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El resurgir de la 'chica filipina': Europa central puja en Filipinas por un nuevo tipo de inmigración
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El resurgir de la 'chica filipina': Europa central puja en Filipinas por un nuevo tipo de inmigración

Cada vez más manos que mecen las cunas europeas proceden de Asia. Los gobiernos buscan fórmulas antes la inminente jubilación de los 'baby boomers'

Foto: Disan, interna filipina en Madrid. (Ana Somavilla)
Disan, interna filipina en Madrid. (Ana Somavilla)

Sin lágrimas. Sin dramatismo. Un día de agosto, María Dio, de 25 años, se despidió de su madre, sus primas y su hija de dos años, como cualquier otro día laborable. Pero en lugar de tomar el autobús, se subió a un avión en Manila. Tras 19 horas de vuelo y cuatro horas de tren, se bajó en el andén de Westendorf, un pueblito de 3.000 habitantes en Austria, para trabajar en una residencia de ancianos.

Desde el turismo hasta el sector del cuidado: casi ninguna industria está exenta de la falta de personal en Austria, que no puede cubrir 174.000 puestos de trabajo. A esto se sumará la pronta jubilación de los miles de baby-boomers. Hace un año, el gobierno austriaco firmó un Memorándum de Entendimiento (MoU) con Filipinas con el objetivo de facilitar la llegada de más personal desde el país asiático. Una reedición de los años 70, cuando Austria importaba enfermeras filipinas para aliviar la carencia en sus hospitales. Ahora ha dado un paso más.

El fenómeno se repite en otros países de Europa central y del este. Hace dos años, las agencias de empleo en Manila empezaron a ofrecer viajes a un nuevo destino: Polonia. El filipino Dolfa Ravena tomó la oportunidad. “Es difícil llegar a EEUU, Canadá o Alemania. Elegí su país [Polonia] porque es el destino más fácil de toda Europa”, cuenta. Para muchos, Polonia es solo la primera parada antes de trasladarse a otro país de la Unión Europea. Dolfa, sin embargo, se quedó. Ahora trabaja en una fábrica en Varsovia. “Le pregunté a mi tío, que había emigrado antes y me dijo ‘Polonia está bien”.

Los filipinos son la tercera nacionalidad que más permisos de trabajo recibe en Polonia, después de India (45.000) y Nepal (35.000). Si en 2017 eran solo 733; en 2023 son 29.000. Los trabajadores filipinos se han convertido en alternativa de mano de obra para Polonia en algunos puestos que solían ocupar trabajadores ucranianos, bien porque estos partieron al frente a comienzos de la invasión rusa o, más recientemente, porque optaron por destinos con mejores salarios, como Alemania.

La principal diferencia de los trabajadores filipinos y otras nacionalidades es el género y la edad, explica Olga Wanicka, investigadora de la migración de filipinos en la Universidad de Varsovia. Son más mayores (entre 35 y 45 años) y hay más mujeres. Por ejemplo, un 90% de los migrantes indios en Polonia son hombres, mientras que la mitad de los filipinos que migran a Polonia son mujeres.

placeholder Una trabajadora del hogar filipina cuidando de los menores. (Ana Somavilla)
Una trabajadora del hogar filipina cuidando de los menores. (Ana Somavilla)

Las agencias laborales polacas anuncian a los migrantes filipinos a los empleadores como “el trabajador sonriente y buen conocedor del inglés” —es uno de los dos idiomas oficiales de Filipinas—, así como culturalmente similares. Con culturalmente similares se refieren, sí, a que son católicos. En un momento donde la inmigración musulmana levanta ampollas políticas, los filipinos parecen una pomada.

Jann Siefken, director de Recareity, una agencia de contratación de personal de cuidados austriaca especifica que, a diferencia de cuando contrataban en países europeos, que había problemas de fiabilidad —“si algo no les gusta, se suben al coche y se van a casa”, dice— los filipinos son “de naturaleza muy amable, serviciales y comprometidos”. En los últimos 18 meses, Siefken ha traído alrededor de 100 profesionales de Filipinas a Austria. El gobierno austriaco planea traer unos 400 filipinos al año hasta 2027.

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Paradójicamente, estas contrataciones tienen lugar al mismo tiempo que el gobierno austriaco evalúa la posibilidad de deportar refugiados sirios a Siria y varios partidos austriacos piden que se endurezcan las leyes de asilo, un tema sobre la mesa en las elecciones de Austria este domingo 29, en el que el extremista Partido de la Libertad de Austria (FPO), lidera las encuestas.

En inglés se conoce como "cherry-picking" (literalmente 'elegir cerezas’), al concepto de seleccionar por conveniencia. Ante una población cada vez más envejecida, y un mercado laboral menguante, algunos estados europeos han comenzado a seleccionar quienes entran en sus países, en función de sus necesidades. En el sector de cuidados, Europa sigue los pasos de Estados Unidos, donde entre el 10% y el 15% de las enfermeras han nacido fuera del país y un 4% son de Filipinas.

Cómo Filipinas se convirtió en la fábrica de enfermeras

Bajo el largo mandato del presidente filipino Ferdinand Marcos (1965-1986), Filipinas hizo de la exportación de los trabajadores una doctrina estatal, a la espera de la entrada de divisas a cambio.

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A diferencia de los llamados ‘Tigres Asiáticos’ (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán), donde el éxito del desarrollo económico se atribuyó a la educación, en Filipinas, al no integrar su fuerza laboral altamente educada en la economía nacional, el gobierno centró sus esfuerzos en facilitar el empleo en el extranjero, explican investigadores del MIT. Como resultado, hay 1,96 millones de trabajadores filipinos en el extranjero, según datos de la Autoridad de Estadísticas de Filipinas de 2022. Estos enviaron 197.470 millones de pesos (unos 3.180 millones de euros) en remesas entre abril y septiembre de 2022.

“Yo me preparé para ser interna”

El mejor personal filipino para usted. Somos la primera agencia en España especializada en servicios domésticos filipinos para clientes de lujo”, reza una agencia de contratación con oficinas en varias ciudades europeas. “¿Necesitas una empleada de hogar de origen filipino? Podemos ayudarte a encontrar la persona adecuada. Escríbenos. Estamos en Madrid”, reza otra. “Es a pedido. En la base tenemos a 16.000 chicas, con lo cual es el filtro que tú pongas”, explican por teléfono.

El diccionario Merriam-Webster, en su edición global de 2005, publicó dos significados de la palabra “filipina”. Uno era “Mujer o niña de Filipinas”, el segundo: “Trabajadora del hogar”. Lo recuerda el sociólogo Julien Debonneville en su libro sobre “La industria globalizada del trabajo doméstico en Filipinas”, en el que cuestiona que “este conjunto de representaciones sociales, que asocian a las mujeres filipinas con la docilidad y la devoción hacia los demás, se inscribe más ampliamente en una matriz de discursos impregnados de colonialidad y que giran en torno a lo que hoy llamamos ‘las mujeres del Sur global’”.

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“Es como si vas a un lugar y te preparas para ir a ese lugar, yo me preparé para ser interna”, razona Emérita Águila, una interna filipina, que actualmente trabaja en España. No es duro “porque me he preparado para ello”, afirma. Lo difícil, continúa, es dejar a tu familia, porque incluso dejamos a nuestros hijos en Filipinas” [llora]. “El trabajo, lo puedo manejar”. Emérita llegó a España con la ayuda de una familiar. Su primer empleo fue en un chalet, cuidando niños. Dice que la familia era muy agradable. “Me trataron como si fuera parte de la familia, comía con ellos en la mesa; me trataban bien”. Otras lo hacen mediante agencias.

Ante el aumento de contratos, también se han incrementado las irregularidades. En los primeros seis meses de 2024, el Business & Human Rights Resource Centre documentó 15 casos de abusos relacionados con trabajadores filipinos en Polonia, la mayoría de ellos relacionados con cuotas de contratación excesivas (nueve), incumplimiento de contrato (ocho) y falta de información (seis).

“Las agencias de empleo de Filipinas buscan un empleador que esté dispuesto a apadrinarles y cobran unos honorarios, entre 3.500 y 5.000 euros.”, explica Jocelyn Pontanares, de la Comunidad de Filipinos en Alicante. Dice que algunas tienen una agencia asociada en Filipinas u otros lugares como Hong Kong, como es el caso de los que van a Polonia. Antes de llegar a Polonia, muchos de los trabajadores filipinos han pasado por otros sitios. A veces, Polonia tampoco es su última parada.

Belinda Piquic, de 47 años, que hasta hace poco trabajaba como interna en España, hizo su primer viaje al extranjero cuando tenía 20 años. Primero a Israel, cuidando niños, y volvió a Filipinas; luego fue a Chipre, donde estuvo ocho años en una casa y en 2023, empezó a trabajar en España. Para ello, viajó primero a Polonia, “fue más rápido para ir a España”, matiza. Fue en un chalet de Madrid, dice, donde tuvo que hacer todo: cocinar, limpiar, planchar y cuidar del bebé. “Ha sido muy duro, porque es una casa muy grande”. En un círculo vicioso, Belinda está pensando en regresar a Polonia.

Sin lágrimas. Sin dramatismo. Un día de agosto, María Dio, de 25 años, se despidió de su madre, sus primas y su hija de dos años, como cualquier otro día laborable. Pero en lugar de tomar el autobús, se subió a un avión en Manila. Tras 19 horas de vuelo y cuatro horas de tren, se bajó en el andén de Westendorf, un pueblito de 3.000 habitantes en Austria, para trabajar en una residencia de ancianos.

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