Caos en París, vacío en Berlín: la UE empeora su crisis de gobernabilidad con Trump a las puertas
La caída del Gobierno francés y las elecciones federales alemanas en febrero dejan a la Unión Europea en un vacío de poder en el eje franco-alemán, con el nuevo liderazgo ejercido por el este
Cuando los diputados de la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular, sumando sus votos a los de la extrema derecha de Reagrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella, tumbaron este miércoles por la noche el Gobierno conservador liderado por Michel Barnier, la Unión Europea profundizó su crisis de gobernabilidad. Con un caos político en París que no tiene una resolución a la vista por el momento y un vacío de poder en Alemania a la espera de que las elecciones federales de febrero, la Unión se enfrenta a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y sus posibles efectos en el frente comercial y geopolítico con el eje franco-alemán completamente paralizado.
En junio ya se inauguró esta crisis de gobernabilidad cuando los ciudadanos europeos escogieron a una Eurocámara mucho más fragmentada y atomizada y donde, por primera vez, el Partido Popular Europeo (PPE) — la familia conservadora tradicional que lleva dominando la política europea desde hace casi tres décadas — puede obtener una mayoría con las formaciones ultraconservadoras y de extrema derecha. Esa nueva composición de la cámara ha generado una importante inestabilidad en el proceso de confirmación de la nueva Comisión Europea, que en el Pleno de noviembre fue aprobada con el menor porcentaje de votos a favor de la historia, una muestra de lo delicada que es la mayoría que sustenta a la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, y lo difícil que va a ser sacar adelante una agenda legislativa ambiciosa.
Aquellas elecciones europeas, que dejaron a Reagrupación Nacional como la gran vencedora en Francia, provocaron que el presidente de la república Emmanuel Macron inaugurara una nueva época de caos en la política gala convocando elecciones legislativas anticipadas en las que aunque el RN no obtuvo una mayoría suficiente para ocupar el Gobierno gracias a la unidad de las formaciones de izquierdas, los partidos centristas, liberales y conservadores moderados, la columna vertebral del apoyo a Macron, se vieron hundidos. Ahora la caída del Gobierno Barnier muestra lo difícil que va a ser contar con un Ejecutivo estable hasta las elecciones presidenciales de 2027 si Macron no decide apoyarse en los diputados del NFP.
Al mismo tiempo, el débil y dividido Gobierno alemán, una coalición de socialdemócratas, liberales y verdes, colapsó a principios de noviembre cuando el canciller alemán, Olaf Scholz, sacó a los liberales del FDP del Ejecutivo federal. Poco después, el líder socialista se ha visto obligado a convocar elecciones anticipadas para febrero, cuando inicialmente estaban previstas para octubre de 2025. En el caso de Berlín muchos analistas consideran que, siendo la situación tan delicada, este desenlace, en el que el “canciller a la espera” Friedrich Merz, líder de los democristianos (CDU/CSU), asumirá el poder mucho antes de lo previsto, es preferible a que el actual Gobierno siguiera estirando su agonía hasta otoño del año que viene sin poder tomar grandes decisiones. Mejor una crisis que desbloquee el impás, aunque provoque cierto caos inicial.
La cuestión es que cuando Trump ingrese en la Casa Blanca el 20 de enero Alemania seguirá en este vacío de poder, y Francia muy posiblemente no haya salido de la crisis en la que ha vuelto a internarse ahora. La Unión Europea tendrá que tomar decisiones rápidas y firmes si quiere evitar lo que ya pasó en 2017, la primera vez que el magnate republicano se hizo con el poder en Estados Unidos: ir siempre por detrás, llegar tarde y mal a cada uno de los choques que se plantearon desde Washington. Esta vez la UE quiere reaccionar mejor a la posible guerra comercial que plantee Trump y necesita ser ágil si quiere adaptarse al nuevo entorno geopolítico que puede generar el regreso del republicano a la Casa Blanca, cuatro años después del fallido intento de subversión del orden constitucional americano con el asalto al Capitolio.
¿El momento del este?
Más allá de la figura de Von der Leyen, que aparece como la única estable y sin turbulencias, y el recientemente elegido presidente del Consejo Europeo, el portugués António Costa, la UE tiene ahora pocas figuras que puedan asumir un liderazgo claro. Aunque Macron intentará hacerlo, como ya mostró inmediatamente después de las elecciones estadounidenses, la realidad es que el mandatario francés estará muy limitado por la crisis interna que se vive en París.
¿Quién puede ocupar ese vacío, más allá de Von der Leyen? Una de las figuras más destacadas es la de Donald Tusk, primer ministro de Polonia, el principal líder de Europa del este, con una visión clara respecto al tablero geopolítico, aunque con una mala relación con Trump. Otra figura es la de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, líder del partido ultraconservador Fratelli d’Italia (FdI), que hasta ahora se ha comportado como una atlantista clásica. La gran incógnita es cómo se va a comportar ante una administración americana que no va a seguir la misma línea que la que ha marcado el demócrata Joe Biden y si participará o no en una estrategia de “divide y vencerás” que previsiblemente seguirá Washington a partir de enero.
Cuando los diputados de la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular, sumando sus votos a los de la extrema derecha de Reagrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella, tumbaron este miércoles por la noche el Gobierno conservador liderado por Michel Barnier, la Unión Europea profundizó su crisis de gobernabilidad. Con un caos político en París que no tiene una resolución a la vista por el momento y un vacío de poder en Alemania a la espera de que las elecciones federales de febrero, la Unión se enfrenta a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y sus posibles efectos en el frente comercial y geopolítico con el eje franco-alemán completamente paralizado.
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