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Storm Shadows sobre cielo ruso: cómo los misiles pueden cambiar la guerra en Ucrania
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¿Una nueva etapa en la guerra?

Storm Shadows sobre cielo ruso: cómo los misiles pueden cambiar la guerra en Ucrania

La duda es si los ataques occidentales en Rusia cambiarán el conflicto, si otros aliados seguirán a Washington y Londres y si esto fortalece a Kiev para negociar con Putin o solo prolongará la guerra

Foto: Un misil Storm Shadow en una exposición en París el año pasado. (Getty/NurPhoto/Nicolas Economou)
Un misil Storm Shadow en una exposición en París el año pasado. (Getty/NurPhoto/Nicolas Economou)
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Ucrania ha lanzado misiles británicos de alto alcance contra objetivos militares en Rusia por primera vez desde que comenzó la guerra. Downing Street no ha querido confirmar la noticia. Pero tampoco hace falta. Después de que Joe Biden permitiera a Kiev utilizar los misiles norteamericanos ATACMS para atacar posiciones estratégicas dentro de territorio ruso, estaba claro que Reino Unido iba a hacer lo mismo con sus Storm Shadow.

12 de estos misiles de alto alcance británicos fueron disparados hacia Kursk, una región fronteriza parcialmente controlada por las fuerzas ucranianas, alrededor de las 15:00 hora local del miércoles, según medios rusos. Apenas unas horas antes, el 'premier' Keir Starmer se había negado a responder una pregunta al respecto planteada por Sky News. Pero durante su participación en el G20 ya había avanzado que Kiev tenía que tener “lo que necesite” para poder hacer frente a las tropas del Kremlin. Por su parte, durante su comparecencia el miércoles en la Cámara de los Comunes, John Healey, se limitó a decir que “la acción de Ucrania en el campo de batalla habla por sí sola”.

Había varias razones para guardar silencio. La primera, estratégica. Los funcionarios ucranianos han expresado en otras ocasiones su frustración cuando se han adelantado operaciones militares, impidiendo así pillar desprevenidas a las tropas rusas. Y, por otra parte, Starmer tampoco quiere crear tensiones con el presidente electo Donald Trump, quien ha prometido acabar con el conflicto en “24 horas” cuando se mude en enero a la Casa Blanca.

La cuestión ahora es si los ataques con misiles occidentales en territorio ruso van a cambiar realmente el curso del conflicto. Si habrá más aliados dispuestos a seguir los pasos de Washington y Londres. Y si se está dando a Kiev una buena mano de cartas para negociar con Vladímir Putin o simplemente se está alargando la agonía de un país que tiene pocas posibilidades de recuperar parte de su territorio (el 20%) ocupado por el enemigo.

Foto: Matrioshka de Donald Trump y Vladímir Putin, en Moscú. (EFE/EPA/Yuri Kochetkov)

De momento, se desconoce si la luz verde por parte de Reino Unido para utilizar los Storm Shadow, viene con las mismas restricciones impuestas por Estados Unidos. Biden solo ha permitido a Kiev utilizar misiles ATACM en la región rusa de Kursk — donde una parte está actualmente en manos de Ucrania —y en otras regiones fronterizas como Bryansk.

La medida tiene como principal objetivo “enviar un mensaje” a Corea del Norte que ha enviado 10.000 tropas para ayudar a Vladímir Putin — y frustrar la campaña del Kremlin para obligar a Ucrania a abandonar Kursk. Si el presidente Zelenski pierde Kursk, perdería su influencia en cualquier negociación. Moscú ha reunido unos 50.000 soldados para recuperar la región antes de que Trump comience su presidencia e intente cumplir su promesa de poner fin al conflicto.

Muchos no entienden por qué Washington sigue poniendo cortapisas. “Podemos atacar Rusia, pero… solo el miércoles, después de la lluvia y cuando los cerdos vuelen ¿Cuándo terminará esta tontería?”, se lamentaba Kateryna Bohuslavska, una ucraniana de Járkov, una ciudad devastada por la guerra, en declaraciones a The Spectator.

Sin embargo, el Pentágono argumenta que las existencias de los ATACMS son limitadas y el 90% de los aviones rusos que lanzan bombas planeadoras contra posiciones ucranianas ya se han desplazado hacia el este — fuera del alcance de los misiles —.

Foto: Un tanque que fue evacuado de territorio ruso. (EFE/Nikoletta Stoyanova)

Por otra parte, el ejército estadounidense no está produciendo más ATACMS y en el caso de otras armas occidentales de largo alcance, “las tasas de producción no podrían satisfacer en la actualidad la cantidad que se necesita para lograr efectos significativos en el campo de batalla”, según apunta el último informe del think tank RUSI. Ucrania disparó la mayor parte del arsenal Storm Shadow del Reino Unido contra objetivos rusos en alta mar en 2023, pero no logró degradar el mando ruso a un nivel que el ejército ucraniano pudiera aprovechar.

El uso concentrado de armas de largo alcance puede infligir daños desproporcionados contra objetivos seleccionados. Pero eso no basta. El ejército tiene luego que aprovechar la vulnerabilidad del enemigo. Y desde finales de 2023, la tendencia en las tropas ucranianas ha sido la de sufrir más bajas de las que ha reclutado.

Por lo tanto, según el informe de RUSI, el uso ahora de misiles de largo alcance en territorio ruso “podría afectar la cronología de los acontecimientos sin alterar realmente la trayectoria y además podría reducir el impacto sobre los rusos”, ya que el número de misiles no es infinito. “El plan de victoria que el presidente Volodímir Zelenski informó a los socios en septiembre de 2024 no abordó estas cuestiones fundamentales”, apuntan los expertos.

Pese a todo, el primer ministro británico llevaba meses pidiendo a Biden que permitiera a Kiev utilizar las armas de fabricación occidental (hasta ahora empleadas solo en defensa propia dentro de Ucrania) en territorio ruso. En septiembre, Starmer voló incluso a Washington para reunirse personalmente con el presidente americano. Pero este se negó entonces a dar su brazo a torcer. Y sin su aprobación, no se podía hacer nada, ya que tanto los Storm Shadow británicos como los Scalp franceses dependen de la tecnología estadounidense para alcanzar sus objetivos. Los misiles son idénticos. Ambos están fabricados por el consorcio europeo MBDA.​ La única diferencia es el nombre y el tipo de avión utilizado para su transporte.

Un apoyo dividido

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido siempre partidario de mantener el pulso a Putin con el envío de armas y el permiso cada vez más amplio para utilizarlas. De hecho, hace algunos meses llegó a insinuar la posibilidad de mandar soldados europeos a territorio ucranio. Por lo tanto, todo apunta a que seguirá los pasos del Reino Unido y Estados Unidos.

Pero Alemania e Italia siguen mostrándose en contra de que Kiev utilice las armas fuera del territorio ucranio, en una clara señal de las divisiones surgidas en la UE respecto a la estrategia ante una guerra que dura ya casi tres años.

En respuesta a estos movimientos, el Kremlin ha elevado el tono aprobando cambios a su doctrina nuclear para establecer que cualquier ataque de un estado no nuclear que cuente con el apoyo de una potencia nuclear será tratado como un ataque conjunto contra Rusia. “Esto es, por supuesto, una señal de que quieren intensificar la situación”, dijo Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores ruso. “Tomaremos esto como una fase cualitativamente nueva de la guerra occidental contra Rusia. Y reaccionaremos en consecuencia”, añadió.

Ante el incremento de la tensión, la embajada estadounidense en Kiev cerró el miércoles ante la posibilidad de un ataque aéreo inminente. Sin embargo, este jueves ha reanudado sus servicios. Por su parte, otras embajadas en la capital ucraniana, incluidas las de Reino Unido, España, Italia y Grecia, han pedido a su personal trabajar de forma remota. Fuentes de inteligencia ucranianas han informado del movimiento de bombarderos estratégicos rusos desde la base aérea de Olenya, lo que sugiere preparativos para un ataque aéreo.

Es poco probable que Putin active el botón nuclear. Pero en su pulso contra Occidente sí podría ampliar su ayuda al grupo rebelde Hutí en Yemen, que ha estado disparando misiles contra barcos en el Mar Rojo. Se alega que Rusia ha proporcionado datos de localización de objetivos derivados de satélites a los Hutíes a través de oficiales iraníes. También ha considerado suministrar misiles más avanzados al grupo, un riesgo que los funcionarios occidentales describen como una “escalada horizontal”.

Y está la preocupación de que los espías rusos puedan intensificar su campaña de sabotaje, subversión e intento de asesinato dentro de Europa. Putin ya ha demostrado en otras ocasiones tener poco respeto por las fronteras internacionales. Entre otros, se la ha relacionado con 14 muertes en suelo británico, incluido el asesinato de Alexander Litvinenko, un opositor envenenado con polonio-210 en Londres en 2006.

En este contexto, la gran pregunta es qué pasará en enero cuando Trump comience su nuevo mandato. Una de las críticas frecuentes que el republicano ha hecho a Biden ha sido su pobre historial en lo que se refiere a disuadir a los enemigos de Estados Unidos. De ahí que en algunos círculos ucranianos haya esperanzas de que su llegada ahora a la Casa Blanca pueda beneficiarles.

Este mes, China suministró por primera vez a Rusia drones letales. Por otra parte, al menos setenta sistemas de cohetes y artillería de largo alcance han hecho el viaje desde Corea del Norte hasta la línea del frente en Ucrania. Los drones iraníes con nuevas ojivas termobáricas letales bombardean a los ucranianos a diario en cantidades récord.

Algunos como James Robbins, del American Foreign Policy Council, considera que, a pesar de toda la preocupación sobre Trump, es poco probable que venda Ucrania a Putin. “Darle a Rusia todo lo que quiere hará que Estados Unidos parezca aún más débil que después de retirarse de Afganistán”, apunta. Pero otros analistas temen que el impredecible político se ciña simplemente a cuestiones domésticas sin preocuparse por el impacto de sus acciones a largo plazo en el tablero geopolítico.

Nada se sabe aún del plan del presidente electo para acabar con la guerra “en 24 horas”. Además, en caso de un acuerdo, hay bastantes dudas de que Putin vaya luego a respetarlo. El memorándum de Budapest de 1994 —una garantía de seguridad firmada por Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido bajo la condición de que Ucrania renunciara a su parte del arsenal nuclear soviético— fue ignorado cuando el Kremlin invadió el país en 2014 con Crimea. Las capitales occidentales que tratan de anticipar un desenlace tienen, por tanto, que ser más que creativas.

Ucrania ha lanzado misiles británicos de alto alcance contra objetivos militares en Rusia por primera vez desde que comenzó la guerra. Downing Street no ha querido confirmar la noticia. Pero tampoco hace falta. Después de que Joe Biden permitiera a Kiev utilizar los misiles norteamericanos ATACMS para atacar posiciones estratégicas dentro de territorio ruso, estaba claro que Reino Unido iba a hacer lo mismo con sus Storm Shadow.

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