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El Gobierno francés, al borde de la disolución: el Parlamento vota una moción de censura
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Hundir a Michel Barnier

El Gobierno francés, al borde de la disolución: el Parlamento vota una moción de censura

La moción contra el gabinete de Barnier se produce por el rechazo a los Presupuestos Generales de 2025, solo apoyados por los macronistas y la muy minoritaria derecha clásica que representa el propio Barnier

Foto: En el centro, Michel Barnier, primer ministro conservador de Francia (Reuters/Sarah Meyssonnier)
En el centro, Michel Barnier, primer ministro conservador de Francia (Reuters/Sarah Meyssonnier)
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Los diputados franceses están votando una moción de censura que, salvo imprevisto de última hora, tumbará al Gobierno encabezado por el primer ministro conservador, Michel Barnier, en el puesto desde hace solo tres meses. Si se cumple, Francia volverá a entrar de lleno en la crisis política casi permanente en la que vive este último año, con gobiernos en minoría, dimisiones y ajustadísimas elecciones legislativas.

Durante este proceso, las reacciones de los diputados no se han hecho de esperar. La líder del partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, ha destacado, minutos después de iniciarse el debate, que ha "llegado el momento de la verdad: el fin de un Gobierno efímero (...) vamos a acabar con esta ilusión óptica". Le Pen también ha aprovechado esta ocasión para criticar el Gobierno de Barnier "cuyo sectarismo le ha impedido hacer la mínima concesión que habría evitado esto".

Antes de su intervención, el diputado de izquierda Eric Coquerel ha recalcado que "el caos" de la política francesa no es consecuencia de la censura, ya que "el caos ya está aquí". En línea de su discurso, el líder de la Izquierda Democrática y Republicana, Nicolas Sansu, ha advertido que si Barnier continúa en el Gobierno, su mandato afectará directamente a las “200.000 personas que corren el riesgo de perder su empleo", los “cientos de miles de jubilados a quienes dejar a los indigentes" y a los "desempleados a los que se quiere penalizar aún más".

Por otro lado, Charles de Courson, del grupo 'Libertés, Indépendants, Outre-mer et Territoires' (LIOT), defendió que votar para censurar al gobierno de Barnier sería “devolver el control al Presidente de la República” al tiempo que señaló que su grupo parlamentario, "casi por unanimidad", no apoyará la moción de censura.

De Courson también subrayó que “la situación económica y social no es buena”, y advierte que votar la moción aumentará la sensación de incertidumbre entre los actores económicos, quienes ya están posponiendo las inversiones en el país.

Foto: La izquierda se manifiesta en contra de Macron. (EFE)

Gabriel Attal, predecesor de Barnier, también ha aprovechado su oportunidad para condenar la alianza entre la extrema izquierda y la extrema derecha. "El primer ministro no proviene de nuestra familia política, pero a pesar de eso hemos decidido apoyarlo porque es lo mejor para el país", defendió durante su intervención. Sin embargo, Attal casi no pudo terminar su discurso debido a los abucheos que recibió tanto de la bancada de la izquierda como de la derecha.

La Asamblea Nacional francesa cuenta con dos mociones de censura en la agenda: la presentada por los diputados de la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular (La Francia Insumisa, los socialistas, los verdes y los comunistas) y otra del ultradechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. Ambas, con el objetivo de tumbar de Michel Barnier. Si no hay sorpresa mayúscula, la primera que se votará — la de los progresistas — prosperará, pues la propia Le Pen adelantó que sus diputados la apoyarían.

El actual hemiciclo francés es el más fragmentado que se recuerda en las últimas décadas, con tres grandes bloques casi a partes iguales: el de la izquierda, el del centro liberal macronista y el de la ultraderecha de Le Pen y sus aliados. Ninguno de ellos es mayoritario por sí solo.

La moción contra el gabinete de Barnier se produce por el rechazo a los Presupuestos Generales de 2025, solo apoyados por los macronistas y la muy minoritaria derecha clásica que representa el propio Barnier (Los Republicanos). Si la moción prospera, en Francia no se vota a un candidato alternativo, como sucede en otras democracias europeas. Así, tendrá que ser al presidente de la República, Emmanuel Macron, quien tenga que buscar una solución, sabiendo que, constitucionalmente, no puede convocar nuevas legislativas hasta mediados de 2025. Según la prensa, Macron maneja dos nombres que podrían contar con el visto bueno implícito de Le Pen: el del actual ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, y el del veterano centrista François Bayrou.

Foto: Ilustración: L. Martín.
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En ese escenario, "la verdadera pregunta es cómo Macron garantizará el apoyo necesario en un Parlamento fragmentado. Lo cierto es que cualquier nuevo gobierno corre el riesgo de enfrentarse a los mismos bloqueos que han derribado a Barnier", afirma Jaime Coulbois, investigador en el Departamento de Ciencia Política de la UAM.

Por ahora, todo apunta a un escenario de parálisis prolongada. Eso, claro, salvo que Macron tire la toalla y dimita, lo que desencadenaría nuevas elecciones presidenciales. Aunque el mandatario ha descartado rotundamente esta posibilidad —y pocas acciones parecen menos propias de su estilo que esa—, las voces que reclaman su renuncia crecen cada día, argumentando que la actual parálisis política es insostenible bajo su liderazgo.

Error de cálculo de Macron

Para el investigador, la crisis actual encuentra su raíz en un error estratégico de Macron. "El presidente convocó elecciones legislativas creyendo que lograría una mayoría, lo cual demostró ser evidentemente un error de cálculo garrafal", asevera. Esta apuesta no solo resultó fallida, sino que dejó al Ejecutivo en manos de un Parlamento fragmentado, donde el partido del presidente perdió protagonismo frente al RN y la coalición de izquierdas.

"Es difícil comprender cómo Macron no vio venir que nombrar a un primer ministro sin apoyo real en la Asamblea Nacional supondría debilitar aún más al Ejecutivo", considera Coulbois. Este escenario, sumado a la limitada tradición parlamentaria de Francia —una de las democracias occidentales donde el presidente concentra mayor poder—, ha desembocado en el inminente bloqueo político. "Los franceses están aprendiendo ahora lo que significa gobernar en coaliciones o minorías, algo que España o Italia han experimentado con anterioridad", añade.

"Si el Gobierno cae, Macron deberá nombrar un nuevo primer ministro, y no sería descabellado imaginar un nuevo viraje hacia la derecha para garantizarse los apoyos del RN", afirma el investigador.

El precio a pagar a la ultraderecha será alto. Marine Le Pen, la líder del RN, ha asumido un papel central en el desafío a Barnier. Pese a obtener concesiones significativas en las negociaciones previas, como la retirada de una subida de impuestos eléctricos o el reembolso de ciertos medicamentos, la ex candidata presidencial ha mantenido su rechazo al gobierno. Su insistencia en garantizar la revalorización de las pensiones en enero, algo que Barnier consideró inviable por el impacto presupuestario, marcó el punto de ruptura.

Los diputados franceses están votando una moción de censura que, salvo imprevisto de última hora, tumbará al Gobierno encabezado por el primer ministro conservador, Michel Barnier, en el puesto desde hace solo tres meses. Si se cumple, Francia volverá a entrar de lleno en la crisis política casi permanente en la que vive este último año, con gobiernos en minoría, dimisiones y ajustadísimas elecciones legislativas.

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