Las dos caras de Edi Rama: ángel en la UE, demonio en Albania
Durante muchos años, la comunidad internacional puso en tela de juicio si Albania era un país occidental o europeo. Sin embargo, el Gobierno albanés lidera ahora el camino a la UE en los Balcanes
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Cuando Pedro Sánchez sorprendió al mundo con cinco días de silencio para reflexionar sobre su continuidad al frente del Gobierno el pasado abril, un puñado de líderes mundiales se solidarizaron con el dirigente socialista. Quizás el apoyo más mediático que recibió fue el del presidente brasileño, Lula da Silva, pero el líder más directo fue Edi Rama, primer ministro de Albania, quien hizo gala de su amistad con Sánchez y cargó contra “mentirosos, difamadores y manipuladores”.
“Nunca te rindas, nunca te entregues, nunca dudes de que la verdad prevalecerá mi querido amigo”, dijo en su mensaje dedicado a Sánchez en esos días de recogimiento en la Moncloa. Esta muestra de sintonía es solo una prueba de las buenas relaciones labradas con dirigentes occidentales como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con quien acordó trasladar a migrantes desde Italia a centros en Albania, o la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que trata a Albania como país líder en los Balcanes, ejemplo de estabilidad y favorito en la carrera a la adhesión a la UE.
“Albania es el único país de los Balcanes sin disputas regionales ni conflictos étnicos Todos los demás países de la zona tuvieron sus guerras y sus conflictos. Nosotros veníamos de un sistema totalmente represivo y tuvimos que hacer toda la tarea de democratizar”, explica a este medio Doris Malaj, investigadora del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Tirana. En una región especialmente marcada por las cuentas pendientes entre vecinos, el país es de los más estables y el más “eufórico” respecto a la UE, apunta, ya que la entrada en el bloque se ha convertido en una apuesta decidida de las autoridades y cuenta con el respaldo transversal de la sociedad, por encima de las barreras partidistas.
Durante muchos años la comunidad internacional puso en tela de juicio si Albania era un país occidental o europeo. Con el 50% de la población musulmana y un pasado marcado por uno de los regímenes más cerrados del mundo, Albania dejó atrás un oscuro pasado comunista para integrarse en la OTAN en 2009 y liderar el camino a la UE en los Balcanes. “Por suerte, a diferencia de otros países de esta región, Albania no tiene un plan B. Se trata realmente de la integración euro atlántica. No hay duda de que eso es lo que quiere la población y los políticos no dudan de que tienen que servir a ese propósito”, afirma por su parte el embajador de la UE en Tirana, Silvio Gonzato, en un encuentro con medios europeos.
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A la apuesta política por ingresar en el bloque comunitario le acompaña un plan para abrir el país al exterior. Tirana se moderniza a toda velocidad y se ha convertido en punto de encuentro en los Balcanes para cumbres internacionales, foros de negocios y conferencias de todo tipo, lo que lleva a decir a Gonzato que Tirana está superando a Belgrado como capital regional. “Hay un plan para poner a la capital albanesa no solo en el mapa regional y europeo, sino en el mapa global", subraya.
Ahora bien, la lista de tareas en su camino a la UE no es pequeña y empieza por una importante losa que lastra la imagen internacional del país: la corrupción y la lucha contra el crimen organizado. Tema recurrente en los informes de la Comisión Europea sobre los avances de los candidatos a la UE, Bruselas pone el acento en hacer más contra el blanqueo de capitales y la corrupción al más alto nivel y lamenta que el nivel de investigación sigue siendo insuficiente.
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La lucha contra la corrupción en Albania pasa irremediablemente por unas siglas, SPAK, que corresponden con la Fiscalía Especial contra la Corrupción y el Crimen Organizado. Esta estructura antimafia, formada por 18 fiscales, fue, primero, una petición de la UE para alinearse con los estándares europeos y ahora es objeto de debates avinagrados de política interna por la forma en la que persigue la corrupción en las altas esferas.
Para las voces más próximas al oficialismo es una muestra de la política de 'caiga quien caiga' de Rama, que se ha llevado a varios ministros de su Gobierno por delante, mientras que para la oposición es un ejemplo de cómo el dirigente socialista conduce al país hacia un sistema dictatorial. El caso más sonado es el que afecta a Sali Berisha, dirigente opositor y predecesor de Rama en el cargo, al que la SPAK acusa de corrupción pasiva por la privatización de las instalaciones deportivas con las que benefició a su entorno familiar.
"Pagar para jugar"
Pero no solo la oposición está implicada en tramas corruptas, Rama lucha contra sus propios fantasmas. El ministro de Sanidad en su primer mandato fue vinculado a una red corrupta con fondos europeos y los antiguos titulares de Interior y Medio Ambiente cumplen penas por distintos casos de abuso de poder y corrupción. El caso más famoso es el de los contratos de plantas incineradoras de residuos en las ciudades de Fier, Tirana y Elbasan que acabaron con la carrera política de Arben Ahmetaj, vice primer ministro de Rama hasta 2022, y actualmente huido de la Justicia en Suiza.
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Si preguntas a analistas y académicos, ponen en duda que el Ejecutivo de Rama haya dado tantos pasos en la democratización del país de cara a entrar en la UE. “El proceso de adhesión se ha convertido en pagar para jugar. Albania, Serbia y en cierta medida Montenegro están poniendo la mayor cantidad de capital, literalmente, comprando su camino”, asegura el politólogo y escritor, Jasmin Mujanovic, respecto a casos de lobby que han acabado en juicios.
De esta forma, la perspectiva de la adhesión a la UE es un esbozo que funciona tanto a Rama como a las instituciones europeas. En Tirana sirve al gobierno para rebajar las críticas de sus opositores y evidenciar que no hay alternativa a Rama, mientras que en Bruselas los progresos, por escasos que sean sirven como prueba de que la integración de los Balcanes “no está muerta”, explica Kurt Bassuener, cofundador del think tank Consejo de Política de Democratización.
De hecho, Mujanovic cree que la buena relación de Bruselas con figuras como Rama obedece a una estrategia para invertir en “autocracias y autoritarismo” en la región. Una apuesta por un “autócrata fiable” en vez de impulsar una verdadera democratización en los Balcanes que resultaría más compleja y sería de resultado incierto.
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Por ello, duda de que Rama esté preocupado por conciliar la cara interna y la externa, puesto que ya representa al típico dirigente balcánico que no teme a una ciudadanía demasiada falta de medios para desalojarle del poder, algo en lo que cree que se asemeja al presidente serbio, Aleksandar Vučić.
La comparación entre Rama y Vucic es bastante recurrente, aunque al contrario que en el caso de Serbia, Albania se muestra como un país volcado con sus socios occidentales con los que cierra acuerdos y ofrece concesiones en su intento de ser ejemplo de líder fiable en la región. “Pero la concentración de poder personal y partidista y la impotencia de la oposición política es un elemento común entre ellos”, ahonda Bassuener.
Pese a la gran polarización en el país y los retos democráticos que tiene por delante, el objetivo de Tirana “está claro”, recalca el embajador de la UE en Albania. “La trayectoria no es necesariamente lineal. Es un poco zigzagueante. Hay intereses contrapuestos y grupos de interés para que no se adopten rápidamente las reformas que conlleva la adhesión a la UE”, subraya, para recalcar que el trabajo de la UE en este caso es que, aunque la trayectoria haga quiebros, estos sean lo menos pronunciados posible.
Cuando Pedro Sánchez sorprendió al mundo con cinco días de silencio para reflexionar sobre su continuidad al frente del Gobierno el pasado abril, un puñado de líderes mundiales se solidarizaron con el dirigente socialista. Quizás el apoyo más mediático que recibió fue el del presidente brasileño, Lula da Silva, pero el líder más directo fue Edi Rama, primer ministro de Albania, quien hizo gala de su amistad con Sánchez y cargó contra “mentirosos, difamadores y manipuladores”.