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¿Logrará Netanyahu remodelar Oriente Próximo? Solo podrá ganar tiempo hasta que sus enemigos se repongan
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¿Logrará Netanyahu remodelar Oriente Próximo? Solo podrá ganar tiempo hasta que sus enemigos se repongan

Un año de guerra entre Israel y las milicias árabes que le rodean. ¿Qué ha cambiado y que se mantiene en la región del mundo más conflictiva desde hace ya tres cuartos de siglo?

Foto: La cúpula de hierro de Israel frena el bombardeo de Irán. (Reuters)
La cúpula de hierro de Israel frena el bombardeo de Irán. (Reuters)

Israel considera que tiene una ventana de oportunidad para asestar golpes demoledores a Hezbolá y su protector iraní después de, prácticamente, derrotar a Hamás en Gaza. Benjamín Netanyahu rediseñaría así una región exenta de adversarios de peso, pero en la que la cuestión palestina vuelve a estar en el orden del día. Estas son las tendencias que han marcado el primer año de esta guerra.

1. Hamás, reactivar la causa palestina

Cuando Yayha Sinwar, el auténtico jefe militar de Hamás, empezó a planear el brutal ataque que perpetró el 7 de octubre de 2023, contra el sur de Israel tenía probablemente dos objetivos en mente. El primero era convertir de nuevo la causa palestina en un problema de primer orden para buena parte del mundo árabe y la comunidad internacional. El segundo era provocar tal reacción del llamado Eje de la Resistencia, compuesto por Irán y sus milicias afines, que Israel se vería de inmediato obligado a luchar en varios frentes, la guerra en Gaza sería menos devastadora y de corta duración. Ni siquiera la toma de rehenes judíos, que en otras ocasiones frenó a Israel, redujo esta vez el fragor de los bombardeos. Aun así, un año después del inicio de la guerra, el Ejército israelí no ha podido erradicar a Hamás de un territorio tan pequeño como Gaza (tiene la misma superficie que la ciudad de Málaga). Desarrolla allí una guerra de guerrillas. El domingo 6, Hamás logró aún disparar tres cohetes sobre la ciudad israelí de Ashkelon.

2. Los sueños de Netanyahu y de los halcones

El golpe del 7 de octubre supuso un revés para la popularidad del primer ministro y para la reputación de sus servicios de inteligencia que no previeron el ataque. Un año después han revertido la situación hasta el punto de que Netanyahu baraja planes a desarrollar tras derrotar militarmente a Hezbolá, a las demás milicias afines a Teherán y al propio Irán. Sueña con rediseñar Oriente Próximo.

Sus objetivos en Gaza no están claros más allá de declaraciones de ministros halcones como el de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, que abogaron por "ocupar la Franja de Gaza" y alentar los palestinos a emigrar. En Líbano, la ofensiva terrestre israelí no va a quedar circunscrita a pueblos cercanos a la frontera con Israel. Mikel Herzog, embajador israelí en Washington, lo dijo abiertamente: "Hay una oportunidad de reestructurar" Líbano, es decir, que Hezbolá deje de ser la columna vertebral del país. En cuanto a Irán, al eterno afán de acabar con su programa nuclear, Netanyahu ha añadido otro el 30 de septiembre: que sea "finalmente libre", es decir, que caiga su régimen. Para intentar lograrlo hay que dañar a su principal industria, la de hidrocarburos, empobrecer al país y provocar el descontento de su población.

Foto: sevilla-infierno-nahal-oz-mayale-espanola-asesinada-hamas

3. Una ventana de oportunidad para Israel

Netanyahu y los halcones están convencidos de que tienen una oportunidad de oro de reestructurar a su gusto Oriente Próximo. Más allá de grandes manifestaciones callejeras en Marruecos o Irak, el mundo árabe no se ha movilizado por Gaza. Solo Arabia Saudí interrumpió públicamente su acercamiento a Israel. Más dividida que nunca, la Unión Europea no es ni siquiera un actor de reparto en este conflicto. En EEUU, el presidente Joe Biden y su secretario de Estado, Anthony Blinken, han enviado a veces avisos o suplicado altos el fuego a Netanyahu que fueron sistemáticamente desoídos.

Con razón, dijo Biden, el 4 de octubre, que "ninguna Administración había ayudado tanto a Israel como la suya". Le ayudó incluso a parar los dos ataques de Irán con drones y misiles. Como descarga para Biden y los demócratas, EEUU está en periodo electoral. Evitan ser firmes ante Israel para no perder votos. Aun así, Netanyahu prefiere de lejos al republicano Donald Trump en la Casa Blanca porque confía en tener barra libre para asestar más golpes a sus enemigos.

4. Irán sin poder de disuasión

Irán ha resultado ser un "tigre de papel", una amenaza menor de la que temía Israel. La retahíla de milicias afines con las que cuenta en Oriente Próximo, desde los hutíes hasta Hezbolá, apenas han supuesto un incordio para los planes militares de Israel. El Ejército israelí ha humillado a Irán no solo arrasando su consulado en Damasco, sino asesinando en julio, en pleno Teherán, a Ismael Haniyeh, jefe político de Hamás.

Al final, el país más poblado de la región (89 millones), junto con Egipto, se enfrenta con Israel en un cara a cara que siempre rehuyó. Sabe que saldrá perdedor porque no posee las armas ni la tecnología de su "enemigo sionista". Quedó ya demostrado en su segundo ataque con misiles a Israel, el 2 de octubre —el de abril no fue muy en serio— que en su gran mayoría fueron derribados en el aire. Sí, desoyendo una vez más a Biden, la aviación israelí destruye ahora parte de las infraestructuras petroleras iraníes, privará al país de su principal fuente de divisas y lo empobrecerá bruscamente. Pero también reforzará el empeño de sus dirigentes por acabar de fabricar la bomba atómica, el arma de verdad disuasoria. Israel ya dispone de ella desde 1966.

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5. La incógnita de Líbano.

"Líbano es el único país del mundo en el que se puede prever el futuro: va siempre todo a peor". La frase, quizás apócrifa, se le atribuye a Isaac Rabin, primer ministro de Israel asesinado en 1995. El Ejército israelí entró hace una semana en Líbano para desarrollar una operación "limitada y específica". Así empezaron sus otras tres invasiones del país (1978, 1982 y 2006) y en la segunda acabó conquistando, por primera vez, una capital árabe. La operación va para largo y por eso la ofensiva contra Hezbolá la llevan a cabo dos divisiones.

Ha sido minuciosamente preparada, asestando golpes que han desbaratado la organización y minando su ánimo. Su líder histórico, Hassan Nasrallah, fue asesinado mediante un ataque aéreo y cientos de cuadros resultaron heridos cuando estallaron sus buscas y los talkies walkies primitivos con los que se comunicaban para no ser espiados por los israelíes. La milicia chií de 2024 no es, sin embargo, la misma a la que se enfrentó Israel hace 18 años. Ahora posee una intensa experiencia de combate, adquirida en Siria durante la guerra civil, y sus miembros están muy motivados. Un buen porcentaje son hijos o sobrinos de excombatientes que murieron luchando contra Israel.

A diferencia también de otra invasión, la de 1982, Israel ya no cuenta con aliados en Líbano como las Fuerzas Libanesas, la milicia cristiana que perpetró en 1982 la matanza de palestinos en Sabra y Chatila. Todas las guerras de Israel en Líbano han acabado, con el tiempo, mal para el invasor. Está por ver si la cuarta será diferente.

Foto: israel-aniversario-7-o-masacre-gaza Opinión

6. Genocidio, crímenes de guerra o contra la humanidad

Los jueces de la Corte Internacional de Justicia y del Tribunal Penal Internacional dirán, con el tiempo, si Netanyahu y otros miembros de su Gobierno han perpetrado un genocidio en Gaza o describirán lo sucedido como crímenes de guerra o contra la humanidad. El Ministerio de Sanidad de Gaza, en manos de Hamás, calcula que, al cumplirse un año del inicio de la guerra, los muertos ascendían a 41.870 (el 1,86% de la población), de los que el 69% son mujeres y niños, y los heridos a 97.166. Israel, por su parte, asegura haber abatido a unos 17.000 milicianos.

La estadística mortuoria de Hamás, que no desglosa civiles y militares, no es exagerada. Varias agencias de Naciones Unidas, la última UNICEF, la corroboran a grandes rasgos. En una carta enviada el 2 de octubre al presidente Biden, un centenar de profesionales estadounidenses de la medicina que han trabajado en la Franja calculan que los muertos se elevan a 118.908. En un artículo publicado en julio, la revista científica británica The Lancet, consideraba que podían ser hasta 186.000 (8,27% de la población). A todos aquellos que murieron a causa de los bombardeos hay que añadir las víctimas indirectas, como los enfermos de cáncer, los que padecían disfunciones renales, que dejaron todos ellos de recibir tratamiento, e incluso los muertos de inanición, muchos de ellos niños.

El número de periodistas caídos se sitúa, según la estimación más baja, en 174. Eran casi todos palestinos porque Israel no permitió la entrada de la prensa internacional, excepto cuando iba acompañada por su Ejército. Gracias a esos periodistas gazatíes, y a los que aún siguen vivos, salieron a la luz imágenes de las matanzas. Es la primera vez en la historia de la humanidad que se asiste en directo a una tragedia de tales proporciones. Algún que otro país de la comunidad internacional, entre ellos España, levantó la voz, pero casi toda ella asistió impasible a la catástrofe humanitaria.

7. Israel ha comprado tiempo

Por mucho que su Ejército extermine a Hamás, derrote a Hezbolá y acabe poniendo de rodillas al régimen de los ayatolás en Irán, Israel solo ha ganado tiempo. Quizás, la brutalidad de sus golpes, consiga que los palestinos y sus pocos aliados tarden más que de costumbre en levantar cabeza, pero volverán. Mientras no se reanude la senda de los Acuerdos de Oslo y se vislumbre la creación de un auténtico Estado palestino el problema subsistirá. Se agravará incluso porque la población palestina bajo ocupación crece al ritmo anual del 2,4% mientras que la judía lo hace al 1,8%.

Hamás ha conseguido reavivar la cuestión palestina que muchos jóvenes árabes, sobre todo en el Golfo, casi desconocían. Ahora son conscientes de su existencia. "El 70% de mi población es más joven que yo", le dijo recientemente Mohamed bin Salman, el príncipe heredero saudí, a Anthony Blinken, según The Atlantic. "A la mayoría de ellos, la cuestión palestina nunca les ha llamado la atención" y "es la primera vez que este conflicto les afecta", añadió. "Es un problema enorme". "¿Me preocupa personalmente la cuestión palestina?", se preguntó a sí mismo. "A mí no, pero a mi gente sí, así que tengo que asegurarme de darle importancia", concluyó. Una fuente oficial saudí señaló después que la transcripción de esta conversación era "incorrecta". Aunque no sea del todo exacta, es quizás ilustrativa de una nueva realidad aún soterrada en la región.

Israel considera que tiene una ventana de oportunidad para asestar golpes demoledores a Hezbolá y su protector iraní después de, prácticamente, derrotar a Hamás en Gaza. Benjamín Netanyahu rediseñaría así una región exenta de adversarios de peso, pero en la que la cuestión palestina vuelve a estar en el orden del día. Estas son las tendencias que han marcado el primer año de esta guerra.

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