Georgia en pie de guerra contra la influencia del Kremlin: "Tenemos un caballo de Troya ruso"
Miles de manifestantes georgianos toman las calles de Tiflis para protestar contra la suspensión del proceso de adhesión de Georgia en la Unión Europea. Argumentan que el Gobierno solo sirve a los intereses del Kremlin
Las banderas de Georgia y de la Unión Europea ondean un día más en la avenida de Rustaveli, la principal arteria de Tifilis. Las imágenes y vídeos que circulan por las redes muestran a miles los manifestantes que, al grito de ¡libertad para los georgianos!, se congregan desde hace más de una semana para protestar contra la deriva que ha tomado el Gobierno de Sueño Georgiano, cada vez más cercano al Kremlin. Fueron las palabras del primer ministro de Georgia, Irakli Kobajidze, las que encendieron la mecha de la revolución en las calles: "Hemos decidido no poner en la agenda la cuestión de la apertura de las negociaciones con la UE hasta finales de 2028. Rechazamos también cualquier subvención presupuestaria de la UE".
La violencia empleada por la policía parece no amedrentar a los miles de asistentes. Ni los cañones de agua ni los gases lacrimógenos utilizados por las fuerzas de seguridad son capaces de frenar a una sociedad que ve como sus aspiraciones por convertirse en un miembro más de la Unión Europea se desvanecen. Era el mayor miedo de los georgianos y, ahora, tras el anuncio del primer ministro, se ha convertido en una realidad alarmante. "En toda Georgia la gente se está levantando contra el régimen títere ruso", publicó la presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, en su cuenta personal de X. "Desde la capital hasta los pueblos más pequeños, se trata de un movimiento sin precedentes en nuestra historia. El mensaje es claro: ¡Devuélveme mi voto! ¡Devuélvanme mi futuro europeo!".
Los georgianos se han mantenido en pie de guerra contra el Gobierno desde que Kobadjidze revalidó su victoria, con una supuesta mayoría absoluta, en las elecciones celebradas el pasado mes de octubre. Al conocerse su revalidación, los manifestantes volvieron a la misma avenida clamando que el sufragio estaba amañado a favor de Rusia. Desde ese momento las protestas se mantuvieron de una forma más o menos pacífica. Sin embargo, frenar el proceso de adhesión de Georgia en la Unión Europea, a quien se le concedió su estatuto de país candidato en el año 2023, ha significado un antes y un después tanto en el país como en la violencia en las calles.
Las protestas han derivado en auténticas batallas campales entre la policía y los manifestantes. Por el momento, hay diez agentes heridos y son más de 224 los detenidos en estas manifestaciones, entre los que se incluyen miembros y dirigentes de la oposición. Entre ellos se encuentra Nika Gvaramia, quien codirige la coalición opositora más votada en las últimas elecciones.
"Una parte de la sociedad que anteriormente apoyaba al Sueño Georgiano no solo se ha desilusionado, sino que ha visto el verdadero rostro del régimen que prometió llevar a Georgia a ser miembro de la Unión Europea y la OTAN". Al otro lado del teléfono habla desde Tiflis el diplomático e investigador principal de la Fundación Georgiana de Estudios Estratégicos e Internacionales, Giorgi Badridze. Confiesa en conversaciones con El Confidencial que después de esta entrevista, volverá a salir a las calles para unirse a las protestas. "Este ha sido un deseo expresado por la gran mayoría del pueblo georgiano durante muchos años. Pero, en cambio, resultó que el líder del Sueño Georgiano, el multimillonario Bidzina Ivanishvili — considerado el presidente en la sombra de Georgia —, en realidad estaba construyendo un régimen político al estilo ruso".
Bidzina Ivanishvili, desconocido para muchos fuera de Georgia, consiguió ganar las elecciones con una amplia victoria en el año 2012 al frente del Sueño Georgiano, con el apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea. De hecho, fue el bloque occidental quien creyó que, apoyando su victoria, alinearía sus políticas en Georgia con los valores occidentales. Ivanishvili dejó su cargo como primer ministro cuando tan solo llevaba un año en el poder. El oligarca prefirió mantener su influencia entre bambalinas y, desde ese momento, pasó a liderar la formación.
"Tenemos un régimen títere de Rusia, un caballo de Troya ruso. Si observas las reacciones desde Moscú, están llenas de elogios hacia Ivánishvili y su régimen". Los elogios a los que este analista hace mención no son de extrañar. El líder de Sueño Georgiano logró amasar su fortuna en Rusia en la década de los 90, en un periodo marcado por el fin de la Unión Soviética. Antes de las elecciones de 2012, Ivanishvili logró retirar cerca de 2 mil millones de dólares de sus negocios y activos en Rusia, un movimiento que, según defiende Giorgi, no se puede realizar sin la aprobación del Kremlin.
Ivanishvili fundó su partido el mismo año en el que ganó las elecciones. En su primera etapa, la formación defendía un acercamiento a la Unión Europea, pero, en los últimos años, ha derivado cada vez más hacia los intereses de Moscú. El último ejemplo que lo demuestra fue la aprobación en el Parlamento de un proyecto de ley "sobre los valores familiares y protección a los menores" para "contrarrestar la propaganda" del colectivo LGTBIQ+. La cámara aprobó el proyecto con 84 votos a favor y cero en contra ante la ausencia de la oposición, que decidió no acudir a la sesión en señal de protesta.
Otro ejemplo de este acercamiento fue la adopción de la polémica ley sobre agentes extranjeros, aprobada el pasado mes de mayo, que obliga a los medios de comunicación y a las organizaciones que reciban el 20% o más de sus fondos del extranjero a registrarse como “agentes de influencia extranjera”. Al hacerlo, el Ministerio de Justicia podrá solicitarles la información que considere pertinente. La oposición, quien trató de frenar sin éxito su aprobación en múltiples protestas callejeras, la denomina coloquialmente como “ley rusa”, ya que consideran que se inspira en una legislación similar que el Kremlin utiliza desde 2012 para reprimir a la disidencia.
Un mes después de la aprobación de esta ley, el Consejo Europeo del 27 de junio congeló de facto, y de forma temporal, el proceso para la integración de Georgia en el bloque comunitario al considerar que el partido gobernante cada vez estaba adoptando más medidas represivas, alejada de los valores comunitarios. "La Unión Europea básicamente sugirió que el gobierno georgiano debía implementar una serie de reformas democráticas como condición previa a su adhesión, como cualquier otro país tendría que hacerlo, y este fue el momento de la verdad cuando Ivanishvili básicamente eligió el control personal, el poder personal, sobre el gobierno, el poder judicial, el parlamento...", explica. "También recurrió a manipular las elecciones para mantenerse en el poder, en lugar de aprovechar la oportunidad de Georgia de integrarse en la Unión Europea".
"El Sueño Georgiano intenta presentarse como un defensor de los valores tradicionales, como si la Unión Europea estuviera exigiendo no reformas democráticas, sino la rendición de esos valores", lamenta. "Esto es completamente falso. La realidad es que el conflicto real entre los intereses del oligarca [Bidzina Ivanishvili] y los intereses de Georgia de integrarse a la Unión Europea radica en que tendría que renunciar a su control para implementar reformas democráticas que garanticen el Estado de derecho, la independencia de los tribunales y la celebración de unas elecciones libres y justas".
"El objetivo es el mismo, expulsar las democracias fuera de sus fronteras"
Según el analista, este comportamiento es el típico de "una potencia imperialista y colonial de antaño, propia de un régimen que, incapaz de mejorar la calidad de vida de sus propios ciudadanos, recurre a prácticas dominantes hacia otros países. Cualquier democracia exitosa cerca de Rusia es vista como un peligro para el régimen del Kremlin".
De hecho, Georgia sigue disputándose el territorio de Osetia del Sur, una región separatista que, desde la guerra de 2008, se considera que está militarmente ocupada por Rusia. Tiflis es consciente, incluso mucho antes de la guerra en Ucrania, de que el riesgo de una agresión por parte de Moscú nunca está alejado, y ese temor influye directamente en sus aspiraciones europeas. Bruselas también es consciente y así lo refleja su postura más decidida hacia Moldavia, otro país candidato para ingresar en el 'bloque de los Veintisiete' que, a pesar de también estar amenazado por el Kremlin, se encuentra geográficamente más alejado de Rusia en comparación con Georgia.
"Lo que está pasando en Georgia no es un hecho aislado, es parte de la guerra de Rusia, no solo en Ucrania. El kremlin usa la guerra también en Georgia", señala. "El objetivo es el mismo, expulsar las democracias fuera de sus fronteras y restablecer su control colonial en las naciones que ganaron su libertad al principio de los 90", concluye.
Las banderas de Georgia y de la Unión Europea ondean un día más en la avenida de Rustaveli, la principal arteria de Tifilis. Las imágenes y vídeos que circulan por las redes muestran a miles los manifestantes que, al grito de ¡libertad para los georgianos!, se congregan desde hace más de una semana para protestar contra la deriva que ha tomado el Gobierno de Sueño Georgiano, cada vez más cercano al Kremlin. Fueron las palabras del primer ministro de Georgia, Irakli Kobajidze, las que encendieron la mecha de la revolución en las calles: "Hemos decidido no poner en la agenda la cuestión de la apertura de las negociaciones con la UE hasta finales de 2028. Rechazamos también cualquier subvención presupuestaria de la UE".
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