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El cruzado, la prorrusa y el 'anti-chemtrails': ¿quién es quién en el gabinete de Trump?
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Los nombramientos del nuevo gabinete

El cruzado, la prorrusa y el 'anti-chemtrails': ¿quién es quién en el gabinete de Trump?

Los nombramientos de Trump, que se están anunciando con mucha mayor rapidez que en 2016, han ido volviéndose más excéntricos a medida que avanzaba la semana

Foto: Robert F. Kennedy Jr. (i), Susie Wiles (c), y el empresario Elon Musk. (EFE/Allison Dinner/Cristobal Herrera/CJ Gunther)
Robert F. Kennedy Jr. (i), Susie Wiles (c), y el empresario Elon Musk. (EFE/Allison Dinner/Cristobal Herrera/CJ Gunther)
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Donald Trump ha vuelto y está cumpliendo las expectativas: sigue siendo el mismo. Un político heterodoxo que está componiendo un Gobierno heterodoxo, pero leal a su persona. Esta es la gran diferencia con respecto a 2016: Donald Trump ya no es un novato que depende de las élites republicanas para llenar los altos cargos de su gabinete. Ahora tiene más libertad, más apoyos. Un largo banquillo de figuras de fidelidad comprobada que están calentando por si les toca salir a jugar.

Los nombramientos de Trump, que se están anunciando con mucha mayor rapidez que en 2016, han ido volviéndose más excéntricos a medida que avanzaba la semana. La primera persona en ocupar un cargo fue Susie Wiles, estratega republicana de Florida y la única jefa de las tres campañas de Trump que ha durado la campaña entera. Sus credenciales de sobriedad, astucia y pulso firme son obvias, y su selección sugiere que Trump está interesado en poner algo de disciplina en la Casa Blanca. Aunque, como ha sucedido en esta campaña electoral, su carácter provocador y su olfato de showman televisivo lo lleven a saltarse las normas.

Que la prioridad de Trump es la inmigración y su promesa de hacer una "deportación masiva" quedó claro con el nombramiento inmediato de Tom Homan, antiguo director de la policía migratoria (ICE), que será "zar fronterizo"; del purasangre MAGA Stephen Miller, arquitecto de muchas de las políticas migratorias del primer mandato de Trump, como vicejefe de gabinete de políticas públicas; y de Kristi Noem, gobernadora de Dakota del Sur, que será secretaria de Seguridad Nacional.

El cargo ministerial considerado más importante, el de secretario de Estado, fue a parar al cubanoamericano, senador de Florida y precandidato a las elecciones de 2016, Marco Rubio, que dirigirá la política exterior de EEUU a partir del próximo 20 de enero. Dado que se trata de una figura de reconocimiento global, con experiencia en los comités de Exteriores y de Seguridad del Senado, y un historial de republicano neoconservador, con posturas duras frente a Irán, China y las autocracias latinoamericanas, la selección de Rubio debió de dibujar una mueca de aprobación en los rostros de los líderes extranjeros, sobre todo en la Unión Europea.

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La elección del congresista Mike Waltz como consejero de Seguridad Nacional ha sido interpretada de la misma manera. Waltz es un veterano de los "boinas verdes" conocido por sus posturas intransigentes frente a China. Igual que Marco Rubio, ha formado parte de los comités encargados de revisar la política exterior estadounidense, y resulta llamativo que Waltz, por ejemplo, ha defendido consistentemente la necesidad de enviar más ayuda militar a Ucrania. Una posición que choca con los comentarios del vicepresidente electo, JD Vance, o de otras personas próximas a Trump, cuya prioridad es zanjar esta guerra cuanto antes.

Fue entonces cuando la mueca de aprobación que seguramente se dibujó en los rostros de los próceres y cancilleres de Europa empezó a cambiar. Para el otro departamento clave de la proyección exterior norteamericana, Defensa, Trump ha nominado a Pete Hegseth, veterano de Irak y Afganistán de 44 años y comentarista del canal conservador Fox News. Hegseth ha estado claramente alineado con Trump desde el ascenso político de este, y tiene en su piel tatuajes que suelen verse en los ambientes de la derecha nacionalista, como la "Cruz de Jerusalén", que cubre su pectoral derecho y que data de la época de las Cruzadas. También tiene una bandera americana con una metralleta, un "We The People" y una serpiente troceada con el lema "Únete, o muere", símbolo de la libertad de los colonos americanos.

A diferencia de los nombres de Wiles, Rubio y Waltz, el de Hegseth no estaba en ninguna de las quinielas de Washington. Su experiencia de gobierno es nula, sobre todo para dirigir el ministerio más grande y con mayor presupuesto (820.000 millones de dólares en 2023), y Hegseth, en su rol de comentarista y co-presentador de Fox, ha expresado numerosas opiniones que van en contra de las tradiciones del Pentágono. Entre ellas, que las mujeres no deberían de entrar en combate.

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Luego, Trump anunció a Tulsi Gabbard para dirigir Inteligencia Nacional, el departamento que supervisa a 18 agencias de inteligencia, entre ellas la CIA, el FBI y la Agencia de Seguridad Nacional. Antigua congresista demócrata, reconvertida en independiente, y, hace pocos meses, en republicana, Gabbard ayudó a Trump a preparar la entonces potencial transición a la presidencia. El problema de Gabbard, a ojos de los demócratas y de bastantes republicanos, es que carece de experiencia en cuestiones de inteligencia y tiene un historial de diseminación de argumentos apócrifos de la propaganda rusa acerca de cuestiones como Siria y Ucrania.

En 2017, Gabbard conoció al dictador sirio Bashar al-Ásad en persona, durante un viaje secreto a Siria, un país sumido desde 2011 en una destructiva guerra civil. Dos años después, la entonces congresista justificó su visita y declaró que Asad "no es el enemigo de Estados Unidos porque Siria no plantea ninguna amenaza directa". El positivo tratamiento de Gabbard en los medios de propaganda rusos también ha despertado sospechas. Cuando Rusia invadió Ucrania a gran escala, en 2022, Gabbard dio pábulo al bulo de que EEUU financiaba biolaboratorios en Ucrania para la guerra química, diseminado por los medios estatales rusos.

"No solo está mal preparada y no tiene las cualificaciones", declaró en la red social X Abigail Spanberger, representante demócrata de Virginia que forma parte del Comité de Inteligencia de la cámara baja. "También trafica con teorías conspirativas y se hace amiga de dictadores como Bashar al-Ásad y Vladímir Putin".

La selección de Gabbard por parte de Trump podría considerarse la más polémica hasta la fecha, de no ser porque vino acompañada, poco después, por el anuncio de que el congresista de Florida, Matt Gaetz, sería nominado para secretario de Justicia. Gaetz es, probablemente, el republicano más detestado por sus colegas de partido: un agitador que ha producido titular tras titular por sus escándalos y comportamientos intempestivos, como cuando invitó a un negacionista del Holocausto a un discurso del Estado de la Unión o estuvo a punto de llegar a las manos con el entonces líder de su partido en la cámara, Kevin McCarthy, a quien poco después logró desalojar del Speakership.

"También trafica con teorías conspirativas y se hace amiga de dictadores como Bashar al-Ásad y Vladímir Putin"

El hombre designado por Trump para llevar la Fiscalía General tiene bastante experiencia con la Justicia, solo que del otro lado. Matt Gaetz ha sido investigado por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes y por el Departamento de Justicia que se dispone, si es confirmado por el Senado, a liderar. Gaetz es sospechoso de mantener relaciones sexuales con una menor de 17 años y de pagarle un viaje, lo que puede implicar cargos de tráfico sexual. A un estrecho colaborador suyo, Joel Greenberg, le cayeron 11 años por ello, entre otros cargos.

Ahora que Gaetz, conocido también por su inquebrantable lealtad personal a Donald Trump, está en posición de que convertirse en una de las figuras más poderosas de Estados Unidos, hay presiones para que el Comité de Ética publique ya su investigación sobre Gaetz. El presidente de la cámara, el republicano Mike Johnson, ha dicho que pedirá al comité que no revele el informe. Muchos congresistas dicen estar patidifusos. "Este no estaba en mi carta de bingo", dijo la senadora republicana Lisa Murkowski cuando se enteró de la nominación de Gaetz.

Dada la sensibilidad de los perfiles de Gabbard y de Gaetz, fuentes de la CNN apuntan a que el equipo de transición de Donald Trump obviará la tradición de que sea el FBI quien haga una comprobación de la ejemplaridad de los nominados: una tradición que se remonta a los tiempos de la Guerra Fría y que tiene como objetivo asegurarse de que ningún espía soviético entraba en el gabinete. Los críticos con este proceso alegan que es largo y pesado, que ralentiza la transición y que, al final, depende de Trump, a quién nomina y a quién no. La incógnita es si estos impopulares nombramientos, al menos entre las élites, recibirán la aprobación del Senado.

Los Kennedy, en el gabinete

La tercera elección de este estilo es la de Robert F. Kennedy Jr para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Igual que Gabbard, Kennedy empezó como demócrata, luego se hizo independiente y hace poco se subió al ganador barco republicano. Su lema de campaña desde el verano, adoptado del de Trump, es Make America Healthy Again, o MAHA: "hacer a América saludable de nuevo".

Los seguidores de Kennedy Jr., hijo del asesinado Bobby Kennedy y sobrino del también asesinado John F. Kennedy, admiran su forma física aparentemente rocosa, impropia, de un hombre de 70 años que se graba haciendo flexiones y dominadas como si tuviera la mitad de edad. Los detractores, que superan en número a los simpatizantes, recuerdan que Kennedy ha sido uno de los más influyentes militantes antivacunas de Estados Unidos; alguien que ha ligado espuriamente el autismo con las vacunas, ha manejado teorías conspirativas relativas al fluoruro del agua corriente y ha descrito las agencias reguladoras de la comida y los medicamentos como nidos de corrupción que están envenenando, por dinero, Estados Unidos.

placeholder Robert F. Kennedy Jr. y Donald Trump en campaña. (Reuters/Carlos Barria)
Robert F. Kennedy Jr. y Donald Trump en campaña. (Reuters/Carlos Barria)

La formación del gabinete de Trump 2.0 va pareja a la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental, o DOGE, que encabezarán el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y el inversor indioamericano Vivek Ramaswamy. Uno ha dicho que recortará la tercera parte del presupuesto federal, sin especificar cómo; el otro, que "millones" de funcionarios federales serán "deportados" fuera de Washington DC.

Nadie sabe todavía si este departamento tiene dientes, o si gozará de la potestad legal para hacer o deshacer una estructura tan compleja, interconectada y bregada como es el Gobierno federal de Estados Unidos. Pero ese gobierno trumpista puro que se está configurando podría ir más allá del gabinete de Trump, y ocupar una buena parte de las estructuras federales que gestionan, día a día, EEUU.

Donald Trump ha vuelto y está cumpliendo las expectativas: sigue siendo el mismo. Un político heterodoxo que está componiendo un Gobierno heterodoxo, pero leal a su persona. Esta es la gran diferencia con respecto a 2016: Donald Trump ya no es un novato que depende de las élites republicanas para llenar los altos cargos de su gabinete. Ahora tiene más libertad, más apoyos. Un largo banquillo de figuras de fidelidad comprobada que están calentando por si les toca salir a jugar.

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