensa española

EEUU ensaya estrategias para defender islas y archipiélagos: España (y Europa) deberían tomar nota

La reciente experiencia del mar Rojo, en el que los ataques desde la costa de las fuerzas pusieron en jaque la navegación marítima, ha servido para abrir los ojos sobre la realidad del campo de batalla moderno y las limitaciones de las armadas europeas

Foto: La armada ejercita sus capacidades ante las amenazas submarinas. (EFE/Oficina de Relaciones con la Prensa de La Armada en Rota)
La armada ejercita sus capacidades ante las amenazas submarinas. (EFE/Oficina de Relaciones con la Prensa de La Armada en Rota)
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La ministra de Defensa, Margarita Robles, visitó este verano varios peñones e islas españolas en el Norte de África cuya existencia, en ocasiones, puede pasar desapercibida. Se trata de las llamadas plazas de soberanía, unas zonas que, en caso de conflicto, supondrían un desafío para España. Sin embargo, trazando paralelismos con las provocaciones semejantes a las que enfrentan otros países aliados, podríamos sacar lecciones.

El peor escenario

Los debates sobre la defensa nacional en España consideran un total de 11 escenarios como "los peores posibles". Estos normalmente giran sobre la defensa de las ciudades españolas en el norte de África, Ceuta y Melilla, — a las que el entonces primer ministro marroquí, Saadeddine Othmani, tildó de "marroquíes como el Sáhara”— y ocasionalmente incluyen a las Islas Canarias. Las declaraciones del líder marroquí llevaron a que, desde el Ministerio de Asuntos Exteriores español, se convocara con urgencia a la embajadora de Marruecos y a una respuesta tajante de Carmen Calvo, entonces vicepresidenta del gobierno español.

La respuesta diplomática española fue firme, pero llama siempre la atención la asimetría con la que el asunto se maneja en uno y otro país. Allí se habla claramente de la reclamación de soberanía. Aquí, en España, se imparten directrices para que los análisis que se producen en centros de ideas públicos como el Real Instituto Elcano o el Instituto Español de Estudios Estratégicos no molesten al vecino marroquí.

La falta de debate público ha sido suplida con iniciativas como el Observatorio de Ceuta y Melilla, donde podemos encontrar publicaciones como “Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris”, pero también “Las raíces históricas de Ceuta, Melilla y el resto de territorios españoles del norte de África”. Y es que, como demostró el conflicto por el islote de Perejil en 2002, una gran mayoría de españoles no sabe de la existencia de otros territorios de soberanía española. Son las denominadas “plazas de soberanía”, sin duda el territorio español más desconocido.

Las desconocidas plazas de soberanía

Las plazas de soberanía incluyen varios islotes y peñones. De oeste a este encontramos el islote de Perejil, cerca de la ciudad de Marruecos. Se trata de un territorio deshabitado cuya ocupación por fuerzas marroquíes en el verano de 2002 generó una grave crisis que obligó al gobierno español a lanzar una operación militar y solicitar la mediación estadounidense. A continuación, encontramos el Peñón de Vélez de la Gomera, aproximadamente a medio camino entre Ceuta y Melilla. Curiosamente fue una isla hasta que un terremoto alteró su morfología y convirtió al territorio español en una península unida al continente.

Siguiendo el recorrido de oeste a este, llegamos a las islas Alhucemas, formadas por el Peñón de Alhucemas y los islotes de Mar y Tierra. Al igual que el peñón de Vélez de la Gomera, el peñón de Alhucemas llegó a contar con población civil. En ambos casos, actualmente sólo encontramos una pequeña guarnición militar.

Foto: Maniobras militares 'African Lion 22' de Marruecos y EEUU. (EFE/Fátima Zohra)
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Finalmente llegamos a las islas Chafarinas, al este de Melilla y relativamente más cerca de la frontera entre Marruecos y Argelia que de la ciudad española. El archipiélago lo forman las islas del Congreso, de Isabel y del Rey. Nuevamente encontramos un territorio español que albergó en el pasado población civil, pero que actualmente sólo cuenta con una guarnición militar y en donde ocasionalmente trabajan biólogos y arqueólogos.

Si bien no es una plaza de soberanía, ya que es un territorio español de la provincia de Almería, no hay que olvidar la existencia de la isla de Alborán. Se ubica a 85 kilómetros de la península y da nombre al extremo más occidental del Mar Mediterráneo, el Mar de Alborán. Al igual que en algunas de las plazas de soberanía cuenta con una guarnición militar. Pero si en los otros casos el personal procedía del Ejército de Tierra, la tropa la forman marineros e infantes de marina.

Casos similares, lecciones diversas

Las circunstancias por las que todos estos territorios pasaron a ser españoles son diferentes en cada caso. Pero la mayoría de ellos coinciden en que fueron territorios que pasaron a estar bajo control español porque era necesario negarles su uso a piratas, contrabandistas y otras fuerzas hostiles, contribuyendo así a la defensa de las plazas principales del norte de África y el litoral andaluz. Los territorios que antes proporcionaban una ventaja a la defensa de los intereses españoles ahora, imaginando los peores escenarios, suponen puntos vulnerables por estar dispersos y contar con una defensa diferente.

El caso de España, país de la Unión Europea y la OTAN con territorios en el norte de África, es único. Pero la existencia de territorios fuera de la masa continental no es una circunstancia única de España. Suecia y Finlandia, los dos últimos países en incorporarse a la OTAN, poseen islas e islotes en el Mar Báltico cuya defensa desde los tiempos de la Guerra Fría dependía no solo de la existencia de una fuerza de defensa de costa, sino de la capacidad de proyección de fuerzas de asalto anfibio. En el caso de Suecia se trata del Cuerpo Anfibio y en el caso de Finlandia la Brigada “Nyland”. En ambos casos se trata de fuerzas de infantería ligeras que emplean fundamentalmente embarcaciones rápidas y ligeras.

La diferencia del caso de Suecia y Finlandia con España es que ambos países nórdicos deben defender muchos islotes deshabitados sin guarnición permanente. La doctrina de ambos países es practicar una guerra de maniobra donde las fuerzas anfibias desembarcan, golpean y reembarcan saltando de isla en isla para golpear desde la costa a las unidades navales enemigas y puntualmente atacar las fuerzas anfibias enemigas. Aunque a pesar de las diferencias doctrinales, sin duda volveremos a ver a la infantería de marina española realizando ejercicios en el Mar Báltico, pero coincidiendo esta vez con las fuerzas de asalto anfibio de Suecia y Finlandia en ejercicios dentro del marco OTAN.

Los estudios sobre las operaciones anfibias en el siglo XXI plantean siempre la dificultad de realizar el despliegue de fuerzas en una era donde proliferan los sensores y misiles de largo alcance. La reciente experiencia del Mar Rojo, en el que los ataques desde la costa de las fuerzas pusieron en jaque la navegación marítima, ha servido para abrir los ojos sobre la realidad del campo de batalla moderno y las limitaciones de las armadas europeas. Evidentemente quien más reflexión y desarrollos de programas acumulan son las fuerzas armadas de Estados Unidos, que desde los tiempos del primer mandato del presidente Barack Obama recibieron instrucciones de poner su ojo en Asia.

La amenaza que presentan a la libertad de movimientos de las fuerzas navales fue bautizada Anti-Acceso y Negación de Área (A2/AD en inglés), que, aunque se pretendía un concepto neutro, nació evidentemente pensando en países dotados de fuerzas casi a la par con Estados Unidos como es el caso de China. El desafío, por tanto, consistía en poder acercar las fuerzas navales de Estados Unidos a las costas de los países aliados de Washington y desde allí proyectar su poder aeronaval. La respuesta al creciente poderío militar chino se llama “letalidad distribuida” y consiste en dispersar las fuerzas, dotar a cada unidad de armamento de largo alcance y hacer trabajar a las fuerzas propia de forma coordinada mediante avanzados sistemas de comunicaciones. Se trata de un paso más al concepto de “guerra orientada a redes”.

La traducción a la realidad española del concepto estadounidense de letalidad distribuida sería imaginar una armada con más unidades, quizás sacrificando el tamaño máximo de las nuevas para contar con más buques y submarinos, a los que sin importar su tamaño se les dotaría de armamento avanzado, pero con enlace de datos. Esto supondría modernizar o modificar con armamento avanzado a las unidades de la Fuerza de Acción Marítima, la rama de la Armada especializada en seguridad marítima y que reúne a los patrulleros costeros y oceánicos. Así, todas las unidades operarían en el Estrecho de Gibraltar y Mar de Alborán compartiendo toda la información disponible sobre el aérea de operaciones para en caso de detectar una amenaza disparar coordinadamente armamento inteligente de largo alcance, como por ejemplo el nuevo misil NSM.

Foto: Naval Strike Missile (MSN), en una feria de Rumanía. (EFE/EPA/Robert Ghement)

Como en el caso de Finlandia y Suecia, la defensa de las islas en la región del Indo-Pacífico requiere la participación de la infantería de marina. En el caso del Cuerpo de Infantería de Estados Unidos su adaptación a los conflictos del futuro en la región ha supuesto la reorganización de sus unidades expedicionarias básicas para contar con nuevo tipo unidad llamado Regimiento Litoral de Infantería de Marina. Este consiste de un batallón de fusileros reforzado con una batería de misiles antibuque, un batallón de defensa antiaérea y un batallón logístico. La idea es que esos regimientos litorales practiquen la guerra de maniobra saltando de isla e isla, tal como harían las infanterías de marina de Suecia y Finlandia en el Mar Báltico, pero siendo capaces de crear a su vez sus propias burbujas A2/AD gracias a contar con misiles antibuque y antiaéreos avanzados.

Adaptando los planes españoles al caso español no será necesario crear unidades de la nada. El Ejército de Tierra cuenta con un Regimiento de Artillería de Costa, el RACTA Nº4 ubicado en la provincia de Cádiz, que dispone de piezas de artillería remolcada de 155mm. En esta misma provincia encontramos también a la brigada de infantería de marina “Tercio de Armada” (TEAR). Esta última es la única unidad expedicionaria anfibia de las fuerzas armada españolas y vive ahora mismo un periodo de transición e incertidumbre. Incorporar entre sus misiones la capacidad de proyectar rápidamente fuerzas hacia las plazas de soberanía para lanzar contraataques sobre una fuerza enemiga o crear burbujas A2/AD supondría seguramente repensar los planes futuros. Pero desde ya podemos ir adaptando los nuevos conceptos estadounidenses a la realidad española entendiendo la necesidad de reforzar al RACTA Nº4 con misiles antibuque y estudiar cómo reforzar a los buques de la Fuerza de Acción Marítima para hacerlos contribuir a las operaciones de combate en aguas españolas.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, visitó este verano varios peñones e islas españolas en el Norte de África cuya existencia, en ocasiones, puede pasar desapercibida. Se trata de las llamadas plazas de soberanía, unas zonas que, en caso de conflicto, supondrían un desafío para España. Sin embargo, trazando paralelismos con las provocaciones semejantes a las que enfrentan otros países aliados, podríamos sacar lecciones.

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