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Todos tienen miedo de que Rusia ataque Europa. En este país creen que ellos serán los primeros
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Provocaciones diarias en la frontera

Todos tienen miedo de que Rusia ataque Europa. En este país creen que ellos serán los primeros

La ciudad fronteriza de Narva se ha convertido en una preocupación para Estonia porque este podría ser lugar en el que el Kremlin inicie una intervención más allá de Ucrania

Foto: Cartel de Putin en un castillo frente al río Narva, en Estonia. (Reuters/Janis Laizans)
Cartel de Putin en un castillo frente al río Narva, en Estonia. (Reuters/Janis Laizans)
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Es difícil saber a ciencia cierta quién está ganando la guerra en Ucrania. Rusia está avanzando en el frente del Donbás y varias unidades de soldados norcoreanos se han unido a la ofensiva en la región de Kursk. Por otro lado, Donald Trump llegará a la Casa Blanca después de prometer poner fin al conflicto con un acuerdo que puede suponer la pérdida de territorio para Kiev. Pero Vladímir Putin apareció este jueves en un mensaje televisado en el que parecía sentirse amenazado.

El presidente ruso anunció que las fuerzas del Kremlin habían lanzado un misil secreto hipersónico con capacidad nuclear en Ucrania, un paso más hacia una temida escalada con Occidente. La decisión del Kremlin es una respuesta a la utilización de armas occidentales de largo alcance en territorio ruso. "Siempre habrá una respuesta", advirtió Putin. La OTAN, por su parte, acusó a Rusia de intentar intimidar a los aliados de Kiev. "El despliegue de esta capacidad no cambiará el curso del conflicto ni disuadirá a los aliados de la OTAN de apoyar a Ucrania", dijo su portavoz, Farah Dakhlallah.

Los tambores de un conflicto mayor entre la alianza y Rusia llevan meses sonando. Y resuenan con más fuerza después de momentos de tensión como el de este jueves. Lo hacen especialmente en países como Estonia, el país báltico que está convencido de que la guerra del Kremlin no acaba en Ucrania. "La escalada empezará en Narva. Aunque no tengamos incidentes todos los días, el miedo a una provocación es diario", explica el oficial Tarvo Kruup, quien lleva años al frente de Prefectura del Este y lidera la Junta de la Guardia Fronteriza.

La pequeña ciudad fronteriza ha vivido varios capítulos de tensión en la frontera desde que empezó la invasión a gran escala. En algunas ocasiones han interceptado drones cargados con droga que provenían de Rusia y han reportado un aumento de la llegada de migrantes indocumentados. El fin es, según los agentes fronterizos, desestabilizar al país de todas las formas posibles. El mayor conflicto diplomático entre los dos países tuvo lugar en mayo pasado, cuando el Kremlin retiró 25 de las 50 boyas que marcan el límite marítimo en la desembocadura del río Narva.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin, en su mensaje televisado el 20 de noviembre de 2024. (EFE/Vyacheslav Prokofyev)

Poco antes, el Ministerio de Defensa ruso llegó a publicar un documento (difundido por la agencia TASS y eliminado poco después de su web) en el que se sugería revisar las fronteras en el mar Báltico. El caso, esta vez, no fue a más, pero, para muchos, el desafío diplomático se interpretó como una antesala de un conflicto mayor. "Es un claro ejemplo de la guerra híbrida que Rusia lleva implementando durante años. Han presionado a la OTAN y a la Unión Europea a través de la migración o los ataques cibernéticos", apunta Marek Kohv, jefe del Programa de Seguridad y Resiliencia de ICDS con sede en la capital estonia, a El Confidencial.

En Tallin, el Gobierno ha reiterado en varias ocasiones que está listo para una escalada con Rusia que, según ellos, es inevitable. Este ha sido el hilo conductor de una gran parte de los discursos de la ex primera ministra estonia, Kaja Kallas, que dejó recientemente el puesto tras ser nombrada jefa de la diplomacia europea. El país báltico no ha dejado de aumentar su gasto en Defensa, que llegará al 3,4% del PIB este 2024, por encima de pesos pesados como Estados Unidos o de sus vecinos letones. Solo está por delante Polonia, que prevé destinar más de un 4% de su PIB a su refuerzo militar.

Foto: 24.ª Brigada Mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania en Donetsk.

Pero ser el segundo en el ranking no es suficiente para muchos estonios. "Llevamos toda nuestra historia siendo vecinos de Rusia y sabemos de lo que son capaces. Hemos aprendido, con el tiempo, a no subestimarlos", explicó Martin Herem, el exjefe de las Fuerzas de Defensa de Estonia, en una charla con periodistas en Tallin, entre ellos El Confidencial.

Otros países miembros de la OTAN se han posicionado en la misma línea, y algunos informes de inteligencia de Ministerios de Defensa, como el de Alemania, han alertado de la posibilidad de un futuro incierto si Ucrania pierde la guerra. Una de las hipótesis que barajan es que Moscú utilizaría sus armas propagandísticas para aumentar las tensiones con los países de la Alianza Atlántica, para después intentar tomar el estrecho de Suwalki, el corredor polaco-lituano entre Bielorrusia y Kaliningrado.

Un Putin ensangrentado frente al río

En Narva, las posibles tensiones sociales están en el centro de la preocupación. El 80% de la población es de origen ruso, un 36% mantiene todavía esa nacionalidad y un 15% se han convertido en ciudadanos indefinidos. Solamente pueden votar en las elecciones municipales. Los nexos con Moscú se han convertido, desde el inicio de la guerra, en un motivo de discordia entre la población, aunque los estonios que llevan toda su vida en Narva afirman que no hay problemas en la convivencia.

Una realidad que se puede poner en entredicho en fechas como el 9 de mayo, el Día de la Victoria de la URSS sobre la Alemania nazi. El río Narva divide Rusia y Estonia, pero también a las dos comunidades que viven en la ciudad. Del lado estonio, un cartel gigante con el rostro de Vladímir Putin se erige sobre la fachada de un castillo medieval. Su cara está ensangrentada y, en la parte inferior de la pancarta, hay una frase teñida de rojo: "Criminal de guerra". Del otro lado, las autoridades del pueblo de Ivangorod colocan un escenario para celebrar el aniversario. La música suena especialmente fuerte cuando una banda toca el himno ruso. Decenas de personas ponen la mano sobre su pecho y cantan la oda a su país. Algunos también lo hacen en el lado estonio.

placeholder Celebración del Día de la Victoria rusa desde Narva, el 9 de mayo. (Reuters/Janis Laizans)
Celebración del Día de la Victoria rusa desde Narva, el 9 de mayo. (Reuters/Janis Laizans)

El mayor miedo para las autoridades estonias es que anécdotas como la del Día de la Victoria rusa puedan ser el desencadenante para un aumento de las tensiones. Según sus informes, el punto caliente donde podría escalar el conflicto es el punto fronterizo de Narva, cerrado al tráfico desde principios de año. Todos los días, cerca de 1.500 personas cruzan la frontera a pie, la única manera de llegar a Rusia.

Desde agosto pasado, las autoridades fronterizas del lado estonio han aumentado los controles completos porque algunos vecinos de la zona estarían actuando como una "quinta columna" para el Kremlin por intentar pasar al lado ruso productos que son sensibles a las sanciones internacionales. Especialmente aquellos que pueden tener un uso civil y militar, como los semiconductores y los motores de drones. Según los últimos datos oficiales, las autoridades han registrado más de 600 infracciones en los controles fronterizos.

"No vemos que intentan pasar grandes cantidades de productos que son ilegales para exportar, pero con que cada persona que cruce la frontera lo haga con un par de esos productos ya es suficiente para boicotear el efecto de las sanciones", explica uno de los policías fronterizos que prefiere mantener su nombre en el anonimato, a El Confidencial.

Además, el Gobierno de Tallin afirma que, hasta finales del año pasado, Rusia había enviado a la frontera con Estonia a grupos de inmigrantes que carecían del derecho legal a entrar en la Unión Europea. Las autoridades alertaron de que, si las actividades continúan, la frontera podría cerrarse para proteger la seguridad nacional y el orden público. La denuncia coincide con la de otros países bálticos, que afirma que el Kremlin está utilizando la inmigración para desestabilizar las fronteras europeas.

Foto: Kaja Kallas, en la cumbre de paz en Ucrania, en Suiza. (Reuters)

Finlandia cerró su frontera con Rusia el año pasado, acusando a Moscú de intentar desestabilizar a Europa alentando a inmigrantes irregulares, principalmente de Siria y Somalia, a cruzar la frontera. Ese cierre fronterizo se extendió indefinidamente en abril.

Cada control en la frontera puede ser un momento de tensión para los agentes, y ese es el sentimiento que se transmite en el puente que separa a los dos países. Estonia colocó a finales del año pasado barreras antitanque, conocidas como Dientes de Dragón, entre los dos puntos fronterizos. Las estructuras son claramente visibles desde Narva, también desde la parada de taxis ubicada a la salida de la garita. "Alguna gente se alarmó un poco cuando las colocaron, pero ahora ya ha pasado. Nos hemos acostumbrado y no hay más tensión entre la población por esto", afirma Vilad, uno de los taxistas que espera la llegada de clientes recién llegados de Rusia.

Pocos esperan que la situación mejore en los próximos meses y analistas como Marek Kohv sostienen que las operaciones híbridas del Kremlin han aumentado porque la situación de las tropas rusas en el frente ucraniano no es lo suficientemente exitosa. "No están avanzando lo suficiente y Rusia quiere intimidar a nuestras sociedades para boicotear el apoyo militar a Kiev. Actos como el asesinato de 'traidores' rusos en Alemania y Europa son un claro ejemplo", subraya en entrevista con este periódico.

A pesar de los miedos a una escalada, Kohv está convencido de que una operación militar de Rusia más allá de Ucrania es un escenario poco probable en la actualidad. "Moscú no tiene ahora las unidades suficientes en la zona como para enviarlas más allá de Ucrania. Hay señales incluso de que está teniendo problemas para continuar su guerra en el Donbás", afirma Marek Kohv a este periódico.

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Dos personas cruzan la frontera en Narva. (Reuters/Ints Kalnins)

Estonia intenta, mientras tanto, no olvidar las lecciones que ha aprendido sobre los comportamientos de Rusia. Un análisis de Julian McBride, exmilitar y fundador de la ONG Reflections of War Initiative (ROW) sostiene que el primer paso para una escalada en Narva sería un discurso de Rusia basado en "proteger" a los rusoparlantes que residen en la ciudad fronteriza. Este fue un importante pretexto que Vladímir Putin utilizó para iniciar su guerra en Ucrania. "Moscú acusará a Tallin de 'genocidio', de manera similar a cómo se etiquetó falsamente al Gobierno de Kiev con esta táctica en la región ucraniana del Donbás", sostiene el documento.

McBride aclaró que el Kremlin no necesita atacar directamente Narva, sino convencer al mundo de que los rusos están siendo "perseguidos". El objetivo en este punto sería provocar a Estonia para que utilice la fuerza para que Rusia justificara una intervención. "Las operaciones de falsa bandera se intensificarían y Rusia, a través del Consejo de Seguridad de la ONU, justificaría un referéndum, con la esperanza de que Estonia no lo permitiera, dando así un pretexto para una operación militar. La respuesta inmediata de la OTAN tendrá que ser firme", resume el informe.

Esperando lo peor

Los altos mandos militares de Estonia también están listos para ese escenario. Martin Herem es uno de los funcionarios militares que está convencido de que ese escenario se convertirá en realidad. La pregunta "no es si atacarán, es cuándo" lo harán, dijo. A pesar de no poder dar detalles sobre la estrategia militar del Ejército para hacer frente a una hipotética invasión, Herem compartió en un encuentro con periodistas que los reservistas están listos para actuar en caso de escalada con Rusia. Uno de los síntomas más claros de esa preparación está a pocos kilómetros de Narva, donde se ha instalado un destacamento de la OTAN con 1.227 efectivos de Francia y Reino Unido para realizar ejercicios militares conjuntos con el Ejército estonio.

Precisamente en la piedra angular de las medidas de preparación de Estonia se han vivido vientos de cambio que pusieron al Ejecutivo contra las cuerdas. En junio, el secretario permanente del ministerio, Kusti Salm, dimitió por lo que ha considerado un fracaso de Tallin a la hora de aprobar un plan para destinar cerca de 1.500 millones de euros para hacer frente a la "crítica" escasez de municiones.

"No se ha hecho lo suficiente para desarrollar la defensa nacional de Estonia durante el año pasado, mientras que la amenaza que enfrentamos ha aumentado. Creo que esta es la tarea más importante de esta generación, poder defendernos de las amenazas militares y así prevenir la guerra, para hacer de Estonia un lugar seguro donde vivir", afirmó el funcionario después de anunciar su dimisión.

Foto: Los voluntarios se preparan para finalizar su entrenamiento militar. (Mónica Redondo)

Herem compartió esa postura y criticó que en los pasillos de Tallin se habló demasiado de tomar medidas concretas en lugar de tomarlas directamente. "Hemos hecho eso durante años, mientras los rusos avanzaban y producían armas y munición. Ahora tenemos que tomar medidas rápidas", destacó en un encuentro con periodistas en la capital estonia a pocos días de dejar su cargo como jefe de las Fuerzas de Defensa del país.

Pero ni siquiera los peores pronósticos hacen vacilar al pequeño país báltico: "El estado estonio protege a sus ciudadanos junto con la OTAN de cualquier amenaza, y los residentes estonios lo saben. Estonia tiene una fuerza de defensa capaz, y estamos invirtiendo constantemente en el desarrollo de nuevas capacidades, mientras que la OTAN está presente en Estonia a diario", concluye Marek Kohv.

Es difícil saber a ciencia cierta quién está ganando la guerra en Ucrania. Rusia está avanzando en el frente del Donbás y varias unidades de soldados norcoreanos se han unido a la ofensiva en la región de Kursk. Por otro lado, Donald Trump llegará a la Casa Blanca después de prometer poner fin al conflicto con un acuerdo que puede suponer la pérdida de territorio para Kiev. Pero Vladímir Putin apareció este jueves en un mensaje televisado en el que parecía sentirse amenazado.

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