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Un documental y una denuncia: el Papa visita una Bélgica sacudida por los abusos
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Primera visita de Francisco

Un documental y una denuncia: el Papa visita una Bélgica sacudida por los abusos

La visita del pontífice a Bélgica está marcada por los abusos en la iglesia que han sacudido al país en los últimos años a raíz de varios libros y un documental

Foto: El papa Francisco firma el libro de visitas del palacio real belga. (EFE)
El papa Francisco firma el libro de visitas del palacio real belga. (EFE)

La familia real es discreta, pero en Bélgica todo el mundo sabe que son muy creyentes. La iglesia de Saint-Jacques-sur-Coudenberg, justo en el lateral del palacio real que se encuentra en el corazón de Bruselas, es una buena muestra de ello. Se trata de la “parroquia real”, y no se esconde. La relación entre la iglesia y la familia real es estrecha y en la austera pero elegante basílica se hace notar. Este templo conjuga además a la familia real y la frágil y siempre divisiva historia de Bélgica. En 1831 Leopoldo I, primer rey de los belgas, en la búsqueda de una legitimación para el nuevo país, crea una conexión entre su coronación y la coronación de los antiguos duques de Brabante: su juramento como rey de Bélgica se produce en la explanada frente a Saint-Jacques-sur-Coudenberg, a diferencia de la de todos sus sucesores, que ya se ha producido en el Palacio Nacional, sede del parlamento belga.

Fueron los reyes Felipe y Matilda los que recientemente, en una visita al Vaticano, invitaron al papa Francisco a visitar Bélgica. El pontífice no ha tenido demasiada actividad en los principales países de Europa. Más allá de alguna visita puntual, su actividad, muy mermada por su estado de salud, se ha centrado en otros lugares del mundo. En todo caso algunos vaticanistas apuntan a que Francisco tiene una relación especialmente estrecha con Bélgica a raíz de un amigo de la familia Steverlynck, unos de los peces gordos de la industria textil belga con una rama que se trasladó a Argentina en el pasado, donde uno de los hijos de ‘don Julio’ Steverlynck entró en los jesuitas al mismo tiempo que Bergoglio.

En Córdoba (Argentina) Bergoglio también tuvo trato con otro belga, el jesuita Jean Sonet, nacido en Charleroi, que fue director de la Biblioteca de la Universidad Católica de Córdoba. Pero esos lazos con Bélgica, que se han destacado en el contexto de su visita al país, no se libran de la mancha que cubre todo su viaje: algunos de estas relaciones han acabado viéndose afectados por los escándalos de los últimos años. La de los reyes no ha sido la única visita que ha recibido Francisco por parte de mandatarios belgas, aunque probablemente sí la más agradable. En enero de 2024 el primer ministro Alexander de Croo visitó Roma e hizo una petición muy específica al papa: Roger Vangheluwe debía dejar de ostentar el título de obispo.

El Papa Francisco tras su elección. (Reuters)

La segunda visita, la de De Croo, tendrá mucho más peso sobre la conciencia colectiva de Bélgica que la que tuvo la de los amables y piadosos Felipe y Matilda. Menos de cuatro kilómetros separan Saint-Jacques-sur-Coudenberg del colegio Saint-Michel, donde Jean-Marc Turine fue abusado por hombres de la iglesia durante todo su recorrido escolar, como ha relatado en uno de los libros que ha sacudido Bélgica en los últimos años, Révérends Pères.

El escándalo de los abusos en la iglesia belga lleva años sonando de fondo, pero ha ido generando más ruido en los últimos años. El libro de Turine apareció en 2022, aunque entre el mundo francófono del sur del país el eco de este escándalo fue menor. El asunto explotó realmente en 2023, cuando un documental sacudió Flandes, la mitad norte del país. Godvergeten (“Los olvidados de Dios), provocó todo un estado de consternación en una sociedad conservadora, aunque con pocos ecos en la mitad francófona, del país, Valonia. La mayoría de denuncias se concentran por ahora en la mitad norte de Bélgica.

El caso Vangheluwe

La visita del papa se enmarca en ese proceso. En 2024 De Croo tuvo que pedir que se le retirara el título a Vangheluwe, que en abril de 2010 admitió que había abusado de un menor, su sobrino, durante los años ochenta, lo que provocó su dimisión como obispo de Brujas. Pero nada más había pasado: en catorce años Vangheluwe no había sufrido las consecuencias de sus actos. El caso del obispo de Brujas es fundamental en la historia de la iglesia belga porque ha sido el gran escándalo del siglo XXI. En él se muestran todos los errores, todos los cómplices y toda la inacción que permitieron los abusos.

Pocos días antes de que Vangheluwe se viera obligado a admitir los abusos en 2010, su sobrino se reunió con él y con la presencia de Godfried Danneels, que había sido cardenal y hasta hacía poco tiempo presidente de la conferencia episcopal de Bélgica. La víctima había solicitado que en el encuentro con su tío hubiera un superior jerárquico, lo que era sinónimo del recientemente nombrado André-Joseph Léonard. Sin embargo acudió Danneels, que había sido el superior de Vangheluwe durante todos los años de los abusos. Lo que ni Danneels ni Vangheluwe sabían es que aquella reunión estaba siendo grabada. Acabó en la prensa flamenca. En el audio se escuchaba como el antiguo arzobispo belga trataba de convencer a la víctima de que esperara a que su tío se jubilara en 2011.

Foto: Al menos 13 víctimas de abusos de religiosos se suicidaron en Bélgica

A lo largo de la siguiente década llegaron nuevas denuncias de víctimas contra el antiguo obispo de Brujas. Tras la revelación del primer abuso de Vangheluwe, Léonard pidió a las víctimas que denunciaran sus casos ante la Comisión para tratar las denuncias de abusos sexuales, creada en el 2000 y con muy poca actividad hasta entonces. Salieron muchos más casos a la luz. Pero la realidad es que Danneels, colaborador por omisión en todo lo ocurrido, murió en 2019 sin pagar las consecuencias de no haber hecho nada.

Para Francisco nada de esto debe sonar alejado, porque el lazo belga que le vincula a todo este asunto es precisamente el viejo presidente de la conferencia episcopal: se considera que Danneels tuvo un papel importante en su elección en 2013, y el cardenal belga salió con él al balcón de la Plaza de San Pedro. Todo ello tres años después de que Vangheluwe confesara, obligado, los abusos a su sobrino. Danneels conoció de antemano otros casos que sacudirían a la iglesia en el futuro, pero no hizo nada. Se sabe por ejemplo que tuvo conocimiento de que el cura Luk Delft había agredido sexualmente a varios jóvenes en un internado de Gante a principios de siglo. Delft ha sido después condenado por esos abusos, pero también por otros cometidos después, cuando ya se sabía que era un agresor: fue trasladado a República Centroafricana, donde cometió más abusos, y después de tener que volver a Bélgica, perseguido por las acusaciones, volvió a ser acusado de agredir sexualmente a un menor en 2019 en el Brabante flamenco.

Pero Francisco no es visto como alguien que llegara al papado y actuara con toda la decisión necesaria en este contexto. Luc Van Looy, que había sido nombrado para ser cardenal por el Papa, renunció a vestir el púrpura por las acusaciones de haber ayudado a encubrir los abusos en la iglesia durante su etapa como obispo de Gante, entre 2002 y 2020. Van Looy anunció su renuncia para que “las víctimas de tales abusos no vuelvan a sufrir daños como consecuencia del cardenalato”.

placeholder Justo a la derecha de Francisco, el antiguo presidente de la conferencia episcopal belga. (Reuters)
Justo a la derecha de Francisco, el antiguo presidente de la conferencia episcopal belga. (Reuters)

Las víctimas

En marzo de 2024 Roma por fin apartó del clero a Vangheluwe. Para las víctimas sigue habiendo mucho camino por recorrer. A principios de septiembre, pocas semanas antes de que Francisco viajara a Bélgica y Luxemburgo, enviaron una carta abierta al pontífice, que ha dedicado una parte de su primera jornada completa en suelo belga a la cuestión de las víctimas. El mensaje era claro: debía convertir la cuestión del abuso en el centro de su visita a Bélgica para provocar un cambio histórico en la actitud de la iglesia hacia esta cuestión.

El rey ha agradecido que el pontífice hable de “la tragedia sin nombre de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia”. Turine, el autor de Révérends Pères, ha formado parte del grupo de 15 víctimas que se han reunido con Bergoglio. Otras víctimas, como Alain Cheval, han decidido renunciar a ver al pontífice. En una durísima carta enviada a Francisco, Cheval, que tutea al papa, señala que “el daño está hecho”. “Actúa, reconoce, toma partido, es tu deber como hombre, como gran jefe de esta empresa destructiva que es tu iglesia”, escribe.

Rik Devillé, un sacerdote flamenco, no está tan agradecido como el monarca, y se sitúa en la línea de Cheval. Devillé ha dedicado muchos años a denunciar los abusos en la iglesia, recopilando y organizando testimonios, al mismo tiempo que ha sido una voz crítica por lo que considera que es una falta de democracia interna dentro de la iglesia. Pero su trabajo se ha centrado, fundamentalmente, en la cuestión de las víctimas de abusos. De hecho, la serie que el año pasado sacudió Flandes, Godvergeten, está basada en el trabajo realizado por el cura, que asegura que no espera “nada” de la visita de Francisco. Devillé además critica que los abusos siguen cometiéndose en aquellos lugares más pobres y desfavorecidos, alejados de la atención mediática de occidente.

Aunque el trato con el rey Felipe fuera la parte más sencilla de la visita del papa, lo cierto es que el monarca también ha tenido palabras duras. “Los niños han quedado terriblemente marcados de por vida. Lo mismo ocurre con las víctimas de la adopción forzosa. Se ha tardado tanto en escuchar y reconocer sus gritos. Se ha tardado tanto en encontrar formas de 'reparar' lo irreparable”, ha señalado este viernes ante el pontífice. De Croo, que siempre ha representado la parte más dura del trato de Francisco en la preparación de su viaje en comparación con los muy católicos reyes, también ha aprovechado durante la visita del pontífice para pedir más acción. “Hoy no bastan las palabras, hay que tomar medidas concretas”, ha señalado frente al argentino.

La familia real es discreta, pero en Bélgica todo el mundo sabe que son muy creyentes. La iglesia de Saint-Jacques-sur-Coudenberg, justo en el lateral del palacio real que se encuentra en el corazón de Bruselas, es una buena muestra de ello. Se trata de la “parroquia real”, y no se esconde. La relación entre la iglesia y la familia real es estrecha y en la austera pero elegante basílica se hace notar. Este templo conjuga además a la familia real y la frágil y siempre divisiva historia de Bélgica. En 1831 Leopoldo I, primer rey de los belgas, en la búsqueda de una legitimación para el nuevo país, crea una conexión entre su coronación y la coronación de los antiguos duques de Brabante: su juramento como rey de Bélgica se produce en la explanada frente a Saint-Jacques-sur-Coudenberg, a diferencia de la de todos sus sucesores, que ya se ha producido en el Palacio Nacional, sede del parlamento belga.

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