Es noticia
100 días en Downing Street: ¿declive de Starmer o de todo UK?
  1. Mundo
Un aniversario marcado por las críticas

100 días en Downing Street: ¿declive de Starmer o de todo UK?

El inicio del mandato del hombre que se presentó como la alternativa al caos ha resultado una decepción. Su declive coincide con el del país, con un grave problema de inversión en transporte, energía y vivienda y una pérdida de influencia en la ONU

Foto: Cartel contra Starmer. (Reuters/Andy Buchanan)
Cartel contra Starmer. (Reuters/Andy Buchanan)

Cuando Inglaterra ganó la semifinal de la Eurocopa el pasado mes de julio, Keir Starmer se encontraba en la Casa Blanca reunido con Joe Biden y este último bromeó con los periodistas alegando que el triunfo deportivo era "todo gracias al primer ministro", gran forofo del fútbol. Tan solo cinco días antes, el laborista había conseguido una mayoría absoluta no vista en casi tres décadas, poniendo fin a una era de catorce años de gobierno conservador. La vida le sonreía. Era la viva imagen del éxito. Lo que nadie preveía es que ese iba a ser su momento cumbre, porque desde entonces todo ha ido a peor.

Es arduamente complicado superar a Liz Truss. Su dimisión, apenas 45 días después de haber tomado el cargo, fue la prueba irrefutable de la decadencia de los 'tories'. Pero lo cierto es que Starmer, el hombre que se presentó como la alternativa al caos, el rostro de la decencia y rectitud, ha resultado una decepción.

Este sábado se cumplen sus primeros 100 días de mandato y el aniversario viene marcado por críticas ante suculentos regalos por parte de donantes y amigos del partido (por cierto con pase especial en Downing Street), escándalos tras la dimisión de su asesora principal, humillación por su declive en las encuestas y rebelión entre sus filas por, entre otros, llevar a cabo recortes que no estaban recogidos en el manifiesto electoral.

Su declive coincide con el propio declive de Reino Unido. Durante gran parte de la historia moderna, la economía británica lideró el mundo. A lo largo del siglo XIX, fueron los más ricos. Incluso cuando Estados Unidos les superó a principios del siglo XX, siguieron como líderes europeos. Pero ahora se enfrenta a un grave problema de inversión en transporte, energía y vivienda y una pérdida de influencia en la ONU, marcada en parte por el Brexit, según la propia BBC.

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz (d), estrecha la mano del primer ministro británico, Keir Starmer. (EFE/Clemens Bilan)

Quedó en evidencia a principios de este mes cuando Starmer, cediendo a la presión internacional, renunció al control de las islas Chagos, reclamadas por la pequeña nación de Mauricio, poniendo así fin a una larga disputa sobre la soberanía de la última colonia africana.

El premier no se está absteniendo de tomar decisiones políticas complicadas. Pero lo que preocupa a sus filas es que todo se justifica con tímidos argumentos de necesidad y apelaciones a una autoridad superior, en lugar de principios.

Foto: El atalón Diego García, el más grande del archipiélago de Chagos. (Reuters)

Con la cesión de las islas Chagos, por ejemplo, el laborista señaló que los jueces internacionales no les dejaron muchas opciones y que era necesario un acuerdo para conservar — de momento por 99 años — el control de la base militar que tiene conjunta con los Estados Unidos en Diego García, la isla más grande, lo que permite a los dos países mantener una presencia militar a lo largo de uno de los corredores comerciales más importantes del mundo.

Por su parte, al restringir algunas ventas de armas a Israel, el razonamiento del gobierno se basó en gran medida en el asesoramiento de los abogados de Exteriores que concluyeron que podrían "facilitar una grave violación del derecho internacional humanitario", en lugar de realizar un argumento más amplio sobre el conflicto en el Medio Oriente. Asimismo, al recortar ayudas a los jubilados para pagar la calefacción en invierno, no defendió ninguna teoría del estado de bienestar, sino que afirmó que los operadores de bonos se desharían de la libra si no actuaban primero.

Para algunos parlamentarios laboristas, todo esto refleja un Downing Street que no confía en su propia visión del mundo y que se esconde tras el juicio de poderes superiores, ya sean abogados del gobierno, funcionarios del Tesoro, operadores de bonos. "Los líderes no se definen solo por las decisiones que toman, sino por los argumentos que eligen para ganar", advierte al respecto el reputado The Economist.

Foto: Choque entre policías y manifestantes en Rotherham. (Reuters/Hollie Adams)

Otro de los grandes problemas es la falta de optimismo. Tras ganar las elecciones generales, se suponía que el ambiente en la conferencia anual que el partido celebró en septiembre en Liverpool, la primera en 14 años estando en el poder, iba a ser festivo. Pero nada más lejos de la realidad. Los recortes ejecutados en las primeras semanas de Gobierno, y, ante todo, las constantes advertencias de que las cosas solo van a ir a peor, crearon un clima de pesimismo. Sindicatos, empresarios y las propias bases criticaron tanto derrotismo y demandaron no centrarse tan solo en las decisiones difíciles que se avecinan, sino en los beneficios que se esperan obtener al haberlas tomado.

En este sentido, Starmer no deja de recordar el "agujero negro" de 26 mil millones de euros heredado de los tories. Pero sigue sin dar muchos detalles de su plan económico a la espera de que a finales de octubre se presenten los Presupuestos Generales. Los analistas consultados consideran que llegan demasiado tarde. Esperar casi cuatro meses para detallar su estrategia puede haber sido un "gol en propia meta". "El momento de gastar capital político es cuando lo tienes", señala Martin Baxter, director ejecutivo de Electoral Calculus. "De lo contrario, simplemente se diluye y nunca va a ser tan alto como lo fue justo después de las elecciones", añade.

Lo cierto es que, hasta la fecha, el ejecutivo de Starmer ha mantenido el statu quo, con solo cambios planificados, como la nacionalización de los ferrocarriles, que no se han vinculado a ninguna mejora importante en la infraestructura o los servicios que realmente interesan al público. También hay muchas promesas de revisiones de políticas que pueden o no conducir a cambios sustanciales —dentro de muchos años— en las escuelas estatales, universidades, prisiones y la asistencia social, entre otros.

El único "reinicio" que ha implementado ha sido dentro de su equipo

La continuidad respecto al anterior ejecutivo tory con el apoyo incuestionable a Ucrania en la invasión rusa se aplaude en Europa. Pero la continuidad respecto a la relación con la UE ha decepcionado al otro lado del canal de la Mancha. Starmer prometió un "reinicio" tras los turbulentos años del Brexit, pero de momento no ha habido ningún acercamiento. Es más, las líneas rojas preelectorales de no reingresar a la unión aduanera y al mercado único se han extendido ahora incluso a restar importancia a la posibilidad de un plan de movilidad juvenil y el reingreso al programa Erasmus para estudiantes.

En definitiva, el único "reinicio" que ha implementado ha sido dentro de su equipo, que se ha ido desmoronando antes siquiera de llegar a los cien días de mandato. La salida más significativa ha sido la de su asesora Sue Gray, la que fuera máxima responsable del cuerpo de funcionarios, cuyo fichaje estuvo marcado desde el principio por la polémica por ser la responsable de la investigación sobre el Partygate que acabó hundiendo al gobierno de Boris Johnson.

La decisión de cambiar a un equipo que creaba más problemas de los que arreglaba (Gray no ha parado de acaparar titulares, entre otros, por cobrar más que Starmer y por supuesta mala gestión) puede ser correcta, pero la rotación de personal plantea dudas sobre la propia competencia del líder laborista.

Los primeros ministros que han tenido éxito se caracterizan por la estabilidad en la cúpula: Jonathan Powell, jefe de gabinete de Tony Blair, estuvo a su servicio desde 1995 hasta 2007; Edward Llewellyn, el hombre de confianza de David Cameron, ocupó el cargo durante un período similar de 11 años.

Caída desde una altura baja

Los episodios han sido castigados en las encuestas. Los laboristas sacan solo un punto de ventaja a los conservadores, según el sondeo de More in Common, y el índice de aprobación neto de Starmer es de -36, un punto más bajo que el profundamente divisivo defensor del Brexit, el populista Nigel Farage, según YouGov.

Lo cierto es que la caída del primer ministro, que nunca se ha caracterizado por su carisma, se produce desde una altura muy baja. Su pico dos semanas después de las elecciones fue cero. Tony Blairel anterior líder laborista que derrocó a los conservadores — asumió el cargo con índices de aprobación del 60% y tardaron tres años en caer por debajo de cero.

Un análisis detallado de los resultados electorales del pasado mes de julio muestra que la victoria del laborista fue superficial. La formación obtuvo apenas el 34% de los votos, en comparación con el 24% de los conservadores y el 14 % del insurgente partido de derecha radical Reform UK, de Nigel Farage. Con todo, las peculiaridades del sistema electoral británico hicieron que, a pesar de esas cifras, los laboristas obtuvieran 411 escaños en la Cámara de los Comunes, frente a los cinco de Reform. En definitiva, Starmer nunca fue el gran mesías inspirador. Los británicos simplemente querían cambio y deshacerse de los conservadores.

Es pronto aún para valorar el mandato del actual primer ministro. Pero necesita un "reinicio" para abordar el propio declive de Reino Unido. La evaluación realizada por el ejecutivo laborista es correcta: la raíz del malestar económico es la falta de inversión. Pero hasta que no se entienda cómo y cuándo surgió el problema, Downing Street tendrá serias dificultades para resolverlo.

Foto: Keir Starmer en una visita a la playa de Falmouth. (Getty/Hugh R Hastings)

Desde luego que el escenario presentado por los analistas Ben Southwood, Samuel Bowman y Samuel Hughes es devastador. Entre 2004 y 2021, el precio real de la energía para la industria en Reino Unido se duplicó con creces. El reactor nuclear más nuevo será el más caro jamás construido en cualquier parte del mundo. Los británicos no han construido un embalse desde 1992.

Entre los siglos XVIII y XX, Reino Unido tuvo el mejor sistema de transporte del mundo. Pero ahora cuesta dos veces más construir un sistema ferroviario urbano comparado con Alemania y tres veces más que en Francia. Esto da lugar a absurdos como el de que Leeds sea la ciudad más grande de Europa sin metro ni tranvía, a pesar de haber sido pionera en la instalación de tranvías en 1892. La decisión sobre la construcción de un nuevo cruce de carreteras bajo el Támesis se ha pospuesto hasta al menos el 23 de mayo de 2025, ya que se ha gastado más en planificación (297 millones de libras) de lo que le costó a Noruega construir realmente el túnel de carretera más largo del mundo. Es tan solo la punta del iceberg de las grandes dificultades con la construcción de infraestructuras.

Desde 2008, los salarios semanales británicos han aumentado alrededor de un 0,8%, no por año, sino en total. Los ingresos familiares medios aumentaron en poco más de 2.700 libras, en comparación con las 10.000 libras de Estados Unidos y Alemania. Un panorama desolador ante la gran burbuja inmobiliaria por la peor escasez de viviendas del mundo desarrollado. Con unos 30 metros cuadrados de espacio residencial por persona, los británicos se parecen más a los estadounidenses de la década de 1890 que a los estadounidenses de hoy, que tienen unos 90 metros cuadrados cada uno. Tienen un 23% menos de espacio que los franceses y un 73% menos que los daneses.

“Resolver estos problemas es un desafío generacional para Reino Unido, como lo fue poner fin a nuestro estancamiento de posguerra en los años 1980. No tenemos todas las respuestas, pero eliminar las barreras a la inversión en viviendas, infraestructura y suministro de energía es tanto un desafío político como de políticas”, concluyen los autores.

Cuando Inglaterra ganó la semifinal de la Eurocopa el pasado mes de julio, Keir Starmer se encontraba en la Casa Blanca reunido con Joe Biden y este último bromeó con los periodistas alegando que el triunfo deportivo era "todo gracias al primer ministro", gran forofo del fútbol. Tan solo cinco días antes, el laborista había conseguido una mayoría absoluta no vista en casi tres décadas, poniendo fin a una era de catorce años de gobierno conservador. La vida le sonreía. Era la viva imagen del éxito. Lo que nadie preveía es que ese iba a ser su momento cumbre, porque desde entonces todo ha ido a peor.

Reino Unido
El redactor recomienda