Rabat detiene al intelectual que denunció el espionaje y uso de la inmigración para doblegar a Francia
Después de estar varios días arrestado, el viernes la fiscalía presentó cargos por "distribuir información falsa" y lo puso provisionalmente en libertad
Apenas despegó de Rabat el avión del presidente francés, Emmanuel Macron, al término de su visita de Estado a Marruecos, cuando la policía marroquí se apresuró a detener a Fouad Abdelmoumni, el más veterano y conocido defensor de los derechos humanos en Marruecos. Eso fue el miércoles. Este viernes, el fiscal presentó finalmente cargos contra él por presuntamente "insultar a órganos constituidos, difundir acusaciones falsas y denunciar un delito ficticio (cometido por parte del Estado marroquí)".
Abdelmoumni no es un activista al uso. Es un economista e intelectual, reconocido experto en microcréditos, fundador de Al Amana, una organización que ofrece este tipo de préstamos en varios países africanos. Ha trabajado para organismos internacionales y ha dado conferencias en numerosas capitales y publicado artículos en revistas de prestigio, como la española Política Exterior.
Empezó su militancia con 19 años, en tiempos del rey Hassan II, y estuvo “desaparecido” cinco años en varias mazmorras. Ejerció más tarde de vicepresidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, la más solvente de cuantas existen en el mundo árabe.
Después, Abdelmoumni fue secretario general de la rama marroquí de Transparency International, una asociación dedicada a la lucha contra la corrupción. Forma parte hoy en día del consejo asesor de la ONG estadounidense Human Rights Watch. Desde 2021 es también el coordinador del Grupo de Apoyo Marroquí a los Presos Políticos, dedicado hoy día sobre todos a los rifeños y al exministro de Derechos Humanos, Mohamed Ziani, que hace unos meses recibió una nueva condena de cinco años de cárcel. Ziani, hijo de madre malagueña, posee también la nacionalidad española. Lleva dos años en prisión, pero el Gobierno español no le ha brindado ningún apoyo consular.
Las autoridades de Rabat le había asestado a Abdelmoumni algunos golpes bajos estos últimos años, pero nunca llegó a ser detenido. El más inmundo consistió, en febrero de 2020, en la colocación de cámaras en los aparatos de aire acondicionado de su piso, para grabarle cuando mantenía relaciones sexuales con una mujer y enviar el vídeo por WhatsApp a los amigos y allegados de la pareja, aunque no fue subido a las redes sociales. Si para él fue una experiencia desagradable, para la mujer resultó insufrible, en una sociedad islámica conservadora como la marroquí.
Como la legislación marroquí prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio y ninguno de los dos estaba casado, Abdelmoumni no tuvo más remedio que, para evitar la cárcel, contraer matrimonio con su amiga. Al poco tiempo se divorciaron amistosamente.
Pese a este constante acoso en los círculos de la oposición marroquí, tanto dentro como fuera del país, se consideraba que Abdelmoumni era intocable. Lo era no solo por su prestigio más allá de fronteras de Marruecos, sino porque existía, al parecer, una regla no escrita. Aquellos activistas que ya estuvieron encarcelados en tiempos de Hassan II no debían volver a ser juzgados por delitos políticos ni a pisar la cárcel para evitar dar la impresión de que había una continuidad en la represión entre padre en hijo.
Cuando aun Macron estaba de visita en Rabat, quedó claro que esta regla, si de verdad existía, iba a ser quebrada. Los medios de comunicación más afines al aparato de seguridad anunciaron la próxima detención de Abdelmoumni y acertaron, como suele ser habitual cuando dan este tipo de exclusivas. Nada más marcharse Macron, agentes de la Brigada Nacional de la Policía Judicial le echaron el guante por orden de la fiscalía.
¿Qué presunto delito había cometido esta vez? En un intercambio de mensajes con el periodista marroquí Hamza Mahfoud, residente en Marsella, Adbdelmoumni escribió en su página de Facebook que contra Francia, Marruecos “utiliza todas las cartas de presión a su alcance, incluidos los inmigrantes, la repatriación de menores y de ilegales, la información de seguridad (aludía a la lucha antiterrorista), los intereses económicos ... y, por supuesto, el espionaje con Pegasus”. El mismo razonamiento, pero al cubo, se puede hacer con relación a España.
La Fiscalía ordenó su detención el miércoles, acusándole en un comunicado de “denunciar un delito notoriamente ficticio (por parte del Estado marroquí) y la difusión de una gran cantidad de información falsa”. Después de ser interrogado durante dos días por la policía judicial, comparecerá este viernes ante el fiscal que presentó cargos y decidió a última hora de la mañana su puesta en libertad con medidas cautelares hasta la celebración del juicio.
La investigación del consorcio periodístico Forbidden Stories y Amnistía Internacional reveló, en julio de 2021, que los servicios secretos de Marruecos habían pirateado los móviles de Macron y de 14 de sus ministros con el programa malicioso israelí Pegasus. Aquel episodio dio lugar, según reveló el célebre escritor marroquí Tahar Bejnelloun, a tres broncas telefónicas entre el presidente y el rey Mohamed VI.
Rabat ha desmentido reiteradamente ese espionaje, pero numerosos indicios le otorgan credibilidad: desde la investigación del Parlamento Europeo hasta el auto, de julio de 2023, del magistrado José Luis Calama de la Audiencia Nacional, que en abril pasado decidió reabrir la causa.
La pequeña sociedad civil marroquí se ha movilizado en defensa de Abdelmoumni, y desde la Asociación Marroquí de Derechos Humanos hasta la Federación de la Izquierda Democrática, un pequeño partido tolerado, exigen su puesta en libertad. El viernes por la mañana se concentraron ante el tribunal de Casablanca.
“Es una bofetada y una humillación para Emmanuel Macron” que esta detención se produzca al término de su viaje, opina el periodista independiente marroquí Omar Brouksy. “Marruecos se considera muy protegido tras estrechar lazos con Israel, EEUU y ahora con Francia”, sostiene Khadija Ryadi, expresidenta de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos.
El diario parisino “Médiapart” preguntó a El Elíseo en París si tenía algún comentario que hacer sobre la detención, pero no recibió respuesta alguna. En ninguno de los discursos que el presidente francés pronunció durante su estancia en Marruecos mencionó los derechos humanos.
Apenas despegó de Rabat el avión del presidente francés, Emmanuel Macron, al término de su visita de Estado a Marruecos, cuando la policía marroquí se apresuró a detener a Fouad Abdelmoumni, el más veterano y conocido defensor de los derechos humanos en Marruecos. Eso fue el miércoles. Este viernes, el fiscal presentó finalmente cargos contra él por presuntamente "insultar a órganos constituidos, difundir acusaciones falsas y denunciar un delito ficticio (cometido por parte del Estado marroquí)".