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El republicano JD Vance domina a Tim Walz en un debate respetuoso
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El republicano JD Vance domina a Tim Walz en un debate respetuoso

Además de querer darse a conocer, los dos candidatos vicepresidenciales parecieron esforzarse en dar la impresión de ser personas sensibles

Foto: El republicano JD Vance domina a Tim Walz. (Reuters/ Brendan McDermid)
El republicano JD Vance domina a Tim Walz. (Reuters/ Brendan McDermid)
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El candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos, JD Vance, ha sido la piñata oficial del Partido Demócrata desde su nombramiento a mediados de julio. Estos dos meses y medio hemos sido expuestos al historial de comentarios reaccionarios de Vance, a sus torpes intentos de conversar con votantes en las calles y tiendas de donuts, a sus mítines semivacíos e incluso a los bulos maliciosos sobre sus supuestos hábitos personales. Pero anoche JD Vance demostró lo que ya se sabía: que se le da bien debatir y que es un cara a cara donde se siente más cómodo.

Cuando le tocó responder a la primera pregunta, sobre el reciente bombardeo de Irán contra Israel, Vance reconoció que muchos compatriotas no habían tenido tiempo de conocerlo y se dio el lujo de ignorar momentáneamente la pregunta para presentar una pequeña biografía. El senador de Ohio recordó que venía de una familia de clase obrera de Ohio, que su infancia había sido dura y que había estado rodeada del consumo de drogas, y que luego se alistó en los marines.

Esta es una de las razones por las que el debate de anoche, probablemente el último cara a cara de esta campaña, era importante: JD Vance y el demócrata Tim Walz siguen siendo políticos relativamente desconocidos para una parte del electorado. En el caso de Vance, su tasa de favorabilidad (la diferencia entre quienes simpatizan con él y quienes no) es negativa: -10,7%. Una cifra llamativa para un político joven y sin desgaste de gobierno. Vance es más impopular de lo que era Sarah Palin en 2008, considerada el epítome de las malas candidatas recientes.

Foto: Donald Trump baila durante uno de sus mítines en Erie, Pensilvania. (EFE/David Maxwell)

Por eso anoche el senador de Ohio, escaño que ocupa desde enero de 2023, salió a aprovechar todo lo posible el encuentro. Una oportunidad para malear a todos esos votantes todavía maleables que no lo conocían, y que pudieron escucharlo hablar sobre su historia personal, inmigración, economía o política exterior. Walz tampoco es demasiado conocido, pero cae mejor. Su tasa de favorabilidad es del 4,2%.

Además de querer darse a conocer, los dos candidatos vicepresidenciales parecieron esforzarse en dar la impresión de ser personas sensibles. Fueron respetuosos mutuamente y con los tiempos, e incluso dijeron estar de acuerdo en algunos momentos del debate. Los respectivos compañeros de tándem de Donald Trump y de Kamala Harris abordaron continuamente las preocupaciones diarias de los norteamericanos, que prometieron mejorar. Durante una hora y media fue como si Estados Unidos hubiera vuelto a la política de la época anterior a 2016.

Además de querer darse a conocer, los dos candidatos parecieron esforzarse en dar la impresión de ser personas sensibles

Los primeros temas que propusieron las moderadoras de CBS News, Norah O'Donnell y Margaret Brennan, eran territorios fértiles para el republicano. El ataque con misiles de Irán a Israel permitió a Vance establecer un contraste entre el mundo conflictivo en el que opera la Administración Biden-Harris, con las guerras en Ucrania y Oriente Medio, y los cuatro años relativamente estables de Donald Trump.

“Irán, que lanzó este ataque, ha recibido más de 100.000 millones de dólares en activos descongelados gracias a la administración de Kamala Harris”, dijo el senador, aunque la cifra es de 55.000 millones y se debe, en realidad, a la administración de Barack Obama, que concluyó en 2017. “¿En qué han usado ese dinero? Lo han usado para comprar armas que ahora mismo están lanzando contra nuestros aliados y, Dios no lo quiera, potencialmente contra Estados Unidos también”.

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (Reuters/Shannon Stapleton)

Tim Walz se defendió durante la hora y media que duró el lance, pero se expresó de manera un tanto disparada, a veces había breves silencios mientras buscaban los términos y mezclaba temas. Con la energía y el cambio climático se vio más holgado; luego, con inmigración, JD Vance recuperó el balón. En los últimos tres años y medio de administración demócrata se han batido récords de cruces ilegales, y la llega de indocumentados a ciudades como Nueva York o Chicago han afilado la percepción y la consciencia de la inmigración en todo el país, no sólo en los estados fronterizos.

The New York Times fue corroborando las declaraciones de ambos candidatos. Los dos exageraron y presentaron conceptos y datos descontextualizados en un amplio abanico de temas. Más declaraciones de Vance, como que EEUU “tiene la economía más limpia del mundo entero”, fueron consideradas “falsas”.

El momento más peliagudo para Walz fue cuando le preguntaron por aquello de que había estado en Hong Kong

El momento más peliagudo para Walz fue cuando le preguntaron por aquello de que había estado en Hong Kong durante las protestas de la Plaza de Tiananmén, en Pekín, en 1989: una declaración suya que demostró ser falsa. “Todo lo que dije fue que había estado allí ese verano, me expliqué mal”, aclaró.

Vance trabajó duro para conservar un término medio en la cuestión del aborto, uno de los grandes movilizadores del electorado femenino. El senador defendió la idea de devolver a los estados el derecho de decidir sus políticas reproductivas, como hizo la derogación de Roe v. Wade en 2022, pero mantuvo a distancia la posibilidad de vetar el aborto a nivel federal.

placeholder Un momento del debate. (Reuters)
Un momento del debate. (Reuters)

Como si ambas campañas anticiparan esta disparidad en la soltura de Vance y Walz, las dos llevaban estuvieron gestionando las expectativas. Los republicanos elevaron las de Vance, con Donald Trump anunciando que haría un seguimiento del debate en su red social, Truth Social, y reportes de lo bien que se había desempeñado Vance en la docena de debates que lo había llevado a ser elegido senador de Ohio.

Cuando Vance dio el salto a la política en 2019 e inició la operación de halagos a Donald Trump, a quien había criticado durante años, fueron sus actuaciones en estos debates de las primarias senatoriales los que persuadieron al republicano. Vance se mostraba rápido, elocuente, y leal a Trump, como fue de nuevo anoche.

Con Tim Walz, en cambio, medios como Politico o Axios daban voz a fuentes del Partido Demócrata, reconociéndose nerviosas ante la falta de experiencia de Walz en este formato y en territorios intricados como la política exterior. Además, Walz, que fue profesor de instituto y es gobernador de Minnesota desde 2019, tendría tendencia a “calentarse” ante los ataques personales. Múltiples fuentes cercanas a Walz, según CNN, comunicaron que este se encontraba “nervioso”.

Foto: Donald Trump en Pensilvania | EFE

El mayor choque llegó al final: las moderadoras preguntaron por el intento de Donald Trump, en 2020, de perpetuarse ilegalmente en el poder. JD Vance trató de esquivar el tema llamando a mirar al futuro, recordando que Trump había entregado el poder y acusando a los demócratas de practicar la censura en las redes sociales.

Por su parte, Walz acusó a Trump de violar la más innegociable de las esencias democráticas al negarse a reconocer su derrota, y preguntó a Vance directamente: ¿perdió Donald Trump las elecciones? Vance volvió a hablar del futuro y preguntó si Kamala Harris había respaldado la censura.

Las reglas fueron muy parecidas a las del debate presidencial tres semanas antes: sin público, con dos pausas publicitarias de cuatro minutos cada uno y sin posibilidad de llevar materiales ni de consultar a los asesores durante las pausas. La única diferencia notable es que los micrófonos permanecieron abiertos, a no ser que los moderadores decidieran cerrarlos para meter orden, como hicieron con inmigración.

Otra de las novedades del debate es que ambos candidatos fueron relativamente respetuosos. Se dieron la mano al subir al escenario, no se lanzaron insultos personales y Vance expresó simpatía por la familia de Walz cuando este compartió la mala experiencia que había tenido su hija durante un tiroteo en un centro comercial. Los dos llegaron a decir, hacia el final, que habían disfrutado del debate y encontrado espacios comunes. Lo dijo Walz y Vance se mostró de acuerdo.

Mientras tanto, Donald Trump comentaba en tiempo real en TruthSocial: “JD es firme y fuerte, Tampón Tim [su insulto favorito para Walz, que pasó la mayor parte de su carrera como profesor y director de instituto] está sudando la gota gorda, está nervioso y es rarito”. También dijo que Walz tenía un “bajo cociente intelectual”.

Los vicecandidatos tenían otro elemento que los unía: a diferencia de Trump y Harris, criaturas de las despiadadas Nueva York y San Francisco, Walz y Vance proceden de las amplias y amigables llanuras del interior: de esa Middle America que todavía conserva los modales.

El candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos, JD Vance, ha sido la piñata oficial del Partido Demócrata desde su nombramiento a mediados de julio. Estos dos meses y medio hemos sido expuestos al historial de comentarios reaccionarios de Vance, a sus torpes intentos de conversar con votantes en las calles y tiendas de donuts, a sus mítines semivacíos e incluso a los bulos maliciosos sobre sus supuestos hábitos personales. Pero anoche JD Vance demostró lo que ya se sabía: que se le da bien debatir y que es un cara a cara donde se siente más cómodo.

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