Cómo el crecimiento de Bruselas y los 'trabajadores pobres' impulsaron a la ultraderecha flamenca
Los francófonos en las zonas mayoritariamente flamencas sienten que son discriminados de manera activa, pero si se les pregunta a los flamencos en Bruselas, estos consideran que su lengua es discriminada en la capital
Las elecciones locales de octubre han hecho que el Vlaams Belang, el partido de ultraderecha flamenco por el que la política belga creó el término de “cordón sanitario” para alejarlo del poder, rompa varias barreras, aunque siga quedándose lejos de lo que esperaba su líder, Tom Van Grieken. En la localidad de Ninove el VB logró una ajustadísima mayoría absoluta que le permiten gobernar por primera vez, y en Ranst, una pequeña localidad a las afueras de Amberes, dos partidos locales, el PIT y el Vrij Ranst, han decidido contar con el VB para formar el Gobierno local. Son las primeras buenas noticias para el VB después de que en las elecciones federales de junio no lograra superar a los tradicionales nacionalistas flamencos de la N-VA, que, además, están liderando las conversaciones para la formación del Gobierno federal.
En general, el “cordón sanitario” se sigue cumpliendo. Los miembros de los dos partidos locales de Ranst que han abierto la puerta al VB y que tienen membresía de los democristianos flamencos (CD&V) y de los liberales del Open VLD han sido expulsados de las formaciones. La N-VA ha desarrollado un discurso menos rupturista en la búsqueda de la independencia de Flandes precisamente para diferenciarse del VB, el heredero del 'Vlaams Blok', una formación de extrema derecha flamenca que tuvo que reorganizarse después de que los tribunales dictaminaran que había violado las leyes contra el racismo en 1981.
La gran noticia para el VB en todo caso es la mayoría absoluta en Ninove, una de esas ciudades importantes en el imaginario del nacionalismo flamenco por la taalstrijd, la lucha política a raíz de la lengua. Relativamente cerca de Valonia, la región francófona, y de Bruselas, la capital del país, sobre sus 40.000 habitantes se cierne un fantasma que obsesiona a los flamencos: el afrancesamiento. Bruselas es una zona mixta —la única del país, de hecho— pero está 'encajada' en Flandes. Los extrarradios de Bruselas siempre han sido flamencos, pero la expansión de la ciudad ha generado muchas tensiones. De hecho, la zona administrativa Bruselas-Halle-Vilvoorde, donde algunas alcaldías flamencas establecieron políticas muy restrictivas contra sus ciudadanos francófonos, tuvo que acabar siendo dividida y cuenta con un encaje especial en el país.
Bruselas ha sido históricamente una ciudad flamenca, pero la independencia de Bélgica se tradujo en que la ciudad, convertida en capital, se dotara de toda una estructura estatal, una cúpula y una inteligencia que era totalmente francófona. El proceso se fue consolidando durante el siglo posterior a la independencia, impulsada también por el hecho de que la industria se encontraba en Valonia, la mitad francófona del país. Hasta que los flamencos, también los políticos locales de Bruselas, lograron dar un estatus sólido a la lengua flamenca y Valonia empezó a empobrecerse. Si un ciudadano flamenco quería avanzar en la política o en la empresa belga, debía hablar francés. A partir de la segunda mitad del siglo XX, la inmigración de países francófonos o que habían sido colonias francófonas (como por ejemplo fue el caso del Congo belga) intensificó el ‘afrancesamiento’ de Bruselas.
Todo esto ha ocurrido al mismo tiempo que la ciudad ha ido creciendo al convertirse en sede de la Unión Europea y también de los cuarteles generales de la Alianza Atlántica. La población de Bruselas ha crecido mucho, tanto por cómodos expatriados, diplomáticos con dinero y trabajadores de multinacionales, como por la llegada de inmigrantes de fuera de la UE de habla francófona, como congoleños o marroquíes, y por valones francófonos que se han trasladado hacia la capital ante la desindustrialización del sur del país.
Eso ha aumentado el miedo de los flamencos a que su lengua se siga diluyendo, algo que se nota especialmente en las zonas de alrededor de Bruselas, donde existe una cohabitación de ambas lenguas. De hecho, una de las medidas que ha impulsado el Vlaams Belang en las locales de Ninove, donde se ha presentado bajo el nombre de Forza Ninove, es la vinculación de las ayudas sociales al aprendizaje del flamenco, aunque las asociaciones que prestan parte de ese apoyo social critican que el plazo que propone el futuro alcalde, Guy D'haeseleer, es demasiado escaso para aprender una lengua tan compleja. "Quien no respete el carácter flamenco de nuestra ciudad y quiera hablar francés en todas partes, haría mejor en instalarse unos kilómetros más allá, en la zona francófona", señalaba el programa de Forza Ninove.
La preocupación por el 'afrancesamiento' de los extrarradios de Bruselas hace que cada primer domingo de septiembre se celebre el De Gordel, un recorrido en bicicleta y a pie alrededor de la capital por parte de la población flamenca. El evento se realiza desde 1981 y está organizado por el propio gobierno flamenco en lo que se conoce como el Rand de Bruselas, el cinturón alrededor de la ciudad.
Los francófonos en estas zonas mayoritariamente flamencas sienten que son discriminados de manera activa, pero si se les pregunta a los flamencos en Bruselas estos consideran que su lengua es discriminada en la capital, de manera que sienten que está justificado que se proteja allí donde todavía es mayoritaria. Algunos recuerdan que en los años 60 y 70, cuando el eje económico de Bélgica pasó de Valonia a Flandes, lo que había contra los flamencos en Bruselas era puro racismo.
También coincidiendo con la aparición del Vlaams Blok, los antecesores del Vlaams Belang, que los francófonos vinculaban a la conocida como Flamenpolitik —la estrategia de la ocupación alemana durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial por la que Berlín persiguió, y en gran medida logró, el apoyo de la base local flamenca con un discurso antagonista ante Valonia—. Cuando un extranjero comete el error de hablar en francés en Gante, Brujas y Amberes y recibe una mirada cortante y, en el mejor de los casos, una respuesta en inglés, lo que hay de fondo es una reacción defensiva que es puro taalstrijd, el conflicto político-lingüístico que está en el corazón de la tensión en Bélgica.
La realidad es que por mucho que haya obtenido la alcaldía de Ninove y vaya a estar presente en la de Ranst, el VB no ha logrado su objetivo en 2024. No ha habido una “ola del VB”. La N-VA sigue sólida en primer lugar en Flandes, el 'superdomingo' electoral de junio resultó decepcionante para Van Grieken y las municipales de octubre han dejado muy pocas buenas noticias para el partido de ultraderecha. La única victoria notable que el VB ha podido lograr es allí donde la taalstrijd está más viva, donde se hace más obvia la tensión comunitaria, donde el fantasma del ‘afrancesamiento’ mueve votos: en el Rand bruselense.
Las elecciones locales de octubre han hecho que el Vlaams Belang, el partido de ultraderecha flamenco por el que la política belga creó el término de “cordón sanitario” para alejarlo del poder, rompa varias barreras, aunque siga quedándose lejos de lo que esperaba su líder, Tom Van Grieken. En la localidad de Ninove el VB logró una ajustadísima mayoría absoluta que le permiten gobernar por primera vez, y en Ranst, una pequeña localidad a las afueras de Amberes, dos partidos locales, el PIT y el Vrij Ranst, han decidido contar con el VB para formar el Gobierno local. Son las primeras buenas noticias para el VB después de que en las elecciones federales de junio no lograra superar a los tradicionales nacionalistas flamencos de la N-VA, que, además, están liderando las conversaciones para la formación del Gobierno federal.
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