No has vivido nunca unas elecciones de Estados Unidos como estas
Falta exactamente un mes para que las urnas decidan quién será el próximo ocupante de la Casa Blanca y la campaña ya tiene múltiples razones para pasar a la historia
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0b9%2F554%2F6fd%2F0b95546fd52d855b89668a948b5fe598.jpg)
El gran buffet electoral al que nos ha sometido este 2024 está cerca de concluir con el plato fuerte. Tras más de 1.500 millones de votos depositados en las urnas de 53 países, ahora ha llegado el turno de Estados Unidos, el país con las elecciones más largas, caras y —guste o no— trascendentales del planeta.
Falta exactamente un mes para que las urnas decidan quién será el próximo ocupante de la Casa Blanca y la campaña ya tiene múltiples razones para pasar a la historia. Lo que comenzó como una, en apariencia, aburrida repetición de las elecciones de 2020, entre dos candidatos de avanzada edad, ha dado una serie de giros dramáticos en los últimos meses propios de una superproducción de Hollywood. La catastrófica actuación de Joe Biden en el debate; el intento de asesinato contra Donald Trump; la dramática salida de la carrera del presidente, forzado por su propio partido; la transformación de Kamala Harris en la esperanza demócrata; el segundo intento de asesinato… Y todo para llegar a la recta final de la campaña con las encuestas más ajustadas en lo que va de siglo.
Gane quien gane el próximo 5 de noviembre, el resultado será histórico. Harris podría romper el techo de cristal convirtiéndose en la primera presidenta de Estados Unidos, mientras que Trump haría historia como el primer líder en más de 125 años en lograr dos mandatos no consecutivos, desde Grover Cleveland. Además, según un análisis de AdImpact, la campaña está en camino de ser las más caras jamás vistas, con un coste conjunto que podría alcanzar los 10.700 millones de dólares. Para ponerlo en perspectiva, esa cifra equivale al gasto de 218 elecciones en España, según los registros de las generales de 2019.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fbbe%2F799%2F111%2Fbbe799111a8231fba43df609d7f7ba0d.jpg)
Y mientras los récords e hitos se acumulan en la campaña que decidirá el futuro de la mayor economía del planeta, el mundo observa expectante, consciente de que no habrá país en el que el resultado no reverbere. La guerra en Ucrania, la espiral de conflictos en Oriente Medio, la confrontación de Occidente con China y las relaciones trasatlánticas dependen, en gran medida, de quién ocupe el Despacho Oval a partir de enero de 2025.
Dos polos opuestos
En busca de garantizar su futuro, ambas campañas han elegido mirar al pasado. Kamala Harris ha optado por un eslogan que alerta sobre era Trump: "No vamos a retroceder". Una promesa de pasar página a los años de polarización, abogando por los derechos reproductivos de las mujeres, la justicia social y lo que ella llama una "economía de oportunidades". Pero su rápida ascensión en la política estadounidense ha dejado a muchos votantes con más preguntas que respuestas sobre su verdadero carácter y sus políticas.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe62%2Fdbf%2Fda0%2Fe62dbfda089ad4c55c82308456f9efe6.jpg)
Por su parte, Trump ni siquiera ha tenido que cambiar su consigna electoral. "Hacer América Grande Otra Vez" fue su promesa en 2016 y vuelve a serlo ahora. El candidato republicano describe en sus mítines un panorama apocalíptico para Estados Unidos, uno marcado por el crimen, la inmigración ilegal y la decadencia generalizada de una nación que solo él puede salvar. Su campaña se ha centrado en temas que han galvanizado a su base más fiel, como la inmigración y el crimen. Su discurso, no obstante, es considerablemente más oscuro que el de ocho años atrás, acusando a los inmigrantes de "envenenar" la sangre del país o advirtiendo que habrá "un baño de sangre" si los demócratas ganan las elecciones.
Si Harris gana, la mayoría de los analistas esperan cierta continuidad con la administración de Biden, con reportes de que varios miembros del gabinete del presidente podrían retener su puesto —especialmente si los demócratas pierden el Senado—. Pero si es Trump quien se proclama vencedor, los expertos advierten de que podría liderar un segundo mandato aún más impredecible y drástico que el primero. Entre 2016 y 2020, el expresidente republicano contaba con múltiples límites, como asesores y funcionarios que pusieron freno a algunas de sus decisiones más extremas. En 2025, apenas contaría con restricciones, rodeado de un equipo mucho más alineado con su visión política y un Partido Republicano que ha abrazado su agenda por completo.
Las encuestas, tras una montaña rusa que situó primero a Trump claramente por encima de Biden y a después a Harris claramente por encima de Trump, revelan ahora un escenario ajustadísimo. La candidata demócrata sigue contando con una ventaja visible a nivel nacional, pero en los siete estados decisivos para obtener la victoria en el colegio electoral no existe ningún claro favorito. Como explicaba recientemente el encuestador estadounidense Nate Silver, si el resultado de las elecciones cae en un extremo del margen de error de 4 puntos en los sondeos actuales, los demócratas obtendrían la mayor victoria desde Barack Obama en 2008; si cae del otro extremo sería la mayor victoria republicana desde 1988. Cualquier escenario es posible.
La posibilidad de un resultado disputado en noviembre añade un nivel adicional de incertidumbre a estas elecciones, especialmente porque Donald Trump y una parte considerable del Partido Republicano siguen sin reconocer la victoria de Joe Biden en 2020. El magnate ha insinuado repetidamente que, si pierde en esta ocasión, tampoco aceptará los resultados, mientras que su equipo ha comenzado a preparar impugnaciones en los centros de votación de varios estados clave. Este escenario no solo podría desatar una batalla judicial prolongada, sino que también amenaza con escalar las tensiones sociales en un país profundamente fracturado. La probabilidad de que se repitan protestas masivas y disturbios, como los que culminaron en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, es alarmantemente alta.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8b4%2F658%2Fbc7%2F8b4658bc79a5faf51f5bf92a1d7bd714.jpg)
Europa mira con cautela
Las repercusiones de estas elecciones van mucho más allá de las fronteras de Estados Unidos. En Europa, la posible reelección de Trump es vista como una amenaza existencial para la estabilidad trasatlántica. Las políticas proteccionistas del republicano ya tensaron las relaciones comerciales y diplomáticas durante su primer mandato, pero llegaron en una era de relativa calma en la arena internacional. Ahora, el temor es que un segundo mandato desestabilice por completo la cohesión de la OTAN y ponga en riesgo el apoyo estadounidense en el conflicto más importante para la seguridad europea: la guerra en Ucrania.
Trump ha reiterado en varias ocasiones que pondría fin rápidamente a la guerra de agresión iniciada por Vladímir Putin, pero nunca ha entrado en detalles sobre cómo lo lograría. Durante la campaña, su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, es el que ha ofrecido lo más parecido a una hoja de ruta: establecer una zona desmilitarizada a lo largo de las líneas actuales del frente, con Ucrania renunciando a unirse a la OTAN y Rusia reteniendo el control sobre los territorios que ha ocupado desde el comienzo del conflicto. Un plan que, probablemente, Putin no tendría ningún problema en firmar, pero que resulta inaceptable para Ucrania y sus aliados europeos.
El temor en Europa no se limita a la cuestión ucraniana. Durante su primer mandato, Trump mostró escepticismo hacia la OTAN y llegó a poner en duda la aplicación del Artículo 5, la cláusula de defensa mutua de la alianza. Durante esta campaña electoral, el magnate recordó cómo, en su presidencia, advirtió a un miembro de la Alianza que no estaba dispuesto a defender a aquellos países que no cumplían con sus compromisos financieros. "No, no te protegería. De hecho, alentaría a [Rusia] a hacer lo que quiera contigo", aseveró.
El gran buffet electoral al que nos ha sometido este 2024 está cerca de concluir con el plato fuerte. Tras más de 1.500 millones de votos depositados en las urnas de 53 países, ahora ha llegado el turno de Estados Unidos, el país con las elecciones más largas, caras y —guste o no— trascendentales del planeta.