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La incógnita de Al-Jolani, el hombre detrás de la vertiginosa caída de Al Asad (y el futuro de Siria)
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Líder de HTS

La incógnita de Al-Jolani, el hombre detrás de la vertiginosa caída de Al Asad (y el futuro de Siria)

Con la toma por parte de los rebeldes de la capital siria, Hayat Tahrir Al-Sham está mejor posicionada que la mayoría de las milicias para jugar un papel clave en el futuro del país

Foto: El líder islamista del Organismo de Liberación del Levante, Abu Mohamed al Jolani (EFE/Comandancia General del noroeste de Siria)
El líder islamista del Organismo de Liberación del Levante, Abu Mohamed al Jolani (EFE/Comandancia General del noroeste de Siria)
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Desde lo alto de la muralla el individuo, vestido en ropa caqui de estilo militar y luciendo su característica barba negra, levanta el brazo a modo de saludo. La multitud allí congregada enloquece. Desciende la escalera de la ciudadela de Alepo, desde la que se divisa casi toda la segunda ciudad de Siria, rodeado por los guardaespaldas y por aquellos que quieren tocarle, fotografiarle, ser parte del momento. Es el artífice de la ofensiva rebelde contra las fuerzas de Bashar Al-Asad y su caída, el hombre que ha vehiculado las esperanza de acabar con el régimen odiado por tantos sirios. Es Ahmed Hussein Al-Shar’a, más conocido por su nombre de guerra: Abu Mohamed Al-Jolani, el líder de Hayat Tahrir Al-Sham (Comité para la Liberación del Levante, o HTS), la facción armada que inició la ofensiva que, finalmente, ha acabado con la caída de Damasco.

A medida que el régimen de Assad se desploma, Al-Jolani atrae cada vez más miradas, por razones poderosas. La escena descrita arriba ocurrió el pasado 4 de diciembre en Alepo, pero se repetirá en las próximas horas en Damasco. Con la toma por parte de los rebeldes de la capital siria, Hayat Tahrir Al-Sham está mejor posicionada que la mayoría de las milicias para jugar un papel clave en el futuro del país. El grupo lo sabe, y por eso la cúpula lleva días jugando la carta del liderazgo responsable, exigiendo a sus combatientes que respeten la vida y las propiedades de los civiles, asegurando a las minorías que no corren peligro, y pidiendo a las fuerzas de seguridad de Asad que deserten

Foto: Un soldado estadounidense supervisando a miembros de las Fuerzas Democráticas Sirias. (EFE/US Army/Andrew Goedl)

Además, Al-Jolani ha ordenado el restablecimiento de la electricidad durante 16 horas al día y la recogida de basuras en las áreas bajo su control, así como que el suministro de pan no se agote. Lecciones de gobernanza aprendidas durante los años que HTS ha pasado como miembro dominante del Gobierno de Salvación de Siria (la autoridad autoerigida de carácter tecnocrático que gobierna en el noroeste del país, en la región de Idlib, fuera del control del régimen de Asad), y que ahora están sirviendo a los insurgentes para ganar corazones y mentes. Unas actividades, además, que contrastan con las acciones del llamado Ejército Nacional Sirio, la organización rebelde respaldada por Turquía que también participa en la ofensiva, pero que parece más interesada en combatir contra las milicias kurdas que en cualquier tipo de gestión de los territorios que dejan los asadistas.

Desde Alepo, Al-Jolani concedió una extraordinaria entrevista a CNN, en la que habló de un futuro país en el que el poder esté repartido. "Siria merece un sistema de gobierno que sea institucional, no uno donde un solo gobernante toma decisiones arbitrarias", le dijo a la reportera Jomana Karadsheh. "Estamos hablando de un proyecto mayor, estamos hablando de construir Siria. Hayat Tahrir Al-Sham es solamente una parte de ese diálogo, y podría disolverse en cualquier momento. No es un fin en sí mismo sino un medio para llevar a cabo una tarea: hacer frente a este régimen", aseguró. También intentó calmar a los miembros de otras religiones: "Nadie tiene derecho a erradicar a otro grupo. Estas congregaciones han coexistido en esta región durante cientos de años, y nadie tiene derecho a eliminarlas".

Sharia, pragmatismo y construcción nacional

A pesar de esta aparente moderación, Al Jolani no es un demócrata, y es obvio que quiere jugar un papel protagonista en la futura Siria. En la entrevista a CNN declaró: “La gente que teme la gobernanza islámica o bien ha visto implementaciones incorrectas de ésta o no la entiende correctamente”. El comentario era una alusión más o menos transparente al Califato impuesto por el Estado Islámico en áreas de Irak y la propia Siria, en el que el salvajismo fue la norma a la hora de tratar a las minorías, especialmente a los yazidíes. Algo que contrasta con su situación en las áreas de Idlib bajo el control de HTS.

En estos territorios, las minorías religiosas están protegidas pero no dejan de ser ciudadanas de segunda y carecen de representación política, dentro de un sistema que algunos expertos han comparado con el de los ‘millets’ que funcionaba durante el Imperio Otomano. En palabras de Wassim Nasr, investigador de la consultoría de inteligencia privada The Soufan Group y que ha pasado algún tiempo en Idlib, HTS “son insurgentes islamistas, y quieren imponer la ley de la sharía”.

Aún así, bajo la dirección de Al-Jolani, HTS ha realizado un importante trabajo de construcción institucional en lo que el grupo llama las “Zonas Liberadas” en Idlib, tanto en el plano militar -a finales de 2021, por ejemplo, creó una academia militar profesional para la insurgencia, cuyos resultados se están viendo estos días- como en el civil. Estas autoridades proporcionan servicios significativos a las más de 4,5 millones de personas bajo su control, un millón y medio de los cuales son desplazados internos de otras regiones de Siria, y han desarrollado mecanismos de emergencia para reaccionar ante las crisis, como hicieron por ejemplo durante la pandemia del covid-19 y más tarde durante el devastador terremoto de 2023.

Foto: Milicianos del Frente Nacional de Liberación preparándose para la batalla en Idlib. (DPA/Anas Alkharboutli)
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“Al-Jolani es un pragmático. Lo que le interesa es el poder. No tienen absolutamente ningún interés en atacar a Occidente. Quieren controlar Siria”, señala el experto en yihadismo Peter Van Ostaeyen en un reportaje de la revista Rolling Stone sobre HTS. “Es un político. Es listo. Mientras todo el mundo miraba a Idlib pensando que iban a resolver este conflicto sin los sirios, los ha puesto de vuelta en la ecuación”, dice Nasr en el mismo artículo.

Este pragmatismo hace que muchos analistas vean a Al-Jolani y HTS como islamistas políticos —activistas que quieren que la sharía o ley islámica sea la principal fuente de derecho— que como salafistas —aquellos que buscan un regreso al ‘Salaf’ o época de los primeros tiempos del Islam más puro—, la corriente en la que se enmarcan la mayoría de las organizaciones yihadistas. Una discrepancia que ha hecho correr bastante sangre en las disputas entre estos grupos.

Los años de la yihad

Hijo de un economista y una profesora de geografía, Al-Jolani nació en 1982 en la capital de Arabia Saudí, donde pasó sus siete primeros años de vida en el seno de una familia de refugiados sirios expulsados por la ocupación israelí de los Altos del Golán en 1967. Instalados posteriormente en Damasco, el joven Ahmed asegura que se radicalizó viendo las acciones israelíes durante la segunda Intifada en el año 2000. “Yo tenía 17 o 18 años en esa época, y empecé a pensar cómo podía cumplir con mi deber, defender a un pueblo que está oprimido por ocupantes e invasores”, declaró en una entrevista con la cadena estadounidense PBS en 2021.

La oportunidad de actuar le llegaría pronto, semanas antes de la invasión estadounidense de Irak. Al-Shar’a llegó a Bagdad anticipando el flujo de combatientes yihadistas desde territorio sirio que el gobierno de Damasco estimularía, bajo el cálculo de que los ataques a las tropas norteamericanas en suelo iraquí reducirían una futura amenaza contra la propia Siria. Se pasó los siguientes años a caballo entre ambos países, hasta que en 2006 se unió a rama iraquí de Al Qaeda. Detenido por soldados estadounidenses ese mismo mientras trataba de poner una bomba, se hizo pasar por iraquí, falsificando con éxito su acento, para evitar el escrutinio adicional que se desplegaba ante los yihadistas internacionales. Se pasó el siguiente lustro encerrado en prisiones como Abu Ghraib y Camp Bucca.

Foto: Suheil, conocido como Abu Tow, en el frente sirio del norte en 2015. (Reuters/Khalil Ashawi)

En 2011 fue finalmente puesto en libertad, justo a tiempo para jugar un papel en la incipiente Primavera Árabe que ya se había extendido a Siria. En agosto de ese año volvió a su país enviado por Abu Bakr Al-Bagdadi, líder de Al Qaeda en Irak, como cabecilla de una célula incipiente de seis personas que acabaría siendo el germen del Frente Al-Nusra, la filial local de la organización creada por Osama Bin Laden. Pero muy pronto los egos de los principales protagonistas entrarían en juego irremisiblemente: Al-Bagdadi, sin consultar con Al-Jolani, anunció la creación del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), un movimiento que fue rechazado por este. Aunque el entonces líder de Al Qaeda, Ayman Al-Zawahiri, falló en favor de Al-Jolani, Al-Bagdadi ignoró la decisión. La mayoría de los yihadistas sirios se pasaron al Estado Islámico, que percibían como un grupo más dinámico que la anquilosada y más cautelosa Al Qaeda.

Aún así, Al-Jolani siguió en la brecha, haciendo una lectura de la situación que ahora parece presciente. Vio lo que sucedía con el radicalismo del ISIS y cómo el Califato era convertido en ruinas por sus enemigos en todos los frentes, y extrajo sus propias conclusiones: la lucha sería nacional, o no sería. Así, dirigió los sucesivos procesos de ‘rebranding’ de su organización, fusionándola con otras milicias islamistas, decretando un enfoque exclusivamente centrado en Siria y rechazando las operaciones yihadistas de carácter internacional, y rompiendo con Al Qaeda en el proceso. Estas transformaciones dieron lugar a la actual Hayat Tahrir Al-Sham en 2017. Aún así, al año siguiente EEUU la incluyó dentro de su lista de organizaciones terroristas -un gesto imitado dos años después por la UE- y lanzó una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza.

¿Una metamorfosis real?

Hace ya tiempo que Al-Jolani cambió el característico turbante que lucía durante su época en el Frente Al-Nusra por gorras de color caqui o, más frecuentemente, por el cabello al viento. Hoy reniega de su pasado, que atribuye al radicalismo de la juventud. “Una persona a los veinte años tendrá una personalidad diferente de alguien a los treinta o a los cuarente, y sin duda de alguien a los cincuenta. Esa es la naturaleza humana”, ha declarado a CNN.

Hay quien asegura que es un mero cambio cosmético -por ejemplo, HTS apoyó los salvajes atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023-, pero hay indicios para pensar que la ruptura con el movimiento yihadista global es real: en 2019, HTS exigió que todos los combatientes se sometiesen a su autoridad, y erradicó a todos los miembros del Estado Islámico de Idlib. Al año siguiente impidió un renacimiento de Al Qaeda en Siria en forma de una nueva organización llamada Hurras Al-Din. También ha habido represalias, como el asesinato a principios de este año de Abu Maria Al-Qahtani, uno de los líderes de HTS, a manos de presuntos operativos del ISIS.

En estos días, Al-Jolani se ha dirigido públicamente a otros países como Rusia o Irak para dejar claro que su lucha es con el régimen de Asad, no con ellos. También está haciendo un esfuerzo enorme por subrayar su moderación y su alejamiento del yihadismo transnacional, en un intento de que se saque a HTS de las listas internacionales de organizaciones terroristas.

Foto: capitulos-caos-infinito-siria-potecias-juegan-fuego

"Aunque muchos todavía lo ven bajo el viejo prisma de ser parte de Al Qaeda y el Estado Islámico, el grupo y el gobierno que ha creado en el noroeste de Siria ha cambiado enormemente en los últimos cuatro años y medio", opina Aaron Zelin, autor del libro “La Era del Yihadismo Político: Un Estudio de Hayat Tahrir Al-Sham” y tal vez el mayor experto del mundo en este grupo. "Ni el Estado Islámico ni Al Qaeda tolerarían este tipo de mensajes a las minorías o los países extranjeros, poniendo de manifiesto las enormes diferencias con su discurso de hace apenas una década. También deja claro que quieren ser tomados como actores e interlocutores serios", escribe en un artículo en la publicación War On The Rocks.

A juzgar por las reacciones de activistas y periodistas sirios en redes sociales, Al-Jolani parece contar con un amplio respaldo entre los diferentes sectores opositores, no solo islamistas sino también seculares. Aún así, no faltan las voces que traen a colación el ejemplo del Ayatolá Jomeini en Irán, que también hizo gala de un discurso moderado hasta que afianzó su poder, para después radicalizar su postura e ir deshaciéndose de sus rivales y adversarios uno tras otro, incluso de aquellos que le habían apoyado en su ascenso como supuesto mal menor para deshacerse del odiado Sha de Persia. Otros sostienen que en un país tan complejo y diverso como Siria, Al-Jolani y HTS no tendrán más remedio que hacer concesiones y compartir el poder con otras corrientes y facciones políticas. El tiempo dirá quién tiene razón, y probablemente no tendremos que esperar mucho para averiguarlo.

Desde lo alto de la muralla el individuo, vestido en ropa caqui de estilo militar y luciendo su característica barba negra, levanta el brazo a modo de saludo. La multitud allí congregada enloquece. Desciende la escalera de la ciudadela de Alepo, desde la que se divisa casi toda la segunda ciudad de Siria, rodeado por los guardaespaldas y por aquellos que quieren tocarle, fotografiarle, ser parte del momento. Es el artífice de la ofensiva rebelde contra las fuerzas de Bashar Al-Asad y su caída, el hombre que ha vehiculado las esperanza de acabar con el régimen odiado por tantos sirios. Es Ahmed Hussein Al-Shar’a, más conocido por su nombre de guerra: Abu Mohamed Al-Jolani, el líder de Hayat Tahrir Al-Sham (Comité para la Liberación del Levante, o HTS), la facción armada que inició la ofensiva que, finalmente, ha acabado con la caída de Damasco.

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