Asesinato del CEO de UnitedHealthcare: celebrar la muerte de los ricos como síntoma del colapso social
El asesinato de Brian Thompson refleja dos tendencias de los estadounidenses: la primera, el resquemor al sistema sanitario y la segunda, la degradación de sus normas sociales
En la película Joker, estrenada en 2019 y protagonizada por Joaquin Phoenix, un aspirante a cómico con problemas mentales asesina a tres jóvenes arrogantes y de aspecto pudiente en un vagón de metro de Nueva York (perdón, de Gotham City). Lejos de provocar rechazo, el crimen es celebrado por una parte de la sociedad, que acaba saliendo a la calle con una máscara de payaso similar a la que llevaba el asesino. El mensaje de la película está bastante claro: incluso las sociedades prósperas pueden hundirse en la degradación moral, en el abuso de los débiles y, en consecuencia, en la celebración de un crimen sangriento contra los potentados.
El asesinato a sangre fría en el centro de Manhattan, poco antes de las siete de la mañana del martes pasado, del consejero delegado de la aseguradora sanitaria más grande de Estados Unidos, UnitedHealthcare, ha generado una reacción no demasiado distinta a la que vemos en Joker. Que se sepa, nadie ha salido a la calle vestido como el asesino, del que circulan varias instantáneas tomadas por las cámaras de seguridad. Pero celebraciones ha habido, y bromas, muchas bromas, por parte de multitud de cuentas, con fotografía, nombre y apellido en las redes sociales.
“El asesinato del CEO de UnitedHealth puede ser la muerte más celebrada en esta aplicación desde la de Henry Kissinger”, tuiteó en la red social X Andrew J. Padilla, estudiante de doctorado de la Universidad de Nueva York. “El CEO de UnitedHealth, Brian Thompson, murió haciendo lo que amaba”, declaró otro usuario. “Elevando el valor bursátil”. Acompañaba el tuit con una imagen de las acciones en verde.
El periodista Ken Klippenstein ha publicado o retuiteado unas dos docenas de comentarios mordientes al respecto. Algunos son bromas, otros son recordatorios de la rapacidad de las aseguradoras sanitarias, de la manera en que explotan a los pacientes a costa, muchas veces, de sus mismísimas vidas. “Hoy recordamos el legado del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson”, escribió, aportando un gráfico: Unitedhealthcare rechaza un 32% de las peticiones de cobertura sanitaria de sus clientes. El doble que la media de toda la industria, que está en el 16%.
Durante todo el martes circularon por las redes sociales historias de personas que habían sufrido a manos del sector. Yolonda Wilson contaba cómo UnitedHealthcare le denegó la cobertura de una cirujía después de haberla aprobado y a solo dos días de la cita en el quirófano. Wilson, su familia y el médico que la iba a operar se partieron los cuernos lidiando con el laberinto burocrático que, conscientemente, montan las aseguradoras. Una estrategia para forzar a los pacientes a desistir. Al final la operaron, pero parte de la factura (la anestesia) no fue cubierta por el seguro.
La periodista Natalie Shure compartió un artículo suyo de 2020 sobre cómo las aseguradoras hunden a sus clientes en montañas y montañas de papeleo, y no solo eso. A veces presentan la factura completa, sin especificar los procedimientos empleados y el coste de cada uno, o especificándolos, pero con contradicciones y con precios distintos en según qué papel. Una manera de quebrar la moral del cliente para simplemente forzarlo a pagar. O de obligarle a contratar a un abogado, lo cual, de por sí, resulta costoso. E incentivarle así a pagar y a pasar página.
Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el coste administrativo per cápita de la sanidad en Estados Unidos es de 1.055 dólares. Casi seis veces superior a la media de la OCDE y 12 veces mayor que el de Japón. En Estados Unidos, el 66,5% de las bancarrotas se dan por la deuda médica, frente al 2,8% de las bancarrotas, por ejemplo, en Francia.
Consciente quizás de que su crimen iba a tener un cierto impacto simbólico, habida cuenta de la cantidad de estadounidenses que sufren cada día a manos de las despiadadas prácticas del sector, el asesino de Brian Thompson se tomó la molestia de escribir en tres casquillos de bala las siguientes palabras: “Denegar”, “Defender” y “Deponer”. Una clara referencia a un libro de Jay M. Feinman, profesor de la universidad de Rutgers experto en las leyes de seguros, que explicaba cómo las aseguradoras se escaquean de pagar con toda clase de trucos procedimentales.
Brian Thompson, que tenía 50 años y estaba casado y con dos hijos, había recibido recientemente amenazas de muerte, aunque el momento de escribir estas líneas el presunto asesino continúa a la fuga y se desconocen los motivos. Thompson, que llevaba 20 años en la empresa, tres de ellos de consejero delegado, se dirigía a la reunión anual de UnitedHealthcare en el Hotel Hilton cuando le dispararon por la espalda y luego lo remataron cuando estaba en el suelo. El sospechoso, que llevaba capucha y media cara tapada, se montó en una bicicleta pública Citi Bike y se le perdió la pista en Central Park.
Algunos de los mensajes oficiales de condena y de condolencias por el asesinato a sangre fría, escritos por políticos de alto perfil, recibieron respuestas cáusticas. Muchas relacionadas con el hecho de que UnitedHealth Group, la matriz de UnitedHealthcare, ha invertido más de 100 millones de dólares, desde 1998, en influir en las políticas que se hacen en Washington.
El representante demócrata Dean Phillips, de Minesota, arremetió contra las personas que bromeaban con el asesinato de Thompson. “Parece que algunos izquierdistas que se oponen a matar terroristas en Oriente Medio apoyan matar a consejeros delegados en el centro de Manhattan”. La respuesta del periodista de The Intercept, Jon Schwarz, fue la siguiente: “Dean Phillips es uno de los miembros más ricos del Congreso, y, de acuerdo a su declaración financiera de 2023, es dueño directo de una saludable porción de acciones de UnitedHealth Group”.
"Los líderes de la industria podrían estar interesados en leer los comentarios"
“He visto la cobertura informativa de los medios tradicionales acerca del asesinato del CEO de UnitedHealthcare en TikTok y creo que los líderes de la industria y de la política podrían estar interesados en leer los comentarios y pensar detenidamente al respecto”, tuiteó la activista Tobita Chow, de 128 Collective.
Es posible que otras aseguradoras hayan tomado nota. Poco después de conocerse la noticia del suceso, Anthem Blue Cross anunciaba que dejaría de pagar por toda la anestesia de las cirugías si consideraba que esta duraba demasiado. El anunció no pasó desapercibido. “¿No han visto las noticias?”, se preguntaba un usuario. Horas después, Anthem Blue Cross anunciaba que suspendía dicha decisión.
El asesinato de Thompson ha parecido tocar el nervio de dos tendencias palpables en Estados Unidos. La primera, el resquemor general hacia ese reino del terror que representa el entramado farmacéutico-sanitario. La segunda, la degradación de las normas sociales no escritas. Entre ellas, alegrarse de un asesinato a sangre fría el mismo día en el que ha sucedido. Sean cuales sean sus circunstancias. “¿Alguien ha perdido una pistola (con silenciador)?”, se preguntaba el usuario Joe Miciak, colgando una foto de broma. “Acabo de encontrar una en la cesta de mi Citi Bike”.
En la película Joker, estrenada en 2019 y protagonizada por Joaquin Phoenix, un aspirante a cómico con problemas mentales asesina a tres jóvenes arrogantes y de aspecto pudiente en un vagón de metro de Nueva York (perdón, de Gotham City). Lejos de provocar rechazo, el crimen es celebrado por una parte de la sociedad, que acaba saliendo a la calle con una máscara de payaso similar a la que llevaba el asesino. El mensaje de la película está bastante claro: incluso las sociedades prósperas pueden hundirse en la degradación moral, en el abuso de los débiles y, en consecuencia, en la celebración de un crimen sangriento contra los potentados.
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