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De Sevilla al infierno de Nahal Oz: buscando a 'Mayale', la española asesinada por Hamás
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Un año del 7-O

De Sevilla al infierno de Nahal Oz: buscando a 'Mayale', la española asesinada por Hamás

El Confidencial reconstruye la vida de la joven junto a su padre por las calles de la capital andaluza y sus últimos momentos antes del atentado: "Me tortura no saber cómo murió"

Foto: Imagen de Maya Villalobo. (Cedida)
Imagen de Maya Villalobo. (Cedida)
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Los restos mortales de Maya Villalobo Sinvany descansan en el cementerio de Guivatayim, en Israel. Es la joven española asesinada hace ahora un año por Hamás en el atentado del 7 de octubre. Hoy tendría 20 años recién cumplidos. Los judíos practican la costumbre de posar pequeñas piedras sobre las tumbas de sus seres queridos en señal de recuerdo. En la de Maya hay conchas de la playa gaditana de Zahora que recogió su padre, Eduardo, porque allí pasó algunos de los mejores momentos con su hija. "La vida de Maya se ha escrito de muchas maneras y nadie la ha contado bien", dice.

Eduardo atendió hace unos días la llamada de El Confidencial después de meses de intentos en vano. Al otro lado del teléfono, este profesor universitario de 55 años aceptó hablar de su hija, pero no quería una entrevista al uso. "Quizá, si quieres venir a Sevilla, podemos echar un rato paseando por los sitios que a Maya le gustaban y te hablo de ella". Lo que sigue es la verdadera historia de 'Mayale', la joven que celebraba con 'olés' los goles del Betis para hacer reír a su padre.

Maya Villalobo era la cría del pelo rizado que gateaba a toda velocidad por el parque infantil que hay al lado de El Corte Inglés del centro. La que se despidió del chupete tirándolo a un contenedor junto a la calle Levíes, en la judería sevillana. Su padre fue detrás para recuperarlo y todavía lo conserva. Maya era la hija única de Eduardo y de Galit, con la que vivía la mayor parte del tiempo en Israel, el país donde nació un 1 de octubre de 2004. Era casi una adolescente, una mujer joven que todavía no había decidido qué carrera estudiar. Y también era la observadora del puesto número 91 en la sala de control de la base de Nahal Oz, a escasos mil metros de Gaza.

Cuando los terroristas entraron, estaba en su cabina. Estas son sus últimas palabras conocidas con vida. 6.30 horas: "Siguiendo a cuatro personas, confirmen la recepción". 6:32 horas: "Un buldócer [un tipo de excavadora] está destruyendo el 90, confirmen la recepción". 6:35 horas: "Reciban… un caballo turco [nombre en clave para la infiltración de un terrorista] siguiendo a dos personas que circulan en motocicleta hacia el sur". 6.35 horas: "Reciban reporte de 20 personas encontrándose actualmente junto a la valla, confirmen la recepción".

placeholder La tumba de Maya Villalobo en Guivatayim, Israel.
La tumba de Maya Villalobo en Guivatayim, Israel.

La transcripción de los últimos mensajes de Maya los tiene su padre porque el Ejército cedió algunos fragmentos a las familias de las víctimas. También existe el audio de las comunicaciones, pero Eduardo todavía no ha tenido valor para escucharlo. El 7 de octubre de 2023, los terroristas de Hamás lanzaron el mayor ataque terrorista sobre territorio israelí. Los islamistas asesinaron a cerca de 1.200 personas. Fue la mayor matanza de judíos en un solo día desde el Holocausto nazi. Maya murió esa mañana en Nahal Oz.

Paseando por las calles de Sevilla, si uno está atento, puede encontrar el rastro de Maya. Su padre ha importado a España una moda muy extendida en Israel para homenajear a las víctimas del atentado. Consiste en colocar pegatinas en la vía pública con un código QR que remite a cuentas póstumas de Instagram donde los allegados del fallecido publican fotos, vídeos o mensajes de recuerdo. La de la joven hispanoisraelí se llama @Remember_Maya_Villalobo y la gestionan sus amigas desde Israel. Tiene más de 1.200 seguidores y prácticamente todos los días tiene contenido nuevo.

Nada más bajar del tren, en los aledaños de la estación de Santa Justa, hay una de estas pegatinas. Su padre explica que era un lugar especial porque ahí se despedían cada vez que Maya se marchaba de vuelta con su madre. Eduardo no recuerda los detalles del último abrazo. No retuvo el momento porque nunca pensó que no habría más. Hay otra pegatina junto a los columpios en los que jugaba de pequeña, también en la calle del barrio de Triana, donde tienen la casa y otra en los Cines Nervión. Eduardo ha olvidado muchas de las últimas veces con su hija, pero sí sabe cuál fue la primera película que vieron juntos.

"Me acuerdo perfectamente, Maya era muy pequeña. Fue Kung Fu Panda, una de dibujos animados". Solían ir mucho al cine. Padre e hija ya empezaban a dejar atrás la cartelera infantil para compartir planes de adultos. Cuando tuvo que ir a Israel a dar sepultura a su hija, Eduardo durmió en la habitación de Maya rodeado de los recuerdos de la joven. Abrió algunos de los cajones del cuarto de su hija y allí encontró guardada la entrada de aquel día en los cines de Sevilla. "Kung Fu Panda. 24 de julio de 2008. Sala 12 a las 19 horas. Nervión Plaza".

"Este año encaro octubre aterrorizado". Siempre fue un mes de alegría en la familia. El 1 era el cumpleaños de Maya, el 13 el de Eduardo y el 26 el de Galit. La casualidad hizo que ahora el cumpleaños de Eduardo coincida con el día que enterró a su hija. Le ha costado usar la palabra tumba para referirse a la parcela en la que descansa Maya. "Es una palabra fea". Eduardo es consciente de la muerte de su hija, de su pérdida, pero aún no puede hablar con ella a solas: "Todavía no tengo esa sensación de pensar en ella y que me asalten recuerdos bonitos, de momento solo es dolor".

A 'Mayale', como la llamaba su entorno, también le gustaba mucho Madrid, hasta el punto de que a Eduardo le hacía sentir algo parecido a los celos. Admite que en la capital hay muchas cosas que hacer. Allí también tenían algunos rituales, como frecuentar una hamburguesería donde ponían el pan sin gluten, porque Maya era celíaca. Le encantaba la tienda de Adidas de la Gran Vía, comprar ropa en la calle Fuencarral y los musicales. El último que vieron juntos fue We Will Rock You, sobre la mítica banda británica The Queen.

"Fotos de Maya, sinceramente, no me apetece poner por las calles y vestida de militar, menos aún. No me gusta que, desgraciadamente, puedan asociar a Maya con lo que está pasando en Gaza por estar haciendo el servicio militar. No tiene nada que ver, es muy fácil decir que como estaba haciendo el servicio militar… Ella era observadora y no un soldado de combate". En Israel es obligatorio hacer el servicio militar. Para los hombres son tres años y dos para las mujeres.

placeholder Fotografía de un QR recordando a Maya en Santa Justa.
Fotografía de un QR recordando a Maya en Santa Justa.

A Eduardo le dijeron que las chicas en la base no tenían armas porque, hubo casos de suicidios. "Creo que Maya debió haber disparado tres veces en su vida, cuando recibió la formación. Pero es que, además, le sudaban mucho las manos, no habría sido capaz de agarrar un rifle". Nunca habló con su padre del sionismo, tampoco manifestó nunca su identidad judía, no hacía falta. Celebraban las fiestas del calendario hebreo y también la Navidad católica con la familia en Sevilla, pero no son una familia de creencias religiosas.

En Israel es habitual vivir un año sabático al terminar el servicio militar obligatorio. Los jóvenes licenciados lo suelen emplear en viajar de mochileros. Como sus mejores amigas más cercanas habían entrado en el Ejército escalonadamente, confiaba en conocer amigos nuevos en Nahal Oz con los que luego recorrer el mundo. "Maya iba buscando lo que mucha gente dice que era aquí la mili, hacer amigos muy profundos".

Antes de acceder, el Ejército efectúa unas pruebas de selección para conocer las capacidades de cada uno y ubicarlos donde resulten más útiles. Maya quería un destino relacionado con la medicina, pero no pasó el corte y la enviaron al sur. "Su madre y yo estábamos confiados porque al estar tan cerca de Gaza pensábamos que sería un lugar muy seguro y vigilado". Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) reservan habitualmente la misión de observación a las mujeres. Son turnos de muchas horas ante unas pantallas de videovigilancia y su función consiste en avisar de movimientos extraños.

Existe en Israel la sensación de que los mandos no prestaron la atención debida a las informaciones que días antes del atentado transmitieron las observadoras. Y la impresión es que las ignoraron porque eran jóvenes y porque eran mujeres. "Lo sabían. Las niñas llevaban dando cuenta de los entrenamientos desde hacía un año. Los que tenían responsabilidad no le dieron importancia. Yo sé que Maya vio movimientos raros antes del 7-O. Después de lo sucedido comprendí que eran más raros de lo normal porque, cuando a Maya le preocupaba algo y no lo quería contar, te decía que no sabía cómo explicarlo en español. Lo usaba como excusa. Algo pasaba".

placeholder Maya junto a su madre. (Cedida por la familia)
Maya junto a su madre. (Cedida por la familia)

El atentado hizo revivir las peores pesadillas a la sociedad israelí y desencadenó una guerra que, doce meses después, se extiende por toda la región. La respuesta militar de Israel ha dejado decenas de miles de muertos en Gaza y la contienda se centra ahora en el Líbano y la amenaza constante de Irán. "Que no me guste que en España la gente asocie a Maya al Ejército no quita para que yo sepa que era su elección, ya era mayor y tomaba sus decisiones", aclara Eduardo.

El padre de la joven asesinada trabaja en la Universidad. Cuenta que a veces tenía que pasar por delante de la acampada propalestina de los alumnos que protestaban contra Israel, una iniciativa que se propagó hace meses por los campus universitarios de toda España y del mundo. "Respeto y entiendo su opinión y, como no puede ser de otra forma, su derecho a manifestarse, pero no me hacía bien pasar por ahí. Yo en Twitter he leído cosas feas de Maya, gente que la insultaba y decía que se lo merecía. Desgraciadamente, esta no es la vía, el odio y la radicalización que se está generando no va a solucionar el problema".

Eduardo conoció a la madre de Maya en Francia. Él trabajaba en una universidad al sur de París; sus compañeros de Sevilla estaban en otro centro. Uno de ellos solía organizar cenas en casa los viernes y a una de estas reuniones acudió Galit. Ella estaba disfrutando una beca de la Unesco por unos meses. Durante años estuvieron manteniendo la relación a distancia, cogiendo aviones para verse en Francia, en España o Israel. Existió la oportunidad de quedarse los dos en París, pero a Galit le pesó demasiado el apego a su tierra y su familia, de origen yemení. Eduardo simplemente aprovechó las oportunidades laborales en Sevilla.

La lejanía dio paso a la ruptura, pero siempre permanecieron unidos, como una familia. Dice que un 98 % de Galit era su hija Maya. La había criado sola y parte de su personalidad era Maya. Este periódico también ha tratado de contactar con la mujer, pero nunca ha querido hablar. "No lo vas a conseguir —confirma Eduardo—. Ella ahora mismo no puede. No tiene esperanza de vida, no es capaz de encontrarla. Lo único que quiere es dejar de sufrir y ¿cómo consigue alguien dejar de sufrir?".

placeholder Restos de la cabina donde vigilaba Maya. (Cedida por la familia)
Restos de la cabina donde vigilaba Maya. (Cedida por la familia)

Las calles de la capital hispalense están abarrotadas de turistas con la llegada del otoño y se escucha el sonido de las pezuñas de los caballos sobre el suelo. Mientras esquiva un carruaje, Eduardo relata la fascinación que sentía Maya de pequeña por estos animales cuando paseaban alrededor de la catedral. Elige para comer la barra de Las Teresas. Es un lugar con personalidad, un bar de los de toda la vida que mantiene las esencias frente a la gentrificación.

Detrás del camarero asoman cuadros de futbolistas, toreros y unos cuchillos jamoneros jubilados tras años de leal servicio. Un cartel precisa el periodo de actividad de cada uno. El más veterano empezó a cortar lonchas en 1984. "¿Tú sabes por qué este lugar le encantaba a Maya?", pregunta Eduardo mientras señala hacia las patas de cerdo que cuelgan del techo. No es una comida muy kosher, precisamente.

En la habitación de Guivatayim de su hija quedó ropa, un vinilo de Cher y su colección de funkos. Su favorito era el de Wonder Woman porque la actriz que le dio vida en el cine fue Gal Gadot, israelí. Eduardo ha ido repartiendo cosas de Maya entre amigos y familiares para que todos guarden algo de ella. De lo que más le ha costado desprenderse es de un marcapáginas del Betis que le hizo a mano. Se lo ha dado a Pablo, el más bético de los amigos españoles de Maya.

El 7 de octubre Eduardo bajó al mercado de Triana a comprar, como todos los sábados. Mientras desayunaba, ojeó las noticias en su móvil y leyó que miles de cohetes caían sobre Israel. Ahí empezaron los mensajes con Galit, las llamadas sin respuesta a Maya, la incertidumbre ante la falta de noticias o precisamente ante el exceso de datos que a medida que avanzaba la jornada incrementaban la cifra de muertos. Oficialmente, Maya estuvo varios días desaparecida.

placeholder Chapa de identificación. (Cedida familia)
Chapa de identificación. (Cedida familia)

"Cuando he visto una situación similar en la televisión, siempre me ha sorprendido la capacidad que tiene la gente para agarrarse a cualquier cosa a sabiendas de que casi siempre acaba mal. Pues yo me vi en esas", cuenta. Su mayor miedo era meterse en la cama por la noche porque sabía que el teléfono podía sonar en cualquier momento. "Si llaman de madrugada, ya sabes para qué es". La noche del 11 de octubre de 2023, a las cuatro de la madrugada, sonó el teléfono.

La base de Nahal Oz es una pequeña fortificación militar ubicada a solo un kilómetro de Gaza. Desde sus posiciones más elevadas es posible divisar a la perfección el enclave palestino. Hoy, la sala con las cabinas de videovigilancia presenta unas paredes negras y unas hechuras fantasmagóricas, está devastada por las llamas. La instalación ardió aquel 7 de octubre y si hay algo que aterroriza a Eduardo es no saber con exactitud cómo murió su hija. No quisieron ver el cadáver, tampoco les consta que hubiera autopsia.

El Ejército les dijo que los terroristas prendieron fuego junto a un gas tóxico que les provocó la muerte en un minuto. Maya tenía colgadas del cuello su placa identificativa y la que en su día llevó también su madre. Cuando el Ejército se las devolvió, estaban quemadas. De lo que pasó en Nahal Oz poco se sabe, aunque el lugar hoy deja escaso margen a la imaginación. Las paredes están agujereadas por las balas.

Los testimonios de los supervivientes dicen que se quedaron sin luz y por eso no pudieron cerrar la puerta de una sala acorazada en la que trataron de refugiarse. Apenas había forma de defenderse, solo un grupo de chicos armados que hicieron lo que pudieron hasta que también los mataron. Una ventana en la última sala en la que se escondieron permitió escapar a un puñado de chicos.

El Ejército tardó seis horas en llegar. Meses después de la matanza, las familias de las víctimas difundieron un vídeo de cinco compañeras de Maya minutos antes de ser secuestradas. "La gente tiene que saber que esta barbarie pasó, porque esto pasó, las dejaron asfixiarse y quemarse". Eduardo no ha ido a Nahal Oz, pero Galit sí lo ha visitado ya varias veces. "Ha necesitado ir allí, gritar". Cuenta que quieren derruir la base, pero las familias de las víctimas piden convertirlo en un centro memorial.

Eduardo relata que durante el funeral verbalizó que le hubiese gustado tener la esperanza de pensar que su hija estaba entre las raptadas. Una compañera de Maya le explicó que quizá eso era "egoísta". Ahora piensa que posiblemente lo fuera: "Nadie sabe lo que les estarán haciendo y cómo volverán, si es que vuelven". El 7 de octubre los terroristas secuestraron a unas 240 personas. Semanas después del ataque, liberaron a un centenar en el marco de las negociaciones con Israel. Hoy las cuentas más optimistas calculan que quedarán con vida apenas unas decenas.

"Nunca la escuché hablar mal de los árabes", afirma Eduardo sobre su hija. Cuando había que tratar aspectos negativos de Israel, Maya era consciente de que esa era su realidad y no podía cambiarla solo con su voto. Solía emplear la expresión meh le'ashot, que significa algo así como 'qué se le va a hacer'.

Este 7 de octubre, Eduardo volverá al cementerio de Guivatayim para cerciorarse de que siguen ahí las conchas que recogió en Zahora. Comprarán comida y lo pasarán con la familia. Es lo que ha aceptado su madre. Una tía suya sí irá a la plaza de los rehenes en Tel Aviv, convertida en un lugar de recuerdo, reivindicación y protesta contra el Gobierno de Netanyahu por traicionar el compromiso de traer a los secuestrados a casa.

El padre de Maya no encuentra una palabra para referirse a lo que harán por el aniversario. No es una celebración, no hay nada que conmemorar, tampoco le gusta la idea de un homenaje. Mientras lo piensa, un grupo flamenco se arranca con una guitarra al fondo del bar. Eduardo sonríe y dice que Maya estaba acostumbrada a estas cosas de Sevilla. "No bailaba sevillanas porque le daba vergüenza, pero han aparecido vídeos con las amigas en los que sí sale bailando".

Los restos mortales de Maya Villalobo Sinvany descansan en el cementerio de Guivatayim, en Israel. Es la joven española asesinada hace ahora un año por Hamás en el atentado del 7 de octubre. Hoy tendría 20 años recién cumplidos. Los judíos practican la costumbre de posar pequeñas piedras sobre las tumbas de sus seres queridos en señal de recuerdo. En la de Maya hay conchas de la playa gaditana de Zahora que recogió su padre, Eduardo, porque allí pasó algunos de los mejores momentos con su hija. "La vida de Maya se ha escrito de muchas maneras y nadie la ha contado bien", dice.

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