Todos los ataques a la vez, en todas partes: Israel pierde el miedo al 'eje de la resistencia'
Israel ha lanzado ataques en Líbano, Siria y los hutíes después del asesinato del líder de Hezbolá este fin de semana a pesar de la posible respuesta de Irán
Benjamin Netanyahu lo dejó muy claro: "No hay lugar en Irán u Oriente Próximo al que no llegue el largo brazo de Israel". El primer ministro israelí elevó el tono de las amenazas después de confirmar que las tropas de Tel Aviv habían asesinado del líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, y casi toda la cúpula de la milicia libanesa. En los siguientes dos días, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ha convertido esas palabras en hechos y han continuado sus ataques en Líbano, Yemen, Siria e Irán.
Tel Aviv anunció el pasado domingo una operación a gran escala contra los hutíes y que sus fuerzas habían bombardeado las regiones de Al Hodeida y Ras Isa, ambas zonas claves para el régimen hutí y a más de 1.800 kilómetros del territorio israelí. "Sabemos cómo alcanzar objetivos muy alejados, sabemos cómo llegar aún más lejos, y sabemos cómo golpear allí con precisión", anunciaron las Fuerzas de Defensa Israelíes en un comunicado.
Mientras tanto, en Siria, el ejército israelí habría llevado a cabo un ataque contra el domicilio del hermano del presidente Bashar al-Assad, Maher. La muerte del comandante de las fuerzas de seguridad de las tropas de Damasco no ha sido confirmada por fuentes oficiales, pero sería una escalada del conflicto por parte de Tel Aviv. A última hora del domingo, fuentes militares apuntaban a un cuarto flanco en Irán, donde Israel habría llevado a cabo una operación contra el líder hutí Mohammad Abdul Salam. Esta información todavía tampoco ha sido confirmada por las autoridades.
Finalmente, en la madrugada de este martes, las FDI anunciaron que, de acuerdo con la decisión del Gobierno de Netanyahu, habían comenzado a lanzar incursiones terrestres "limitadas, localizadas y dirigidas" contra objetivos de Hezbolá en el sur del Líbano. Lo que, en otras palabras, supone el inicio de una invasión. Las operaciones se centran en infraestructuras y blancos de la milicia en aldeas cercanas a la frontera que, afirman, "suponen una amenaza directa para las comunidades israelíes en el norte del país". Esto, mientras el sur de Beirut era golpeado por dos horas seguidas de bombardeos.
Los ataques de Israel de este fin de semana han ido mucho más allá de la ofensiva en Gaza, en la que han muerto más de 42.000 personas, y se ha centrado en los aliados que conforman los grupos respaldados por Irán, el llamado 'eje de la resistencia'. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán dijo el lunes que está siguiendo de cerca la ofensiva israelí con las autoridades libanesas y añadió que el país no dejará ninguno de "los actos criminales del régimen sionista" sin respuesta. Sin embargo, hasta ahora, no ha lanzado ninguna represalia contra Tel Aviv.
"Está claro que Irán ha perdido su capacidad de disuasión frente a Israel (si es que alguna vez la tuvo), y que el eje de la resistencia está haciendo agua. Estos últimos meses, Netanyahu está cosechando éxitos militares y estratégicos, sin perder el apoyo interno y, lo más importante, sin recibir mayores presiones de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea", apunta Luciano Zaccara, profesor investigador del Centro de Estudios del Golfo de Qatar University y profesor visitante en Georgetown University en Qatar.
Zaccara sostiene que el primer ministro israelí está haciendo el "trabajo sucio" que otros no han podido llevar a cabo al neutralizar a altos cargos de Hamás, Hezbolá o los hutíes. Un trabajo que se resume en ataques contra actores no estatales como la milicia Hezbolá, que llegaron a su punto más alto con las explosiones de miles de ‘buscas’ y walkie talkies de comandantes del grupo libanés.
En una semana, las fuerzas de Tel Aviv han conseguido acabar con la cúpula de la milicia libanesa y los logros militares han sumido a Benjamin Netanyahu en un estado casi de euforia en el que le ha perdido el miedo al 'eje de la resistencia' y a una hipotética respuesta de Irán. "La moral en el país está muy alta, es casi un nivel de euforia, pero necesitamos tranquilizarnos porque es un gran logro (el golpe contra Hezbolá) pero no es el final de la guerra", afirma Israel Ziv, antiguo jefe del departamento de operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel, a El Confidencial.
Esperando la venganza
El asesinato de Hasan Nasrallah puede ser un duro golpe para los otros aliados de Irán porque el jefe de Hezbolá tenía un vínculo importante con ellos y se había convertido tanto en asesor como modelo a seguir. Algunos análisis apuntan a que los miembros del 'eje de la resistencia' no estaban preparados para la posibilidad de que la milicia libanesa sufriera pérdidas tan devastadoras y no supieron cómo responder militarmente. Irán, según las informaciones publicadas hasta ahora, no les ha dado instrucciones sobre una respuesta que ni ellos mismos han coordinado.
El nuevo presidente iraní, Masoud Pezeshkian, ha apostado por reducir las tensiones y dijo ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que esperaba que su Gobierno consiguiera llevarse bien con Occidente. Sin embargo, Teherán sigue estando dividido entre su necesidad de responder a Israel y el temor de que esa represalia sea el inicio de una guerra con Tel Aviv. "Están en un aprieto estratégico, porque si no hacen nada, se debilitarán aún más y su credibilidad y su capacidad de disuasión se verán debilitadas", dijo Kawa Hassan, investigador no residente del Programa de Oriente Medio y el Norte de África del Centro Stimson, a The New York Times.
Si responden, por el contrario, podría empezar un conflicto mucho más amplio con un Israel que ha dado señales de no dar marcha atrás en su ofensiva en Oriente Medio. Como se puede ver con el inicio de la operación terrestre en el Líbano, la muerte de Nasrallah, lejos de apaciguar las aguas, ha incrementado las acciones militares del Ejército israelí. "El asesinato tiene un gran impacto en la región y las FDI tienen que recalcular las operaciones, pero todavía hay infraestructura que tenemos que desmantelar en la frontera", apunta Israel Ziv en entrevista con este periódico.
Israel llevaba tiempo amenazando con la incursión en el Líbano como parte de la "segunda fase" de la guerra que anunció el Gobierno de Netanyahu, en la que prioriza el retorno de los israelíes desplazados al norte del país y asegurar la frontera. La 98 División, considerada como una unidad de élite, había pasado semanas desplegada en la región antes del inicio de las operaciones este martes.
La entrada de las tropas israelíes en Líbano no tendría como objetivo capturar una gran parte del territorio, sino "crear una zona de amortiguación de 10 kilómetros de profundidad", dijo una fuente diplomática libanesa en El Cairo. Con esta estrategia, podrían alejar a los combatientes de Hezbolá de la línea fronteriza y permitir que una parte de los israelíes vuelvan a sus casas. "No hemos acabado las operaciones porque aunque haya muerto el líder de Hezbolá, es necesario desmantelar todo el comando y sus capacidades. No es lo mismo lidiar con un gobierno y un ejército ordinario que con un grupo de terror como es la milicia. Hay que mantener la presión para evitar que vuelvan a atacar", subraya Ziv.
Desde un pueblo israelí cercano a la frontera, Sarit Zehavi, teniente coronel en la reserva y presidenta de Alma, un think tank especializado en los retos de seguridad de Israel en la zona, afirma que recibieron una oleada de misiles después del asesinato de Nasrallah. "La amenaza de Hezbolá sobre Israel es menor, pero eso no significa que haya tranquilidad. Hace falta hacer más y por fin tenemos la sensación de que las fuerzas de Israel están defendiéndonos de la milicia", dice a El Confidencial.
Irán está en un callejón sin salida y el camino que escoja para responder a Israel puede ser definitivo. Tel Aviv, por ahora, planea seguir manteniendo la presión sobre Teherán y Benjamin Netanyahu dijo este lunes a los iraníes que se avecina un cambio de régimen. "Cuando Irán sea finalmente libre, y ese momento llegará mucho antes de lo que la gente piensa, todo será diferente", dijo el primer ministro. "Nuestros dos pueblos ancestrales, el pueblo judío y el pueblo persa, finalmente estarán en paz. Nuestros dos países, Israel e Irán, estarán en paz", añadió.
Benjamin Netanyahu lo dejó muy claro: "No hay lugar en Irán u Oriente Próximo al que no llegue el largo brazo de Israel". El primer ministro israelí elevó el tono de las amenazas después de confirmar que las tropas de Tel Aviv habían asesinado del líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, y casi toda la cúpula de la milicia libanesa. En los siguientes dos días, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ha convertido esas palabras en hechos y han continuado sus ataques en Líbano, Yemen, Siria e Irán.
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