Descabezados... y sin dinero: cómo Israel rompe el equilibrio financiero de Hezbolá
El Ejército de Israel ha empezado a tener en su punto de mira el poder financiero de Hezbolá y ha atacado varias sedes de Qard al-Hasan, conocido como el "banco" de la milicia libanesa
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El día después de que un edificio haya sido bombardeado en Beirut quedan solamente los restos de la tragedia. Entre los escombros frescos amanecen cocinas enteras, televisiones y retratos que confirman que Israel atenta noche tras noche contra la vida de los libaneses de a pie. En la periferia del sur de la capital libanesa, sin embargo, aparecieron restos de otro tipo de vida. Talonarios en cantidades industriales. Fotocopias de pasaportes, recibos, formularios. Montañas enteras de material de oficina.
Las fuerzas de Tel Aviv han cambiado recientemente su estrategia contra Hezbolá, que lograron descabezar tras la muerte de su líder Hasán Nasrallah. Posteriormente, fueron asesinados su sucesor y el sucesor del sucesor, como presumía en un vídeo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hasta que Naim Qassem fue nombrado este martes nuevo secretario general de la milicia libanesa. Pero los últimos ataques del Ejército de Israel apuntan ahora a otro objetivo más allá del ala militar: el poder financiero de la organización.
La semana pasada fueron bombardeadas más de la mitad de las 30 sedes del Qard al-Hasan, el mal llamado banco de Hezbolá. El llamado préstamo benévolo, como se traduciría del árabe, es más que una empresa, es una institución que atiende a las restricciones del islam sobre la banca tradicional. Su historia es paralela a la de Hezbolá: se creó poco después que el partido para proveer a los musulmanes chiíes del Líbano de un depósito, una fuente de préstamos o una cuenta de ahorros sin intereses. Tras el colapso financiero del país en 2019, muchos libaneses no chiíes —ni necesariamente afines a Hezbolá— recurrieron al Qard al-Hasan. Como la institución opera al margen del sistema financiero libanés, no imponía límites a la retirada de dinero en efectivo.
En los últimos cinco años, el Qard al-Hasan se ha convertido en la salvación de muchas economías familiares en el Líbano. Pero, claro, además de atesorar los ahorros de chiíes y no chiíes, Israel acusa a este banco de estar directamente implicado en actividad terrorista. Tanto Tel Aviv como Washington alegan que el ala militar de Hezbolá se financia directamente a través del Qard al-Hasan, y que la organización que hoy está sin sedes físicas es la intermediaria entre los herederos de Hasan Nasrallah y los fondos iraníes. Según Daniel Hagari, contraalmirante y portavoz de las FDI, el Qard al-Hasan salvaguarda 750 millones de dólares anuales de Teherán que irán destinados a la compra de armamento y el abastecimiento de Hezbolá.
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Que Israel apunte ahora al Qard al-Hasan no es nada nuevo. El Tesoro de Estados Unidos ya impuso sanciones a la entidad en 2007, y en 2022 Biden hizo lo propio con su director, Adel Mansour, por terrorismo. Sin embargo, en los últimos días hemos asistido a un cambio en el curso de los ataques israelíes contra objetivos de Hezbolá en el Líbano.
Hace semanas, un ataque aéreo ya mató a Yaafar Qasir, el hombre que muchos consideraban el ministro de Finanzas de Hezbolá. Qasir había sido acusado por EEUU e Israel de transferir cientos de millones de dólares de Irán a Hezbolá, y Washington ofrecía diez millones de dólares por información sobre él.
Y poco después, el Ejército de Netanyahu bombardeó las inmediaciones del hospital Al-Sahel de la capital. El asedio a un centro sanitario detonó las alarmas porque Israel estuviera sucumbiendo a la misma estrategia de Gaza en Beirut. Pero esta vez las FDI no buscaban arsenales de Hamás, artillería de Hezbolá o bases militares. Lo que Hagari insistió en encontrar bajo el hospital de Beirut eran 500 millones de dólares escondidos bajo tierra.
Esta vez las FDI no buscaban arsenales de Hamás, artillería de Hezbolá o bases militares, sino 500 M de dólares escondidos bajo tierra
Al día siguiente, el hospital Al-Sahel abrió sus puertas a los periodistas, que no encontraron nada. Israel insistió en que la dirección del centro ocultaba a los reporteros la válvula secreta, y amenazó con seguir atacando. El hospital desalojó a su personal y permanece cerrado.
Un país en vilo
Tanto en las oficinas de al Qard al-Hasan como en el hospital Al-Sahel, las nuevas operaciones israelíes no buscaban asesinar a los cabecillas de un movimiento ya huérfano de líderes, sino desproveer a Hezbolá de su aparato financiero. Los ataques a la veintena de sucursales de la organización de microcrédito no tuvieron mayor impacto. El Qard al-Hasan aseguró en un comunicado que había evacuado el oro y otros depósitos de todas sus sucursales antes del ataque, del que Israel avisó con una mínima antelación.
Hagari justificó los ataques alegando que el Qard al-Hasan ayuda a Hezbolá a obtener dinero de dos fuentes principales: Irán y el pueblo libanés. Si bien el papel de Teherán es indiscutible y Hezbolá figura en los presupuestos de la república islámica como un ala más de la Guardia Revolucionaria, los libaneses no tienen ya mucho que aportar al partido-milicia.
Antes de que la guerra empezara en Gaza, el Banco Mundial ya calculaba que más de un tercio del país vivía por debajo del umbral de pobreza. En el sur y el este del Líbano, las regiones donde viven la mayor parte de los adeptos a Hezbolá, la agricultura ha cesado por completo por el impacto de la guerra, que ha forzado el desplazamiento de un 20% de la población.
Una tercera fuente de ingresos que Hagari no mencionó —y contra la que Israel probablemente tampoco pueda hacer mucho— son las actividades delictivas, como el tráfico de drogas y el comercio de diamantes de sangre. David Asher, ex investigador principal adjunto del Center for a New American Security, cuenta a este diario que Hezbolá recauda dinero a través de redes delictivas en todo el mundo y luego blanquea gran parte del dinero a través de empresas aparentemente legítimas, a menudo en Europa. Asher calcula que Irán subvenciona la mitad de las reservas del partido-milicia y que del 50% restante se ocupa, más que el dinero de los libaneses, el lucro de distintas actividades ilegales en todo el mundo.
El día después de que un edificio haya sido bombardeado en Beirut quedan solamente los restos de la tragedia. Entre los escombros frescos amanecen cocinas enteras, televisiones y retratos que confirman que Israel atenta noche tras noche contra la vida de los libaneses de a pie. En la periferia del sur de la capital libanesa, sin embargo, aparecieron restos de otro tipo de vida. Talonarios en cantidades industriales. Fotocopias de pasaportes, recibos, formularios. Montañas enteras de material de oficina.