Georgia se parte en dos: cómo Rusia ganó la batalla de disuasión en sus exrepúblicas… sin invadirlas
El partido gobernante Sueño Georgiano se ha declarado ganador de las elecciones parlamentarias, pero la oposición no ha reconocido el resultado por presuntas irregularidades
En 2018, Vladímir Putin publicó un vídeo durante la campaña presidencial en el que un hombre tenía una pesadilla. En su sueño, se veía forzado a convivir con hombres homosexuales. El contenido, con un claro contenido homofóbico, acababa con el mismo hombre despertándose sobresaltado. En 2024, Kakha Kaladze, secretario general del partido gobernante Sueño Georgiano, publicaba un vídeo muy parecido. En este caso, alertaba del voto contra su partido podría desencadenar un futuro marcado por la guerra. El protagonista del anuncio de campaña se despierta sobresaltado, una imagen prácticamente calcada del vídeo publicado por el equipo de Putin hace seis años.
La campaña dio resultado. El partido, en el poder desde 2012, se ha declarado ganador de las elecciones parlamentarias de Georgia, con el 54% de los votos y el 99% escrutado. El resultado ha sido un duro golpe para las aspiraciones europeas de la exrepública soviética, donde han tenido lugar manifestaciones a favor de la adhesión al bloque en los últimos meses.
A pesar de que las encuestas apuntan a que el 80% de la población está a favor de este viraje político, Sueño Georgiano prometió hacer todo lo que esté en su mano para frenar el avance europeísta. En los últimos años, los miembros de la formación han mantenido estrechos lazos con Moscú y han tomado decisiones políticas polémicas, como su rechazo a condenar la invasión rusa en Ucrania.
Estas elecciones han tenido lugar días después de que Moldavia votara en un histórico referéndum si su país modificaba la Constitución y se acercaba a la Unión Europea. Ganó el "sí", pero con un estrecho margen, el 50,39% de los votos, que vaticinan un camino complicado para cumplir el sueño europeo. Al igual que ha pasado en Georgia este sábado, los comicios en Moldavia estuvieron marcados por las denuncias de interferencia electoral, específicamente, por parte de agentes rusos.
La oposición de Georgia no ha admitido la derrota electoral y ha acusado al partido gobernante de un "golpe constitucional" orquestado por el fundador de Sueño Georgiano, Bidzina Ivanishvili. "Los matones de Ivanishvili están desesperados por aferrarse al poder y recurrirán a cualquier cosa para subvertir el proceso electoral", dijo Tinatin Bokuchava, líder del mayor partido de oposición, el Movimiento Nacional Unido (UNM). "La victoria fue robada al pueblo georgiano. No aceptamos los resultados de estas elecciones falsificadas", aseguró.
Por su parte, Bidzina Ivanishvili, conocido por sus vínculos con el Kremlin, celebró la victoria. "Es raro en el mundo que un mismo partido consiga tanto éxito en una situación tan difícil; este es un buen indicador del talento del pueblo georgiano", afirmó.
Tanto las formaciones contra Sueño Georgiano como otras asociaciones civiles han convocado protestas para este domingo y los próximos días, lo que puede provocar una crisis política que puede polarizar todavía más al país del Cáucaso.
El mejor agente del Kremlin en Georgia
Desde hace meses, el discurso político se ha fragmentado entre los que buscan un nuevo camino político y los que afirman que una Georgia fuera de la órbita rusa no tiene futuro. Durante la campaña para las elecciones legislativas, Ivanishvili ha acusado a la oposición de servir a los intereses de los agentes extranjeros que quieren, asegura, arrastrar a Georgia a la guerra en Ucrania.
Este tipo de acusaciones han sido replicadas, en primer lugar, por el servicio de inteligencia exterior ruso, que acusó recientemente a Estados Unidos de preparar una revolución parecida a la de Ucrania para impedir que Sueño Georgiano renovara su mandato. Washington lo negó, pero ese fue el caldo de cultivo para que Ivanishvili afirmara que un funcionario extranjero de alto rango le pidió al exprimer ministro de Georgia que se uniera a una guerra con Rusia "durante tres o cuatro días". "No veo ninguna razón para no creerlo", dijo el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
La estrategia basada en infundir miedo ha hecho mella en una parte de la población georgiana. Mientras miles de personas, sobre todo jóvenes, salen a las calles con banderas de la UE, otros temen que el nuevo rumbo del país pueda ser el inicio de una escalada. "No estoy en contra de Europa, pero tenemos frontera con Rusia, no con Francia ni con Alemania. Nadie vendrá a apoyarnos si Rusia invade. Los jóvenes que protestan contra el gobierno tal vez no recuerden la guerra, pero nosotros sí… Ahora mismo necesitamos paz y los líderes actuales pueden garantizarla", afirmó Maka Khutsishvili, dueño de una tienda en Tbilisi, originario de la ciudad de Gori, donde tuvo lugar la ocupación de las tropas rusas en 2008.
A diferencia de otros países como Moldavia, cuyo referéndum para allanar el camino a la UE estuvo marcada por la interferencia electoral, en Georgia se apunta directamente a Sueño Georgiano como promotor de las políticas del Kremlin. "El partido se ha revelado cada vez más como un agente del Kremlin que obstruye la integración de Georgia con las instituciones euroatlánticas", sostiene Eto Buziashvili, investigadora especializada en Europa del Este y Rusia de Atlantic Council.
"El tema central de la campaña electoral de Sueño Georgiano este año ha sido acusar a Occidente de causar los problemas de Georgia y de la región en general, al tiempo que presenta a Rusia como garante de la paz, una narrativa también fuertemente impulsada por el Kremlin", explica en un análisis publicado antes de las elecciones parlamentarias de este sábado.
Precisamente la investigadora de Atlantic Council estuvo en el centro de la presión de Rusia y, junto a su compañera, la también analista del centro Sopo Gelava, fueron víctimas de una redada policial en su domicilio en Georgia. Ambas han centrado sus estudios en la desinformación Rusia y sus operaciones para crear influencia en otros países y, según denunciaron, sus ordenadores y otras herramientas de trabajo fueron confiscadas.
Una parte de la población ha prometido salir a las calles para denunciar una situación política que puede determinar su futuro
La jornada electoral de Georgia estuvo marcada por una tensión que ya se anticipaba desde hacía semanas. La presidenta Salomé Zourabichvili, conocida por su postura pro-occidental, dijo que varios grupos de personas habían llegado a los centros de votación "con el único propósito de provocar conflicto y confrontación". Iulian Bulai, jefe de la delegación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en Georgia, dijo que el uso de cámaras en muchos centros "condujo a un clima generalizado de presión e intimidación organizada por el partido y a la sensación de que 'el Gran Hermano' te está vigilando".
Las denuncias por irregularidades en las votaciones no tardaron en llegar. La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE), un grupo de monitoreo, afirmó que sus observadores electorales habían detectado "casos de compra de votos y doble votación, antes y durante las elecciones, especialmente en áreas rurales". Por su parte, Eoghan Murphy, jefe de la misión de observación electoral de la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH) de la OSCE, aseguró que las elecciones parlamentarias no estuvieron "en línea con los principios democráticos internacionales".
Una parte de la población de la exrepública soviética ha prometido salir a las calles para denunciar una situación política que puede determinar el futuro de la región. Las imágenes de las banderas de la UE en las calles pueden recordar a las manifestaciones del pasado mes de mayo cuando miles de personas protestaron contra la llamada "ley rusa", considerada como una copia de una regulación aprobada por Moscú y como una herramienta para limitar la influencia de los grupos de apoyo financiados con fondos extranjeros.
Pero si una cosa han dejado entrever los comicios de este sábado es que el camino europeo de Georgia no será fácil. "Sueño Georgiano recibió felicitaciones instantáneas de los propagandistas rusos, también de los líderes de Armenia y Azerbaiyán. Y la guinda del pastel fue (Viktor) Orbán", escribió Katie Shoshiashvili, investigadora centrada en corrupción del organismo Transparency International Georgia, en referencia al primer ministro de Hungría, conocido por sus tendencias políticas prorrusas. "Enterrar la democracia georgiana significa el comienzo del fin de la democracia en el Cáucaso Sur", concluyó.
En 2018, Vladímir Putin publicó un vídeo durante la campaña presidencial en el que un hombre tenía una pesadilla. En su sueño, se veía forzado a convivir con hombres homosexuales. El contenido, con un claro contenido homofóbico, acababa con el mismo hombre despertándose sobresaltado. En 2024, Kakha Kaladze, secretario general del partido gobernante Sueño Georgiano, publicaba un vídeo muy parecido. En este caso, alertaba del voto contra su partido podría desencadenar un futuro marcado por la guerra. El protagonista del anuncio de campaña se despierta sobresaltado, una imagen prácticamente calcada del vídeo publicado por el equipo de Putin hace seis años.