Trump hace sonar el 'despertador estratégico' de la UE… ¿Volverá Europa a retrasarlo?
La Unión Europea se enfrenta a cuatro años turbulentos con Trump de vuelta en la Casa Blanca. Algunos esperan que provoque un cambio de paradigma, otros se conforman con que pueda salir del paso
La Unión Europea se ha despertado este miércoles en una nueva ‘era Trump’. Tras cuatro turbulentos años, entre enero de 2017 y enero de 2021, los líderes europeos casi habían olvidado su anterior etapa en la Casa Blanca, pero ahora toca entender que quedan cuatro años más, y que la victoria del republicano marca una dirección que, más allá de nombres o candidatos concretos, está para quedarse: EEUU está cada vez más desvinculado de los problemas de Europa y, crecientemente, de sus valores e intereses. En Bruselas el resultado se ha recibido con una mezcla de gravedad y preocupación, pero no con sorpresa. “No estamos en 2020 o 2016, cuando fue una gran sorpresa o no sé si decir en pánico, creo que tenemos una línea más clara”, defendía este martes optimista, una fuente europea.
Muchos son los que se preguntan si esta vez Europa va a despertar ante la alarma que está haciendo sonar los Estados Unidos y va a reaccionar, principalmente haciéndose cargo de su propia seguridad, pero también en otros ámbitos, como en la cuestión de la industria. Pero es que el despertador no está sonando por primera vez ahora: ya lo hizo en 2016, y ha seguido sonando desde entonces, pero los Veintisiete siempre han pulsado el botón de “retrasar”. En 2016 este escenario pilló a todo el mundo por sorpresa. La Unión lidió como pudo con aquella primera presidencia Trump, recibió con alivio la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca en 2021 y, en general, no dedicó demasiado tiempo a pensar en un posible regreso del republicano al Despacho Oval.
Y eso que a partir de principios de 2023 se empezó a hablar de su vuelta como un escenario prácticamente inevitable. Por ejemplo, en los círculos de la OTAN no se discutía si iba a volver Trump, el debate se centraba en sí, esta vez, la Alianza Atlántica sería capaz de lidiar con él mejor que en su primer mandato. Lo mismo ocurría en la burbuja europea. Sin embargo, fue en verano cuando la Comisión Europea creó en el seno de la secretaría general un equipo de trabajo específico para lidiar con las consecuencias de las elecciones americanas. El equipo, liderado por el español Alejandro Caínzos, ha trabajado en los distintos escenarios tras los comicios, incluida una posible guerra comercial con Estados Unidos a raíz de los nuevos aranceles que Trump ha prometido durante la campaña electoral.
En todo caso, no es cierto que Europa no haya aprendido ninguna lección. El equipo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sí que ha extraído aprendizajes de la primera etapa de Trump. Su jefe de gabinete, Bjoern Seibert, ya lidió con la administración americana durante el 2020, y aprendió ciertas dinámicas. Por ejemplo, que Trump tiene una lógica transaccional, y que si se entienden sus intereses en cada uno de los debates claves y se sabe qué ofrecer a cambio, se puede llegar a conseguir una relación relativamente estable y predecible.Y la UE ha endurecido su posición en asuntos como China y la competencia tecnológica con Pekín, y en general Europa, en el marco de la OTAN, ha aumentado de manera muy significativa el gasto en defensa, como pedía el presidente americano en su anterior etapa en el poder. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica, y desde el círculo cercano a la presidenta admiten que no se puede saber qué tipo de presidencia va a ser la de Trump, si va a seguir las mismas lógicas que la primera o si va a ser algo completamente distinto.
Tampoco es cierto que haya pánico en Europa. Hay preocupación, seriedad, pero no pánico. Una fuente diplomática explica el ambiente de la reunión de embajadores representantes permanentes de los Veintisiete en la mañana siguiente a las elecciones, explicando que no hay sensación de “resaca”. “La sensación es ahora más que nunca que la Unión es una señora respetable de 70 años, y ya no la frágil hermana pequeña de Estados Unidos”, ha asegurado la fuente, haciendo referencia a las siete décadas que han pasado desde el inicio del proceso de construcción europea.
Golpe de timón o salir del paso
Muchos eurodiputados y analistas han señalado que la victoria de Donald Trump manda un mensaje claro a Europa: “Uníos”. Hay mucha expectación sobre cuál va a ser la actitud europea en esta nueva presidencia Trump: ¿una estrategia defensiva, buscando reducir el impacto del nuevo inquilino de la Casa Blanca, o una estrategia ofensiva, llevando a cabo el “cambio radical” que el expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha pedido en su informe sobre los problemas de la economía europea?
La primera estrategia consistiría en dar algunos y discretos pasos en la conocida como “autonomía estratégica” que reduzca la dependencia respecto a Estados Unidos fundamentalmente en el ámbito militar, pero que la agenda esté centrada en tratar de reducir los efectos nocivos de una presidencia Trump, siendo reactivos en los distintos campos, especialmente en el ámbito comercial. Para esta estrategia es para la que son especialmente válidos los aprendizajes que adquirió el equipo de Von der Leyen en 2020. La segunda estrategia no tiene por qué ser confrontacional, porque la realidad es que Europa no puede desconectarse en términos de seguridad de Estados Unidos, pero es mucho más radical en la agenda de la autonomía estratégica, fundamentalmente en lo referente a seguridad y defensa.
Una primera prueba de cuál es la actitud mayoritaria se verá este jueves por la noche, cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reúnan para una cena informal en Budapest, precisamente la capital del país cuyo gobernante, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, más abiertamente ha defendido a Trump y ha apostado por su regreso. Poco después de felicitar al presidente electo, Emmanuel Macron, presidente francés, telefoneó a Olaf Scholz, canciller alemán, para evaluar la situación. “Trabajaremos por una Europa más unida, más fuerte y más soberana en este nuevo contexto. Cooperando con los Estados Unidos de América y defendiendo nuestros intereses y valores”, escribió en redes sociales. ¿Qué significa exactamente eso? Nadie lo tiene del todo claro, pero la idea es que durante las próximas semanas los líderes europeos discutan e intenten dar forma a una posición lo más común posible ante EEUU.
Pero esas discusiones son navajas de doble filo. Europa tiene cierta tendencia a enredarse en debates, elaborando informes y enlazando discusiones internas, y no terminar de tomar decisiones. A veces es normal, porque es un club de 27 países soberanos, y no es sencillo. Pero eso lleva a potenciar algo que domina por completo la política europea. Sich-Durchwurschteln, muddle through o salir del paso. Tres maneras de definir lo que ha hecho Europa durante unos años, casi dos décadas, de rápido cambio estratégico, en el que el mundo se ha convertido en un lugar mucho más agresivo e impredecible, en el que las guerras vuelven a estar a la orden del día y en la que el comercio se ha puesto al servicio de la seguridad nacional. No hacer nada e intentar aguantar un día más. Su encarnación ha sido Angela Merkel, canciller alemana durante esos años (2005-2021) y líder de facto de Europa, que siempre que pudo elegir retrasó la toma de decisiones, o incluso redobló su apuesta por las dependencias en energía con Rusia y en comercio con China cuando ya había señales más que preocupantes y obvias, incluida, en el caso ruso, la anexión de Crimea.
Esos años de salir del paso han dejado a Alemania y a la Unión Europea en una situación muy complicada. La figura de Merkel está siendo sometida a una revisión en la política alemana, liderada precisamente por su propio partido, los democristianos de la CDU. Pero en la Unión Europea moderna, un club muy grande, con intereses muy diversos y con líderes muy heterogéneos, salir del paso es la opción por defecto. Eso no significa que dentro de la sala de máquina de la Unión no haya una pulsión, una aspiración a lograr un cambio radical.
La UE muchas veces tiene las recetas, pero no la voluntad para aplicarlas
Pero hay muchos ámbitos en los que Europa sabe que podría mejorar sustancialmente su posición y no lo hace. Por ejemplo, en términos de inversiones privadas, la UE sabe muy bien qué debe hacer, que es construir la unión de mercados de capitales, pero no lo hace porque está demasiado dividida y hay Estados miembros que no quieren asumir los sacrificios a nivel interno que requiere esa unión. La UE muchas veces tiene las recetas, pero no la voluntad para aplicarlas.
Donald Tusk, primer ministro de Polonia, una de las voces que probablemente va a liderar este debate, ya señaló recientemente que Europa debe parar su “externalización geopolítica”. Un discurso que habitualmente habría sido propio de un presidente francés, pero que ahora sectores importantes de la política polaca, preocupados con el nivel de compromiso americano con el flanco este de la Alianza Atlántica, están empezando a asumir. Radek Sikorski, ministro de Asuntos Exteriores polaco, una de las personas que mejor sabe leer el momento europeo en relación con EEUU, se ha mostrado tajante este miércoles por la mañana. “Europa necesita urgentemente asumir una mayor responsabilidad por su seguridad. Los vientos de la historia soplan cada vez con más fuerza. Los dirigentes polacos sabrán estar a la altura de las circunstancias”, ha señalado.
La Unión Europea se ha despertado este miércoles en una nueva ‘era Trump’. Tras cuatro turbulentos años, entre enero de 2017 y enero de 2021, los líderes europeos casi habían olvidado su anterior etapa en la Casa Blanca, pero ahora toca entender que quedan cuatro años más, y que la victoria del republicano marca una dirección que, más allá de nombres o candidatos concretos, está para quedarse: EEUU está cada vez más desvinculado de los problemas de Europa y, crecientemente, de sus valores e intereses. En Bruselas el resultado se ha recibido con una mezcla de gravedad y preocupación, pero no con sorpresa. “No estamos en 2020 o 2016, cuando fue una gran sorpresa o no sé si decir en pánico, creo que tenemos una línea más clara”, defendía este martes optimista, una fuente europea.
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