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Entre la yihad y el refugiado: el 'sueño' europeo de dejar de llamar "terroristas" a los rebeldes sirios
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"Falsas expectativas de moderación"

Entre la yihad y el refugiado: el 'sueño' europeo de dejar de llamar "terroristas" a los rebeldes sirios

De momento, se mantiene cautela. Pero Siria es un punto neurálgico en Oriente Medio, por lo que, de una manera u otra, Occidente tendrá que establecer vías de comunicación con el HTS

Foto: Milicianos de HTS en Hama. (EFE/Mohammed Al Rifai)
Milicianos de HTS en Hama. (EFE/Mohammed Al Rifai)

Siria se encuentra ante un punto de inflexión. Tras medio siglo bajo el control de la familia Assad, la otrora fortificada Damasco ha caído sin apenas resistencia. El régimen que se sostenía por el apoyo de aviones rusos y agentes iraníes se ha derrumbado en tiempo récord tras la exitosa operación de los rebeldes. Pero la clave ahora es saber quién tiene el control. ¿Se trata de Abu Mohammed al-Jolani, a quien la ONU, Estados Unidos y otras potencias occidentales consideran terrorista y por cuya cabeza se ha puesto un precio de 10 millones de dólares? ¿O es Ahmed al-Sharaa, quien lleva tiempo intentando demostrar que se ha desvinculado del extremismo yihadista y ha prometido no atacar Occidente?

Ambas identidades corresponden al mismo hombre, el responsable de liderar la coalición rebelde dominada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS). El grupo surgido de las cenizas del yihadismo global reclama ahora la dirección del Estado sirio. Hasta hace poco, semejante transformación parecía inimaginable. De momento, la comunidad internacional mantiene cautela. Pero es consciente de que Siria es un punto neurálgico en el más que convulso Medio Oriente con salida estratégica al Mediterráneo. Por lo que, de una manera u otra, tendrá que establecer vías de comunicación con el hombre de 42 años que el pasado domingo entró en la mezquita de los Omeyas en Damasco vestido con uniforme militar declarando “victoria para la nación islámica”.

El portavoz de la Comisión Europea para Asuntos Exteriores, Anouar El Anouni, asegura que “no se está negociando actualmente con HTS ni con sus líderes”. En Reino Unido, el ministro del gabinete Pat McFadden aseguró que se podría eliminar a HTS de la lista de terroristas, aunque el premier Keir Starmer se apresuró luego a apuntar que todavía era “demasiado pronto” para considerar un cambio de política. “Todos hemos visto en otras partes de la historia donde creemos que hay un punto de inflexión: resulta que no necesariamente es el futuro mejor que esperamos”, agregó.

Por su parte, Estados Unidos cree que partes significativas de HTS siguen manteniendo fuertes vínculos con ISIS. “Tomamos nota de lo que están diciendo los líderes de estos grupos rebeldes estos días. Pero a medida que asuman una mayor responsabilidad, evaluaremos no solo sus palabras, sino también sus acciones”, recalcó Joe Biden.

Foto: Combatientes rebeldes posan mientras sostienen una bandera de la oposición siria en el interior de la Mezquita de los Omeyas. (Reuters/Amr Abdallah Dalsh)

¿Se debe negociar con HTS? La clave más bien es si existe otra alternativa cuando están en juego cuestiones tan importantes como seguridad o inmigración (con el posible regreso de refugiados, con las consecuencias que eso deriva en Europa) y cuando un aislamiento podría ser aprovechado por otras potencias.

En 2021, el corresponsal de FRONTLINE Martin Smith se convirtió en el primer periodista occidental en entrevistar al líder de HTS, quien ya entonces estaba buscando una nueva relación con Washington. Recalcaba que había roto con ISIS y Al Qaeda e insistía en que su lucha era contra Asad, no contra Estados Unidos.

La entrevista tuvo lugar en la provincia de Idlib, donde la organización yihadista, antes de la reciente toma de Damasco, ya había establecido una autoridad cívica que gobernaba a más de tres millones de personas, muchos de ellos desplazados de otras áreas de Siria por la guerra civil. El líder de HTS destacaba que había 500.000 estudiantes matriculados en las escuelas y los hospitales estaban en pleno funcionamiento, en su afán por demostrar un cambio pragmático con capacidad para gobernar más allá del campo de batalla.

Pero Guney Yildiz, analista especializado en geopolítica en la London School of Economics, recalca que gobernar una sola provincia de una población relativamente homogénea es muy diferente a gobernar una nación. “Damasco exige una burocracia mucho más compleja. Gestionar una población multifacética e instituciones centrales requerirá salvaguardas constitucionales, confianza en los tribunales y un marco de protección para las minorías”, advierte.

Foto: Milicianos celebran en Damasco la caída del régimen de Asad (EFE)

El experto advierte que “el compromiso con el HTS no debe basarse en falsas expectativas de moderación”. “Su pragmatismo surge de la necesidad, no de una reforma ideológica. Han permitido que los civiles desempeñen papeles limitados en el gobierno, al tiempo que conservan el control sobre la seguridad y el poder judicial. Se trata de una respuesta táctica a sus circunstancias. Mientras las condiciones lo dicten, el HTS seguirá siendo pragmático, pero si consigue los medios, es poco probable que dude en perseguir objetivos más radicales”, explica a El Confidencial.

En definitiva, pese a que a Jolani le moleste la etiqueta de “terrorista” y considere que esas designaciones son “políticas y equivocadas”, el analista cree que “las palabras por sí solas no borrarán viejos temores”, por lo que entiende que “capitales extranjeros, inversores y ONG duden ahora en involucrarse profundamente con un grupo que alguna vez defendió la yihad armada”.

“En su momento, el HTS impuso el orden con puño de hierro, encarcelando y torturando a activistas. Ahora, debe dejar espacio para la disidencia, asegurando que gestos como permitir que las mujeres no lleven velo o tolerar el culto cristiano se traduzcan en reformas estructurales genuinas en lugar de una imagen hueca”, apunta.

Los modelos anteriores ofrecen lecciones y advertencias. Las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos construyeron un orden local con el apoyo de Estados Unidos, pero no aspiraban a gobernar toda Siria. El Ejército Nacional Sirio, respaldado por Turquía, luchó contra el faccionalismo y la corrupción. El llamado califato de ISIS solo ofrecía brutalidad. El enfoque híbrido de HTS —en parte ideológico, en parte tecnocrático—ha mantenido hasta ahora unida a Idlib, pero la duda ahora es si puede guiar un panorama mucho más complicado sin recurrir a viejos hábitos represivos.

Mientras los gobiernos occidentales evalúan la veracidad de la metamorfosis del HTS, las consultoras globales y los fondos soberanos se muestran cautelosos. La importancia económica y estratégica de la región como nexo de corredores comerciales y rutas energéticas sigue en un segundo plano, pero ¿quién invierte en un estado dirigido por un líder con una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza?

Como subrayan repetidamente los jefes de inteligencia, las amenazas terroristas internacionales suelen tardar en desarrollarse, incluso en entornos permisivos. La rama afgana del Estado Islámico tardó dos años en volver a planear ataques terroristas internacionales tras la toma del poder por los talibanes en 2021, aunque cuando lo hizo, los atentados fueron graves, como la masacre del Crocus City Hall en marzo en Moscú, en la que murieron al menos 130 personas.

Sin embargo, por el momento, los expertos creen que no hay indicios de que HTS tenga la aspiración de participar en actividades terroristas que afecten directamente a la seguridad de Occidente.

¿Regreso de los refugiados sirios?

Los riesgos trascienden las fronteras de Siria. Si el HTS logra estabilidad y relativa justicia, los refugiados dispersos en Turquía, Líbano, Jordania e incluso algunos en Europa podrían regresar a casa. Los proyectos de reconstrucción, comercio e infraestructura podrían reconfigurar la economía de la región. Pero queda todavía la cuestión de los bombardeos israelíes, células del Estado Islámico en las zonas rurales del sur, la pieza de los kurdos en el este... si la opresión y la venganza definen este nuevo orden, se espera otro éxodo masivo y nuevos ciclos de derramamiento de sangre.

De momento, la UE sigue considerando a HTS como organización terrorista. Pero países como Alemania, Bélgica, Francia y Austria han suspendido temporalmente las decisiones sobre las solicitudes de asilo presentadas por ciudadanos sirios, tras el colapso del régimen de Asad. La medida tomada por Berlín probablemente afectará a 47.000 solicitantes. Austria ha llegado incluso a anunciar que está preparando un plan para un programa de deportaciones masivas de sirios. En Austria viven cerca de 100.000.

Timothy E. Kaldas, subdirector del Tahrir Institute for Middle East Policy, think tank dedicado a apoyar a los países del Medio Oriente en transiciones democráticas, considera que las decisiones tomadas por varios gobiernos europeos son “prematuras e incompatibles con sus obligaciones en virtud del derecho internacional. “No pueden ver al HTS como terroristas mientras insisten en que enviar a los solicitantes de asilo de regreso es seguro. Hay muchas personas y grupos en riesgo que han huido de Siria, incluidos los que huyeron específicamente de HTS. Además, Israel ha estado bombardeando varios lugares en Siria. La situación tardará mucho tiempo en estabilizarse. Todos esperamos que las cosas mejoren, pero aún no sabemos qué nos depara el futuro y la situación actual sigue siendo inestable y sigue habiendo amenazas a los civiles”, apunta.

Kaldas no cree que haya una crisis migratoria en Europa, sino “una crisis política en la que se explotan las frustraciones y los temores de los votantes para obtener ganancias electorales”. “Europa necesita inmigrantes y los sirios están contribuyendo a sus países de acogida”, apunta el experto, poniendo como ejemplo las preocupaciones de la Asociación Alemana de Hospitales, que advierte que el sistema médico sufrirá significativamente si los sirios regresan a su país, ya depende en gran medida de sus servicios sanitarios.

La situación es compleja. No se espera que la comunidad internacional aclare su posición de manera inmediata. La decisión puede llevar meses o incluso años. Ahí está el ejemplo de Afganistán. Desde su humillante salida del país el 15 de agosto de 2021, Occidente ha condicionado cualquier avance con los talibanes (alivio de las sanciones, reconocimiento del régimen, un asiento en la ONU) a la restauración de los derechos de las mujeres y las niñas, a las que se les prohíbe aún acceder a muchos ámbitos de la vida pública, incluida la educación secundaria. Pero los talibanes no han hecho más que aumentar sus restricciones y se niegan a aceptar negociaciones sobre lo que consideran un asunto interno.

Tampoco es que en los últimos años se haya prestado especial atención a Kabul. La invasión de Ucrania y las guerras en Oriente Medio han tomado el protagonismo. Desde una perspectiva de seguridad, poder ignorar a un país que ha sido una fuente de inestabilidad durante la mayor parte del último medio siglo es una novedad bienvenida, según señala Graeme Smith, del think tank International Crisis Group. No obstante, al experto le preocupa que “ahora estemos pasando por alto algunas cosas que podrían volverse en nuestra contra”.

Foto: Ataúdes de las víctimas del atentado en Irán. (Reuters/West Asia News Agency)

Ignorar Afganistán es también ignorar a los 44 millones de afganos, la mitad de ellos mujeres y niñas. Es ignorar a los 12,4 millones de afganos que necesitan urgentemente alimentos, una quinta parte de ellos al borde de la hambruna. Es ignorar una crisis migratoria que se avecina mientras los afganos tratan de irse a cualquier lugar que ofrezca esperanza de un trabajo. Es ignorar los estragos del cambio climático, que está empeorando las sequías periódicas del país. E ignorar Afganistán es ignorar también la seguridad internacional.

Según apuntabarecientemente The Economist, el Estado Islámico Provincia de Khorasan (ISKP), un grupo terrorista con base en el oeste del país, es enemigo de los talibanes, de los vecinos de Afganistán y de Occidente y ha llevado a cabo múltiples ataques en Afganistán e Irán.

Se rumorea que habrá una cooperación intermitente entre los gobiernos estadounidense y afgano en materia de lucha contra el terrorismo, aunque ninguno de los dos bandos lo reconoce. La ONU ha organizado en los últimos años tres rondas de conversaciones sobre Afganistán en Qatar entre casi dos docenas de potencias globales y regionales. Los talibanes no fueron invitados a la primera y se negaron a participar en la segunda. Pero asistieron a la tercera, el pasado verano, después de que la ONU accediera a excluir a las mujeres y otros afganos del gobierno.

Foto: Cientos de personas se reúnen en la Puerta del Sol para recibir con las campanadas el Año Nuevo en Madrid (España). (EFE/JP Gandul)

Para Occidente resulta difícil aceptar la idea de colaborar con los talibanes. Pero negarse a hacerlo podría tener peores consecuencias, sobre todo teniendo en cuenta la actitud pragmática que están tomando las potencias vecinas.

China está explorando oportunidades económicas, en particular en la riqueza mineral del país. Irán quiere mantener a Estados Unidos fuera, suprimir el ISKP y discutir la repartición del agua. El principal interés de Pakistán es debilitar a Tehreek-e-Taliban Pakistan, un grupo yihadista que encuentra refugio en Afganistán. El único punto de consenso entre los vecinos, las potencias regionales y Occidente es que no hay apetito para un cambio de régimen ni para una nueva guerra civil.

Está por ver si ahora ocurre lo mismo con Siria. De momento, Occidente trata de averiguar cuál de las dos identidades utilizará ahora el líder de HST. El tiempo dirá si sigue siendo el terrorista bajo su nombre de guerra, Abu Mohammed al-Jolani, o si verdaderamente se ha transformado en el moderado Ahmed al-Sharaa, su nombre verdadero y el que utilizó al entrar en Damasco prometiendo un cambio tras la caída del régimen de Asad.

Siria se encuentra ante un punto de inflexión. Tras medio siglo bajo el control de la familia Assad, la otrora fortificada Damasco ha caído sin apenas resistencia. El régimen que se sostenía por el apoyo de aviones rusos y agentes iraníes se ha derrumbado en tiempo récord tras la exitosa operación de los rebeldes. Pero la clave ahora es saber quién tiene el control. ¿Se trata de Abu Mohammed al-Jolani, a quien la ONU, Estados Unidos y otras potencias occidentales consideran terrorista y por cuya cabeza se ha puesto un precio de 10 millones de dólares? ¿O es Ahmed al-Sharaa, quien lleva tiempo intentando demostrar que se ha desvinculado del extremismo yihadista y ha prometido no atacar Occidente?

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