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Cada vez más países apuestan por el 'petróleo del siglo XXI', pero no a cualquier precio
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Una fuerza global que no se puede ignorar

Cada vez más países apuestan por el 'petróleo del siglo XXI', pero no a cualquier precio

Este año uno de cada diez dólares lo generará el turismo, que batirá todos los récords históricos. Todo el planeta busca beneficiarse, de Colombia a Arabia Saudí e incluso Corea del Norte

Foto: Varias personas frente a la casa donde vivió el escritor colombiano Manuel Zapata. (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)
Varias personas frente a la casa donde vivió el escritor colombiano Manuel Zapata. (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)
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Si se le pregunta a una audiencia internacional cuáles son los sectores globales que más riqueza producen, tal vez el turismo —salvo en países muy dependientes de él como el nuestro— no aparezca entre las primeras respuestas. Y, sin embargo, todo lo relacionado con los viajes turísticos se ha convertido en un poderoso motor económico que ya genera el 9,1% del producto interior bruto mundial, en comparación con alrededor del 4% para el sector agropecuario y cada vez más cerca del 27% del sector industrial. Los niveles no solo se han recuperado completamente respecto a los anteriores de la pandemia del Covid-19, sino que este año batirán todos los récords.

Según un informe de la organización World Travel and Tourism Council del pasado septiembre, 1 de cada 10 dólares gastados globalmente en 2024 lo será en viajes turísticos hasta alcanzar los 11,1 billones (trillions) de dólares. Esta cifra representa un incremento del 7,5% respecto a las de 2019, el anterior récord global. El sector dará empleo a 348 millones de personas, 13,6 millones más que antes de la pandemia. Para 2034, la expectativa es que se llege a los 16 billones de dólares.

En consecuencia, el turismo es una fuerza geoeconómica global que ya resulta imposible ignorar, capaz de transformar sociedades de arriba abajo, cerrar conflictos armados, lanzar a estados a la riqueza y, al contrario, arruinar un país si no se gestiona de forma adecuada. Una idea que ha estado muy presente durante la 122ª reunión del Consejo Ejecutivo de ONU Turismo, celebrada a mediados de este mes en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, a la que ha asistido El Confidencial: el turismo es un poderoso activo que sería absurdo dejar de lado, pero que hay que tratar con cautela, evitando jugar a aprendices de brujo. Una filosofía, la de aunar beneficios y sostenibilidad, que se ha convertido en uno de los nuevos pilares de la industria y que ha permeado toda la cumbre.

"El petróleo del siglo XXI"

Un ejemplo de esta forma de pensar es el ambicioso programa de iniciativas que está poniendo en marcha el gobernador del departamento colombiano de Bolívar, Yamil Arana. "El turismo es el petróleo del siglo XXI", sostiene este carismático político de apenas 33 años de edad, que empezó en el cargo el 1 de enero de este mismo año. "En los próximos años nuestros ingresos por petróleo van a tener una caída enorme. En el presupuesto del 2025 los ingresos por regalías de petróleo ya nos disminuyeron en un 17% respecto al 2024. Entonces tenemos que buscar una fuente sustituta de ingresos, y nosotros creemos que puede ser el turismo y vamos a apostarlo todo a ello", dice en conversación con este medio.

Foto: Turist go home. (EFE/Alberto Valdés)

Pese a las todavía modestas cifras de visitantes (5,86 millones en 2023, frente a los más de 85 millones en España), la actividad turística ya ha pasado a ser la segunda fuente de ingresos del país, tan solo por detrás de la venta de petróleo y colocándose por delante del carbón. Para el Gobierno de izquierdas de Gustavo Petro, la transición hacia la reducción progresiva de las energías fósiles es prioritaria y eso se refleja en los proyectos de las administraciones, tanto la central como las regionales. "Colombia necesita al turismo por condiciones económicas y climáticas. Somos el quinto país del mundo en exportaciones de carbón y también de petróleo, pero el cambio climático es evidente, como hemos visto estos días con las inundaciones en Valencia o en [la región colombiana de] La Guajira, y habrá un día en el que la demanda se resentirá. La respuesta, por tanto, tiene que llegar del turismo. Colombia puede reemplazar sus divisas carboneras y petroleras por divisas turísticas", declaró el presidente colombiano durante su participación en este foro.

"Nosotros tenemos una dificultad y una fortaleza, que es la misma y se llama Cartagena. ¿Cómo logramos que Cartagena no opaque el departamento Bolívar, sino que, al contrario, se vuelva la puerta de entrada de nuestro territorio?", dice Arana. "Un turista hoy llega a Cartagena y pasa un promedio de tres días y medio en la ciudad. ¿Cuándo Cancún pasó a ser Cancún? Cuando logró crear una red de ofertas turísticas que garantizaran una estadía de una semana", comenta. Los planes de Arana pasan por desarrollar las infraestructuras que permitan acceder a áreas de Bolívar cuyo acceso todavía es difícil, así como acoger nuevas iniciativas, como un crucero de lujo por el río Magdalena que llegue hasta las localidades de Palenque y Santa Cruz de Mompox, que al igual que Cartagena de Indias han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. También por explotar las riquezas naturales y culturales de la zona, como el único volcán del Caribe colombiano o las playas de la región.

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"El turismo me parece una actividad tan sostenible y tan amigable con el medio ambiente si se maneja de buena manera que merece que le apostemos muchísimo", asegura Arana. "Aquí nosotros queremos un turismo de calidad, que respete la naturaleza", y critica que durante mucho tiempo una gran parte de los visitantes que llegaban a Cartagena lo hacían atraídos por la oferta de sexo de pago. Justo lo contrario de lo que buscan desarrollar las autoridades colombianas.

¿Puede soportarlo el planeta?

El ejemplo de Barcelona como modelo a evitar surge una y otra vez en las conversaciones durante el evento, igual que el de Venecia. "La pandemia fue un shock para el sistema turístico. En estos años, la industria se ha esforzado para aumentar las cifras de llegadas y volver a los niveles pre-Covid. Pero ya vivimos en un mundo diferente", afirma Jacopo Dettoni, editor jefe de la unidad de inteligencia en inversión directa extranjera del diario Financial Times. “Si la industria puede alegrarse [de la recuperación], otros implicados tienen sentimientos encontrados. Particularmente en Europa, las comunidades locales en los principales puntos turísticos han perdido la paciencia con el turismo de masas. En el corazón de su descontento está el hecho de que las grandes concentraciones exacerban los desafíos del cambio climático y la inflación", opina este experto en el comentario a un informe de inversión distribuido durante la cumbre.

"Más allá de los datos, el turismo global tiene que enfrentarse a una creciente cuestión reputacional. Algunas personas de vacaciones se han encontrado con protestas callejeras en lugares como España y Grecia, con otras formas de oposición local cobrando forma a lo largo y ancho de Europa", añade Dettoni. "Esta reacción tiene que abrir los ojos a la industria. Se debe hacer más en términos de diversificar destinos, escalonar las llegadas, poner en marcha políticas y tecnología para reducir el impacto de los turistas en las comunidades locales", indica.

Foto: Santa Cruz del Islote, en Colombia (iStock)

El ministro de Turismo colombiano, Luis Carlos Reyes, se muestra contundente en ese sentido: "Si el turismo no va a redundar en beneficio de las comunidades, es mejor no tener turismo", declaró en una reunión con periodistas a la que asistió El Confidencial. Las autoridades del país son conscientes de que el larguísimo conflicto armado ha lastrado su desarrollo, pero también ha servido para preservar intacta la mayor parte del territorio nacional, algo que ahora se ha convertido en un activo a la hora de vender sus maravillas naturales. El resultado es que Colombia es el país del mundo en el que más crece la actividad turística tras la pandemia, un factor positivo pero que hay que manejar con cuidado para evitar caer en la explotación de masas de poco valor añadido y mucho impacto medioambiental. Entre otras cosas, el turismo en Colombia está sirviendo para cerrar heridas tras el conflicto, dando oportunidades laborales a los excombatientes y generando beneficios en áreas anteriormente inaccesibles, igual que ha sucedido en otras latitudes anteriormente sacudidas por la guerra, como Vietnam o Bosnia-Herzegovina.

La apertura saudí va en serio

Un país que es muy consciente de la necesidad de aprovechar esta tendencia global es Arabia Saudí, que ostenta en la presidencia del Consejo Ejecutivo de ONU Turismo. Dentro de la organización "son extremadamente activos", señala una fuente intenta, lo que supone un potente indicador de que la apertura turística del país va en serio y no es meramente cosmética, como muchos temían cuando el país la anunció en 2019.

Desde entonces, el país ha visto un incremento del 73% en el número de visitantes internacionales. Entre enero y julio de este año 17,5 millones de extranjeros viajaron a este país, y aunque la mayoría eran musulmanes realizando el peregrinaje a La Meca, al menos 4,2 millones de ellos lo hicieron exclusivamente con propósitos turísticos y vacacionales, según datos oficiales de la autoridad turística del Reino. Esto supone un asombroso aumento de un 656% del turismo no religioso desde 2019, gracias a los esfuerzos por promocionar el país mediante ‘influencers’ y otros medios más convencionales.

Otro Estado que también está experimentando un proceso similar — aunque nunca estuvo tan cerrado como el estado saudí — es el vecino Bahréin, que está invirtiendo importantísimos recursos en promoverse como destino turístico exótico. Aun así, sigue sufriendo los efectos de la pandemia, que provocaron una caída de las visitas a niveles no vistos desde mediados de los años 90, y que solo ahora empieza a remontar. Pero el país podría beneficiarse de otras iniciativas regionales, dado el consenso sobre la necesidad de promover el turismo en la zona. El Consejo de Cooperación del Golfo, de hecho, trabaja en un proyecto para desarrollar un circuito turístico común al que se accedería con un visado único para todos los países del organismo, que podría ser una realidad en fecha tan temprana como 2025.

Foto: Turistas en Essaouira. (EFE/Jalal Morchidi)
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Incluso Corea del Norte, el estado más hermético del mundo, se ha subido al carro de esta tendencia global. Aunque el país ya registraba algunas visitas turísticas (muy controladas por el régimen de Kim Jong-un) a finales de la pasada década, canceló completamente las entradas a raíz de la pandemia del coronavirus. No obstante, inició una reapertura gradual en la primavera de 2024, justo a tiempo para recibir la llegada de turistas rusos que carecen de acceso a otros destinos más tradicionales tras la invasión de Ucrania, tras el estrechamiento de relaciones entre Moscú y Pyongyang.

"Al final la balanza hay que establecerla bien. Pero diez mil millones de dólares en divisas de turismo en Colombia significa que sobrepasamos las divisas carboneras. Que el captador, en términos de divisas, más importante de Colombia ahora es, sigue siendo, el petróleo, pero el segundo es el turismo. Y el turismo puede alcanzar el petróleo", aseguró Petro en su intervención. "Fue burla decir que era más importante el aguacate que el petróleo. Hoy nadie diría lo contrario. Y después fue motivo de burla decir que el turismo colombiano podía alcanzar la importancia en términos de divisas de la exportación de carbón, siendo el quinto exportador mundial. Y lo hicimos. Hoy es así", sentenció. Por ahora, los datos, tanto en Colombia como el resto del mundo, parecen dar la razón a aquellos líderes que, como Petro, creen que el futuro de sus países pasa por la revolución turística.

Si se le pregunta a una audiencia internacional cuáles son los sectores globales que más riqueza producen, tal vez el turismo —salvo en países muy dependientes de él como el nuestro— no aparezca entre las primeras respuestas. Y, sin embargo, todo lo relacionado con los viajes turísticos se ha convertido en un poderoso motor económico que ya genera el 9,1% del producto interior bruto mundial, en comparación con alrededor del 4% para el sector agropecuario y cada vez más cerca del 27% del sector industrial. Los niveles no solo se han recuperado completamente respecto a los anteriores de la pandemia del Covid-19, sino que este año batirán todos los récords.

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