Por un puñado de votos: en EEUU no hay DNI y votar se está volviendo un infierno
En nombre de la "integridad electoral", los legisladores republicanos se han lanzado a imponer medidas que han hecho más difícil —y en algunos casos, imposible— que determinadas comunidades puedan votar
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¡Saludos!
En España, no le damos muchas vueltas a la hora de votar. Mientras estemos empadronados y tengamos el DNI a mano, sabemos que estamos invitados a la fiesta más aburrida de todas: la de la democracia.
Sin embargo, en Estados Unidos, depositar tu voto puede llegar a convertirse en una auténtica odisea. Porque en “la tierra de los libres” (como se autodenomina el país en su himno nacional) no existe documento nacional de identidad. Si quieres participar en las elecciones, primero tienes que registrarte.
¿Por qué? Por la misma razón que muchas otras normas estadounidenses que a los europeos nos cuesta entender: una profunda desconfianza en el Gobierno central. En EEUU, la idea de que el Estado te tenga fichado mediante un documento es vista como un primer paso en el camino al totalitarismo. Hoy es el DNI; mañana, el Gran Hermano.
Registrarse es solo el inicio de una carrera de obstáculos que millones de estadounidenses deben superar para ejercer su derecho al voto. Este problema no ha hecho más que intensificarse en los últimos años, alimentado por las teorías conspirativas impulsadas por Donald Trump, quien sigue sin aceptar su derrota frente a Biden en 2020. En nombre de la "integridad electoral", los legisladores republicanos se han lanzado a imponer medidas que han hecho más difícil —y en algunos casos, imposible— que determinadas comunidades puedan votar.
Por ejemplo, en Georgia, uno de los estados clave donde cada voto cuenta, las autoridades electorales planean eliminar a miles de votantes del registro bajo la premisa de "mantenerlas limpias". Estas purgas afectan de manera desproporcionada a personas sin hogar y de bajos recursos. El próximo 5 de noviembre, cuando se acerquen a depositar su papeleta, muchos podrían descubrir por primera vez que debían volver a registrarse para poder votar. Demasiado tarde.
Normalmente, las numerosas organizaciones de activistas que trabajan para fomentar el registro de votantes, especialmente en comunidades marginadas, podrían ayudar a mitigar estos obstáculos. Sin embargo, en varios estados controlados por el Partido Republicano, estos grupos se encuentran en el punto de mira de las autoridades.
En Florida, las sanciones para las organizaciones activistas se han disparado. Antes, el importe máximo de la multa que podían recibir era de 1.000 dólares, pero en 2022 esa cantidad se multiplicó por 50. Y como si eso no fuera suficiente, al año siguiente los legisladores la aumentaron hasta los 250.000 dólares. Y no estamos hablando de castigar un fraude electoral a gran escala, sino de errores administrativos menores, como entregar formularios de registro con retraso o equivocarte en un nombre.
Esta y otras medidas han obligado a muchas organizaciones activistas a reducir sus esfuerzos para registrar nuevos votantes. En algunos casos, incluso han tenido que cesar sus operaciones por completo, ante el temor de ser acusadas de cometer un delito.
Y, por cierto. ¿Sabes lo que ocurre si terminas en la cárcel por cometer un delito en Estados Unidos? Que en una parte importante del país, pierdes tu derecho a voto. A veces, para siempre.
Es en este punto donde me veo obligado a recordar que la mayoría de las dinámicas de supresión del voto en EEUU cuentan con un fuerte componente racial que se remonta a las leyes segregacionistas de finales del siglo XIX y mediados del XX. Estas legislaciones, que incluían pruebas de alfabetización o el pago de impuestos a la hora de registrarse para votar, estaban diseñadas explícitamente para excluir a los afroamericanos de la vida política y social.
Una de las herramientas de aquella era que persiste en la actualidad es, precisamente, la prohibición de participar en las elecciones para quienes cometían delitos, de los que los miembros de esta comunidad eran acusados desproporcionalmente. Actualmente, en nueve estados —entre ellos Florida, cómo no— las personas que van a la cárcel pueden perder su derecho a votar de forma permanente, incluso si han cumplido su condena. La tierra de los libres no es para todos.
Hoy, en El Confidencial
Si quieres saber más sobre el laberinto que toca atravesar para votar en EEUU, Carlos Pérez Cruz publicó este reportaje al respecto en 2018. Sigue igual de vigente.
Me he quedado ya sin palabras para describir lo ajustada que está la carrera. En el último compendio de encuestas, con gráficos de Marta Ley, se refleja un empate absoluto.
Como veis, Florida siempre acaba apareciendo en las noticias de una forma u otra. Este artículo de Ada Nuño ya explicó en su momento el fenómeno del “Florida man”.
Media Watch
DUELO A MUERTE CON CUCHILLOS. Según reporta Político, el círculo cercano de Trump ya está en medio de una batalla encarnizada por el puesto clave de jefe de gabinete, incluso antes de ganar las elecciones. Brooke Rollins, presidenta de un think-tank ultraconservador, parecía tener ventaja hasta que se filtró que su organización fue hackeada por los chinos. Los rumores apuntan a que la filtración vino de dentro, por alguien que no quiere verla tan cerca del despacho oval. En Trumpworld, nadie está a salvo.
EL GRAN GIRO. Uno de los factores claves de que las encuestas muestren una carrera tan ajustadau es que cada vez más votantes afroamericanos están considerando votar por los republicanos. Aunque esta población ha sido un pilar demócrata desde mediados del siglo XX (en gran medida por las razones explicadas arriba), muchos piensan que EEUU vive una "despolarización racial". The Atlantic entrevista a Hans Noel, profesor de ciencia política de la Universidad de Georgetown, sobre el que puede ser el fenómeno más importante de estas elecciones.
DONDE DIJE DIGO… Hace años, el voto anticipado y por correo estaba en el centro de las acusaciones sin fundamento de fraude electoral por parte de Trump. Pero hoy en día, el candidato republicano anima a sus seguidores a usar esos métodos para impulsar la participación electoral. Y está funcionando. Según The Wall Street Journal, 15 millones de estadounidenses ya han votado para elegir al próximo presidente, y aunque los demócratas aún lideran, la brecha se ha reducido significativamente con respecto a 2020. ¿Será esta la estrategia que marque la diferencia?
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