Al país que más odia la inmigración también le brotan los 'Chinatowns'
Con 821.838 ciudadanos, un 13% más que el año anterior, los inmigrantes chinos son la comunidad extranjera más grande de Japón
Preocupado por la creciente falta de oportunidades laborales, la contaminación del aire y la calidad de la educación infantil en su país, el ingeniero chino Li Wei comenzó hace una década a plantearse mudarse a Japón con su esposa. En 2022, la pareja cumplió su sueño y, junto a su hija, dejó atrás su ciudad natal, Qingdao, para iniciar una nueva vida en el país vecino. Comenzaron en Tokio, con un visado de negocios, y ahora residen en Saitama, al norte de la capital japonesa, donde Li Wei trabaja para una empresa local.
"A nivel personal, influyó el deseo de ofrecer a mi familia una experiencia de vida diferente. Japón es un país seguro, con un sistema educativo de calidad y un entorno muy distinto al que teníamos en China. Queríamos experimentar algo nuevo y Japón siempre nos llamó la atención por su cultura y estilo de vida", explica Li en entrevista con El Confidencial.
El ingeniero es ahora uno de los cientos de miles de ciudadanos chinos que han hecho las maletas para vivir en Japón, donde constituyen la comunidad extranjera más grande del país. Según la Agencia de Servicios de Inmigración de Japón, al cierre de 2023 residían 821.838 ciudadanos chinos, lo que representa un aumento del 13% respecto al año anterior. Este aumento refleja una tendencia general de crecimiento de la población no nativa en uno de los países más restrictivos con la inmigración a nivel mundial, con un récord de 3.410.992 extranjeros ese mismo año.
Con una población envejecida y una escasez generalizada de mano de obra, Japón se ha visto obligado a implementar reformas migratorias para atraer a más ciudadanos al país. En 2019, el gobierno nipón comenzó a flexibilizar los requisitos que dificultaban que los extranjeros establecieran su residencia. Actualmente, quienes solicitan visados de negocios pueden sortear las estrictas normas anteriores, que imponían elevados estándares de habilidades, educación y tiempo de residencia.
Los cambios en la política migratoria japonesa han dado sus frutos, pero también han traído consecuencias indeseadas. Los nuevos residentes han impulsado tanto los precios de la vivienda como el desarrollo inmobiliario en todo el país. Tokio y su área metropolitana se han consolidado como los principales destinos para inmigrantes chinos de clase media y alta, lo que ha impulsado un aumento del 40% en el precio promedio de los apartamentos recién construidos en el centro de la capital desde 2022, según un informe del Instituto Económico Inmobiliario de Tokio.
La fricción no se limita a los precios. "Aunque culturalmente Japón y China comparten algunos aspectos, también hay diferencias importantes, especialmente en el entorno laboral. En Japón, la jerarquía y el respeto a los superiores es muy marcada, más que en China. También aquí se valora mucho la puntualidad y la meticulosidad en el trabajo", explica Li. "En cuanto a la vida en la oficina, también me ha sorprendido la importancia del trabajo en equipo y la toma de decisiones de forma consensuada", reconoce el ingeniero.
A pesar del impacto del aumento de nuevos residentes extranjeros, del encarecimiento de la vivienda en la capital japonesa y de la rivalidad geopolítica entre Tokio y Pekín, los inmigrantes chinos destacan la actitud positiva del público japonés hacia los extranjeros.
Mientras que la generación anterior de inmigrantes chinos estaba compuesta principalmente por estudiantes, pasantes y trabajadores de clase obrera que enfrentaban dificultades económicas, el perfil ha cambiado. Cada vez más personas como Li, de clase media y alta, buscan una vida mejor en el extranjero, popularizando el término runxue —algo así como "ciencia de la huida"—, que en los últimos años se ha convertido en una expresión de moda. Un informe de la firma de migración de inversiones Henley & Partners señala que casi 14.000 millonarios abandonaron China el año pasado, la mayor cantidad en todo el mundo, y Japón se ha convertido en un destino popular para muchos de ellos.
Muchos empresarios que se hicieron millonarios durante el boom de las empresas tecnológicas se encuentran entre aquellos que están abandonando China tras las represiones del Partido Comunista sobre su industria. Entre ellos se encuentra el multimillonario Jack Ma, fundador del gigante del comercio electrónico Alibaba, quien aceptó un puesto como profesor en el Tokyo College, parte de la prestigiosa Universidad de Tokio. Tantos empresarios chinos adinerados han comprado apartamentos en rascacielos de lujo en Tokio que algunas áreas han sido apodadas como "Chinatowns" o "Chinatowns Digitales", en referencia al trabajo de muchos de estos propietarios en la industria de alta tecnología.
Un ejemplo de la diversidad de perfiles entre los inmigrantes chinos en Japón lo representa Jia Jia, periodista chino y profesor invitado en la Universidad de Tokio, quien recientemente organizó una conferencia sobre Taiwán y la democracia, temas considerados tabú en China. Jia, quien fue brevemente detenido en su país hace ocho años bajo sospecha de haber redactado una carta que pedía la renuncia del líder supremo chino, es uno de los miles de intelectuales, empresarios y ciudadanos chinos que han encontrado en el país vecino un espacio para expresarse y desarrollarse.
"En China, ciertas discusiones no se dan abiertamente, mientras que aquí la libertad de expresión es algo que percibes de manera más evidente. Para mí, es interesante ver cómo mi hija empieza a observar estas diferencias; en Japón tienen acceso a más información y más libertad para formarse su propia opinión", explica Li. "Lo que sí tengo claro es que quiero que mis hijos crezcan comprendiendo y respetando tanto su cultura china como la japonesa. Vivir en Japón ha sido una gran oportunidad, y por ahora, seguimos disfrutando de la experiencia", agrega.
A pesar de ello, este joven ingeniero reconoce que a lo largo de este tiempo que lleva viviendo en Japón muchos de sus puntos de vista ya han cambiado. "Vivir en Japón me ha hecho darme cuenta de lo diverso que es el mundo y de cómo las diferentes culturas abordan los mismos problemas de formas distintas. En cuanto a mi visión de China, esta sigue siendo mi hogar. pero también me doy cuenta de que hay cosas que pueden mejorar, especialmente en términos de derechos y libertades individuales", asegura Li.
Los residentes taiwaneses y los exiliados de Hong Kong, muchos de los cuales huyeron por la creciente represión del Partido Comunista Chino, podrían ver con preocupación el aumento de ciudadanos chinos en Japón. Miembros de la comunidad hongkonesa temen que algunos de estos nuevos residentes puedan estar alineados con las tesis de Pekín o que haya un mayor control sobre la diáspora.
Pero no todos ven en esta mezcla algo negativo. Sam Yip Kam-Lung, líder prodemocracia de Hong Kong, exconcejal y fundador del Island West Dynamic Movement se muestra moderadamente optimista al respecto. En declaraciones exclusivas a El Confidencial, asegura que estos nuevos residentes chinos en Japón, "al tener la oportunidad de escapar de la tiranía, estoy seguro de que tendrán más acceso a información del exterior, lo que les permitirá cuestionar si la información que han recibido en China es correcta o no".
"Por supuesto, no podemos ignorar el riesgo de que el Partido Comunista Chino envíe espías o nos vigile a nosotros y a otros grupos de la diáspora que se oponen al PCC. Aun así, mantenemos la esperanza de que los chinos de buen corazón superen en número a los grupos pro-comunistas y recuperen su libre albedrío", afirma el también investigador en la universidad de Tokio.
Por su parte, Li Wei afirma que su mayor preocupación "no es tanto la política, sino asegurarme de que mi hija tenga una educación equilibrada y comprendan las diferencias entre ambas culturas". "No quiero que pierda su identidad china, pero tampoco quiero que se sienta limitada en un entorno más abierto. Para mí, es importante que crezca con la capacidad de pensar críticamente, sea cual sea el sistema en el que se encuentren", asevera.
"Por ahora, estamos muy contentos con la vida que llevamos aquí: Japón nos ofrece muchas oportunidades, tanto en el ámbito laboral como en la educación de mi hija. Pero, a pesar de ello no descarto volver a China en el futuro, especialmente si las circunstancias cambian o si veo que hay buenas oportunidades allí", concluye este ingeniero.
Preocupado por la creciente falta de oportunidades laborales, la contaminación del aire y la calidad de la educación infantil en su país, el ingeniero chino Li Wei comenzó hace una década a plantearse mudarse a Japón con su esposa. En 2022, la pareja cumplió su sueño y, junto a su hija, dejó atrás su ciudad natal, Qingdao, para iniciar una nueva vida en el país vecino. Comenzaron en Tokio, con un visado de negocios, y ahora residen en Saitama, al norte de la capital japonesa, donde Li Wei trabaja para una empresa local.
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