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Así fue el "confinamiento climático" que salvó decenas de vidas en las inundaciones de Austria y República Checa
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Así fue el "confinamiento climático" que salvó decenas de vidas en las inundaciones de Austria y República Checa

La borrasca Boris es ejemplo de un fenómeno extremo bien pronosticado. "La gente no debería morir en Europa en 2024 por falta de información", advierte la hidróloga Hanna Clock

Foto: Vista general de una calle tras el paso de la DANA en el barrio de la Torre. (EP)
Vista general de una calle tras el paso de la DANA en el barrio de la Torre. (EP)

"En esa ocasión, el agua ya había entrado en las casas y nadie nos había avisado. Esta vez, la situación es mucho mejor". La que habla es Eleonore, una jubilada austriaca de Hadersdorf am Kamp, superviviente de las devastadoras inundaciones de Europa Central de 2002, en las que murieron 232 personas en Austria, Alemania y República Checa, y testigo de las inundaciones del pasado septiembre tras la borrasca Boris, en las que fallecieron 27 personas en Centroeuropa. Entre ambos desastres, hay 22 años y varios avances. El valle de Kamp es una región de Austria especialmente vulnerable a las inundaciones.

En 2002, las inundaciones pillaron desprevenidos a muchos austriacos. En septiembre de 2024, fue distinto. Varios modelos meteorológicos habían previsto el fenómeno meteorológico extremo en Austria y las primeras alertas, algunas del nivel más alto, se emitieron con antelación. La clave de estas previsiones es la predicción de cuánta lluvia caerá, y ahora existen valores muy precisos para ello. Hace 22 años, cuando Europa Central quedó asolada por las inundaciones de agosto, solo era posible predecir el nivel del agua en el Danubio y con unas pocas horas de antelación. En la actualidad, existen numerosos puntos de medición que permiten controlar en tiempo real el nivel de las aguas de los ríos.

placeholder Varios bomberos austriacos protegen la zona de cara a la inundaciones en Theiss, en Austria, el 5 de junio de 2013. (EFE/Georg Hochmuth)
Varios bomberos austriacos protegen la zona de cara a la inundaciones en Theiss, en Austria, el 5 de junio de 2013. (EFE/Georg Hochmuth)

Además, en Austria, habían aprendido de los errores. Ante las sombrías previsiones, en el Este del país se tomaron numerosas precauciones. Se cancelaron eventos, entre ellos el concierto de la banda estadounidense de música metal, Agriculture, que tenía que tocar en el Arena Wien, un antiguo matadero reconvertido en centro cultural, y la gala la Noche de las estrellas ("Starnacht"), a orillas del Danubio. Además, se instalaron sistemas móviles de protección contra inundaciones; se llenaron sacos de arena y se crearon zonas de contención. También se aconsejó a la gente que se quedara en casa durante el fin de semana. Ante aquel déjà vu de la pandemia, los austriacos en redes sociales empezaron a hablar del primer "confinamiento climático".

Como se esperaba, numerosos ríos se desbordaron durante ese fin de semana. La región de Waldviertel, que incluye el valle de Kamp, se vio especialmente afectada. Varias presas se rompieron y se derrumbaron puentes. Muchos pueblos tuvieron que ser evacuados. Pero las víctimas mortales fueron menos que en el pasado: cinco personas murieron en Austria en las inundaciones de la tormenta Boris, entre ellos, un bombero durante un rescate.

"La tormenta Boris es un buen ejemplo de un fenómeno meteorológico extremo que afectó a varios países, pero que estaba bien pronosticado, tanto en términos meteorológicos como de impacto en los ríos", explica a El Confidencial, la hidróloga británica Hannah Cloke, de la Universidad de Reading. Cloke destaca que las autoridades nacionales y municipales "brindaron información clara, emitieron órdenes de evacuación a pueblos de muy alto riesgo y fueron claros sobre lo que la gente debía hacer y lo que no". Y aun así, continúa, muchas personas murieron, por lo que dice, "siempre podemos hacerlo mejor".

En la gestión de la catástrofe en Austria, también fue clave el sistema de defensa contra inundaciones de Viena, que cuenta con canales diseñados para hacer frente a una inundación de 14.000 metros cúbicos, explica en BBC, el hidrólogo Günter Blöschl, director del Centro de Sistemas de Recursos Hídricos de la Universidad Tecnológica de Viena. Blöschl recuerda que Austria ha invertido mucho en la gestión de inundaciones durante las últimas décadas, debido a su historial, con dos grandes inundaciones, en 2002 y 2013. La piedra angular es una isla artificial, la Isla del Danubio, y un canal de control de inundaciones, el Nuevo Danubio. Aunque aún tiene tareas pendientes y el Sistema de Transmisión Celular AT-Alert, que permite enviar un mismo mensaje a todos los usuarios de una zona aún se encontraba en fase de prueba.

La Cieszyn checa frente a la Cieszyn polaca

"(El agua) ya nos habían arrastrado una vez, así que cuando llegó la orden de que preparáramos el equipaje de evacuación y esperáramos instrucciones, supimos que tendríamos que marcharnos", recordaba Jaroslav, un checo de 60 años, vecino de Hanušovice, en República Checa. El 13 de septiembre, ante la amenaza de Boris, este checo se marchó a casa de su hermana. Dos días después, su pueblo se inundó, debido a la rotura de la barrera contra inundaciones. "Afortunadamente, no se llevó nuestra casa".

placeholder Casad dañadas tras las inundaciones del río Bela, en la ciudad de Jesenik, en República Checa, el 20 de septiembre de 2024. (EFE/EPA. MARTIN DIVISEK)
Casad dañadas tras las inundaciones del río Bela, en la ciudad de Jesenik, en República Checa, el 20 de septiembre de 2024. (EFE/EPA. MARTIN DIVISEK)

Si, en 2002, las inundaciones en República Checa causaron más de 1,5 millones de afectados y más de 200.000 evacuaciones, 50.000 de ellas solo en Praga; en 2024, hubo unos 17.000 afectados y unas 10.000 evacuaciones, según la Cruz Roja internacional. Esta vez, "hemos tenido el lujo de contar con pronósticos meteorológicos precisos, tres o cuatro días antes", afirma a El Confidencial, Marek Stys, responsable de programas de emergencia de la organización checa People in Need. Stys explica que el pronóstico del Instituto Hidrometeorológico Checo se convirtió en portada de prácticamente todos los canales de televisión e Internet, lo que permitió a hogares y municipios prepararse y facilitar la labor de los servicios de rescate.

Aún así, Stys cree que los daños de las inundaciones podrían haberse reducido más, por ejemplo, el número de coches arrasados "que podrían haberse movido", y las viviendas que se podrían haber protegido mejor, puesto que "solo unas personas usaron espuma técnica y otros métodos sencillos de aislamiento para evitar filtraciones a través de puertas y ventanas". Además, el responsable de emergencias checo cree que la desconfianza de una parte de la población hacia los mensajes oficiales y la cantidad de noticias falsas "influyó, sin duda, en el comportamiento de algunas personas". "Algunos se negaron a ser evacuados, para ser rescatados por helicópteros horas después".

Las respuestas a la emergencia de dos localidades, una checa y una polaca, separadas por un río, ponen de manifiesto cómo, ante el mismo pronóstico e información, la coordinación y comunicación es clave. Silesia de Cieszyn está dividida por un río, el Olza. Una parte de la ciudad pertenece a República Checa y la otra parte a Polonia.

Ante la borrasca Boris, En el lado checo, las autoridades comenzaron a monitorear la situación y coordinar medidas desde el sábado en la noche. Hacia las 4 de la madrugada, la Cieszyn checa ya había organizado una evacuación en las zonas más vulnerables. Se estableció una línea telefónica de emergencia y autobuses de evacuación. Los residentes polacos que vivían cerca del río notaron movimiento en la zona checa, pero no tenían ni idea de lo que estaba ocurriendo. La primera respuesta formal en Polonia, la distribución de sacos de arena, no llegó hasta después de la crecida, cuando ya era tarde para proteger las propiedades.

Las inundaciones son el peligro natural que afecta a más personas en todo el mundo. Entre 1980 y 2022, se registraron 5.584 muertes relacionadas con inundaciones en los 32 países miembros del European Environment Agency (EEE). Por lo que los sistemas de pronóstico y alerta temprana son herramientas cruciales, advierten investigadores del Centro de investigación medioambiental FZ-Helmholtz de Alemania, en la revista Nature.

"La gente no debería morir por falta de información"

¿Qué ocurrió en España durante la DANA del 30 de octubre? "Hubo una alarma que sonó a nivel general en todos los móviles de Valencia sobre las 8.30 pero ya era demasiado tarde porque la gente ya estaba atrapada", recordaba Eva, una residente de Valencia. En España, "las alertas han fallado porque no se ha respondido con la suficiente rapidez ni con el nivel de urgencia adecuado a la situación crítica que enfrentaban", explica la hidróloga Hannah Cloke. La británica dice que tendrán que revisar cuidadosamente "qué sucedió exactamente y cuándo", pero "parece que, si bien las partes individuales del sistema de alerta temprana han funcionado según lo planeado y el protocolo se ha seguido correctamente, el resultado final es el fracaso". "La gente no debería morir en Europa en 2024 por falta de información o de comprensión sobre qué hacer o qué no hacer en caso de una inundación", lamenta.

En Europa, las alertas por inundación están reguladas principalmente por la Directiva Europea sobre Inundaciones, que establece un marco común. El Sistema Europeo de Conciencia de Inundaciones (EFAS) es la institución que coordina las alertas, emitiendo predicciones. Cada país adapta la normativa de actuación en función de las instituciones al cargo y de la magnitud de las proyecciones.

"Todo está bien” versus “emergencia"

Cloke explica que es importante que se siga el protocolo, para evitar el cuento del lobo: "no debería ser un sistema de alerta binario del todo está bien versus todo es emergencia", matiza. Para iludir falsas alarmas, explica, una vez que se pronostica una inundación, la información debe ser evaluada y revisada constantemente por personas que comprendan los datos y lo que significan. "Es necesario tomar rápidamente una decisión sobre a quién alertar y cómo", apunta.

La hidróloga matiza que las alertas que se envían directamente a los teléfonos móviles son una herramienta importante, "pero no deben ser la única forma de comunicar el riesgo". No todo el mundo tiene un móvil. Debe hacerse de manera precisa y clara a través de canales oficiales, medios de comunicación, redes sociales y otros. También las organizaciones, empresas, escuelas, tiendas y hogares "deberían saber cómo responder ante dichos fenómenos".

Lamentablemente, la tragedia vuelve a repetirse. En el verano de 2021, las previsiones para la cuenca del Rin, entre Alemania y Suiza, también indicaban una alta probabilidad de inundaciones, que empezarían el 13 de julio. Los primeros boletines del EFAS se enviaron a las autoridades nacionales pertinentes el 10 de julio. El 12 y 13 de julio de ese verano, EFAS y el Centro de Coordinación de Respuesta a Emergencias (ERCC) enviaron avisos formales a las autoridades de Bélgica, Países Bajos, Suiza y Luxemburgo. Pero no se actuó a tiempo. Aquel verano, solo en Alemania, murieron 189 personas y otras decenas, en Bélgica, Países Bajos, Austria y Suiza.

"En esa ocasión, el agua ya había entrado en las casas y nadie nos había avisado. Esta vez, la situación es mucho mejor". La que habla es Eleonore, una jubilada austriaca de Hadersdorf am Kamp, superviviente de las devastadoras inundaciones de Europa Central de 2002, en las que murieron 232 personas en Austria, Alemania y República Checa, y testigo de las inundaciones del pasado septiembre tras la borrasca Boris, en las que fallecieron 27 personas en Centroeuropa. Entre ambos desastres, hay 22 años y varios avances. El valle de Kamp es una región de Austria especialmente vulnerable a las inundaciones.

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