La victoria 'ultra' en Austria marca el regreso de los prorrusos sin complejos, a la espera de Trump
La victoria del FPÖ en Austria muestra un aumento de la presencia de formaciones contrarias al apoyo a Ucrania, mientras se espera el regreso de Trump a la Casa Blanca
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La invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022 hizo mucho más difícil la vida de los líderes políticos que siempre habían mostrado sus simpatías por Vladímir Putin. La lista es larga, pero había líderes especialmente señalados: Marine Le Pen, líder de Rassemblement National, a la que persigue una foto con Putin en 2017, Matteo Salvini y su foto frente al Kremlin con una camiseta con la cara del presidente ruso, o a Karin Kneissl, ministra de Asuntos Exteriores austriaca entre 2017 y 2019 por el partido de la libertad (FPÖ), que en verano de 2018 invitó a Putin a su boda en los Alpes austriacos y bailó con él durante la celebración.
Pero a medida que la guerra en Ucrania se ha ido enquistando y muchos ciudadanos de la Unión Europea han sufrido un aumento de los precios que ciertos sectores han achacado al conflicto en el este de Europa, el apoyo social a la resistencia ucraniana frente a la invasión rusa ha ido decayendo. Mientras que algunos de los líderes de ese entorno pro-Putin, como Le Pen o Salvini, han intentado mantener un cierto perfil bajo en este asunto considerando que sigue afectando a su base de potenciales votantes, hay muchos otros que han apostado por mantener su postura, si bien la han maquillado buscando apuntalar mejor el discurso de fondo.
La muestra de que ser prorruso ya no está resultando un lastre electoral menos de tres años después del inicio de la invasión rusa de Ucrania es el hecho de que el FPÖ austriaco, un partido de extrema derecha y euroescéptico del que era miembro la ministra que bailó en su boda con Putin, acaba de ganar las elecciones en Austria con el 29% de los votos. Por encima de la derecha tradicional, el ÖVP, que ha obtenido el 26%. En Hungría, Viktor Orbán, el autoritario primer ministro y líder de Fidesz, se destaca claramente como el aliado más cercano de Putin dentro de la Unión Europea, sin esconder sus simpatías por el Kremlin.
Recientemente, Balasz Orbán, una de las personas más poderosas en Budapest y asesor del primer ministro (aunque no son familia a pesar de la coincidencia del apellido), ha mostrado hasta qué punto Fidesz está dispuesto a ir en el discurso prorruso. Durante una entrevista señaló que “basándonos en el 56 (año en el que los soviéticos aplastaron la revuelta húngara), no habríamos hecho lo que hizo el presidente Zelenski hace dos años y medio, porque fue una irresponsabilidad”. Es decir: no se habrían resistido. No es solamente Fidesz el que abandera un discurso prorruso cada vez menos disimulado. El Movimiento Nuestra Patria (MHM) de László Toroczkai, que en las elecciones europeas de junio fue el tercer partido, defiende una línea todavía más dura que la de Orbán.
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Algunos de estos políticos apuestan por un nuevo discurso que, sin ser abiertamente prorruso, les permite tomar una postura que es favorable al Kremlin: el fin de la guerra, independientemente de la posición de Ucrania. En muchas ocasiones el llamamiento a la paz va acompañado de manera más o menos explícita a la idea de que Kiev debe dejar de luchar, como muestra el discurso de Balasz Orbán. Y en otras muchas ocasiones este discurso se vincula con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, que se ve como el camino más corto hacia el final del conflicto, ya que si Estados Unidos corta su apoyo militar a Ucrania, el país quedará a merced de Moscú.
Salvini apuesta por este nuevo discurso, que no halaga a Putin, pero que sí coincide con los intereses del Kremlin. El líder de Lega ha señalado que espera que Trump gane en EEUU porque para él “la guerra es horrible” y con “los republicanos terminan las guerras”. Sí, el secretario de la Lega apunta que la responsabilidad de la guerra es de Rusia, pero acto seguido defiende el discurso de un final de la guerra en las condiciones que busca Moscú.
Otros casos
En Alemania, el partido Alternativa para Alemania (AfD) también está cosechando muy buenos resultados en los länder del este del país, a pesar de su narrativa prorrusa. Pero esta tendencia no se ve únicamente en la derecha. También hay partidos de izquierdas que están en esta posición. Un ejemplo claro es el BSW (Alianza Sahra Wagenknecht), una escisión de los izquierdistas de Die Linke con un discurso populista abiertamente antiinmigración que acompaña de posturas prorrusas. El BSW está obteniendo muy buenos resultados, especialmente en feudos históricos del Die Linke y en los que la AfD está pescando mucho voto movilizado por el debate migratorio. el BSW (Alianza Sahra Wagenknecht)
Los prorrusos no son solamente de la derecha radical, aunque en muchos casos sí va de la mano del discurso antiinmigración. Más allá del caso del BSW, otro partido que se sitúa teóricamente a la izquierda con una narrativa muy dura contra la inmigración es el SMER eslovaco de Robert Fico, que volvió al poder en 2023 tras haber liderado las movilizaciones en contra del apoyo a Ucrania. El SMER está suspendido de su membresía al Partido de los Socialistas Europeos (PES) por haber pactado con la extrema derecha para hacerse con el poder en Bratislava.
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En el Parlamento Europeo, algunas izquierdas que no comparten el discurso antiinmigración del SMER o el BSW también se han posicionado a favor de Rusia en muchas votaciones. Los eurodiputados de Izquierda Unida en el pasado, o los irlandeses de Independents 4 Change, han votado junto a sectores de la extrema derecha en contra de resoluciones que criticaban duramente al Kremlin en el contexto de la guerra de Ucrania.
Instalados en el poder
Aunque el FPÖ difícilmente vaya a acceder al poder en Austria, salvo que el ÖVP se arriesgue a ser simplemente el apoyo de un Gobierno de extrema derecha, la sensación en Viena es que cualquier Gobierno va a ser débil y que la extrema derecha va a poder controlar mucho el debate. En todo caso, los resultados en Austria confirman lo que se detecta en toda Europa: un crecimiento de las fuerzas que, bien abiertamente o bien a través de un discurso contrario al envío de armas a Ucrania, se pueden considerar prorrusas o contrarias al apoyo a Kiev en el conflicto. En algunos casos, o llevan décadas en el poder o han regresado hace poco.
Hungría y Eslovaquia ya forman el núcleo duro de ese grupo, con Gobiernos que pueden influir en el proceso de decisión de la Unión Europea desde dentro del Consejo. Tanto Budapest como Bratislava saben que un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca les ayudará en el entorno del debate europeo sobre Ucrania y Rusia, en el que se han encontrado muy solos durante los últimos años. En Alemania, un país al que le ha costado mucho mostrar su apoyo firme a Ucrania ante la invasión rusa, el crecimiento de AfD y de BSW mueve inevitablemente el tablero a un año de las elecciones federales, y según las encuestas ambas formaciones sumarían hoy por hoy cerca del 28% del voto.
En Italia hay una enorme división y en casi todas las formaciones importantes del país hay sectores de mayor o menor medida que tienen simpatías por el Kremlin o que no están dispuestos a apoyar a Ucrania. En el caso francés, el partido de Le Pen, el RN, favorito para las presidenciales de 2027, ha ido redirigiendo su discurso sobre Putin a raíz de la invasión de Ucrania, pero no ha logrado deshacerse del todo de la sospecha generalizada de sus vínculos con el Kremlin.
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Hay otros países, más allá de Italia o Francia, en la que esta visión está asentada en partidos que tienen opciones reales de influir en la posición del Estado miembro en la UE. En las últimas semanas, el partido ANO, del antiguo primer ministro Andrej Babiš, ha logrado importantes victorias en los comicios locales en República Checa. El Gobierno checo está actualmente dirigido por el ODS, el partido de Petr Fiala, uno de los principales apoyos de Ucrania en la UE, pero en las elecciones legislativas de dentro de un año Babis podría volver al poder. Actualmente, las encuestas le dan un 31% de los votos frente al 13% de la formación de Fiala.
Hungría, especialmente a través del nuevo grupo en la Eurocámara creado tras las elecciones europeas, los Patriotas por Europa (PfE) está tratando de articular estas posiciones prorrusas. ANO, antiguamente parte de los liberales, han formado parte integral de la negociación de este nuevo grupo junto a Fidesz y el FPÖ. Ellos forman parte de la columna vertebral de las posiciones pro-Kremlin, aquellas que se expresan abiertamente y sin complejos, pero en Bruselas se presta mucha atención al resto de fuerzas que, como ha mostrado estos últimos días Salvini, han evolucionado en la forma de su discurso y en el que la figura de Putin ha dejado de ser una especie de elemento de su particular cultura pop, pero en la que se siguen defendiendo discursos que favorecen a los intereses del Kremlin.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022 hizo mucho más difícil la vida de los líderes políticos que siempre habían mostrado sus simpatías por Vladímir Putin. La lista es larga, pero había líderes especialmente señalados: Marine Le Pen, líder de Rassemblement National, a la que persigue una foto con Putin en 2017, Matteo Salvini y su foto frente al Kremlin con una camiseta con la cara del presidente ruso, o a Karin Kneissl, ministra de Asuntos Exteriores austriaca entre 2017 y 2019 por el partido de la libertad (FPÖ), que en verano de 2018 invitó a Putin a su boda en los Alpes austriacos y bailó con él durante la celebración.