Mohamed VI, un rey muy enfermo
La salud del monarca marroquí se ha deteriorado bruscamente. Padece una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Su debilidad le ha llevado a reducir aún más su ya de por sí escasa actividad
Al final de la alocución, el hijo, el príncipe Moulay Hassan, retira la silla en la que estaba sentado su padre para que Mohamed VI se levante sin tropiezos. Al rey de Marruecos le costó mantenerse de pie, recto, mientras sonaba el himno nacional del país antes y después de que pronunciase su discurso anual del Trono, el 29 de julio pasado.
Esas imágenes se añaden a otras más recientes en las que el monarca, de 61 años, aparenta estar muy débil. Aparece decaído cuando condecora, el 14 de julio, en su palacio de Tetuán, al atleta Soufiane El Bakkali, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París. La audiencia fue muy breve y las imágenes emitidas por televisión fueron cuidadosamente editadas para intentar mostrarle con su mejor aspecto.
La televisión no pudo, en cambio, editar el discurso real, retransmitido en directo, con el que fue inaugurada la sesión de otoño del Parlamento este viernes. Evitó, no obstante, enfocar al rey cuando, al acabar, se levantó del asiento. En ese y en otros muchos momentos, las cámaras se recrearon mostrando el hemiciclo con todos sus diputados vestidos con chilabas blancas, un color que encarna el respeto y la sumisión a la monarquía.
Mohamed VI nunca ha sido un gran orador, pero esa alocución fue de las más penosas. A lo largo de tan solo nueve minutos leyó en tono monocorde y con voz temblorosa un texto sin levantar la vista. Respiraba con cierta dificultad. En el camino hacia el Parlamento, un joven de 25 años lanzó un cocktail Molotov sobre la comitiva real que no causó daño alguno. Fue detenido de inmediato.
Más allá de estos episodios, que los marroquíes pudieron ver y que muchos comentan, otros datos no públicos son reveladores sobre el deterioro de la salud del soberano alauí. La beiaa, el juramento anual de lealtad de los notables al soberano, tuvo lugar al aire libre en Tetuán el 31 de julio, pero se redujo a tan solo 17 minutos. Años atrás, la ceremonia era mucho más larga.
Las vacaciones veraniegas del monarca en Rincón (M'diq para los marroquíes) se vieron interrumpidas por un par de viajes en su avión B747 de tan solo unas horas a Rabat para recibir tratamiento en el hospital militar Mohamed V.
Mohamed VI sufre desde hace años de la enfermedad de Hashimoto, un trastorno autoinmunitario que puede causar hipotiroidismo, y de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que reduce el flujo del aire y provoca problemas respiratorios. Aunque el monarca ya no fuma, esta última dolencia, la más grave, ha empeorado este último año, según fuentes conocedoras de su estado de salud.
Más allá, el rey ya ha sido operado dos veces, la primera en París en 2018 y la segunda en Rabat en 2020, de aleteos auriculares, una modalidad de arritmia cardíaca. En ambos casos, la Casa Real informó a posteriori del éxito con el que se habían desarrollado las intervenciones. Sobre su actual estado de salud guarda silencio.
Como ha hecho otros años, Mohamed VI tenía previsto pasar parte del verano en Alhucemas, adonde hubiese probablemente llegado navegando desde Rincón en su velero Badis 1. Fatigado, renunció al plan, como también desistió de efectuar un viaje privado a Nueva York, según fuentes conocedoras de sus planes vacacionales.
Donde sí estuvo fue en su ciudad preferida, París. Del 18 de septiembre al 8 de octubre se alojó en su palacete junto a la Torre Eiffel, que compró hace cuatro años por 80 millones de euros. A diferencia de otros años, no se le vio caminar por las calles ni en ningún restaurante. Salió muy pocas veces, de noche, a dar un paseo en coche.
Allí estuvo acompañado por dos de los tres hermanos Azaitar, esos expertos germano-marroquíes en artes marciales que entraron a formar parte de su vida en abril de 2018. A ellos se añadió después el melillense Yusef Kaddur que también era un profesional de los deportes marciales hasta incorporarse a esa corte real informal.
Durante su estancia parisina, Mohamed VI no se entrevistó con el presidente Emmanuel Macron, pese a que la reconciliación franco-marroquí quedó sellada, tras varios años de tensión, el 30 de julio pasado. Se superó finalmente el trance gracias a un mensaje del jefe de Estado francés al rey con concesiones sobre el Sáhara Occidental que van más allá de las que hizo el presidente Pedro Sánchez en la carta que envió al soberano el 14 de marzo de 2022.
El palacio de El Eliseo dejó caer a la prensa que Mohamed VI acudiría a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de países francófonos que se celebró, a principios de octubre, en Villers-Cotterêts y en París. Pese a estar aún en París, el rey declinó la invitación.
Macron tiene previsto hacer una visita de Estado a Marruecos del 28 al 29 de este mes. Será, porque así lo ha querido el protocolo marroquí, la más corta de cuantas visitas de esas características ha efectuado el presidente francés. La salud del soberano aconseja que sea breve. En lo que va de 2024, el rey solo ha recibido a una personalidad extranjera, el presidente español, en febrero pasado en Rabat. La audiencia duró menos de una hora. Justo un año antes le había dado plantón a Sánchez al prolongar sus vacaciones en Pointe-Denis (Gabón).
Más allá de rematar la reconciliación, Macron persigue con su viaje a Rabat objetivos similares a los que logró su predecesor, Nicolas Sarkozy, en Marrakech en octubre de 2007: obtener contratos ferroviarios. Hace 17 años Sarkozy consiguió la adjudicación a dedo a empresas francesas de la línea de alta velocidad de Tánger a Kenitra. Ahora se debe prolongar hasta Marrakech.
La deficiente salud del monarca no le permite ya seguir día a día los asuntos de su reino. El papel de su principal consejero, Fouad Ali El Himma, que ya era de por sí relevante, es ahora aún más importante. Himma, de 61 años, hoy en día auténtico virrey de Marruecos, estuvo también enfermo, pero fue tratado con éxito en EEUU.
El área de la seguridad está en manos de Abdellatif Hammouchi, de 58 años. Es el primero en la historia de Marruecos en ser a la vez jefe de la Seguridad Nacional (policía) y de la poderosa y temida Dirección General de Supervisión del Territorio, la policía secreta.
El príncipe heredero, Moulay Hassan, de 21 años, cursa, por su parte, estudios de gobernanza y de derecho a caballo entre una universidad privada (UM6P) y otra pública de Rabat. Apenas asiste a clase.
Al final de la alocución, el hijo, el príncipe Moulay Hassan, retira la silla en la que estaba sentado su padre para que Mohamed VI se levante sin tropiezos. Al rey de Marruecos le costó mantenerse de pie, recto, mientras sonaba el himno nacional del país antes y después de que pronunciase su discurso anual del Trono, el 29 de julio pasado.
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