El oráculo de Budapest y la mentora Meloni: el giro "a la derecha" de la UE en migración
Orbán fue el primero en proponer centros fuera de la UE, en 2016. En ocho años el primer ministro húngaro y Meloni han pasado de ser vistos como radicales extravagantes a líderes del debate migratorio
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Este jueves por la mañana, antes de que los jefes de Estado y de Gobierno de toda la Unión Europea se reunieran en Bruselas, once de ellos se veían las caras en la delegación italiana del Consejo. Son el ala dura del debate migratorio en Europa: Italia, Dinamarca y Países Bajos, los líderes y promotores del grupo, a los que se les han sumado Austria, Chipre, Polonia, República Checa, Grecia, Hungría, Malta y Eslovaquia, además de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Hablaron de muchas de sus iniciativas, como por ejemplo buscar la manera de que Siria, donde sigue existiendo un régimen sanguinario como el de Bashar Al Assad y sigue siendo un país enormemente inestable, pueda de alguna manera ser considerado tercer país seguro para devolver allí solicitantes de asilo sirios, o los centros de deportación fuera de la UE, siguiendo el modelo recientemente establecido entre Italia y Albania. En esa habitación había un oráculo y una mentora, los dos ejes gravitacionales del grupo.
Son los dos grandes reivindicados de estos últimos días, en los que la Unión Europea ha ido virando a una gran velocidad hacia posturas “hacia la derecha” en la cuestión migratoria, como señalaba una alta fuente europea: Viktor Orbán, primer ministro húngaro, y Giorgia Meloni, primera ministra italiana. En la cumbre de los Veintisiete posterior al desayuno del grupo de los más duros en migración, la UE en su conjunto mostró cómo ha ido virando hacia la derecha. Las ideas de Orbán eran vistas hace unos años como radicales e impensables, y Meloni era poco menos que vista como una líder estrafalaria y gritona de una fuerza neofascista con raíces en el sur de Italia y vínculos con grupos de cabezas rapadas. Ahora comparten las riendas de un debate migratorio europeo que cabalga desbocado.
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En la reunión de los once socios más duros en migración, a la que se sumó por sorpresa Von der Leyen, lo que muchos leyeron en Bruselas como una justificación y una legitimación de su discurso, no todos han estado en las posiciones de Orbán desde el principio. Según cuentan algunas fuentes, el primer ministro húngaro se dedicó a recordar que muchas de las propuestas que ahora se impulsan ya las defendía él mientras le hacían sentir como un paria en Bruselas. Orbán es el decano del Consejo Europeo, lleva más de catorce años ininterrumpidos en el foro de jefes de Estado y de Gobierno. Ha visto llegar e irse a muchos líderes, y siente ahora que el debate está reivindicando sus posturas, que durante muchos años fueron minoritarias.
Pero aunque Orbán sea padre de muchas de las iniciativas radicales que ahora se barajan, de hecho él ya propuso un sistema similar al de los centros de deportación fuera de la UE en 2016, el primer ministro húngaro sigue siendo un apestado en la capital comunitaria. Sus posiciones cercanas a Rusia y su bloqueo del apoyo a Ucrania provocan que sea Meloni la que se lleve todos los focos y que asuma el liderazgo en el viraje del discurso migratorio.
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Lejos queda ya aquel pulso entre Orbán y Angela Merkel, canciller alemana, durante la crisis migratoria de 2015 y 2016. Unos años después, en 2018, la todavía canciller explicó que “el alma de Europa es la humanidad”. “Y si queremos conservar esa alma, si Europa y sus valores quieren tener éxito en el mundo, entonces no debe cerrarse”, señaló en una rueda de prensa junto a un Orbán que se limitó a explicar que la única manera de tener una política migratoria humana era cerrando las fronteras. Ya entonces, en 2018, el debate estaba empezando a girar a favor de las posturas de Orbán. Merkel se veía retada desde dentro por el sector más derechista de su partido y por su ministro de Interior, de la CSU bávara. Este sector es el que se ha hecho con el control de los democristianos tras el fracaso de los herederos de la visión centrista merkeliana, y el líder del partido es hoy un rival histórico de la antigua canciller, Friedrich Merz. En aquel 2018 Berlín se enfrentaba a problemas con Austria por la gestión de los inmigrantes, y la relación era especialmente tormentosa porque el Gobierno austriaco tenía como miembro minoritario del Ejecutivo al partido de extrema derecha FPÖ. Siete años después ese mismo partido, todavía más a la derecha, ha ganado las elecciones federales en Austria.
Los que eran vistos entonces poco menos que como frikis pro-rusos con visiones totalmente minoritarias hoy están en una situación muy diferente. El Gobierno holandés depende de la voluntad de Geert Wilders, en Hungría Orbán no ha visto debilitado su poder, en Francia Marine Le Pen se prepara para intentar acceder al Elíseo con más opciones que nunca, Alternativa para Alemania (AfD) obtiene resultados históricos, y en Roma el centroderecha se ha visto reducido a ser la muleta de la que hasta hace poco era vista como una persona ajena a los círculos de poder, como es Meloni.
En aquel 2018 en el que Merkel y Orbán se enzarzaron por la “humanidad” de Europa, los líderes europeos también hablaron de posibles centros fuera de la Unión Europea. Entonces se les denominaba “plataformas regionales de desembarco”, centros fuera de la UE para gestionar las solicitudes de asilo, bebiendo de la idea que ya había puesto sobre la mesa Orbán en 2016. La diferencia es que entonces se hablaba de crear estos centros en los países del norte de África para que los inmigrantes no llegaran a embarcarse en el viaje, pero no a que, desde territorio europeo, se les fuera a llevar allí para tramitar en esos centros sus solicitudes de asilo, que es el marco actual. Además, aquella iniciativa quedó olvidada porque no era viable y la Comisión Europea tenía dudas sobre su legalidad.
Este jueves por la mañana, antes de que los jefes de Estado y de Gobierno de toda la Unión Europea se reunieran en Bruselas, once de ellos se veían las caras en la delegación italiana del Consejo. Son el ala dura del debate migratorio en Europa: Italia, Dinamarca y Países Bajos, los líderes y promotores del grupo, a los que se les han sumado Austria, Chipre, Polonia, República Checa, Grecia, Hungría, Malta y Eslovaquia, además de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Hablaron de muchas de sus iniciativas, como por ejemplo buscar la manera de que Siria, donde sigue existiendo un régimen sanguinario como el de Bashar Al Assad y sigue siendo un país enormemente inestable, pueda de alguna manera ser considerado tercer país seguro para devolver allí solicitantes de asilo sirios, o los centros de deportación fuera de la UE, siguiendo el modelo recientemente establecido entre Italia y Albania. En esa habitación había un oráculo y una mentora, los dos ejes gravitacionales del grupo.