Qué es la resolución 1701 del Consejo de Seguridad y por qué es clave para entender el conflicto entre Israel y Líbano
La resolución surgió como respuesta a la devastadora guerra de 34 días entre Israel y Hezbolá que causó la muerte de más de 1.000 personas
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Las últimas jornadas han estado marcadas por una nueva escalada de tensión en Oriente Medio. Hace unos días, Israel lanzó una ofensiva terrestre en el sur del Líbano con el objetivo de destruir las posiciones de Hezbolá cerca de la frontera. Unos ataques que venían precedidos de una intensa campaña de bombardeos por parte de Israel sobre territorio libanés posteriores a la muerte de Hasán Nasrala, líder de Hezbolá, en un ataque a su sede en Beirut.
Sin embargo, los acontecimientos se han complicado aún más con la entrada en escena de Irán, que ha respondido con un fuerte ataque contra Israel con casi 200 misiles balísticos en represalia por la ofensiva en Líbano, elevando el riesgo de una guerra a mayor escala en la región.
Este ciclo de violencia no es un episodio aislado, sino que forma parte de una serie de conflictos que se han desarrollado durante décadas entre Israel y Líbano, siendo Hezbolá uno de los actores clave. Para entender mejor la raíz de este conflicto, es crucial volver poner el foco en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, un documento que, desde 2006, ha intentado mantener la paz entre ambos países. Pero, ¿qué es exactamente esta resolución y por qué sigue siendo tan relevante hoy en día?
La resolución 1701 fue aprobada el 11 de agosto de 2006 por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU, como respuesta a la devastadora guerra de 34 días entre Israel y Hezbolá que ese mismo año había causado la muerte de más de 1.000 personas y dejado al Líbano en ruinas. En esa ocasión, Israel lanzó una amplia operación militar en respuesta al secuestro de dos soldados israelíes por parte de Hezbolá, lo que desencadenó un violento conflicto en el que se lanzaron miles de misiles desde ambos lados de la frontera.
El objetivo principal de la resolución era poner fin a las hostilidades y sentar las bases para una paz más duradera. Entre sus disposiciones más importantes, se encontraba la creación de una zona de amortiguamiento libre de milicias armadas en el sur del Líbano, con la fuerza de paz de la ONU (UNIFIL) desplegada para garantizar su implementación.
La resolución 1701 consta de varios elementos que, en teoría, deberían haber sido suficientes para evitar futuras escaladas del conflicto. Primero, exigía el cese inmediato de las hostilidades por ambas partes: un alto el fuego completo de Hezbolá, por un lado, y el fin de las operaciones militares ofensivas de Israel, por otro. A su vez, pedía la retirada de las tropas israelíes del sur del Líbano y el despliegue del ejército libanés, con el apoyo de UNIFIL, para ocupar esa zona.
Además, la resolución establecía la creación de una zona desmilitarizada entre la Línea Azul (una línea de retirada trazada por la ONU en el año 2000) y el río Litani, prohibiendo la presencia de cualquier grupo armado, con excepción de las fuerzas libanesas y la UNIFIL. Este punto pretendía asegurar que Hezbolá no pudiera volver a utilizar el sur del Líbano como base de operaciones para lanzar ataques contra Israel.
Otro de los aspectos clave era el desarme de todos los grupos armados en el Líbano, una medida que buscaba reforzar la autoridad del gobierno libanés. Sin embargo, esta cláusula nunca llegó a implementarse completamente, ya que Hezbolá, que es a la vez una milicia y un partido político con fuerte influencia en el gobierno, ha seguido manteniendo su arsenal militar y su capacidad de operar en la región.
La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL) desempeña un papel crucial en la implementación de la resolución 1701. Esta fuerza de paz, que se creó en 1978, fue reforzada en 2006 tras la guerra y actualmente cuenta con hasta 15.000 efectivos, con el mandato de supervisar el cese de las hostilidades y apoyar al ejército libanés en el mantenimiento de la seguridad en el sur del país.
Uno de los puntos más sensibles de la misión de UNIFIL es la vigilancia de la Línea Azul, una línea de retirada trazada por la ONU para confirmar la retirada de las tropas israelíes en el año 2000, pero que no constituye una frontera oficial. Las violaciones de esta línea por parte de cualquiera de las partes son reportadas al Consejo de Seguridad y se consideran un incumplimiento de la resolución.
Sin embargo, mantener la estabilidad en esta región ha sido un reto constante. A pesar de los esfuerzos de UNIFIL, las violaciones del cese de hostilidades se han intensificado en los últimos años, con intercambios de fuego entre Israel y Hezbolá que, desde octubre de 2023, han aumentado en frecuencia y alcance.
La situación actual
Aunque la resolución 1701 fue un paso importante hacia la paz en la región, su implementación ha estado lejos de ser perfecta. El sur del Líbano sigue siendo un territorio donde la presencia de Hezbolá es fuerte y donde los intercambios de fuego con Israel se han vuelto comunes. La incursión terrestre israelí de estos días es solo el último episodio en una serie de enfrentamientos que ponen en duda la eficacia de la resolución.
Por otro lado, el reciente ataque de Irán en respuesta a las operaciones israelíes en Líbano añade una nueva dimensión al conflicto, ampliando el escenario a un nivel regional con actores de peso como Irán, que tiene fuertes lazos con Hezbolá. Esto complica aún más la situación y plantea preguntas sobre el futuro de la resolución 1701 y la capacidad de la comunidad internacional para evitar una mayor escalada.
En un contexto tan volátil, la resolución 1701 sigue siendo el único marco legal que intenta mantener una cierta estabilidad entre Israel y Líbano. Sin embargo, la realidad en el terreno muestra que la paz sigue siendo frágil, y que la influencia de actores externos como Irán puede desafiar aún más los esfuerzos por mantener la calma en una región históricamente conflictiva.
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